Partamos de una pregunta ¿qué entendemos por la pasión?, ¿qué es lo que intenta plasmar los pasos que desfiles procesionalmente en Semana Santa?
La pasión fue definida ya en el siglo XII por La Leyenda Dorada, obra que en la Edad Media alimento la piedad de los fieles, como “un retablo a través del cual se contemplan unos aspectos de la vida de Cristo”: La amargura de sus dolores, la humillación de sus escarnios, el lugar en que murió (el Calvario)
Las representaciones gráficas de la pasión se convierten de en una especie de drama teatral, de sermón gráfico, que llenaban las calles en determinadas fechas e impactaban a los creyentes al traer ante ellos el recuerdo de los momentos cumbres del misterio de la redención.
Tradicionalmente la Semana Santa era una Pasión viva y vivida, donde el verdadero protagonismo era de Cristo y del pueblo que la contemplaba, decía José Luis Martín Descalzo que “en aquella mi Semana santa de los años cincuenta yo descubrí algo que aún desconocía, que los verdaderos protagonistas de la Semana Santa de Valladolid no eran los pasos de Gregorio Fernández o de Juan de Juni, sino las gentes que en las procesiones les rodeaban. Por eso, en aquellos años, cuando yo iba en medio de la procesión tras el paso imponente de Jesús entra los dos ladrones, mis ojos no se iban ya hacia los Cristos de palo, sino hacia los cristos de carne que contemplaban la procesión a derecha e izquierda”.
Era una pasión viva y vivida porque en ella el pueblo, los fieles, se indiginaba con los sayones, los verdugos, los malos del relato, y se solidarizaba compasivamente con Cristo y con su madre, se siente Cireneo o Verónica, o se avergüenza de ser Judas o Barabás.
El pueblo en las procesiones de Semana Santa sale de la esfera de la reflexión y de la meditación en la interior del templo, para vivir, y mostrar en la calle, públicamente, el proceso de la pasión y muerte de Cristo, y sentir de una manera real el sacrificio redentor de Cristo, ese Cristo que el fiel sabe que está muriendo por él, por sus pecados, por darle vida. En línea con lo dicho tiene sentido la invitación que se hace en la mañana del Viernes Santo a que el pueblo fiel de Valladolid acuda a la plaza mayor a escuchar la siete palabras que el Redentor dijo desde la Cruz.
Los pasos de Semana Santa son grupos escultóricos de varios personajes colocados a modos de una escena teatral que representan distintos momentos de la pasión y muerte de Jesucristo, siguiendo en todo la narración del Evangelio. Es por tanto una evocación o memoria gráfica, plástica, de los relatos de la pasión que tiene por finalidad:
Las escenas de los pasos tienen por finalidad Ilustrar al pueblo, recordarle, enseñarle lo que los evangelios nos cuentan de la pasión de Cristo. No debemos olvidar que las imágenes son el libro del pueblo, de los iletrados. Lo que el hombre de letras adquirían por la lectura, aquellos que no sabían leer lo captaban por el sermón o por la imágenes, pintadas o esculpidas.
Javier de la Cruz