Te damos gracias, Señor, porque, dejándote ayudar, es como nos ayudas a nosotros en el camino de nuestra existencia. Te pedimos que todos los cireneos, que no se cansen nunca de arrimar el hombro, de echar una mano, de socorrer en el camino.
Gracias por todos los cireneos que has puesto en el camino.
Gracias por todos los cireneos, aquellos que nos hacen la vida un poco más agradable. Señor, ayúdanos y se nuestro Cireneo en el camino de la cruz, para soportar nuestras noches y caminar hacia ti.
Gracias por aquella sonrisa, por aquel gesto de amor, por todos los que hacen el bien, por las personas anónimas y sencillas que ayudan como cireneos a llevar el peso de la cruz.
Sabemos Señor, que aquel que se acercó a ti y te ayudó, fue él mismo ayudado por tu bondad y tu amor porque tú eres el gran cireneo de la historia. Amén.