Si lees los Documentos del Concilio
Vaticano II no encuentra en ellos el nombre de San José más que una vez, y esto,
citando un texto de canon romano de la Misa (LG 50), y uno se pregunta: ¿pero,
como es posible que no se mencione a san José más que una sola vez cuando el
Papa San Juan XXIII lo proclamó Patrón del Concilio Vaticano II y con
anterioridad había introducido su nombre en el canon romano de la Misa y todos
los días los obispos sinodales, los
teólogos y los asesores oían su nombre en la celebración diaria de la Misa, que
es el texto citado?. Es realmente un caso insólito y sorprendente y no se trata
de gente lega en la materia sino de personas preparadas y bien formadas en los
campos de la teología y me figuro que más de uno devoto de San José
Y más concretamente refiriéndome al
capítulo VIII de la Constitución Lumen
Gentium sobre la Santísima Virgen
María, Madre de Dios, en el misterio de Cristo y de la Iglesia en el que
claramente se ve que debía aparecer su nombre, pues no, no aparece; la única
referencia a él es marginal, al citar el texto de San Lucas: tu padre y yo
angustiados te buscábamos (Lc 2,48). Esto es aún más insólito y sorprendente y
yo diría no antievangélico pero sí aevangélico. Porque es que en el Evangelio
leemos que San José juega un papel esencial en el misterio de la salvación y de
la Iglesia. Sin san José no hubiera habido encarnación del Verbo en el seno de
María, porque desde la eternidad en el decreto eterno de la salvación del hombre
estaba decretado que el Verbo de Dios se encarnaría y nacería de una Virgen
desposada con un hombre llamado José, de la casa de David, que por eso el Padre
le dice por medio del ángel: José, hijo de David no temas recibir a María, tu
mujer, en tu casa, porque lo que hay en ella es por obra del Espíritu santo
(Mt1,20). Y José al punto la recibió en su casa. Ya puede realizarse el
misterio de la Encarnación, porque María se ha desposado con José. Ya puede
nacer dentro del matrimonio de José y María. Por tres veces encontramos en el
Evangelio que María esta desposada con José (Mt, 1,18; Lc 1,27; 2,5). Cuatro
veces habla San Lucas de los padres de Jesús (Lc 3,27.33.41.48)
Y esto lo saben los Padres del Concilio
y sus asesores. No estamos en los siglos del silencio sobre san José. El Papa
Beato Pío IX ha promulgado un Decreto Quemadmodum
Deus, declarando solemnemente a san José como Patrono de la Iglesia católica
el 6 de diciembre de 1870; El Papa León XIII ha promulgado una encíclica en
1889, Quamquam pluries, la única,
sobre la santidad de san José, y San Juan XXIII ha hablado admirablemente del
santo Patriarca en distintas ocasiones, especialmente en La Carta apostólica a los obispos y a todos los fieles en el 19 de
marzo de 1961 sobre la devoción a san José, patrono de la Iglesia. La devoción
a san José está arraigada fuertemente en el pueblo fiel y muy desarrollada en
al Iglesia de Dios; hace ya siglos que los teólogos enseñan que san José
pertenece la orden hipostático, forma parte del misterio de la salvación y
redención. Entonces ¿por qué se silencia totalmente a san José en este
capítulo? Que parece que la Virgen es un asteroide caído del cielo sin
relaciones humanas, que no ha tenido familia, que no ha estado casada.
Los
primeros que han tenido que sufrir con este proceder, con este silencia de san
José son Jesús, su hijo, y la Virgen María, su esposa, que amaban y aman
entrañablemente a su padre y esposo.
¿Qué
pasa? Dicen que fue para no entorpecer el camino del ecumenismo ¿San José
entorpecer el movimiento ecuménico? Pero si es el primero más interesado en
ello. ¿No es el Patrono de la Iglesia católica que vela por ella más que nadie?
Y si la actitud más fundamental de la Iglesia, como dice el mismo Concilio, es
la escucha de la Palabra de Dios (DV 1), aquí los Padres sinodales no han
escuchado la Palabra de Dios en el Evangelio. Y, aunque algunos Padres
conciliares pidieron explícitamente que en el capítulo 8, dedicado a la Virgen
María, se hiciese mención explicita del matrimonio virginal de María y José con
sus consecuencias prácticas, porque, como dirá más tarde San Juan Pablo II “Y
también para la Iglesia, si es importante profesar la concepción virginal de Jesús, no lo es menos defender el matrimonio de María con José, porque
jurídicamente depende de este matrimonio la paternidad de José” (RC 7), no tuvieron acogida en la mayoría de los
Padres..Que Dios perdone a todos los que han impedido esta glorificación de San
José junto a su esposa en el Concilio Vaticano II, pero sepan que san José sigue
perteneciendo al orden hipostático, el orden de la gracia de la salvación y
redención de Jesús, siempre será el esposo santísimo de María, el Padre
amantísimo de Jesús y siempre tendrá una importancia esencial la acogida de la
llamada del Padre del cielo a que tomase a María, su mujer, en su casa, a
desposarla definitivamente para que naciese en su matrimonio Jesús.
Lo
que no hicieron los Padres del Concilio lo llevó a cabo san Juan Pablo II en su
Exhortación Apostólica Redemptoris Custos sobre la figura y
misión de san José en la vida de Cristo y de la Iglesia, el documento papal más
amplio y rico de doctrina sobre el glorioso Patriarca San José. Sin duda el
Documento papal más importante en la historia de la Iglesia.
P. Román
Llamas,ocd