Hoy el Papa Francisco nos habla de la oración. Una oración diferente, hecha por Jesús y fuera de los criterios humanos. Una oración que resume la relación amorosa de un Padre con sus hijos. Una oración cercana, humana y en la que, como nos dice el Papa, podemos llamar a Dios nuestro "papá". Y en la que nos sentimos amados, protegidos y acompañados.
Jesús, nuestro Señor, nos enseña y nos revela, como continúa diciéndonos el Papa, el Amor del Padre. Un Amor que se dibuja en la parábola del Hijo pródigo, o también, del Padre amoroso. Su Misericordia nos salva y nos perdona, y eso nos da esperanza y confianza para levantarnos y, a pesar de nuestros errores, caídas y pecados, emprender confiados el regreso a su Casa.
PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 7 de junio de 2017
Queridos hermanos y hermanas:
El modo de rezar de Jesús atraía la atención de sus discípulos y un día le pidieron que les enseñase cómo hacerlo. Él les enseñó el «Padre Nuestro», la oración cristiana por excelencia. En la sencilla invocación «Padre» se resume todo el misterio de nuestra oración.
Con Jesús podemos llamar a Dios: «Abba», que es un término que muestra confianza y cercanía, y que podríamos traducir por «papá». Dios es nuestro «papá», y llamarlo así nos pone en estrecha relación con él, como un niño que se siente amado y protegido por su padre.
Jesús en la parábola del padre misericordioso nos presenta a Dios como un Padre bueno. No actúa al modo humano, sino a la manera divina, «amando» de forma diferente. Cuando el hijo pródigo vuelve a casa, después de haber derrochado todos sus bienes, el padre sale a recibirlo y no le aplica criterios de justicia humana, sino que lo perdona y lo abraza, mostrándole cuánto ha sentido su ausencia. Este es el misterio insondable de Dios que no puede dejar de amar a sus hijos. Esta certeza es la base de nuestra esperanza.
Saludos:
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica.
Los invito a dirigirse a Dios, nuestro Padre, en todo momento y circunstancia. No nos encerremos en nosotros mismos, sino que acudamos con confianza a él, que como Padre bueno nos mira con amor y nunca nos abandona.
Muchas gracias.