Nos dijiste Señor que el que quiera ganar la vida la perderá y que el que la pierda en tu nombre, la ganará. Te pusiste incondicionalmente del lado de los pequeños, de los pecadores reconocidos, de las prostitutas, de los enfermos, de los perdedores y desheredados de este mundo.
Te desmarcaste de los fariseos, de los amantes de las normas, de los satisfechos de sí mismos, de los que se hacían ver en el templo, de los que ansiaban los primeros puestos en todo. Amén.
Desde mi parroquia, por el párrococo
D. Juna Carlos Medina Medina.