Ya el Papa León XIII en su encíclica
Quamquam pluries (Aunque muchas veces) del
15 de agosto, fiesta de la Asunción de María, de 1889 sobre la devoción a san
José, hace una llamad a los trabajadores, invitándoles a mirar y acudir a San
José. “en cuanto a los trabajadores, artesanos y personas de menor grado su
recurso a san José es un derecho especial y su ejemplo está para su particular
imitación. Pues José, de sangre real, unido en matrimonio a la más grande y
santa de las mujeres y considerado el padre de Dios, pasó su vida trabajando y
ganó con las fatigas del artesano el necesario sustento para su familia. Es,
entonces, cierto que la condición de los más humildes no tiene nada en sí de vergonzoso
y el trabajo del obrero no solo no es deshonroso, sino que, si lleva unida a sí
la virtud, puede ser singularmente ennoblecido.” (n 4).
Por medio de estas consideraciones
los pobres y aquellos que viven con el trabajo de sus manos han de ser de buen
corazón y aprender a ser justos…Que los
pobres, entonces, si han de ser sabios no confían en las promesas de los
hombres sediciosos, sino más bien en el ejemplo y patrocinio del bienaventurado
José y en la maternal caridad de la Iglesia que cada día tiene mejor
comprensión con ellos” (n 5).
Llamada que luego harán otros Papas,
sobre todo Pío XII, que instituyó el 1 de mayo de 1955 la fiesta de San José
Obrero, en el día del trabajo, y dijo a los obreros reunidos en la Plaza de san
Pedro en aquellos momentos: : “el humilde obrero de Nazaret además de
encarnar delante de Dios y de la Iglesia
la dignidad del obrero manual, sea también el próvido guardián de vosotros y de
vuestras familias”.Y las llamadas de los dos últimos Papas, recién canonizados
el 27 de abril de 2014, en el domingo de la misericordia.
Cuando
hablo de trabajadores me refiero a toda clase de trabajos, porque el trabajo es
inherente a la naturaleza humana. Cuando Dios creo al hombre y le puso en el
jardín del Paraíso, le dijo que le ponía allí para que lo trabajase y o
cultivase (Gen 2,15) Y después del pecado le dice que tiene que trabajar la
tierra, porque con el sudor de su frente tiene que comer el pan (Gen 3,19). Y
más tarde dirá San Pablo a los fieles de Tesalónica que “él no comió de balde
el pan de nadie, sino que día y noche con fatiga y cansancio trabajó para no
ser gravoso a ninguno y que cuando estaba entre ellos les mandaba esto: si
alguno no quiere trabajar que tampoco coma. A los que no trabajan les
exhortamos por nuestro Señor Jesucristo que trabajen para comer su propio pan”
.(2Tes 3,9-11).
Es
el trabajo que se realiza en el campo, en la casa, en el taller, en la
fábrica, en la oficina… De todo este
trabajo es modelo san José. Y es que, como escribe San Juan Pablo II: “el
trabajo es una experiencia cotidiana de amor en la vida de la familia de
Nazaret” (RC 22), y la familia de Nazaret el el ideal modélico de las familias
de toda la tierra.
San
José es modelo de los trabajadores en primer lugar porque trabajaba realmente
en el oficio de carpintero; “palabra, dice San Juan Pablo II, que abarca toda
la vida de san José” (RC 22). La primera condición del trabajador es que rinda
en el trabajo, que trabaje, que aproveche la máximo el tiempo del trabajo. San
José es la más alta expresión del nuevo enseñamiento que nos trae Jesús, que al
hacerse en todo semejante a nosotros, excepto en el pecado, asumió,
consiguientemente, el trabajo y lo santificó, que para eso asumió la naturaleza
humana para redimirla y santificarla en todas sus dimensiones. Y por eso san
José es el más grande ejemplo para los trabajadores. No es ejemplo de vagos,
holgazanes o pasotas ni de los que dejan el trabajo para los demás. San José
trabajó, se consagró de lleno al trabajo, porque esa era para él la voluntad
del Padre del cielo, sudó e hizo, sin duda, muchas horas extra
.
San José no pedió un minuto de trabajo.
San Juan XXIII escribe de si mismo: “uno de mis defectos principales es no
haber encontrado todavía la justa medida del tiempo, Debo hallar el modo de
hacer muchas cosas en poco tiempo; a este respecto pondré gran cuidado en no
perder ni un solo minuto en cosas inútiles, como conversaciones sin una
finalidad concreta, etc.”( En los ejercicios espirituales del 1 al 7 de
septiembre de 1907 (fue ordenado en 1904), DA). Y en los ejercicios de del 13 al 19 de octubre de 19 17 escribió:”
Pero si el Señor quiere estoy dispuesto a esto (las muchas cosas que le ha
encomendado la obediencia) y más. El descanso llegará en el cielo. Estos son
los años del esfuerzo. El Señor Obispo me da ejemplo de trabajar más que yo. He
de ser escrupuloso en no perder nunca ni un minuto de tiempo” (DA)..
Si
esto dice de si mismo un santo, por grande que sea, que no diría y haría san
José santísimo, inmensamente más santo que todos los demás santos por su condición
de esposo de María y padre virginal de Jesús. San José no perdía ni un solo
minuto de trabajo Modelo prefecto de traba para los trabajadores.. (Sigue)
P.
RománLlamas, ocd