Madre, Virgen María y Señora nuestra, tú que eres la aurora de un mundo nuevo y Madre de todos los vivientes desde aquel día de la Pasión de tu Hijo al pie de la Cruz, danos la fortaleza de defender la vida, confiados en tu compañía y tu presencia, junto a nosotros. Intercede como en Caná para que el Espíritu de Dios nos fortalezca y nos dé la sabiduría de poner las palabras que iluminen a aquellos que quieren apagar el derecho a la vida de todo ser viviente.
Madre, mira la ingente cantidad de niños inocente condenados a muerte, por hedonismo, en el mismo seno de sus madres. Niños a los que se les impide nacer despojándolos del derecho a la vida. Niños a los que se les condena al silencio de su defensa porque no puede defenderse. Niños nacidos en el seno de sus madres, pero condenados a descubrir la luz del sol. Madre, el mundo le da la espalda a tu Hijo y, como una endemoniada piara de cerdos, se precipita al abismo. Ilumina, Madre, a todos aquellos que creen en tu Hijo para que sepan defender el Evangelio de la vida.
Madre, este mundo, loco y perdido al dar la espalda a tu Hijo, amenaza también condenar a todos aquellos que por enfermedad o edad son improductivos y carga para la sociedad. Una sociedad que cada día es más hedonista y egoísta. Una sociedad donde impera el poder y la riqueza y se presagia el derecho, bajo la mentira de una falsa piedad, a la eutanasia. Una sociedad que mata, no ya sólo a los niños impidiéndoles nacer, sino a los mayores condenándolos a la basura.
Madre, intercede para que nos alcance la Gracia de nuestro Señor, tu Hijo, y sepamos defender en cada momento e instante el derecho a la vida, dando verdadero testimonio de amor con verdadera valentía y unidos a todos los hombres de buena voluntad para construir entre todos la civilización de la verdad y del amor para alabanza y gloria de Dios Creador y amante de la vida. Amén.
Inspirado de la oración por la vida de Juan Pablo II
Encíclica: Evangelium Vitae sobre
el Valor y el Carácter Inviolable
de la Vida Humana.