30 de septiembre de 2014

¿Quién fue el Papa Liberio?


 Fue Pontífice desde el año 352 al 366 d.C. Según el Catálogo Liberiano, el Papa San Julio I murió el 12 de abril, y Liberio fue consagrado el 22 de mayo. Como este día no cayó domingo, probablemente el día fue el 17 de mayo. Nada se sabe sobre su vida previa excepto que era un diácono romano. De Rossi le atribuye un epitafio conservado en una copia por un peregrino del siglo VII, seguido por varios críticos, incluido Duchesne. Los principales puntos en él son que el Papa confirmó la Fe Nicena en un concilio, y murió en el exilio por la fe, a menos que lo consideremos “un mártir por exilio”. Funk le atribuye el epitafio al Papa San Martín I. De Rossi, sin embargo, declaró que ningún epigrafista podía dudar de que los versos son del siglo IV y no del VII; aún así no es fácil adaptar las líneas a Liberio. El texto aparece en De Rossi, "Inscr. Christ. Urbis Romæ", etc., II, 83, 85, u Duchesne, "Liber Pontificalis", I, 209. Vea De Rossi en "Bull. Archeol. Crist." (1883), 5-62; y Von Funk en "Kirchengesch. Abhandl.", I (Paderborn, 1897), 391; Grisar en "Kirchenlex.", s.v.; Suvio, "Nuovi Studi", etc.
Exilio
Cuando Liberio salió de Roma todo el clero juró que no recibirían a ningún otro obispo. Pero pronto muchos de ellos aceptaron como Papa al archidiácono Félix, cuya consagración por el obispo arriano Acacio de Cesarea había sido arreglada por Epícteto por orden del emperador. La gente de Roma ignoró al antipapa. Constancio hizo su primera visita a Roma el 1 de abril de 357, y pudo ver por sí mismo el fracaso de su nominado. Él estaba consciente de que no había justificación canónica para el exilio de Liberio y la intrusión de Félix; en otros casos él siempre había actuado de acuerdo con la decisión de un concilio. También se sintió conmovido por la grandeza de la Ciudad Eterna---así lo afirma Amiano. Se sintió impresionado por las oraciones por el regreso del Papa claramente dirigidas a él por las más nobles de las damas romanas, cuyos esposos tuvieron la suficiente fortaleza para el riesgo. No hay razón para pensar que Félix fuera reconocido por ningún obispo fuera de Roma, excepto por el partido de la corte y unos pocos arrianos extremos, y la inflexible actitud de Liberio a través de la mayor parte de su destierro deben haberle causado más daño a la causa del emperador que su constancia cuando dejó Roma en paz.

No es sorprendente ver que Liberio regresó a Roma antes del 357, y que se rumoraba en el extranjero que él había firmado la condenación de San Atanasio y quizás algún credo arriano. Algunos críticos colocan su reinstalación en el 358, pero esto es imposible, pues San Atanasio nos dice que el soportó los rigores del exilio por dos años, y el "Gesta inter Liberium et Felicem episcopos", que forma el prefacio del "Liber Precum" de Faustino y Marcelino, nos dice que él regresó "al tercer año". La causa de su regreso es variamente relacionada. Teodoreto dice que las matronas romanas movieron a Constancio a restaurarlo, pero cuando fue leída su carta a Roma en el circo romano, diciendo que Liberio y Félix iban a ser los obispos mano a mano, los romanos se burlaron de ella y llenaron el aire con gritos de “Un Dios, un Cristo, un obispo”. El historiador arriano Filostorgio, y también Rufino, dicen que los romanos demandaban ardientemente el regreso del Papa. Por otro lado, Sulpicio Severo da la causa como sediciones en Roma, y Sozomeno está de acuerdo. Sócrates es más preciso y declara que los romanos se levantaron contra Félix y lo expulsaron, y que el emperador fue [[Obligación|obligado a consentir. La versión en la “Crónica” de San Jerónimo es dudosa. Él dice que un año después de que el clero había perjurado ellos mismos fueron expulsados junto con Félix, hasta (o debido a) el regreso triunfal de Liberio a la ciudad. Si leemos “hasta que” entenderemos que después del regreso de Liberio el clero perjuro regreso a su alianza. Si leemos “debido a”, con el manuscrito antiguo, parecería que la expulsión de Félix fue posterior a y como consecuencia del regreso de Liberio. San Próspero de Aquitania parece haber entendido a Jerónimo en este último sentido. El prefacio al “Liber Precum” menciona dos expulsiones de Félix, pero no dice cuál de ellas fue previa al regreso de Liberio.

Por otro lado, el arriano Filostorgio relata que Liberio fue reinstalado sólo cuando él había consentido en firmar la segunda fórmula de [Sirmio]] que fue redactada después del verano de 357 por los obispos de la corte, Germinio, Ursacio y Valente; ésta rechazaba el término homoousion y homoiousios; y a veces era llamada la fórmula de [[Hosio de Córdoba|Hosio”, quien fue forzado a aceptarla ese mismo año, aunque San Hilario de Poitiers seguramente está equivocado al decir que su autor fue Hosio. La misma historia sobre la caída del Papa es apoyada por tres cartas atribuidas a él en los llamados “Fragmentos Históricos” ("Fragmenta ex Opere Historico" in P.L., X, 678 sqq.) de San Hilario, pero Sozomeno nos dice que esa fue una mentira propagada por el arriano Eudoxio, quien acababa de invadir la sede de Antioquía. San Jerónimo parece haberla creído, pues en su “Crónica” dice que Liberio “conquistado por el tedio del exilio y subscribiéndose a la iniquidad de la herejía volvió triunfante a Roma”. El prefacio al “Liber Precum” también habla de que cedió ante la herejía. San Atanasio, escribiendo aparentemente a fines de 357, dice: “Liberio, al ser exiliado, se rindió a los dos años, y por miedo a las amenazas de muerte, firmó”, es decir, la condenación de Atanasio mismo (Hist. Ar., XLI); y de nuevo: “Si él no resistió la tribulación hasta el fin, aún así permaneció en el exilio durante dos años conociendo la conspiración contra mí.” San Hilario, escribiendo a Constantinopla en 360, se dirige a Constancio así: “No sé si fue mayor la impiedad con que lo desterraste que con la que lo reinstalaste”. (Contra Const., II).
Sozomeno cuenta una historia que no halla eco en ningún otro escritor. El narra que Constancio, después de su regreso de Roma, convocó a Liberio a Sirmio (357), y allí el Papa fue obligado por los líderes semiarrianos, Basilio de Ancira, Eustacio y Eleusio, a condenar el “Homoousion”; que fue inducido a firmar la combinación de tres fórmulas: (1) la del Concilio Católico de Antioquía de 267 contra Pablo de Samosata (en el cual se dice que se rechazó el Homoousion por tener tendencias sabelianas, (2) la de la asamblea de Sirmio que condenó a Fotino en 351, y (3) el Credo del Concilio Dedicatorio de Antioquía en 341. Estas fórmulas no eran precisamente heréticas, y se dice que Liberio le había arrancado a Ursacio y Valente una confesión de que el Hijo es “en todas las cosas similar al Padre”. De aquí que la historia de Sozomeno ha sido generalmente aceptada como que da un relato moderado de la caída de Liberio, admitiéndola como un hecho, y explicando por qué tantos autores la niegan implícitamente. Pero la fecha de que poco después Constancio estuvo en Roma es imposible, pues los semiarrianos sólo se unieron a principios del 358, y su corta influencia sobre el emperador comenzó a mediados de ese año; de ahí que Duchesne y muchos otros afirman (a pesar del claro testimonio de Atanasio) que Liberio regresó sólo en 358. Aun más, Sozomeno menciona la presencia de los obispos orientales, y esto concuerda con el 357; él dice que Eudoxio diseminó el rumor de que Liberio había firmado la segunda fórmula de Sirmio, y esto cuadra con el 357 y no el tiempo de la ascendencia semiarriana. Además la fórmula de “en todas las cosas como” no era su distintivo en 358, pero les fue impuesta en el 359, después de lo cual la adoptaron, declarando que la misma incluía su fórmula especial “igual en substancia”. Ciertamente Sozomeno está siguiendo aquí la recopilación perdida del macedonio (es decir, semiarriano) Sabino, quien sabemos que fue poco confiable en cuanto a todo lo que concierne a su secta. Simplemente parece que Sabino tenía la historia arriana ante sí, pero la consideraba, probablemente correctamente, como una invención del partido de Eudoxio; él piensa que la verdad debió haber sido ésa, si Liberio firmó una fórmula sirmiana, fue la menos dañina de 351; si él condenó el “Homoousion” fue sólo en el sentido en el cual había sido condenado en Antioquía; él lo coloca aceptando el Credo Dedicatorio (el de los semiarrianos y todos los moderados orientales), y forzando a los obispos de la corte a aceptar la fórmula semiarriana de 359 y después. Él añade que los obispos en Sirmio le escribieron a Félix y al clero romano, pidiendo que tanto Félix como Liberio fueran aceptados como obispos. Es increíble que hombres como Basilio y su partido hubiesen hecho esto.

Últimos años de Liberio

Cuando Liberio regresó, los romanos no podían haber sabido que Liberio había caído, pues San Jerónimo (quien es tan amigo de contarnos sobre la simplicidad de su fe y la delicadeza de sus oídos piadosos) dice que él entró a Roma como un conquistador. Es muy claro que ni siquiera se suponía que él había sido conquistado por Contancio. No han ninguna señal de que nunca haya admitido su desliz. En 359 se celebraron los concilios simultáneos de Seléucida y Rimini. En este último (vea Concilio de Rimini, donde la mayoría de los obispos eran ortodoxos, la presión y demoras, y las maquinaciones secretas del partido de la corte entramparon a los obispos al error. El Papa no estaba presente ni envió a sus legados. Después del concilio, pronto se conoció su desaprobación, y después de la muerte de Constancio a fines de 361 el pudo anularlo públicamente, y decidir, más que lo que decidió un concilio en Alejandría bajo San Atanasio, que los obispos que habían fallado podían ser reinstalados con la condición de que probaron la sinceridad de su arrepentimiento por su celo contra los arrianos. Cerca de 366 él recibió una delegación de los semiarrianos dirigida por Eustacio; primero los trató como arrianos (lo cual el no podía haber hecho si se les hubiese unido), y les insistió a que aceptaran la fórmula de Nicea antes de poder recibirlos a la comunión; él no se daba cuenta que muchos de ellos después de tornarían inseguros sobre el tema de la Divinidad del Espíritu Santo. También sabemos por San Siricio que, después de anular el Concilio de Rimini, Liberio emitió un decreto prohibiendo el rebautismo de los bautizados por los arrianos, lo cual era practicado por los cismáticos de Lucifer de Cagliari.