Señor, tú lo habías repetido muchas veces: "El grano de trigo muere para dar a millares, el fruto que da la vida". Tú Señor, has muerto para vivir. La muerte no es el final del camino sino que es el inicio de una nueva vida que tú, Señor, inauguras con la resurrección.
Gracias, Señor, por amar hasta el final, porque nos has amado de verdad y porque el sepulcro no es el fin de la historia sino el triunfo de Jesús resucitado, el triunfo del amor. No busquéis entre los muertos al que vive resucitado. El Señor es la vida, es la alegría de la vida.
Gracias porque vives para siempre. Amén.
Desde mi parroquia, por el párrcoo
D. Juan Carlos Medina Medina.