“¿Cuántas divisiones tiene el Papa?”
-Josef Stalin a Pierre Laval, Ministro de
Relaciones Exteriores del Frente Popular Francés en 1935.
Mucho se ha
divulgado erróneamente que esta pregunta la hizo en Yalta o en Potsdam, en 1945,
pero en realidad sucedió antes.
Posiblemente fue una obsesión suya y la reiteraba, ya que Harry Truman
asegura que la volvió a pronunciar en 1948, en Potsdam, en su presencia. La
verdadera historia se publicó en la revista LIFE, en su edición del 19 de Abril
de ese año, junto con una historia relativa a Churchill, siendo el legendario
Churchill quien relató que el interlocutor de Stalin había sido Laval, cuando
este se encontraba alarmado por el restablecimiento del servicio militar
obligatorio en Alemania, ponderando cómo podría defenderse Francia. Luego pidió que disminuyera la presión sobre los católicos
rusos: eso ayudaría al gobierno de París en sus relaciones con el Vaticano. Fue
en ese momento cuando Stalin hizo la famosa pregunta.
Han transcurrido 8 décadas,
y 8 Papas han sido objeto de la misma burla. No sólo Stalin la pronunció.
También Nikita Khruschev, en 1963, tras la publicación de la Encíclica ‘Pacem
in Terris’ de Juan XXIII, volvió a insistir en la pregunta de su predecesor.
Sus designios estaban muy lejos de la paz, como lo probaron la crisis de los
misiles en Cuba, la invasión de Bahía de Cochinos, la Guerra Fría y el
expansionismo soviético.
Hoy en día, 78 años después, la misma pregunta hizo eco
con la iniciativa del Papa Francisco de convocar a una jornada de oración y
ayuno por la paz en Siria, Medio Oriente y el Mundo, para el 7 de Septiembre,
en vísperas de la Natividad de María, no obstante que las ‘divisiones del Papa’
trascienden las barreras políticas y no tienen presencia militar. El Papa
cuenta con legiones de fieles, siguiendo las enseñanzas del Buen Pastor. No es
un general o jefe de fuerzas armadas. Como Católicos, nos hemos dejado conducir
por la cultura secular, sin dar más espacios de reflexión a la Doctrina Social
de la Iglesia y a la catequesis de la guerra justa. Aún así, el Papa Francisco ha probado ser el
verdadero Pastor capaz de unir
voluntades y ser un Padre espiritual también para los sufridos pueblos del
Medio Oriente. El fiel laico está llamado a identificar, en las
situaciones políticas concretas, las acciones realmente posibles para poner en
práctica los principios y los valores morales propios de la vida social.
“¡que
se acabe el sonido de las armas!”, pues “la guerra significa siempre el fracaso
de la paz, es siempre una derrota para la humanidad”.
La respuesta a
este llamado no se hizo esperar. Inmediatamente, todas las diócesis, eparquías,
prelaturas y las congregaciones se organizaron para convocar a los fieles. Pero
no sólo el mundo Católico y Cristiano, sino también los judíos y musulmanes
aceptaron la invitación. El gran mufti de Siria, Ahmad
Badreddin Hassou, líder espiritual de los Sunnis en dicho país, se
conmovió por el llamamiento que hizo el papa por la paz en Siria antes de la
oración del ángelus. El religioso musulmán manifestó su deseo de estar presente
en la plaza de San Pedro para la vigilia de oración por la paz en Siria,
anunciada por el Papa Francisco. Pidió a las comunidades de Damasco que se
unieran en oración. Según el mufti, «todos se dan
cuenta que el Papa es un padre que
tiene en su corazón el futuro del pueblo sirio, y que quiere proteger a
toda la sociedad siria para que no sea destruida por las divisiones religiosas
o por los fanatismos».
Esta respuesta contrasta con la disminuida
capacidad de convocatoria de los líderes políticos del mundo, que a pesar de su
poder político, han demostrado que carecen de la autoridad moral con que el
Papa Francisco ha conquistado millones de corazones. Mientras el Papa nos
convoca a través del Evangelio, ellos tratan de arrastrar la dignidad humana y
reducirla a consideraciones geopolíticas, estratégicas e ideológicas
corrompidas. Todas las partes en pugna
mienten y la gente sabe que no puede creer en un Presidente Obama que además de
carecer de liderazgo, carece de una política exterior coherente y se encuentra
atrapado por cuestiones ideológicas e intereses políticos. Su Secretario de
Estado, John Kerry también carece de credibilidad.
Para
darnos cuenta el vacío que estos líderes han creado y que puede conducir al
caos y a la destrucción, observemos cómo se conducen y cómo plantean el
conflicto, con una visión reducida por falta de caridad, independientemente de
su filiación política. Obama está buscando la aprobación del congreso, pero
quizás opte por su ‘guerra limitada’. La retórica se ha turnado viciada con
ataques personales y las acusaciones cruzan cualquier ‘línea roja’ que alguna
vez existió. Con esta retórica cada vez se reducen más el campo de acción para
la diplomacia y el diálogo. Se ha
convertido en un teatro de lo absurdo. Los actores de este absurdo y
maquiavélico reparto son:
- Barrack Obama, que no tiene la estatura moral para ser un líder en tiempos de guerra. Dice que no le gustaría, pero está haciendo todo lo posible por entrar a la guerra. Por lo tanto, ya se ha convertido en un Presidente en Guerra pero no ha aprendido las lecciones de historia. Dice que va contra el régimen de Assad, pero la gran pregunta es ¿Porqué confía en los rebeldes sirios, que son parte de Al-Qaeda? Ellos también son capaces de usar armas químicas, nucleares y de las que sean con tal de matar. Debido a los frecuentes cambios de opinión de Obama, ya es difícil determinar con claridad qué clase de cambio quiere en Siria. La única norma que está tratando de reforzar Obama con esta intervención es poner un alto al uso de armas químicas, pero esta visión no incluye poner un alto a todas las matanzas de civiles, que ya son más de 100,000 en Siria.
- John F. Kerry, Secretario de Estado, que se ha encargado de llevar el caso al Congreso mientras Obama se fue la cumbre G-20 en Rusia. No ha logrado convencer ni a diputados ni a Senadores. Es veterano de Viet Nam y atestiguó en falso contra las propias fuerzas armadas de su país, que después fue desmentido por sus propios compañeros de unidad. Ahora está promoviendo la incursión militar en Siria. Dice que hay ‘moderados’ entre las fuerzas de los rebeldes de Al-Qaeda, pero la evidencia demuestra que son crueles, sanguinarios y…..terroristas. No es extraño que Vladimir Putin lo llame ‘mentiroso’.
- Vladimir Putin, fue agente de la KGB, la policía secreta soviética, habiendo iniciado bajo la dirección de Yuri Andropov, que llegó a ser Primer Ministro. Expertos en intimidación, tácticas de asilo siquiátrico para disidentes y en sub-contratación de asesinos. Andropov fue quien gestionó la contratación de Ahmed Ali Agca, a través de la policía secreta búlgara, para asesinar a Juan Pablo II, a principios de los 80s. Ahora Putin, le ofrece cooperación a Obama durante la cumbre G-20. Rusia es aliado del régimen de Assad y no sería extraño que Putin estuviera entretejiendo subversivamente varios hilos entre las redes terroristas, aún a espaldas de Assad. Obama ahora está cambiando cifras y hechos que ya no coinciden con las propias fuentes de inteligencia. La pregunta que podemos hacer es: ¿De dónde está obteniendo Obama su información –de los rebeldes de Al-Qaeda o de los rusos? También hay portaviones rusos haciendo maniobras en el Mediterráneo. ¿Porqué hasta ahora quiere ‘dialogar’ Putin? ¿Porqué Putin y se enteró antes que el gobierno norteamericano del ataque con armas químicas donde murieron 1400?
¿A quién de
estos líderes y sus aliados podemos creerle? Evidentemente,
a ninguno. Hegel, el filósofo alemán, a quien cita Marx en las primeras líneas
de ‘Eighteenth Brumaire’, insistía en que la verdadera tragedia era algo mucho
más compleja que la derrota del bien por el mal. La tragedia, decía Hegel, es
el conflicto entre dos cosas buenas, demasiado rígidamente definidas. Marx sacó
ventaja retórica de Hegel, pero en Siria no hay ninguna farsa, es sólo la misma
historia repitiéndose trágicamente y escalando hacia latitudes más peligrosas,
porque una intervención podría ser más trágica y duradera de lo que suponemos
actualmente. Es difícil limitar un conflicto a un plazo determinado. Irónicamente, las corrientes del radicalismo
Islámico convergen con la falta de credibilidad de los líderes políticos en
esta tragedia, a la luz del criterio de Hegel.
Es por eso que la figura
del Papa Francisco surge como una estrella de esperanza capaz de brindar un
diálogo en espíritu de Verdad, capaz de hacer propio el dolor de quienes no
tienen voz y de darle sentido al Evangelio en el complicado escenario de la
política internacional. Durante la jornada de oración y ayuno del 7 de
Septiembre, quedó de manifiesto que cuenta con ‘divisiones’ que no son
militares, pero que con la fuerza de la fe pueden transformar el mundo. Juan
Pablo II también contó con sus ‘divisiones’ para que se hiciera realidad la
caída del Muro de Berlin, el surgimiento del sindicato Solidaridad en Polonia y
el fin de la Guerra Fría. Fue todo un líder espiritual y liberador para el
mundo por 26 años. En este caso, Ronald Reagan no llegó a temer a las
‘divisiones del Papa’.
La doctrina que nos ofrece
el Papa Francisco está libre de tintes ideológicos y se sustenta en la caridad.
Las Sagradas Escrituras, la Tradición y la Doctrina Social de la Iglesia son
fuentes que nos pueden ayudar a comprender el enfoque Cristiano a estos
conflictos. Cuando el Papa Francisco definió la guerra como una derrota para la
humanidad, se refería con seguridad al Magisterio y a lo que San Agustín
definía como "tranquillitas
ordinis", donde la guerra representa la derrota del
justo orden de la paz; en la historia nada es inevitable y con Dios, todas las cosas
son posibles.
Santo Tomás Aquino y otros maestros de la tradición de
la guerra justa establecen que algunas veces la guerra puede ser un deber moral
para acabar con la injusticia y proteger a los inocentes. La causa justa en este caso sería el desarme
de Siria, para que no haya más muerte y violencia, una causa que ha sido
consistentemente afirmada por todos los Papas y hasta reforzada por 17
resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, no obstante las tendencias
ideológicas que han venido desvirtuando este consejo.
El Catecismo de la Iglesia Católica en el artículo
2309 establece las condiciones para una legítima defensa mediante fuerza
militar: “La gravedad de semejante decisión somete a estas condiciones
rigurosas de legitimidad moral. Es preciso a la vez:
- Que el daño causado por el agresor a la nación o a la comunidad de las naciones sea duradero, grave y cierto.
- Que todos los demás medios para poner fin a la agresión hayan resultado impracticables o ineficaces.
- Que se reúnan las condiciones serias de éxito.
- Que el empleo de las armas no entrañe males y desórdenes más graves que el mal que se pretende eliminar. El poder de los medios modernos de destrucción obliga a una prudencia extrema en la apreciación de esta condición.
La apreciación de estas condiciones de legitimidad
moral pertenece al juicio prudente de quienes están a cargo del bien común”.
Quizás sólo el primer punto pueda pasar este escrutinio, pero podemos concluir,
que indudablemente los otros tres no se cumplen en este conflicto.
En el artículo 2312, se establece que la Iglesia y la
razón humana declaran la validez de la ley moral durante los conflictos
armados “una vez estallada
desgraciadamente la guerra, no por eso todo es lícito entre los contendientes”.
En Enero del 2003, Zenit entrevistó a Padre Richard
John Neuhaus, editor de ‘First Things’ sobre el tema del desarme como causa
justa. En ese entonces se discutía el inminente ataque contra Irak. P. Neuhaus
habló de la subsidiaridad, ya que se temía que el ataque pudiera desestabilizar
el Medio Oriente y causar aún más hostilidad entre los musulmanes. Otros
señalaban el alto costo que los civiles pagarían, debido a la precaria
naturaleza de la vida en Irak y cuestionaba P. Neuhaus qué tanto peso estaba
considerando el gobierno de Estados Unidos a estos peligros.
Al igual que P. Neuhaus en ese entonces, también
nosotros debemos arrodillarnos para seguir acompañando al Santo Padre en
oración, de tal manera que gracias a la fuerza de nuestras oraciones sea
posible un desarme sin intervención militar. Si la guerra llega, debemos orar
para que la causa justa prevalezca, con mínimo daño a los inocentes y con una
firme determinación de liberar a Siria de la brutal tiranía que vive.
La Iglesia no puede dar su bendición a esta acción
militar como si fuera una cruzada Cristiana. Después de la guerra, si así
llegara a suceder, la Iglesia y el Santo Padre en particular serán
indispensables para instrumentar el diálogo que permita alejar al mundo
Islámico de las consecuencias más destructivas de la ‘guerra de las
civilizaciones’.
Según la doctrina de la guerra justa, una acción
militar orientada al desarme puede ser moralmente justificable. Lo que no
podemos determinar desde un principio es la perspectiva de la historia, si será
vista como una acción prudente o no. Si
una acción así toma curso, sin embargo, P. Neuhaus insistía en que no había más
alternativa moral que orar para que la causa justa prevalezca.
Les comparto mi
oración de esa noche del 7 de Septiembre frente a Jesús Sacramentado. Oremos
por la paz y para que en Siria vuelva a florecer la cultura Cristiana y llegue
a ser gran impulsor de nuestra fe, para que Cristo reine y la paz que sólo Cristo puede dar, arraigue en los corazones. No
olvidemos que Siria fue en un tiempo ancestral un centro clave en la
evangelización de los pueblos. Como podemos constatar en el Capítulo 9 de
Hechos de los Apóstoles, San Pablo, en ese entonces perseguía a los Cristianos,
se dirigía a Damasco cuando tuvo su encuentro con una luz del cielo que lo hizo
caer. Fue su primer encuentro con Jesús, habiendo llegado hasta Damasco donde
lo esperaba Ananías y una verdadera comunidad Cristiana de piedras vivas. De
Siria han surgido santos, como el Diácono San Efrén de Siria y Santa Domnina.
Más adelante surgió un rito siriaco que aún existe. Pidamos al Señor por la
intercesión de María, que aumente las divisiones del Papa en esa región.
-Yvette Camou-
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