10 de marzo de 2018

MARÍA Y OTRAS MUJERES EN LA PRIMERA COMUNIDAD

Resultado de imagen de María y otras mujeres en la primera comunidad cristianaMaría no podía desaparecer. Estaba allí junto a las otras mujeres. Ella era la Madre, la dolorida y sufrida Madre, desgarrada por el dolor y el sufrimiento al ver a su Hijo destrozado, encarnizado, irreconocible y maltrecho por el dolor y sufrimiento. Posiblemente no se puede sufrir más. Pero, a pesar de todo, María permanecía allí de pie, firme, confiada y obediente.

Por tanto, es de sentido común y lógico suponer que María estaba allí en la primera comunidad de discípulos y discípulas reunidos en torno a ella, la Madre sufriente, la atravesada por una espada su corazón. Ella ocupa el centro. Es la Madre del Crucificado y convoca con su dolor y su presencia la presencia de todos y todas los demás. Desde ese momento, María vive y está presente en la primera comunidad cristiana.

Ella inicia la andadura de la Iglesia, y, junto a ella, otras mujeres que la acompañan y que también seguían a su Hijo. Mujeres que fueron las primeras anunciadoras de la Resurrección de Jesús y que tuvieron un papel fundamental en la anunciación de la buena Noticia. Jesús ha Resucitado y con Él todos los que le creen y le siguen.

María, la Madre del Señor, la dolorida y sufrida por la Pasión y Muerte de Jesús, es el centro que los mantiene unidos y fortalecidos en el Espíritu Santo. Porque, ella estaba llena de Gracia y su presencia les animaba a permanecer unidos. Así que hasta la venida del Espíritu en Pentecostés, donde se inicia la andadura de la Iglesia, ya constituida en los discípulos, la Virgen está presente y forma parte fundamental en la primera comunidad cristiana.

Pero, también hay otras mujeres, discípulas de Jesús. Es pues seguro suponer que muchas mujeres también formaron parte de la primera comunidad cristiana. Pero, también es bueno resaltar y tener en cuenta esta participación activa y presente de la mujer, a la cabeza María, en la Iglesia. Ellas han tenido un papel importante, y lo siguen teniendo, en la Iglesia actual. 

Hoy, sin temor a equivocarme, forma mayoría en la Iglesia, y es muy oportuno que, por la acción del Espíritu Santo, esta exaltación de la mujer, sin proponérmelo previamente, coincide con el momento actual de la exaltación del valor de la mujer, y su igualdad respecto al hombre, en la sociedad de nuestro tiempo. Amén.