Una frase estupenda. El cristiano tiene la misión de predicar el Evangelio de Cristo, que es la exigencia misma: "Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará" (Mc 16, 15-16). El gran error consiste en comunicar el Evangelio con el espíritu de un esclavo, que sólo cree por temor a condenarse y, desde esa penosa y miserable situación, predica no el Evangelio de Cristo sino sus miedos y su mezquindad. El deber y la exigencia está en quien predica; en cambio a la persona a la que se anuncia el Evangelio sólo cabe mostrarlo en la verdad del don ofrecido: alegría, horizonte, banquete. El Evangelio sólo es exigente para el que ha creído en él... o para el que lo ha recibido íntegramente y lo ha rechazado. Pero esto último sólo Dios puede decirlo.
Joan Carreras del Rincón