Señor Jesús, hay momentos en los que veo claro el camino a seguir. Tu llamada resuena con fuerza en mi corazón. Te doy gracias por esa luz tuya, que me ayuda a ver más claro y ensancha los horizontes de mi libertad.
En otros momentos, la oscuridad me rodea y no sé qué camino tomar. No obstante, aunque no vea el camino, la fe me ayuda, al menos, a saber hacia donde orientar el próximo paso. Y, paso a paso, la oscuridad se despeja y el camino aparece.
Ayúdame a fijarme en Ti, Jesús, Camino, Verdad y Vida. Quisiera dejarme guiar por tu forma de vivir, de rezar, de tratar a las personas y amarlas, hasta el extremo. Quisiera preguntarte, con la sencillez y la confianza de un niño: ¿Qué harías Tú en esta situación? Quisiera escuchar tu palabra en la voz de los que me quieren y de quienes me necesitan. Amén.