Parece de ciencia ficción, pero es la desafortunada e increíble realidad. Cuando hay incluso partidos que defienden a los animales, mientras hay niños que, ante la pasividad de los gobiernos, mueren de hambre, de sed y de frío. No se entiende que esto pueda ocurrir en pleno siglo XXI.
Pero, peor todavía, cuando se habla de derechos para proteger al ser humano, resulta que se condena al lugar más seguro que acoge la vida del ser humano: "El seno materno". El hombre se mata a sí mismo y descubre su propia incapacidad de dirigir su propio destino.
El lugar donde nace la vida producto del amor auténtico de los cónyuge, se convierte en lugar de escándalo, de pasiones ilícitas, egoístas y asesinas que buscan sólo sus propios ego y placeres matando, en lugar de acoger, la vida creada por el soplo del Espíritu de Dios que la llama a la eternidad en el Amor.
Dar terror pensar que el nido donde la vida tiene lugar se convierte ahora en el patíbulo y amenaza de muerte del ser más débil e inocente, necesitado sólo de cariño y amor humano. El seno de sus propias madres es el lugar del mayor peligro para su condena de muerte.
Salvador Pérez Alayón