María, maestra de contemplación, guardaba
todas esas cosas que decían de su Hijo, y las meditaba en su corazón, nos da
Jesús, cuyo nombre significa Dios – salva. María, Madre que trae la salvación.
Todo empieza por María, que responde a la
llamada de Dios. María disponible y entregada a seguir el camino que Dios, en
el Espíritu Santo, le señala. ¿Aprendemos nosotros de María? ¿Nos fijamos y
miramos nosotros a María como Madre corredentora con su Hijo Jesús? ¿Caminamos nosotros,
junto y con el Papa Francisco, conformando una Iglesia a imagen de María, José y
el Niño y los pastores que le glorifican y alaban, como una Iglesia contemplativa
y en adoración?.
Indudablemente, la salvación nos viene de María,
que ofrece su maternidad, concebida por obra y Gracia del Espíritu Santo, como entrega
de Dios, en su Hijo Jesús, para la salvación de todos los hombres.
Una entrega incondicional, que le exige renuncias,
desprendimientos, generosidad, humildad, pobreza y mucho amor. María, no sólo es
Madre, sino, unida a su Hijo, y por los méritos y Gracia de Él, corredentora en
la salvación de todos sus hijos.
Unámonos a María, que nos reúne, nos cobija
y nos lleva de su mano a la presencia de su Hijo. Amén.