Comenzamos la oración con María, la Madre. Hacemos silencio en el corazón y nos unimos a toda la Iglesia. Con ella esperamos la nueva venida del Espíritu a nuestra vida y a toda la humanidad. María, tú que siempre estuviste abierta al Espíritu Santo, enséñanos a reconocer las huellas del Espíritu en los acontecimientos de cada día y a dejarnos conducir por el Espíritu de Amor.
Oramos con las palabras del papa Francisco:
«Virgen y Madre María, tú que, movida por el Espíritu, acogiste al Verbo de la vida en la profundidad de tu humilde fe, totalmente entregada al Eterno,mayúdanos a decir nuestro “sí” ante la urgencia, más imperiosa que nunca, de hacer resonar la Buena Noticia de Jesús»
(Evangelii Gaudium 288).