21 de enero de 2017

MARÍA, MADRE ORANTE

La Virgen en oración
María, la Madre de la Iglesia siempre estuvo en oración. Su relación con Dios es fluida, constante, perseverante y llena de Gracia. Recordemos que el Ángel anuncia a María y le dice «Salve, llena de gracia, el Señor está contigo.» Y eso significa que el Señor está con María. No que va a estar o venir, sino que está. Ha sido la elegida y llena de Gracia. Bendita eres María entre todas las mujeres.

María nos sirve de modelo de oración. Nos enseña que la perseverancia, el contacto diario y el compartir todos los momentos del día son características esenciales en la oración y relación con Dios. Es esa la fuerza que nos sostiene y nos alumbra el camino. Hemos recibido el Espíritu Santo en nuestro Bautismo. Así como el Padre lo envío al Hijo en su Bautismo, nosotros lo recibimos por la Gracia y méritos del Hijo.

Pero con la misma Gracia para que actúe en nosotros y nos configure con Él, el Hijo, el Redentor y Salvador. Ahora, nuestro responsabilidad y compromiso consiste en dejarle, en abrirnos a su acción y en estar en cada instante de nuestra vida en contacto y atento a Él. Así caminó María, y así superó todos los obstáculos y dificultades que se le presentaron en el camino.

María ora, habla con Dios y cree en su Palabra. Y espera pacientemente que Él, el Espíritu de Dios le guíe y le señale el camino. Y guarda todo en su humilde corazón. Escucha al Hijo encarnado en sus entrañas y le sigue silenciosamente, aun no entendiendo sus pasos y sus acciones. María es creyente y se fía del Espíritu que guía al Hijo y a ella como su verdadera esposa.

María es la Madre que nos acompaña en la oración. Esa es nuestra humilde oración de hoy. Tal y como acompañaste a los apóstoles, también acompáñanos a nosotros en nuestro camino por este mundo. Un mundo hostil, hedonista, enfermo, agresivo, asesino, explotador y lleno de envidias, ambiciones y guerras. Un mundo donde los cristianos siguen siendo perseguidos y asesinados. Un mundo donde la vida no se respeta. E igual que tú, Madre, tuviste con José, tu castísimo esposo, huir a Egipto por la amenaza de Herodes, hoy millones de niños son asesinados en el vientre de sus madres sin previo aviso ni contar con nadie.

Madre, protégenos y danos fortaleza para sostenernos en la perseverante oración y, a pesar de las contrariedades y peligros que nos acechan, seguir adelante y perseverar como tú lo hiciste. Intercede por nosotros para que sepamos mantenernos firmes y en constante relación con el Señor, tu Hijo amadísimo. Amén.