No hay sino un camino. Eso es lo que el Papa Francisco nos dice hoy respecto a la Misericordia de Dios. Dios es Infinitamente Misericordioso y en base a esa Misericordia Infinita que no merecemos ni podemos entender, estamos vivos y con la esperanza de vivir eternamente.
Y sólo, también, hay un único camino para alcanzar esa Misericordia que Dios nos pone a nuestros pies, la de ser también nosotros misericordiosos. Y eso no consiste sólo en perdonar sino en dar y amar. Porque el perdón no se da sin amor. La Misericordia se ríe de la justicia y la sobrepasa, porque no sólo perdona lo perdonable, sino todo aquello que no merece perdón. Por eso nosotros, sin merecer nada, somos perdonados y salvador por los méritos de nuestro Señor Jesús.
PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 21 de septiembre de 2016
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy hemos escuchado el pasaje evangélico que inspira el lema de este año santo: Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso. Dios ama con un amor tan grande que para nosotros parece imposible. Toda la historia de la salvación es una historia de misericordia, que alcanza su culmen en la donación de Jesús en la cruz. ¿Cómo alcanzar esta perfección? La respuesta estriba en que Jesús no pide cantidad, sino ser signo, canal, testimonio de su misericordia. Por eso los santos han encarnado el amor de Dios que les desborda en múltiples formas de caridad en favor de los necesitados.
El Evangelio nos da dos pautas para ello: perdonar y dar. Jesús no busca alterar el curso de la justicia humana, pero manifiesta que en la comunidad cristiana hay que suspender juicios y condenas. El perdón es manifestación de la gratuidad del amor de Dios, que nunca da a un hijo por perdido. No podemos ponernos por encima del otro, al contrario, debemos llamarlo continuamente a la conversión. Del mismo modo, Jesús nos enseña que su voluntad de darse está muy por encima de nuestras expectativas y no depende de nuestros méritos, sino que la capacidad de acoger su amor, crece en la medida en que nos damos a los demás, más amamos, más lleno de Dios estará nuestro corazón.
Saludos
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Pidamos al Señor que no perdamos nunca nuestra identidad de hijos de un mismo Padre, que nos une en su amor. Que Dios los bendiga.