Me doy cuenta lo rápido que pasan las semanas cuando me pongo frente a esta hoja de papel virtual porque fiel a mi costumbre lo hago cuando estoy en mi querido pueblo de Villaluenga del Rosario. Decir que el hecho de redactar y dar forma un escrito que tenga solvencia para un medio de la categoría de “Blogueros con el Papa” es un privilegio, un placer y también una responsabilidad pues llegas a multitud de personas con el simple hecho de tocar a un botón.
He estado pensando toda la semana que tema tratar pues son muchos los que pululan por mi cabeza y que centran la atención entre los cristianos de hoy en día.
Decididamente voy a escribir de los católicos y su implicación en la vida pública que es una cuestión nada baladí para los tiempos que corren y que de alguna u otra forma intentan subyugarnos.
No hace falta decir que el ser cristiano, ser católico e intentar serlo con plena coherencia es sumamente complicado porque el sistema que nos envuelve, el cual quiere “someternos”, intenta erradicar todo vestigio de nuestra fe, de nuestras creencias no solo del espacio público sino de nuestras raíces, nuestra propia historia. La Constitución Europea es un claro ejemplo de lo que estoy diciendo.
No nos creamos que porque los poderes públicos nos den toda clase de facilidades para que nuestras manifestaciones de devoción popular se puedan realizar, como puede ser la Semana Santa, el Rocío o cualquier relacionada con la religiosidad popular, lo hacen por apoyar las bases insondables de nuestra religión católica porque estaremos ciertamente equivocados. Habrá políticos que los apoyen porque son creyentes y viven la fe aunque otros lo hacen por mantener viva las antiguas tradiciones de los pueblos a los que le pueden sacar un rédito económico vendiéndolo como de interés “turístico”.
Si uno es cristiano, si profesa la Religión Católica, mayoritaria por más que le pesen a muchos en España, si intenta vivir la fe desde la coherencia más profunda y si para colmo quiere actuar como tal en la vida pública que es lo mismo que decir en nuestro particular día a día lo tiene verdaderamente complicado pues lo tiene todo en contra, todo menos Dios que nos ayuda siempre a pesar de las dificultades.
Porque a ver, ¿Cuántos son los médicos que objetan a realizar un aborto? Lo mismo digo del personal sanitario y administrativo. Hay muchos que dan ese paso a pesar de que les pueda costar algo más que el trabajo aunque también hay otros que miran hacia otro lado por temor a las represalias o los que explícitamente especifican que existen casos en los que es necesario abortar. ¿No están los médicos para salvar vidas? ¿Entonces que hacen quitándolas?
¿Dónde están los políticos que se declaran abiertamente católicos y fervorosos creyentes aprobando, votando o defendiendo el aborto mediante leyes? ¿Alguno se ha planteado dimitir de sus cargos por razones de conciencia, coherencia o de fe?
¿No hay muchos que tienen representación en la misma Iglesia por medio de instituciones o distintas asociaciones que miran para otro lado cuando se habla del matrimonio homosexual porque ya es una situación que se ha “normalizado” en España o de otra cuestión que afecte a la moral católica?
¿Defendemos la asignatura de Religión Católica en nuestras escuelas con la vehemencia que merece la misma para nosotros los creyentes?
¿Somos capaces de hablar, escribir, explicar nuestro posicionamiento, nuestra moral, nuestras formas de ver la Sociedad ante los demás cuando ni por asomo vas a ser entendido e incluso tu posicionamiento te puede llevar a la exclusión social?
¿Defendemos a Dios, a nuestra Madre la Iglesia, al Santo Padre y el orden episcopal así como a tantos sacerdotes que están dando su vida por su ministerio cuando son atacados, injuriados e incluso víctimas de mofas, risas y humillaciones?
¿Somos católicos coherente con nuestra fe en el Señor en todo momento y situación durante las veinticuatro horas que tiene el día?
Creedme cuando os digo que un cristiano, un católico no puede ser en la vida “políticamente correcto” porque el Poder tiene como fin último el transformar la sociedad a su antojo e intereses y la Fe nos da el poder de llegar a Dios que nos transforma de dentro para fuera y hacernos fieles discípulos para que en nuestro corazón solo tengamos lugar para albergar la Verdad, el Amor, la Caridad, la Donación y la entrega absoluta a los demás.
Sí, ser cristianos, católicos coherentes en la vida pública, en nuestro particular día a día es sumamente complicado aunque, ¿Quién dijo que el camino que nos lleva a la santificación iba a ser fácil?
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
Jesús Rodríguez Arias