Sé, Señor, que mi
camino no es tarea fácil. Sé que cada instante de mi vida trae una lucha entre
hacer tu Voluntad o la mía. Y, también sé que es tu Voluntad la mejor acción
que puedo hacer, porque siempre Tú, Señor, estás en la Verdad.
Sin embargo,
Señor, mi egoísmo, mi vanidad y soberbia me incitan a revelarme contra ti y a
desobedecerte. Incluso a pensar que mis proyectos son mejores que los tuyo. Y
una y otra vez caigo en esa tentación. Experimento verme esclavizado y
sometido. Es entonces, Señor, cuando me doy cuenta de mi pequeñez y de mi
esclavitud. Es entonces, Señor, cuando te pido con toda mi alma que me salves y
liberes de la esclavitud de mi pecado.
Acompáñame, Señor, y no permitas que me quede caído y sin fuerzas para levantarme. Dame la fortaleza, como aquel hijo pródigo, para levantarme y tener la suficiente humildad para volver esperanzado en tu Infinita Misericordia a tus manos. ¡Levántame, Señor!