Que cada día, Señor, sepa acoger, como un mendigo que se sabe afortunado, tu Luz, que me ayuda a ver la verdad y la mentira, tu Fuerza, que me sostiene, tu Palabra, que me recuerda quién soy y para qué he nacido, tu Mano, que me defiende, tu Sabiduría, que me conduce a la Vida, tu Mirada, que me da la Paz que a veces no tengo, tu Eucaristía, tu pan y tu vino, que alimenta mi hambre de amor y de alegría, de entregar mi tiempo y mi vida entera, como Tú y siempre contigo. Amén.
Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina.