Hasta esta semana santa yo pensaba que los pies se lavaban a 12 hombres, tal como hizo Jesús. Además yo pensaba que tenían que ser católicos. Pero este jueves santo no fue así en todas partes, ya que Bergoglio lavó los pies a dos mujeres y a dos personas de otra religión (no cristiana). Por más que intento entenderlo no lo consigo, ¿alguien me lo puede explicar? Muchas gracias :)En un comentario le he dicho que le respondería en este blog, porque efectivamente se trata de una pregunta muy pertinente. Los gestos del Papa Francisco no han dejado indiferente a nadie, desde el mismo día en que fue elegido. Lleva sólo veinte dias de pontificado y ha dado mucho que hablar.
"Os he dado ejemplo para que como yo hecho con vosotros, así lo hagáis vosotros" (Jn 13, 15). |
El gesto que realizó durante la Eucaristía del Jueves Santo celebrada en un reformatorio de menores, consistió en lavar los pies a un grupo de jóvenes, entre los que se contaban dos mujeres y dos personas no cristianas.
Teniendo en cuenta que se trata de un acto litúrgico que tradicionalmente se practica con varones, es lógico que surja esa pregunta. Si además se considera que el número de doce está relacionado con el Colegio Apostólico, entonces parece evidente que en el gesto litúrgico en que se rememora el lavatorio de los pies de los Apóstoles deberían conservarse siempre ese aspecto simbólico: doce hombres católicos.
No cabe duda de que si los doce fieles que en en las celebraciones de la Misa in coena Domini son objeto de "esa caricia de Jesús" -así la denominó el Papa Francisco ese día- representaran a los doce Apóstoles, entonces cabría esperar que se reprodujera también esa simetría: doce varones católicos. Pero lo que está por demostrar es que esos fieles representen al Colegio Apostólico. Porque si la simetría celebrativa tuviera que mantenerse, entonces cabría esperar que los que recibieran el lavatorio de los pies fueran también Obispos o, por lo menos, sacerdotes.
La verdad es que el gesto mismo de Jesús fue escandaloso. Recordemos la sorpresa y perplejidad de san Pedro, quien de ninguna manera quiso ser objeto de este gesto de servicio: le parecía un acto impropio de un maestro, un signo de esclavitud. Jesús se salió totalmente del protocolo celebrativo. Porque es evidente que no hay ninguna costumbre ni remotamente parecida en la cultura judía ni probablemente en alguna otra. Quizá se comprendería algún tipo de ablución previa a la cena, como la costumbre tan extendida de lavarse las manos antes de comer. Pero el lavatorio de los pies se realizó durante la cena. No se trataba únicamente de un gesto inusual. Era algo escandaloso: Jesús se excedía, iba mucho más allá de lo socialmente admitido. Se rebajaba al nivel de los esclavos.
Y, sin embargo, en ese gesto Jesús expresaba el mandamiento nuevo -que os améis los unos a los otros como yo os he amado- y dotaba de pleno sentido su entrega en la Cruz. Por lo tanto, es lógico entender que en el lavatorio de los pies lo importante no es "quiénes" son lavados, sino más bien quién es el que lava: "Os he dado ejemplo para que como yo hecho con vosotros, así lo hagáis vosotros" (Jn 13, 15).
En una ocasión, Jesús enseñaba a unos fariseos que se le acercaron escandalizados porque sus discípulos no se lavaban las manos cuando comían: "Dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres (...) De este modo anuláis la palabra de Dios a causa de una tradición que vosotros mismos habéis establecido. Y hacéis otras muchas cosas semejantes a éstas" (Mc 7, 8.13).
Una de las constantes religiosas es precisamente ésta, la tendencia a apropiarse de los medios de salvación, convirtiéndolos en exclusivos de un grupo. La tentación, de todos modos, es comprensible en un pueblo -como el judío- que efectivamente había sido elegido por Dios y que había recibido la Ley, la Alianza y la Circuncisión. Pero el exclusivismo de los medios de salvación en la Iglesia es algo llamativo.
El lógico que los gestos realizados por el Papa Francisco sorprendan e incluso produzcan perplejidad. Es evidente que el romano Pontífice sabe lo que hace y quiere subrayar la dimensión de apertura y de misión universal de la Iglesia y de sus pastores. Cristo dio su vida para el perdón de los pecados. No vino a juzgar al mundo, sino a salvarlo. No ha sido enviado a los justos, sino a los pecadores. No le importaba que sus contemporáneos se escandalizasen porque comía con ellos.
Quizá debemos de aprender todos un poco del Papa. Ojalá sea tal nuestra compostura que produzcamos un poco de "escándalo" (2) o desconcierto: que superemos las rutinas, las tradiciones humanas que esconden o anulan los preceptos divinos, que renovemos nuestra conducta huyendo de todo lo que resulte falso, hipócrita. El Papa nos invita a todos a salir de nosotros mismos y a acercarnos a todos cuantos sufren, llegando a las "periferias" no sólo geográficas sino también existenciales.
Si por hacer eso causamos "perplejidad", no hay duda de que es una perplejidad sana que nos sacude a todos por dentro y nos predispone a una nueva conversión.
Joan Carreras
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(1) En este grupo de Blogueros con el Papa, se dan noticias que versan directamente sobre la persona o actividad del PAPA o también de las actividades asociativas de los blogueros, con miras a poder constituir un día no lejano una Asociación Internacional que obtenga el reconocimiento de la Santa Sede.
(2) Escandalizar es algo malo siempre que se trate del escándalo de los pusilánimes. Ese escándalo hay que evitarlo. Sin embargo, debemos actuar de tal manera que no nos importe el escándalo farisaico.