A pocos días del tiempo de Navidad quiero recoger y comentar esta perla josefina del Papa Francisco. En la audiencia del santo Padre por la fiesta de Navidad, a sus colaboradores más cercanos, el 21 de diciembre de 2013 les dijo que profesionalidad y servicio, santidad y objeción de conciencia a las habladurías son las características del oficial de la Curia y más aún del superior, en el trabajo cotidiano por la Iglesia y la Sede apostólica.
A estas dos cualidades la profesionalidad y el servicio quisiera añadir una tercera cosa que es la santidad de vida. La santidad de vida es lo más importante en una jerarquía de valores. Y explica qué significa santidad de vida: vida inmersa en el Espíritu, apertura del corazón a Dios, oración constante, humildad profunda, caridad fraterna con los colegas. Buen programa de vida cristiana y consagrada a Dios. También significa apostolado, servicio pastoral directo, fiel, ejercido con celo en contacto directo con el pueblote Dios. Esto es indispensable para un sacerdote. Y refiriéndose a la Curia añade: la santidad en la Curia significa también hacer objeción de conciencia, sí, objeción de conciencia a las habladurías… objeción de conciencia que tal vez deberíamos ejercerla para oponernos a una ley no escrita de nuestros ambientes que, por desgracia, es la de las chácharas….y no lo digo solo desde el punto de vista moral, porque las chácharas, las habladurías dañan la calidad de las personas, dañan la calidad del trabajo y del ambiente.
Y remata su intervención proponiendo a san José como modelo de la vida y trabajo de los curiales. Que vuelvan y fijen sus ojos en san José “en este último tramo de camino a Belén. Nos puede venir bien meditar sobre el papel de san José, tan callado y tan necesario al lado de la Virgen María. Pensemos en él, pensemos en su preocupación por su esposa y por el Niño. Esto nos dice mucho sobre nuestro servicio a la Iglesia. Por tanto vivamos esta Navidad muy unidos espiritualmente a san José. Esto nos hará bien a todos “.
Y es que san José es realmente un modelo cabal de santidad de vida. Es el santísimo José, unido íntimamente a Jesús y María con quienes forma la Trinidad Santísima de la tierra. Es un hombre inmerso totalmente en el Espíritu Santo. San José es la sombra del Espíritu Santo, como le llamó Lope de Vega, por el oficio de Padre en el que suplió en lo humano al Espíritu de Dios.. El Espíritu Santo le llena y posee enteramente. Como a María, su esposa, sólo le movía el Espíritu Santo, por eso sus obras eran todas divinas. San José tenía siempre su corazón a abierto a Dios Padre. Acoge todas y cada una de las llamadas que le llegan de parte de Dios. No le falla nunca.“La atención constante a Dos, abierto a sus signos, disponible a su proyecto… José es ´custodio` porque sabe escuchar a Dios, se deja guiar por su voluntad…sabe cómo leer con realismo los acontecimientos, está atento a lo que le rodea y sabe tomar decisiones sensatas. En él, queridos amigos, vemos cómo se responde a la llamada de Dios con disponibilidad, con prontitud” (Homilías del Papa del 19 de marzo de 2013).
San José es el hombre de oración constante. Es el que mejor ha llevado a cabo lo que luego enseñará Jesús en el Evangelio: Orad sin interrupción (Lc 18,1). ¿Qué es orar? La oración, dice Santa Teresa, no consiste en pensar ni discurrir, sino en amar, la oración constante es estar amando siempre. José esta amando siempre a Dios y a Jesús y esta mirando siempre a Jesús, que el mirar es amar, convive con él. Y por este amor y convivencia continua con Jesús, amándole y mirándole constantemente, no solo es hombre de oración, es maestro acabado de oración a quien tenemos que acudir para ser hombres de oración constante.
San José es un hombre de humildad profunda. Como María se confiesa esclavo del señor no con palabras sino con su actitud constante y su hacer. Tiene plena conciencia de que todo lo que tiene lo ha recibido del Señor, que el Padre del cielo ha hecho en él cosas grandes. Humildad es andar en la verdad y San José anda plenamente en la verdad de su esclavitud para con Dios y en la verdad de todo lo ha hecho en él el Todopoderoso. Ni atisbos de vanagloria pasaron por él.
San José es un alma de caridad fraterna. Viviendo con el Salvador del mundo, del que le ha anunciado el ángel que salvaría a su pueblo de sus pecados, no puede no estar pendiente de esta realidad y ofrecía su vida con la de su Hijo por la salvación de todos los pecadores. Si San Buenaventura declaró que consentiría gustoso en morir tantas veces como pecadores hay en el mundo a fin de salvarlos a todos ¿qué no haría San José? En el hogar de Nazaret reinaba la caridad más exquisita. San José es ejemplo admirable de caridad fraterna. Y sin duda que hizo muchas caridades en su oficio de carpintero. El conoce por las Escrituras la preferencia de Dios por los huérfanos y las viudas y por los más pobres y desvalidos, y amando tantísimo a Dios, como él le amaba, ¿cómo viviría la caridad para con ellos?.
Santisimo como era San José no sabía de habladurías y chácharas, que es propio de gente mezquina y baja, de rufianes y comadreros, de ánimos insinceros y no verdaderos, de hombres rastreros y plebeyos. San José era grande, ganadísimo de espíritu muy noble y magnánimo y no consentía que en su taller corriesen habladurías y chácharas.
San José no es solo modelo acabado para los que trabajan en la Curia vaticana sino para todo fiel cristiano, ya que todos estamos llamados a la santidad y el Señor nos ha dado en el santo Patriarca, después de Jesús y María y en unión con ellos, el modelo perfecto de santidad en las mil variaciones de la misma.
P. Román Llamas,ocd