28 de febrero de 2022

SIMPLEMENTE, UNA ORACIÓN


*ORACION*

Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón, con la luz de tu Verdad y de tu Amor, para que yo me haga cada día más sensible al mal que hay en mí, y que se esconde de mil maneras distintas, para que no lo descubra.

Sensible a la injusticia que me aleja de Ti y de tu bondad para con todos los hombres y mujeres del mundo. Sensible a los odios y rencores que me separan de aquellos a quienes debería amar y servir. Sensible a la mentira, a la hipocresía, a la envidia, al orgullo, a la idolatría, a la impureza, a la desconfianza, para que pueda rechazarlos con todas mis fuerzas y sacarlos de mi vida y de mi obrar.

Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón, para que yo me haga cada día más sencillo, más sincero, más justo, más servicial, más amable en mis palabras y en mis acciones.

Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón, para que Tú seas cada día con más fuerza, el dueño de mis pensamientos, de mis palabras y de mis actos; para que todo en mi vida gire en torno a Ti; para que todo en mi vida sea reflejo de tu amor infinito, de tu bondad infinita, de tu misericordia y tu compasión.

Dame, Señor, la gracia de la conversión sincera y constante. Dame, Señor, la gracia de mantenerme unido a Ti siempre, hasta el último instante de mi vida en el mundo, para luego resucitar Contigo a la Vida eterna. Amén.

Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina

27 de febrero de 2022

SIMPLEMENTE, UNA ORACIÓN

 

*ORACION: EN TU PRESENCIA*

Señor, delante de ti yo quiero ser sólo un pobre, quiero despojarme, Señor, de mis pretensiones y vanidades; también, Señor, quiero traspasar mi propia culpa y entrar a tu casa desnudo, meterme en tu corazón como un niño. Quiero mirarte a los ojos suplicándote confiadamente.

Quiero, Señor, y deseo apoyarme sólo en tu amor, descansar en tu amor y llenarme de la alegría de haber hallado tu amor. Tu amor es la casa que me tienes preparada; he sentido tu invitación y entro en ella sin que me avergüence mi pecado; sólo deseo habitar en tu casa todos los días de mi vida.

Tú nunca me vas a echar, sólo me pides que crea en tu amor,  que me atreva a vivir en tu amor. Que nunca me falten la humildad y la confianza de los niños; para que el orgullo y los desengaños nunca me separen de ti y pueda amarte con todo el corazón y compartir tu amor con los más pequeños. Amén.

Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina.

26 de febrero de 2022

SIMPLEMENTE, UNA ORACIÓN

 

*ORACION: En el silencio de la mañana.*

En el silencio de la mañana, cuando sólo el rumor de la calle se filtra por mis ventanas como brisa que despeja mi mente, yo te alabo.

Con mi cuerpo descansado, con mis sentidos abiertos, con mi rostro sereno, con mi sangre latiendo, con mis entrañas tiernas, con tu Espíritu dentro, yo te alabo.

Te alabo por esta nueva posibilidad de un día por hacer, por seguir construyendo, por ensanchar la vida, por crear encuentros, por descubrir tesoros, porque puedo amar y ser amado.

Te alabo cargando ilusiones, afrontando las dificultades, labrando decisiones, sintiendo tu presencia ante el dolor, la ignorancia, y la indiferencia, besando tu frente.

Porque eres como eres, y porque puedo sentir y esperar todo esto, yo te alabo, Señor, y me prendo de tu mano. Amén.

Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina

25 de febrero de 2022

SIMPLEMENTE, UNA ORACIÓN


*ORACION: Espíritu de Dios*

Espíritu de Dios...
Enséñame la humildad y la sencillez de vivir contento con lo que tengo, de no querer más, de no esperar más.

Enséñame que solo se vive en cristiano cuando se tiende la mano al que sufre, se busca sin fin al perdido y se abre la casa al de fuera.

Enséñame esa ley misteriosa de la vida de que abrazar lo nuevo exige soltar lo gastado.

Recuérdame que Dios me quiere sin límite, sin medida, sin fecha de caducidad.Que sus abrazos, duran siempre, al menos, tres minutos.

Recuérdame, una y otra vez, que todos somos hermanos, que no hay extranjero que quede fuera de mi fraternidad.

Recuérdame, en fin, que el paso del tiempo no gasta las cosas ni mata los sueños. Amén.

Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina

24 de febrero de 2022

SIMPLEMENTE, UNA ORACIÓN

 

*ORACION: Crecer en coherencia*

Señor, soy débil y tantas veces no hago lo que quiero. Por eso, pido tu ayuda, para crecer en coherencia.

Que sepa escuchar y dialogar con todos, que sepa valorar lo positivo de mis "adversarios", para construir una sociedad más tolerante, en la que todos podamos aprender de todos.

Que sepa compartir tiempo y dinero con los más pobres, que me esfuerce en mejorar mi familia, mi barrio, mi lugar de trabajo para mantener encendida la llama de la esperanza y colaborar en el desarrollo de un mundo más fraterno.

Que sepa dedicar espacios a la oración, que  manifieste que Tú eres la fuente de la vida y disfrutar de la alegría de caminar y crecer juntos.

Que sepa aceptar y encajar las complicaciones de cada día, cuando así lo exija el amor, la justicia, la verdad, la paz para aprender que la vida tiene sentido cuando se da y experimentar que Tú haces florecer todas las cruces. Amén.

Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina

23 de febrero de 2022

AUDIENCIA DEL PAPA FRANCISCO

Una sociedad que está basada en la productividad y en los resultados económicos y, como consecuencia, alimenta el egoísmo individual y hedonista, se siente molesta con los ancianos. Una sociedad que destruye la familia, destruye la vida de los ancianos, porque molestan más que aportar sueños y esperanzas. El Papa Francisco nos habla hoy de esa vejez tan poco valorada en nuestra sociedad.

 


PAPA FRANCISCO

AUDIENCIA GENERAL

Aula Pablo VI
Miércoles, 23 de febrero de 2022

[Multimedia]

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Catequesis sobre la vejez 1. La gracia del tiempo y la alianza de las edades de la vida

¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!

Hemos terminado las catequesis sobre san José. Hoy empezamos un recorrido de catequesis que busca inspiración en la Palabra de Dios sobre el sentido y el valor de la vejez. Hagamos una reflexión sobre la vejez. Desde hace algunos decenios, esta edad de la vida concierne a un auténtico “nuevo pueblo” que son los ancianos. Nunca hemos sido tan numerosos en la historia humana. El riesgo de ser descartados es aún más frecuente: nunca tan numerosos como ahora, nunca el riesgo como ahora de ser descartados. Los ancianos son vistos a menudo como “un peso”. En la dramática primera fase de la pandemia fueron ellos los que pagaron el precio más alto. Ya eran la parte más débil y descuidada: no los mirábamos demasiado en vida, ni siquiera los vimos morir. He encontrado también esta Carta de los derechos de los ancianos y los deberes de la comunidad: ha sido editada por los gobiernos, no está editada por la Iglesia, es algo laico: es buena, es interesante, para conocer que los ancianos tienen derechos. Hará bien leerla.

Junto a las migraciones, la vejez es una de las cuestiones más urgentes que la familia humana está llamada a afrontar en este tiempo. No se trata solo de un cambio cuantitativo; está en juego la unidad de las edades de la vida: es decir, el real punto de referencia para la compresión y el aprecio de la vida humana en su totalidad. Nos preguntamos: ¿hay amistad, hay alianza entre las diferentes edades de la vida o prevalecen la separación y el descarte?

Todos vivimos en un presente donde conviven niños, jóvenes, adultos y ancianos. Pero la proporción ha cambiado: la longevidad se ha masificado y, en amplias regiones del mundo, la infancia está distribuida en pequeñas dosis. También hemos hablado del invierno demográfico. Un desequilibrio que tiene muchas consecuencias. La cultura dominante tiene como modelo único el joven-adulto, es decir un individuo hecho a sí mismo que permanece siempre joven. Pero, ¿es verdad que la juventud contiene el sentido pleno de la vida, mientras que la vejez representa simplemente el vaciamiento y la pérdida? ¿Es verdad esto? ¿Solamente la juventud tiene el sentido pleno de la vida, y la vejez es el vaciamiento de la vida, la pérdida de la vida? La exaltación de la juventud como única edad digna de encarnar el ideal humano, unida al desprecio de la vejez vista como fragilidad, como degradación o discapacidad, ha sido el icono dominante de los totalitarismos del siglo XX. ¿Hemos olvidado esto?

La prolongación de la vida incide de forma estructural en la historia de los individuos, de las familias y de las sociedades. Pero debemos preguntarnos: ¿su calidad espiritual y su sentido comunitario son objeto de pensamiento y de amor coherentes con este hecho? ¿Quizá los ancianos deben pedir perdón por su obstinación a sobrevivir a costa de los demás? ¿O pueden ser honrados por los dones que llevan al sentido de la vida de todos? De hecho, en la representación del sentido de la vida —y precisamente en las culturas llamadas “desarrolladas”— la vejez tiene poca incidencia. ¿Por qué? Porque es considerada una edad que no tiene contenidos especiales que ofrecer, ni significados propios que vivir. Además, hay una falta de estímulo por parte de la gente para buscarlos, y falta la educación de la comunidad para reconocerlos. En resumen, para una edad que ya es parte determinante del espacio comunitario y se extiende a un tercio de toda la vida, hay —a veces— planes de asistencia, pero no proyectos de existencia. Planes de asistencia, sí; pero no proyectos para hacerles vivir en plenitud. Y esto es un vacío de pensamiento, imaginación, creatividad. Bajo este pensamiento, el que hace el vacío es que el anciano, la anciana son material de descarte: en esta cultura del descarte, los ancianos entran como material de descarte.

La juventud es hermosa, pero la eterna juventud es una alucinación muy peligrosa. Ser ancianos es tan importante —y hermoso— es tan importante como ser jóvenes. Recordemos esto. La alianza entre las generaciones, que devuelve al ser humano todas las edades de la vida, es nuestro don perdido y tenemos que recuperarlo. Ha de ser encontrado en esta cultura del descarte y en esta cultura de la productividad.

La Palabra de Dios tiene mucho que decir a propósito de esta alianza. Hace poco hemos escuchado la profecía de Joel: «vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones» (3,1). Se puede interpretar así: cuando los ancianos resisten al Espíritu Santo, enterrando en el pasado sus sueños, los jóvenes ya no logran ver las cosas que se deben hacer para abrir el futuro. Sin embargo, cuando los ancianos comunican sus sueños, los jóvenes ven bien lo que deben hacer. A los jóvenes que ya no interrogan los sueños de los ancianos, metiéndose de cabeza en visiones que no van más allá de sus narices, les costará llevar su presente y soportar su futuro. Si los abuelos se repliegan en sus melancolías, los jóvenes se encorvarán aún más en su smartphone. La pantalla puede incluso permanecer encendida, pero la vida se apaga antes de tiempo. ¿La repercusión más grave de la pandemia no está quizá precisamente en el extravío de los más jóvenes? Los ancianos tienen recursos de vida ya vivida a los cuales pueden recurrir en todo momento. ¿Se quedarán de brazos cruzados ante los jóvenes que pierden su visión o los acompañarán calentando sus sueños? Ante los sueños de los ancianos, ¿qué harán los jóvenes?

La sabiduría del largo camino que acompaña la vejez a su despedida debe ser vivida como un don del sentido de la vida, no consumida como inercia de su supervivencia. La vejez, si no es restituida a la dignidad de una vida humanamente digna, está destinada a cerrarse en un abatimiento que quita amor a todos. Este desafío de humanidad y de civilización requiere nuestro compromiso y la ayuda de Dios. Pidámoslo al Espíritu Santo. Con estas catequesis sobre la vejez, quisiera animar a todos a invertir pensamientos y afectos en los dones que esta lleva consigo y que aporta a las otras edades de la vida. La vejez es un don para todas las edades de la vida. Es un don de madurez, de sabiduría. La Palabra de Dios nos ayudará a discernir el sentido y el valor de la vejez; que el Espíritu Santo nos conceda también a nosotros los sueños y las visiones que necesitamos. Y quisiera subrayar, como hemos escuchado en la profecía de Joel, al principio, que lo importante no es solo que el anciano ocupe el lugar de sabiduría que tiene, de historia vivida en la sociedad, sino también que haya un coloquio, que hable con los jóvenes. Los jóvenes deben hablar con los ancianos, y los ancianos con los jóvenes. Y este puente será la transmisión de la sabiduría en la humanidad. Deseo que estas reflexiones sean de utilidad para todos nosotros, para llevar adelante esta realidad que decía el profeta Joel, que, en el diálogo entre jóvenes y ancianos, los ancianos puedan ofrecer los sueños y los jóvenes puedan recibirlos para llevarlos adelante. No olvidemos que en la cultura tanto familiar como social los ancianos son como las raíces del árbol: tienen toda su historia ahí, y los jóvenes son como las flores y los frutos. Si no viene esta savia, si no viene este “goteo” —digamos así— de las raíces, nunca podrán florecer. No olvidemos ese poeta que he citado tantas veces: “Lo que el árbol tiene de florido vive de lo que tiene sepultado” (Francisco Luis Bernárdez). Todo lo hermoso que tiene una sociedad está en relación con las raíces de los ancianos. Por eso, en estas catequesis, yo quisiera que la figura del anciano se destaque, que se entienda bien que el anciano no es un material de descarte: es una bendición para la sociedad.


Saludos:

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Que la Palabra de Dios nos ayude a discernir el valor de la vejez, y que el Espíritu Santo conceda a cada uno de nosotros los sueños y las visiones que necesitamos para que nuestra vida tenga un profundo sentido cristiano. Dios los bendiga. Muchas gracias.


LLAMAMIENTO

Tengo un gran dolor en el corazón por el empeoramiento de la situación en Ucrania. A pesar de los esfuerzos diplomáticos de las últimas semanas se están abriendo escenarios cada vez más alarmantes. Al igual que yo, mucha gente en todo el mundo está sintiendo angustia y preocupación. Una vez más la paz de todos está amenazada por los intereses de las partes. Quisiera hacer un llamamiento a quienes tienen responsabilidades políticas, para que hagan un serio examen de conciencia delante de Dios, que es Dios de la paz y no de la guerra; que es Padre de todos, no solo de algunos, que nos quiere hermanos y no enemigos. Pido a todas las partes implicadas que se abstengan de toda acción que provoque aún más sufrimiento a las poblaciones, desestabilizando la convivencia entre las naciones y desacreditando el derecho internacional.

Y quisiera hacer un llamamiento a todos, creyentes y no creyentes. Jesús nos ha enseñado que a la insensatez diabólica de la violencia se responde con las armas de Dios, con la oración y el ayuno. Invito a todos a hacer del próximo 2 de marzo, Miércoles de Ceniza, una Jornada de ayuno por la paz. Animo de forma especial a los creyentes para que en ese día se dediquen intensamente a la oración y al ayuno. Que la Reina de la paz preserve al mundo de la locura de la guerra.


 

Resumen leído por el Santo Padre en español

Queridos hermanos y hermanas:

Habiendo finalizado ya las catequesis sobre san José, hoy comenzamos con una serie de catequesis sobre el sentido y el valor de la vejez. Nunca antes en la historia de la humanidad ha habido tantos ancianos como hoy. Sin embargo, constatamos que la cultura dominante tiene como único modelo al adulto joven, por lo que conviene preguntarse si existe una conexión o alianza entre las diversas etapas de la vida, o si más bien prevalece la separación y el descarte. Lamentablemente es común que, en las así llamadas culturas “desarrolladas”, la vejez tenga poca relevancia, pues no es considerada como una edad que pueda ofrecer grandes cosas.

La profecía de Joel que dice: “sus ancianos tendrán sueños, y sus jóvenes, visiones” (3,1) nos manifiesta que ha de existir una alianza entre las generaciones. Si los ancianos, los abuelos, se repliegan en su melancolía y renuncian a soñar, los jóvenes no podrán ver más allá de su smartphone. En cambio, los ancianos, con recursos que sólo los años de vida otorgan, son llamados a comunicar sus sueños, para que a partir de ellos los jóvenes puedan ensanchar sus horizontes y tomar decisiones que abran caminos hacia el futuro.

SIMPLEMENTE, UNA ORACIÓNoraci

 

*ORACIÓN: Tú estás conmigo y mi vida es cosa tuya*

Tú estás presente en mi vida, Señor, y mi corazón se goza al saber que eres Padre. Tú eres mi refugio y mi alcázar, Dios mío, en ti confío. No temo a las tinieblas de la noche, ni el calor duro de medio día. Porque contigo sé que mis enemigos caerán por tierra y la victoria será segura.

Yo he hecho de ti mi refugio, te he tomado, Señor, por defensa. La desgracia, contigo, no entrará en mi casa, porque tú me guardas en todos mis camino. Tú me cubrirás con la palma de tu mano, y no dejarás que mi pie tropiece. Caminaré sin cansarme hacia la meta con la seguridad de que tú serás mi recompensa. Porque sé que me quieres, me librarás. Porque sé que me tratas personalmente me protegerás. A ti te puedo invocar porque sé que siempre me escuchas.

Tú estás siempre conmigo aunque mi corazón se olvide de que me amas. Tú estás siempre conmigo aunque mi corazón te falle y comience de nuevo. Tú estás siempre conmigo aunque mi corazón se canse de seguir tus pasos. Tú estás siempre conmigo aunque mi corazón a veces no lo sienta.

Señor, mi vida te pertenece. Que mi corazón no tema aunque el camino sea duro. Tú estás conmigo y mi vida es cosa tuya. Amen.

Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina

22 de febrero de 2022

SIMPLEMENTE, UNA ORACIÓN

 

*ORACION: FUERTES Y DÉBILES*

Señor, enséñanos a ver la realidad, sin dejarnos engañar por las apariencias; enséñanos a ser verdaderamente humanos.

Fuerte es el que dice la verdad, incluso si no le conviene. Débil es el que no reconoce la verdad o dice mentiras para lograr sus propios propósitos.

Fuerte es quien es capaz de superar el miedo y actuar de acuerdo a su conciencia. Débil es el que se deja arrastrar por el miedo y el egoísmo.

Fuerte es quien sabe perder en paz, conservando su dignidad frente al ganador. Débil es el que gana con trucos, humillando a los perdedores.

Fuerte es quien es capaz de amar, Incluso a los que le hacen daño. Débil es el que ama sólo cuando le apetece y sólo a quien le gusta.

Tú eres fuerte, Señor, el más fuerte, porque no dejaste de amar nunca. Tu amor fue mucho más grande que el sufrimiento y la muerte. Amén.

 Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina

21 de febrero de 2022

SIMPLEMENTE, UNA ORACIÓN

 

*ORACION: Perdonarme y ofrecerme.*

Mi amado Jesús, quiero contarte ahora lo que hay en mi corazón. Muchas veces me olvido de Ti, me olvido de tu amor, de tu misericordia. Te pido perdón por mis pecados, por conservar rencor en mi alma, por no perdonarme a mí mismo, por no valorar que soy hechura tuya, por haber pensado que de nada sirvo en este mundo.

Te ruego que siembres en mi alma la humildad, el amor, la confianza para poder asumir mi debilidad y curar las heridas, que no me dejan ser más feliz, más generoso y mejor hijo tuyo.

Gracias, Jesús, porque en mi pequeñez se manifiesta la grandeza de tu perdón; en mi pobreza resplandece la riqueza de tu amor. Gracias, porque a través de mí has llevado consuelo, paz, esperanza, alegría, ilusión a muchas personas.

Señor, aquí estoy, con mi debilidad y con mi confianza en ti. Te ofrezco todo lo que soy, para que Tú sigas  haciendo obras grandes en favor de muchos. Amén.

Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina

19 de febrero de 2022

SIMPLEMENTE, UNA ORACIÓN


*ORACION: Deseo de vivir*

Siento dentro de mí, Señor, un profundo deseo de vivir. A pesar de mis sufrimientos, de mis penas y fracasos, a pesar de mis incertidumbres, dudas y oscuridades, amo la vida que Tú me has dado, y digo un sí del cual todavía no acierto a ver las consecuencias.

No me importa que me tomen por ingenuo optimista mientras yo pueda decir que es tu ilusión en mí. No me importa que me consideren siervo encadenado mientras yo sienta y transmita deseos de vivir y dejar vivir

Señor, renuevo hoy, una vez más, mi sí a la vida; y asumo, ante Ti, el compromiso de darle cuerpo y espíritu con todo lo que tengo y soy, con tu aliento, en su riqueza y miseria, en su pequeñez y grandeza.

Y si alguna vez me desdigo y estoy a punto de hacer el ridículo, renueva, oh Señor, tu compromiso conmigo, para que pueda vivir como hijo, de nuevo. Amén.

Desde mi parrquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina

SIMPLEMENTE, UNA ORACIÓN

Ven, Espíritu Santo, y envía del Cielo un rayo de tu luz.   Ven, padre de los pobres, ven, dador de gracias, ven luz de los corazones.   Consolador magnífico, dulce huésped del alma, su dulce refrigerio.   Descanso en la fatiga, brisa en el estío, consuelo en el llanto. ¡Oh luz santísima! llena lo más íntimo de los corazones de tus fieles.   Sin tu ayuda, nada hay en el hombre, nada que sea bueno.   Lava lo que está manchado, riega lo que está árido, sana lo que está herido.   Dobla lo que es...

 *ORACION: ESPÍRITU SANTO*

"Ven Espíritu Santo, y mira todos los miedos que guardo dentro de mí. Te ruego que sanes todo temor, para que pueda caminar seguro en tu presencia.

Mira a esta creatura que te suplica, no me abandones, fortaleza mía. Tú eres como un escudo protector, y si tu fuerza me rodea no tengo nada que temer.

Cúbreme con tu potencia, y no permitas que ningún violento me haga daño, no dejes que algún espíritu dominante pretenda adueñarse de mi vida.

Aleja de mí a todos los que quieran aprovecharse de mí. Tú me protegerás de los envidiosos y de los que no se alegran con mis éxitos y alegrías. Tú me protegerás de los peligros imprevistos.

Deposito en ti toda mi confianza. Yo acepto a Jesús como Señor de mi vida, todo mi ser es suyo. Por eso confío en tu protección, Espíritu Santo, y dejo ante ti todos mis temores.

Ven Espíritu".

Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina

18 de febrero de 2022

SIMPLEMENTE, UNA ORACIÓN


 *ORACION: Buscarte.*

Señor Dios, enséñame dónde y cómo buscarte, dónde y cómo encontrarte.

Tú eres mi Dios, tú eres mi Señor, y yo nunca te he visto. Tú me has modelado y me has remodelado, y me has dado todas las cosas buenas que poseo, y aún no te conozco.

Enséñame cómo buscarte porque yo no sé buscarte si tú no me enseñas, ni hallarte si tú mismo no te presentas a mí. Que te busque en mi deseo, que te desee en mi búsqueda que te busque amándote y que te ame cuando te encuentre.
Amén.

(San Anselmo de Canterbury)

Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina

17 de febrero de 2022

SIMPLEMENTE, UNA ORACIÓN

 

 *ORACION: El don del silencio*

Señor, dame el don del silencio, para poder oírte a Ti y escucharme a mí. para reconocer El don de saber oírte a Ti y de poder auscultarme a mi; de poder detectar tu Voluntad y de saber hallar mi debilidad peligrosa; de llenarme de perdón, de abrirme a tus misterios y de librarme de este otro misterio de mi pecado.

Hazme hallar, Señor, ese silencio de plenitud, que es la Palabra tuya, la que debe ser oída en eterno silencio. Hazme andar al unísono con Ella. Hazme sentir con su propio latido.

Haz, Señor, que con tu Verdad y tu Amor me llene de ti. Dame de tu silencio, Oh Dios; ábreme los oídos interiores para que te metas Tu por toda mi alma, para que en esa invasión sea yo libre, y en tu Luz se me apaguen todas las voces del exterior.

Señor, si me das el silencio me conoceré y te conoceré... y yo quisiera que fuese así, Señor, porque quisiera comenzar a ser, de veras, hijo tuyo... Amén."

Desde mi parroquia, por el párroco
D.Juan Carlos Medina Medina

16 de febrero de 2022

AUDIENCIA DEL PAPA FRANCISCO

El Papa, nos dice, termina hoy la catequesis sobre José, y la dedica al papel de José como custodio de María y Jesús. Él, dice el Papa, es en quien el Padre pone esa misión de custodio de la Sagrada Familia. Él es el patrón de esa primera Iglesia domestica. Y nos interpela también sobre nuestra misión de custodios de nuestra fe. Una fe que se manifiesta en la debilidad de los más necesitados.

 


PAPA FRANCISCO

AUDIENCIA GENERAL

Aula Pablo VI
Miércoles, 16 de febrero de 2022

[Multimedia]

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Catequesis sobre san José 12. San José, Patrono de la Iglesia universal

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Concluimos hoy el ciclo de catequesis sobre la figura de San José. Estas catequesis son complementarias a la Carta apostólica Patris corde, escrita con ocasión de los 150 años de la proclamación de San José como Patrón de la Iglesia Católica, por parte del beato Pío IX. ¿Pero qué significa este título? ¿Qué quiere decir que San José es “patrón de la Iglesia”? Sobre esto quisiera reflexionar hoy con vosotros.

También en este caso son los Evangelios los que nos dan la clave de lectura más correcta. De hecho, al final de cada historia que ve a José como protagonista, el Evangelio anota que él toma consigo al Niño y a su madre y hace lo que Dios le ha ordenado (cfr.  Mt 1,24; 2,14.21). Resalta así el hecho de que José tiene la tarea de proteger a Jesús y a María. Él es su principal custodio: «De hecho, Jesús y María, su madre, son el tesoro más preciado de nuestra fe» [1] (Cart. ap. Patris corde, 5), y este tesoro es custodiado por san José.

En el plan de la salvación no se puede separar el Hijo de la Madre, de aquella que avanzó «en la peregrinación de la fe, y mantuvo fielmente su unión con el Hijo hasta la cruz» (Lumen gentium, 58), como nos recuerda el Concilio Vaticano II.

Jesús, María y José son en un cierto sentido el núcleo primordial de la Iglesia. Jesús es Hombre y Dios, María, la primera discípula, es la Madre; y José, el custodio. Y también nosotros «debemos preguntarnos siempre si estamos protegiendo con todas nuestras fuerzas a Jesús y María, que están misteriosamente confiados a nuestra responsabilidad, a nuestro cuidado, a nuestra custodia» (Patris corde, 5). Y aquí hay una huella muy hermosa de la vocación cristiana: custodiar. Custodiar la vida, custodiar el desarrollo humano, custodiar la mente humana, custodiar el corazón humano, custodiar el trabajo humano. El cristiano es —podemos decir— como san José: debe custodiar. Ser cristiano no es solo recibir la fe, confesar la fe, sino custodiar la vida, la propia vida, la vida de los otros, la vida de la Iglesia. El Hijo del Altísimo vino al mundo en una condición de gran debilidad: Jesús nació así, débil, débil. Quiso tener necesidad de ser defendido, protegido, cuidado. Dios se ha fiado de José, como hizo María, que en él ha encontrado el esposo que la ha amado y respetado y siempre ha cuidado de ella y del Niño. En este sentido, «san José no puede dejar de ser el Custodio de la Iglesia, porque la Iglesia es la extensión del Cuerpo de Cristo en la historia, y al mismo tiempo en la maternidad de la Iglesia se manifiesta la maternidad de María. José, a la vez que continúa protegiendo a la Iglesia, sigue amparando al Niño y a su madre, y nosotros también, amando a la Iglesia, continuamos amando al Niño y a su madre» (ibid.).

Este Niño es Aquel que dirá: «Cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis» (Mt 25,40). Por tanto, toda persona que tiene hambre y sed, todo extranjero, todo migrante, toda persona sin ropa, todo enfermo, todo preso es el “Niño” que José custodia. Y nosotros somos invitados a custodiar a esta gente, estos hermanos y hermanas nuestros, como lo ha hecho José. Por esto, él es invocado como protector de todos los necesitados, de los exiliados, de los afligidos, y también de los moribundos —hablamos de ello el pasado miércoles—. Y también nosotros debemos aprender de José a “custodiar” estos bienes: amar al Niño y a su madre; amar los Sacramentos y al pueblo de Dios; amar a los pobres y nuestra parroquia. Cada una de estas realidades es siempre el Niño y su madre (cfr. Patris corde, 5). Nosotros debemos custodiar, porque con esto custodiamos a Jesús, como lo ha hecho José.

Hoy es común, es de todos los días criticar a la Iglesia, subrayar las incoherencias —hay muchas—, subrayar los pecados, que en realidad son nuestras incoherencias, nuestros pecados, porque desde siempre la Iglesia es un pueblo de pecadores que encuentran la misericordia de Dios. Preguntémonos si, en el fondo del corazón, nosotros amamos a la Iglesia así como es. Pueblo de Dios en camino, con muchos límites, pero con muchas ganas de servir y amar a Dios. De hecho, solo el amor nos hace capaces de decir plenamente la verdad, de forma no parcial; de decir lo que está mal, pero también de reconocer todo el bien y la santidad que están presentes en la Iglesia, a partir precisamente de Jesús y de María. Amar la Iglesia, custodiar la Iglesia y caminar con la Iglesia. Pero la Iglesia no es ese grupito que está cerca del sacerdote y manda a todos, no. La Iglesia somos todos, todos. En camino. Custodiar el uno del otro, custodiarnos mutuamente. Es una bonita pregunta, esta: yo, cuando tengo un problema con alguien, ¿trato de custodiarlo o lo condeno enseguida, hablo mal de él, lo destruyo? ¡Debemos custodiar, siempre custodiar!

 Queridos hermanos y hermanas, os animo a pedir la intercesión de san José precisamente en los momentos más difíciles de vuestras vidas y de vuestras comunidades. Allí donde nuestros errores se convierten en escándalo, pidamos a san José la valentía de enfrentar la verdad, de pedir perdón y empezar de nuevo humildemente. Allí donde la persecución impide que el Evangelio sea anunciado, pidamos a san José la fuerza y la paciencia de saber soportar abusos y sufrimientos por amor al Evangelio. Allí donde los medios materiales y humanos escasean y nos hacen experimentar la pobreza, sobre todo cuando estamos llamados a servir a los últimos, los indefensos, los huérfanos, los enfermos, los descartados de la sociedad, recemos a san José para que haya para nosotros Providencia. ¡Cuántos santos se han dirigido a él! ¡Cuántas personas en la historia de la Iglesia han encontrado en él un patrón, un custodio, un padre!

Imitemos su ejemplo y por esto, todos juntos, rezamos hoy; rezamos a san José con la oración que puse en la conclusión de la Carta Patris corde, encomendándole nuestras intenciones y, de forma especial, la Iglesia que sufre y que está en la prueba. Y ahora, vosotros tenéis en mano en diferentes idiomas, creo que cuatro, la oración, y creo que estará también en la pantalla, así juntos, cada uno en su idioma, puede rezar a san José.

Salve, custodio del Redentor
y esposo de la Virgen María.
A ti Dios confió a su Hijo,
en ti María depositó su confianza,
contigo Cristo se forjó como hombre.

Oh, bienaventurado José,
muéstrate padre también a nosotros
y guíanos en el camino de la vida.
Concédenos gracia, misericordia y valentía,
y defiéndenos de todo mal. Amén.

 


[1]S. Rituum Congreg.,  Quemadmodum Deus (8 diciembre 1870):  ASS 6 (1870-71), 193; B. Pío IX, Carta ap.  Inclytum Patriarcham (7 julio 1871):  l.c., 324-327.

 


Saludos:

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Acudamos a la intercesión de san José en los momentos difíciles de la vida, sobre todo cuando nuestros errores crean escándalo, para que tengamos la valentía de enfrentar la verdad, de pedir perdón y comenzar de nuevo; cuando la persecución impida que el Evangelio se anuncie, para que tengamos la fuerza y la paciencia de afrontar las dificultades; y cuando nos falten los recursos materiales, para que confiemos siempre en la divina Providencia. Que el Señor los bendiga. Muchas gracias.


 

Resumen leído por el Santo Padre en español

Queridos hermanos y hermanas:

Para cerrar nuestras catequesis dedicadas a san José, hoy la última, meditamos sobre el título de “Patrono de la Iglesia universal”, el cual manifiesta la misión que, por encargo de Dios, lleva adelante como intercesor y protector de los cristianos. En su Evangelio, san Mateo nos narra cómo Dios escogió a san José para ser custodio y padre amoroso del niño Jesús, y sostén de la Virgen Madre como esposo solícito. El patrocinio de san José sobre la Iglesia universal se fundamenta en esas dos características, ya que en la Iglesia siguen presentes la frágil humanidad que el Hijo de Dios hizo suya naciendo en Belén, y una maternidad que es reflejo de la maternidad de María.

San José sigue viendo en nosotros “al Niño y a la Madre”. Su ejemplo nos impulsa a reconocer en todo rostro afligido, en toda persona desvalida que acude a la Iglesia la presencia de Jesús, que al decirnos “todo lo que hicieron con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron” (cf. Mt 25,40), se identifica amorosamente con nuestros hermanos más pobres y sufrientes.

SIMPLEMENTE, UNA ORACIÓN

 

*ORACION: Enredados.*

Señor, a veces confundo la libertad con hacer lo que me apetece. Me siento libre cuando nadie me controla, cuando hago y digo lo que me viene en gana.

Pero, si lo pienso mejor, me doy cuenta de que, cuando me dejo llevar por lo que me apetece, acabo siendo esclavo de la comida, de las diversiones, del tabaco, de la televisión, del ordenador, de la opinión de los demás, de la pereza…

Señor, ayúdame a descubrir las redes que enmarañan mi libertad, esas que no me dejan amar más y mejor, me separan de mis sueños más bellos y no me dejan seguirte inmediatamente cada vez que me llamas, para construir tu Reino de justicia, fraternidad y paz.

Gracias por acercarme a personas que tienen el oído pronto y la voluntad decidida para seguirte enseguida, sin dejarse atar por nada o por nadie, sin mirar atrás. Gracias por su ejemplo, por su cariño y por el empujón que me dan. Gracias.

Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina

15 de febrero de 2022

SIMPLEMENTE, UNA ORACIÓN

 

*ORACION: Te siento en mi tristeza.*

Señor, cuando te llamo, vienes a mi lado: Tú eres mi fortaleza, mi paz. En tu confianza me refugio en los momentos de desaliento.

Cuando la soledad es grande, a pesar de todo lo que me rodea, Tú eres mi unico consuelo: el amigo fiel que nunca abandona. Te siento en mi tristeza y te siento en mi alegría. Me enreda el ambiente, me arrastra con sus redes. Y me olvido de ti, y de nuevo me siento abatido y vacío. ¿Quién o qué cosa llenara mi vida? 

Y en este silencio me doy cuenta de que TU eres mi respuesta. Gracias Señor, por esos brazos siempre abiertos que me tiendes; Gracias por tu perdón. Gracias por ese saber que siempre estas cerca. Sólo en ti encuentro sentido a la vida. Amén.

Desde mi parrquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina

14 de febrero de 2022

SIMPLEMENTE, UNA ORACIÓN


 *ORACION BIENAVENTURANZAS*

Señor, danos luz y fuerza para seguirte, para seguir el camino de la bienaventuranza.

Ayúdanos a acogerte en nuestras vidas, porque estaremos llenos de luz.

Ayúdanos a ponernos en tu manos porque sólo así viviremos seguros.

Ayúdanos a optar por el servicio, porque Tu nos sirves continuamente.

Ayúdanos a compartir nuestros bienes, porque Tú no dejarás que nos falte la harina y el aceite.

Ayúdanos a hacer sonreír a los que lloran, porque Tú nos miras y nos muestras tu sonrisa.

Ayúdanos a ser no-violentos, profetas de la paz, porque así construimos un mundo nuevo. Ayúdanos a defender al perseguido, porque Tú eres y serás defensor. 

Ayúdanos a no vivir para nosotros mismos, porque Tú entregaste la vida por todos. Amén.

Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina

13 de febrero de 2022

SIMPLEMENTE, UNA ORACIÓN


*ORACION: Me llevas de la mano.*

Tú me llevas de la mano, Tú eres mi auxilio y fortaleza, contigo se me quitan los miedos y me vuelves atrevido y osado.

Tú sabes que a veces me siento un gusano, me veo incapaz de muchas cosas, pero Tú me potencias y me ilusionas, y me recuerdas que nunca me abandonas.

En ti, Señor, mi valor aumenta, y me envías a llevar a los hermanos agua de la que tienen sed e ilusión de la que tienen hambre.

Tú eres río, manantial y fuente que apaga toda mi sed, que me vuelve fresco.

Tú adornas nuestra vida con agua, árboles y plantas, con belleza natural y artesana, para que, felices, sintamos tu presencia. Amen.

Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina

12 de febrero de 2022

SIMPLEMENTE, UNA ORACIÓN


 *ORACION: Comprender la incomprensión*

Señor, enséñame a encajar las contrariedades de la vida con tu mismo espíritu de paciencia, comprensión y esperanza.

Que sepa comprender al que no me entiende, porque no siempre tengo la mente abierta.

Que sepa disculpar al que no me acoge, porque no siempre tengo mis puertas abiertas.

Que sepa entender al que no me ayuda, porque no siempre tengo mis manos abiertas.

Que sepa exculpar a los que me ponen mala cara, porque no siempre mis labios están abiertos a la sonrisa.

Que sepa perdonar al que me critica sin razón. 

 Señor, que no me exija a mí mismo caer bien a todo el mundo. Que me esfuerce por tratar con delicadeza a las personas y sepa perdonar a los que no me tratan como yo querría. Amén.

Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina

11 de febrero de 2022

SIMPLEMENTE, UNA ORACIÓN


 *ORACION ESPÍRITU SANTO*

_"Ven Espíritu Santo. Hoy te pido que sanes mi miedo al fracaso. Quiero confiar en ti, sabiendo que todas mis tareas de alguna manera terminan bien si dejo que las bendigas y las ilumines. Bendice con tu infinito poder todos mis trabajos y tareas._

_Dame claridad, habilidad, sabiduría, para hacer las cosas bien, con toda mi atención, mis capacidades y mi creatividad. No dejes, Espíritu Santo, que descuide mis trabajos, que me deje llevar por la comodidad o el desaliento. Tómame para que pueda ver qué hay que hacer en cada momento, y capacítame con tu poder._

_Quiero trabajar firme y seguro con tu gracia. Sé que con tu ayuda todo terminará bien, y que si cometo algún error, también de eso sacarás algo bueno para mi vida. 

Ven Espíritu Santo. 

Amén."

Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina

10 de febrero de 2022

SIMPLEMENTE, UNA ORACIÓN

 

 *ORACIÓN: CORAZÓN LIMPIO*.

Si yo fuera limpio de corazón descubriría… Que todos somos obra de Dios, llevamos algo de bueno en el corazón. Que todos valemos la pena, y nos queda algo de la imagen de Dios. Que a todos hay que darles otra oportunidad.

 Si yo fuera limpio de corazón descubriría… Que todos somos dignos de amor, justicia, libertad, perdón. Que todos somos dignos de compasión, respeto y de muchos derechos. Que todas las criaturas son mis hermanas. Que la creación es obra maravillosa de Dios.

Si yo fuera limpio de corazón descubriría… Que hay razón para tender puentes, dar a todos la paz, trabajar por la paz, amar y defender la creación. Que hay razón para ser hermanos y seguir siendo amigos. Que hay razón para sonreír a todos. Que hay razón para dar a todos los buenos días, dar a todos la mano, intentar de nuevo hacerlo todo mejor.

 Si yo fuera limpio de corazón descubriría… Que hay razón para seguir viviendo, para vivir en comunidad. Que hay razón para prestar un oído a lo que dicen los demás. Que hay razón para servir, amar, sufrir.

 Purifica mi corazón. Limpia mi mirada. Y viviré. Amén.

Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina

9 de febrero de 2022

AUDIENCIA DEL PAPA FRANCISCO

Quizás, el momento más importante, y también glorioso, de nuestra vida sea la muerte. Porque, la muerte es la hora de nuestra dicha gloriosa y plenitud eterna, o la hora más horrible y angustiosa de nuestra condenación también eterna. Esconderlo no valdrá de nada y sí podrá ser un error gravísimo y de trágica consecuencia. Hoy el Papa nos habla de la buena muerte en la figura de san José. Y realmente, vale la pena leer su audiencia y reflexionar al respecto sobre nuestra muerte. 

 

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PAPA FRANCISCO

AUDIENCIA GENERAL

Aula Pablo VI
Miércoles, 9 de febrero de 2022

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Catequesis sobre san José 11. San Jose, Patrono de la buena muerte

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En la pasada catequesis, estimulados una vez más por la figura de san José, reflexionamos sobre el significado de la comunión de los santos. Y precisamente a partir de ella, hoy quisiera profundizar en la devoción especial que el pueblo cristiano siempre ha tenido por san José como patrono de la buena muerte. Una devoción nacida del pensamiento de que José murió con la presencia de la Virgen María y de Jesús, antes de que ellos dejaran la casa de Nazaret. No hay datos históricos, pero como no se ve más a José en la vida pública, se cree que murió ahí en Nazaret, con su familia. Y para acompañarlo en la muerte estaban Jesús y María.

El Papa Benedicto XV, hace un siglo, escribía que «a través de José nosotros vamos directamente a María, y, a través de María, al origen de toda santidad, que es Jesús». Tanto José como María nos ayudan a ir a Jesús. Y animando las prácticas devotas en honor de san José, aconsejaba una en particular, y decía así: «Siendo merecidamente considerado como el más eficaz protector de los moribundos, habiendo muerto con la presencia de Jesús y María, será cuidado de los sagrados Pastores inculcar y fomentar [...] aquellas piadosas asociaciones que se han establecido para suplicar a José en favor de los moribundos, como las “de la Buena Muerte”, del “Tránsito de San José” y “por los Agonizantes”» (Motu proprio Bonum sane, 25 de julio de 1920): eran las asociaciones de la época.

Queridos hermanos y hermanas, quizá alguno piensa que este lenguaje y este tema sean solo un legado de pasado, pero en realidad nuestra relación con la muerte no se refiere nunca al pasado, está siempre presente. El Papa Benedicto decía, hace algunos días, hablando de sí mismo que “está delante de la puerta oscura de la muerte”. Es hermoso dar las gracias al Papa Benedicto que a los 95 años tiene la lucidez de decir esto: “Yo estoy delante de la oscuridad de la muerte, a la puerta oscura de la muerte”. ¡Nos ha dado un buen consejo! La llamada cultura del “bienestar” trata de eliminar la realidad de la muerte, pero la pandemia del coronavirus la ha vuelto a poner en evidencia de forma dramática. Ha sido terrible: la muerte estaba por todos lados, y muchos hermanos y hermanas han perdido a personas queridas sin poder estar cerca de ellas, y esto ha vuelto la muerte todavía más dura de aceptar y de elaborar. Me decía una enfermera que una abuela con el covid que estaba muriendo le dijo: “Yo quisiera saludar a mis seres queridos, antes de irme”. Y la enfermera, valiente, tomó el teléfono móvil y la conectó. La ternura de esa despedida…

A pesar de esto, se trata por todos los medios de alejar el pensamiento de nuestra finitud, engañándonos así para quitarle su poder a la muerte y ahuyentar el miedo. Pero la fe cristiana no es una forma de exorcizar el miedo a la muerte, sino que nos ayuda a afrontarla. Antes o después todos nos iremos por esa puerta.

La verdadera luz que ilumina el misterio de la muerte viene de la resurrección de Cristo. He ahí la luz. Y escribe san Pablo: «Ahora bien, si se predica que Cristo ha resucitado de entre los muertos, ¿cómo andan diciendo algunos entre vosotros que no hay resurrección de muertos? Si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si no resucitó Cristo, vacía es nuestra predicación, vacía también vuestra fe» (1 Cor 15,12-14). Hay una certeza: Cristo ha resucitado, Cristo ha resucitado, Cristo está vivo entre nosotros. Y esta es la luz que nos espera detrás de esa puerta oscura de la muerte.

Queridos hermanos y hermanas, solo por la fe en la resurrección nosotros podemos asomarnos al abismo de la muerte sin que el miedo nos abrume. No solo eso: podemos dar a la muerte un rol positivo. De hecho, pensar en la muerte, iluminada por el misterio de Cristo, ayuda a mirar con ojos nuevos toda la vida. ¡Nunca he visto, detrás de un coche fúnebre, un camión de mudanzas! Detrás de un coche fúnebre: no lo he visto nunca. Nos iremos solos, sin nada en los bolsillos del sudario: nada. Porque el sudario no tiene bolsillos. Esa soledad de la muerte: es verdad, no he visto nunca detrás de un coche fúnebre un camión de mudanzas. No tiene sentido acumular si un día moriremos. Lo que debemos acumular es la caridad, es la capacidad de compartir, la capacidad de no permanecer indiferentes ante las necesidades de los otros. O, ¿qué sentido tiene pelearse con un hermano o con una hermana, con un amigo, con un familiar, o con un hermano o hermana en la fe si después un día moriremos? ¿De qué sirve enfadarse, enfadarse con los otros? Delante de la muerte muchas cuestiones se redimensionan. Está bien morir reconciliados, ¡sin dejar rencores ni remordimientos! Yo quisiera decir una verdad: todos nosotros estamos en camino hacia esa puerta, todos.

El Evangelio nos dice que la muerte llega como un ladrón, así dice Jesús: llega como un ladrón, y por mucho que nosotros intentemos querer tener bajo control su llegada, quizá programando nuestra propia muerte, permanece un evento al que tenemos que hacer frente y delante del cual también tomar decisiones.

Dos consideraciones para nosotros cristianos permanecen de pie. La primera: no podemos evitar la muerte, y precisamente por esto, después de haber hecho todo lo que humanamente es posible para cuidar a la persona enferma, resulta inmoral el encarnizamiento terapéutico (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2278). Esa frase del pueblo fiel de Dios, de la gente sencilla: “Déjalo morir en paz”, “ayúdalo a morir en paz”: ¡cuánta sabiduría! La segunda consideración tiene que ver con la calidad de la muerte misma, la calidad del dolor, del sufrimiento. De hecho, debemos estar agradecidos por toda la ayuda que la medicina se está esforzando por dar, para que a través de los llamados “cuidados paliativos”, toda persona que se prepara para vivir el último tramo del camino de su vida, pueda hacerlo de la forma más humana posible. Pero debemos estar atentos a no confundir esta ayuda con derivas inaceptables que llevan a matar. Debemos acompañar a la muerte, pero no provocar la muerte o ayudar cualquier forma de suicidio. Recuerdo que se debe privilegiar siempre el derecho al cuidado y al cuidado para todos, para que los más débiles, en particular los ancianos y los enfermos, nunca sean descartados. La vida es un derecho, no la muerte, que debe ser acogida, no suministrada. Y este principio ético concierne a todos, no solo a los cristianos o a los creyentes. Yo quisiera subrayar aquí un problema social, pero real. Ese “planificar” —no sé si es la palabra adecuada—, o acelerar la muerte de los ancianos. Muchas veces se ve en una cierta clase social que a los ancianos, porque no tienen medios, se les dan menos medicinas respecto a las que necesitarían, y esto es deshumano: esto no es ayudarles, esto es empujarles más rápido hacia la muerte. Y esto no es humano ni cristiano. Los ancianos deben ser cuidados como un tesoro de la humanidad: son nuestra sabiduría. Incluso si no hablan, y si están sin sentido, son el símbolo de la sabiduría humana. Son aquellos que han hecho el camino antes que nosotros y nos han dejado muchas cosas bonitas, muchos recuerdos, mucha sabiduría. Por favor, no aislar a los ancianos, no acelerar la muerte de los ancianos. Acariciar a un anciano tiene la misma esperanza que acariciar a un niño, porque el inicio y el final de la vida son siempre un misterio, un misterio que debe ser respetado, acompañado, cuidado, amado.

Que san José pueda ayudarnos a vivir el misterio de la muerte de la mejor forma posible. Para un cristiano la buena muerte es una experiencia de la misericordia de Dios, que se hace cercana a nosotros también en ese último momento de nuestra vida. También en la oración del Ave María, nosotros rezamos pidiendo a la Virgen que esté cerca de nosotros “ahora y en la hora de nuestra muerte”. Precisamente por esto quisiera concluir esta catequesis rezando todos juntos a la Virgen por los agonizantes, por aquellos que están viviendo este momento de paso por esta puerta oscura, y por los familiares que están viviendo un luto. Recemos juntos:

Dios te salve María…


Saludos:

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española que están aquí. Pidamos todos juntos a san José que nos ayude a aceptar el misterio de la muerte con espíritu cristiano, y que nos alcance del Señor Jesús la gracia de experimentar la misericordia del Padre, sobre todo en ese momento final de nuestra vida cuando nos toque pasar por la puerta oscura de la muerte. Que el Señor los bendiga a todos. Muchas gracias.


 

LLAMAMIENTOS

Deseo dar las gracias a todas las personas y las comunidades que el pasado 26 de enero se unieron en la oración por la paz en Ucrania. Sigamos suplicando al Dios de la paz para que las tensiones y las amenazas de guerra se superen a través de un diálogo serio, y para que las conversaciones en el “Formato de Normandía” también puedan contribuir a este propósito. No nos olvidemos: ¡la guerra es una locura!

* * *

Pasado mañana, 11 de febrero, se celebra la Jornada Mundial del Enfermo. Deseo recordar a nuestros seres queridos enfermos para que a todos se les aseguren los cuidados sanitarios y el acompañamiento espiritual. Recemos por estos hermanos y hermanas nuestros, por los trabajadores sanitarios y pastorales, y por todos aquellos que los cuidan.

 


 

Resumen leído por el Santo Padre en español

Queridos hermanos y hermanas:

En nuestra reflexión de hoy consideramos la devoción del pueblo cristiano a san José como Patrono de la buena muerte, pensando en la presencia de Jesús y la Virgen cuando él murió en Nazaret. La cultura actual ha tratado de eliminar la realidad de la muerte del horizonte humano, o disimularla; sin embargo, la pandemia de coronavirus la ha vuelto a poner en evidencia. La muerte forma, pues, parte de la vida de toda persona; y sólo la fe en la Resurrección de Cristo nos otorga la fuerza para afrontarla cristianamente, sin miedo, como un pasaje necesario para estar siempre con Él.

La muerte, iluminada por el misterio del Señor Resucitado, nos ayuda a ver la vida con mirada nueva, como una ocasión que Dios nos da para amar a los demás y hacer el bien, quitando del corazón la ambición, el rencor y el resentimiento. El Evangelio nos recuerda, además, que la muerte llegará como un ladrón, cuando menos lo esperamos. Esta realidad nos lleva a dos consideraciones que valen para todos, creyentes y no creyentes. La primera, es que la muerte no es un derecho, no podemos programarla, tampoco evitarla, por lo que el ensañamiento terapéutico, en vez de aliviarlo, es inmoral. La segunda, es que toda persona tiene derecho a la vida, a los cuidados médicos y a los cuidados paliativos, especialmente los ancianos, para afrontar la muerte de la manera más humana.

SIMPLEMENTE, UNA ORACIÓN

 

*ORACION: HAZ QUE SEA COHERENTE, SEÑOR*

Señor, ayúdanos a descubrir nuestras incoherencias, a no justificar nuestros errores y pecados, a no acostumbrarnos a nuestra mediocridad.

Compartimos una parte de nuestro dinero, pero nuestro estilo de vida sigue siendo consumista.

Hablamos mucho de justicia y solidaridad, pero muy pocos pobres tienen sitio en nuestra casa y en nuestro corazón.

Señor, sabemos que Tú nos quieres tal y como somos, que tu amor es mucho más grande que nuestra incoherencias.

Danos tu luz y tu fuerza para superar contradicciones, para acercarme cada día a lo que tú has soñado para mí, para que se puedan cumplir nuestros mejores deseos, para trabajar por la verdad, la justicia y la paz, para que crezcan en nuestro corazón la alegría y la esperanza. Amén.

Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina

8 de febrero de 2022

SIMPLEMENTE, UNA ORACIÓN

 

*ORACION: El amor insiste y crea.*

Cuando una persona necesite ayuda, dame un amor fuerte, constante, creativo para buscar su bien de un manera u otra.

En mi relación contigo, dame un amor fuerte, constante, creativo... para que en cada momento encuentre la senda que me acerque a Ti.

Con la pareja, la familia y los amigos, dame un amor fuerte, constante, creativo para saber expresar el cariño que les tengo.

Con las personas que me hicieron daño y con quienes ofendí, dame un amor fuerte, constante, creativo, para que el perdón, poco a poco, vaya curando heridas.

En mis compromisos sociales, dame un amor fuerte, constante, creativo para que encuentre caminos de justicia y paz.

Cuando me parece que no puedo avanzar, dame un amor fuerte, constante, creativo para no tirar la toalla en los fracasos y seguir adelante. Amén.

Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina

7 de febrero de 2022

SIMPLEMENTE, UNA ORACIÓN

 

 *ORACION: Desde que Tú te fuiste*

Señor, llevamos veinte siglos echando inútilmente las redes de la vida, y entre sus mallas sólo pescamos el vacío.Vamos quemando horas y el alma sigue seca. Nos hemos vuelto estériles lo mismo que una tierra cubierta de cemento. ¿Estaremos ya muertos? ¿Desde hace cuántos años no nos hemos reído? ¿Quién recuerda la última vez que amamos?

Y una tarde Tú vuelves y nos dices: «Echa la red a tu derecha, atrévete de nuevo a confiar, abre tu alma, saca del viejo cofre las nuevas ilusiones, dale cuerda al corazón, levántate y camina». Y lo hacemos sólo por darte gusto. Y, de repente, nuestras redes rebosan alegría, nos resucita el gozo y es tanto el peso de amor que recogemos que la red se nos rompe cargada de ciento cincuenta esperanzas.

¡Ah, Tú, fecundador de almas: llégate a nuestra orilla, camina sobre el agua de nuestra indiferencia, devuélvenos, Señor, a tu alegría.

(José Luis Martín Descalzo)

Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina

6 de febrero de 2022

SIMPLEMENTE, UNA ORACIÓN


 

*ORACION: SEÑOR AMAS MI DEBILIDAD*

Señor, amas mi debilidad, me pides que te ofrezca mi debilidad. Me llamas a mí, con mi amor propio, mi orgullo, mi ímpetu dominador, mi corazón dividido, mi ansiedad, mi necesidad de relación, mi sensibilidad que me produce tantos rompimientos de cabeza, mi cansancio, mi perfeccionismo, mi coraje... Me quieres como soy.

Ayúdame a comprender que en mi herida está mi don; en mi pecado, tu misericordia; en mi pobreza, tu riqueza; en mi tentación, tu Espíritu; en mi sufrimiento, la fuente de la sabiduría; en mi dolor, la capacidad de comprender a los demás.

Señor, aunque me cueste, quiero apoyar mi vida no en mi fuerza, sino en la tuya; y te ofrezco mi debilidad como mediación amorosa para que puedas hacerte presente en la vida de los que me rodean, de los que más me necesitan. Amén.

Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina.

5 de febrero de 2022

SIMPLEMENTE, UNA ORACIÓN


 *ORACION: CON MI CRUZ*

Señor, enséñanos a encajar la cruz de cada día; la cruz que exige el amor a los que más sufren y a todas las personas; la cruz que conlleva la lucha por la verdad, por la justicia, por la paz; la cruz que nos viene cuando somos fieles a Ti y a tu Evangelio.

Estas cruces nos resultan pesadas, Señor, pero sufrimos más cuando nos encerramos en nosotros mismos y nos dejamos llevar por la envidia o el rencor.

Señor, danos sabiduría para tener siempre presente que la cruz por amor merece la pena, nos hace más humanos, nos acerca a Ti y da vida a cuantos nos rodean.

En cambio, el sufrimiento que nos trae el pecado es más grande y enteramente inútil. Señor, enséñame a sufrir como tú y contigo. Amén.
 
Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina

4 de febrero de 2022

SIMPLEMENTE, UNA ORACIÓN

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*ORACION: AHORA*

Señor, ayúdame a seguir tus llamadas ahora, sin dejarlo para luego, inmediatamente; aunque me cueste mucho abandonar lo que llevo entre manos: aunque tenga que renunciar a seguridades y comodidades, aunque no sepa dónde me conducirás y cómo viviré; aunque no me prometas un camino de rosas: pero con la confianza de que Tú nunca me fallarás, cumplirás tu promesa de estar siempre con nosotros, compartiendo tu amistad, tu sueño, tu lucha, tu cruz y tu gloria.

Señor, ayúdame a seguir tus llamadas ahora,  sin dejarlo para luego, inmediatamente; esas llamadas que puedo escuchar en mi conciencia, en tu Palabra, y en el hambre de justicia, amor, esperanza y paz de cada persona. Amén.
 
Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medoina

3 de febrero de 2022

SIMPLEMENTE, UNA ORACIÓN

 

 *ORACION PRESENTACIÓN DE JESUS*

Señor, dame un corazón humilde y confiado, como el de Simeón y Ana, como el de María.

Ellos no tenían nada y, precisamente por eso, se acercaban a Ti, ponían toda su confianza en Ti, observaban la ley, cumplían tu voluntad.

No deseaban otra cosa que encontrarse contigo; tenían un corazón limpio y una mirada transparente, capaz de reconocerte en un recién nacido.

Señor, líbrame de la idolatría de las riquezas. Ayúdame a compartir con generosidad lo que tengo  No dejes que tenga otro Dios fuera de Ti.

No permitas que me apoye demasiado en las personas, tampoco en mis propias fuerzas. Qué sólo confíe plenamente en Ti, Señor.

Dame sabiduría y fuerza para ser pobre y libre, purifica mi corazón de todo deseo que me aparte de Ti, para estar abierto del todo a la plenitud de tu Amor. Amén.
 
Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina

2 de febrero de 2022

AUDIENCIA DEL PAPA FRANCISCO

Estamos todos unidos en y por el Amor. Por el Amor de Dios Padre, y unidos en Xto. Jesús. En Él gozamos de la fraternidad amorosa y misericordiosa de todos los santos, que unidos a la Cabeza - Cristo - fortalecemos nuestros lazos de amor y misericordia que nos viene del Señor. 

Por eso, como nos dice el Santo Padre, cada vez que pedimos intercesión para cualquier problema o necesidad, ya sea material o espiritual, la Gracia de Dios, que nos une y nos da la Vida, se derrama en nosotros. Porque, es el Amor quien nos une y quien nos salva. Estamos en comunión de santidad en la unidad de todos en Xto. Jesús y formamos la Iglesia, como nos dice el Papa, comunidad de pecadores salvados por la Infinita Misericordia de Dios.


PAPA FRANCISCO

AUDIENCIA GENERAL

Aula Pablo VI
Miércoles, 2 de febrero de 2022

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Catequesis sobre san José 10. San José y la comunión de los santos

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En estas semanas hemos podido profundizar en la figura de San José dejándonos guiar por las pocas, pero importantes noticias que dan los Evangelios, y también por los aspectos de su personalidad que la Iglesia a lo largo de los siglos ha podido evidenciar a través de la oración y la devoción. A partir precisamente de este “sentir común” que en la historia de la Iglesia ha acompañado la figura de san José, hoy quisiera detenerme sobre un importante artículo de fe que puede enriquecer nuestra vida cristiana y puede también enfocar de la mejor forma nuestra relación con los santos y con nuestros seres queridos difuntos: hablo de la comunión de los santos.

Muchas veces decimos, en el Credo, “creo en la comunión de los santos”. Pero si se pregunta qué es la comunión de los santos, yo recuerdo que de niño respondía enseguida: “Ah, los santos hacen la comunión”. Es una cosa que… no entendemos qué decimos. ¿Qué es la comunión de los santos? No es que los Santos hagan la comunión, no es esto: es otra cosa.

A veces también el cristianismo puede caer en formas de devoción que parecen reflejar una mentalidad más pagana que cristiana. La diferencia fundamental está en el hecho de que nuestra oración y nuestra devoción del pueblo fiel no se basa, en esos casos, en la confianza en un ser humano, o en una imagen o en un objeto, incluso cuando sabemos que son sagrados. Nos recuerda el profeta Jeremías: «Maldito sea aquel que fía en hombre […]. Bendito sea aquel que fía en Yahveh» (17,5-7). Incluso cuando nos encomendamos plenamente a la intercesión de un santo, o más aún de la Virgen María, nuestra confianza tiene valor solamente en relación con Cristo. Como si el camino hacia este santo o la Virgen no terminara ahí: no. Va ahí, pero en relación con Cristo. Cristo es el vínculo que nos une a Él y entre nosotros que tiene un nombre específico: esta unión que nos une a todos, entre nosotros y nosotros con Cristo, es la “comunión de los santos”. No son los santos los que realizan los milagros, ¡no! “Este santo es muy milagroso…”: no, detente: los santos no realizan milagros, sino solamente la gracia de Dios que actúa a través de ellos. Los milagros han sido hechos por Dios, por la gracia de Dios que actúa a través de una persona santa, una persona justa. Esto es necesario tenerlo claro. Hay gente que dice: “Yo no creo en Dios, pero creo en este santo”. No, está equivocado. El santo es un intercesor, uno que reza por nosotros y nosotros le rezamos, y reza por nosotros y el Señor nos da la gracia: el Señor actúa a través del Santo.

¿Qué es la “comunión de los santos”? El Catecismo de la Iglesia Católica afirma: «La comunión de los santos es precisamente la Iglesia» (n. 946). ¡Pero mira qué bonita definición! “La comunión de los santos es precisamente la Iglesia”. ¿Qué significa esto? ¿Qué la Iglesia está reservada a los perfectos? No. Significa que es la comunidad de los pecadores salvados. La Iglesia es la comunidad de los pecadores salvados. Es bonita esta definición. Nadie puede excluirse de la Iglesia, todos somos pecadores salvados. Nuestra santidad es el fruto del amor de Dios que se ha manifestado en Cristo, el cual nos santifica amándonos en nuestra miseria y salvándonos de ella. Siempre gracias a Él nosotros formamos un solo cuerpo, dice san Pablo, en el que Jesús es la cabeza y nosotros los miembros (cf. 1 Cor 12,12). Esta imagen del cuerpo de Cristo y la imagen del cuerpo nos hace entender enseguida qué significa estar unidos los unos a los otros en comunión: «Si sufre un miembro —escribe San Pablo— todos los demás sufren con él. Si un miembro es honrado, todos los demás toman parte de su gozo. Ahora bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y sus miembros cada uno por su parte» (1 Cor 12,26-27). Esto dice Pablo: todos somos un cuerpo, todos unidos por la fe, por el bautismo, todos en comunión: unidos en comunión con Jesucristo. Y esta es la comunión de los santos.

Queridos hermanos y queridas hermanas, la alegría y el dolor que tocan mi vida concierne a todos, así como la alegría y el dolor que tocan la vida del hermano y de la hermana junto a nosotros me concierne a mí. Yo no puedo ser indiferente a los otros, porque todos somos parte de un cuerpo, en comunión. En este sentido, también el pecado de una única persona concierne siempre a todos, y el amor de cada persona concierne a todos. En virtud de la comunión de los santos, de esta unión, cada miembro de la Iglesia está unido a mí de forma profunda —pero no digo a mí porque soy el Papa— estamos unidos recíprocamente y de forma profunda, y esta unión es tan fuerte que no puede romperse ni siquiera por la muerte. De hecho, la comunión de los santos no concierne solo a los hermanos y las hermanas que están junto a mí en este momento histórico, sino que concierne también a los que han concluido su peregrinación terrena y han cruzado el umbral de la muerte. También ellos están en comunión con nosotros. Pensemos, queridos hermanos y hermanas: en Cristo nadie puede nunca separarnos verdaderamente de aquellos que amamos porque la unión es una unión existencial, una unión fuerte que está en nuestra misma naturaleza; cambia solo la forma de estar junto a cada uno de ellos, pero nada ni nadie puede romper esta unión. “Padre, pensemos en aquellos que han renegado de la fe, que son apóstatas, que son los perseguidores de la Iglesia, que han renegado su bautismo: ¿también estos están en casa?”. Sí, también estos, también los blasfemos, todos. Somos hermanos: esta es la comunión de los santos. La comunión de los santos mantiene unida la comunidad de los creyentes en la tierra y en el Cielo.

En este sentido, la relación de amistad que puedo construir con un hermano o una hermana junto a mí, puedo establecerla también con un hermano o una hermana que están en el Cielo. Los santos son amigos con los que muy a menudo tejemos relaciones de amistad. Lo que nosotros llamamos devoción —yo soy muy devoto a este santo, a esta santa— es en realidad una forma de expresar el amor a partir precisamente de este vínculo que nos une. También en la vida de todos los días se puede decir: “Pero, esta persona tiene mucha devoción por sus ancianos padres”: no, es una forma de amor, una expresión de amor. Y todos nosotros sabemos que a un amigo podemos dirigirnos siempre, sobre todo cuando estamos en dificultad y necesitamos ayuda. Y nosotros tenemos amigos en el cielo. Todos necesitamos amigos; todos necesitamos relaciones significativas que nos ayuden a afrontar la vida. También Jesús tenía a sus amigos, y a ellos se ha dirigido en los momentos más decisivos de su experiencia humana. En la historia de la Iglesia hay constantes que acompañan a la comunidad creyente: ante todo el gran afecto y el vínculo fortísimo que la Iglesia siempre ha sentido en relación con María, Madre de Dios y Madre nuestra. Pero también el especial honor y afecto que ha rendido a san José. En el fondo, Dios le confía a él lo más valioso que tiene: su Hijo Jesús y la Virgen María. Es siempre gracias a la comunión de los santos que sentimos cerca de nosotros a los santos y a las santas que son nuestros patronos, por el nombre que tenemos, por ejemplo, por la Iglesia a la que pertenecemos, por el lugar donde vivimos, etc., también por una devoción personal. Y esta es la confianza que debe animarnos siempre al dirigirnos a ellos en los momentos decisivos de nuestra vida. No es algo mágico, no es una superstición, la devoción a los santos; es simplemente hablar con un hermano, una hermana que está delante de Dios, que ha recorrido una vida justa, una vida santa, una vida ejemplar, y ahora está delante de Dios. Y yo hablo con este hermano, con esta hermana y pido su intercesión por mis necesidades.

Precisamente por esto me gusta concluir esta catequesis con una oración a san José a la que estoy particularmente unido y que recito cada día desde hace más de 40 años. Es una oración que encontré en un libro de oraciones de las Hermanas de Jesús y María, del 1700, finales del siglo XVIII. Es muy bonita, pero más que una oración es un desafío a este amigo, a este padre, a este custodio nuestro que es san José. Sería bonito que vosotros aprendierais esta oración y pudierais repetirla. La leeré: “Glorioso patriarca san José, cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles, ven en mi ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones tan graves y difíciles que te confío, para que tengan una buena solución. Mi amado Padre, toda mi confianza está puesta en ti. Que no se diga que te haya invocado en vano y, como puedes hacer todo con Jesús y María, muéstrame que tu bondad es tan grande como tu poder”. Y termina con un desafío, esto es desafiar a San José: “porque tú puedes hacer todo con Jesús y María, muéstrame que tu bondad es tan grande como tu poder”. Yo me encomiendo todos los días a san José, con esta oración, desde hace más de 40 años: es una vieja oración.

Adelante, ánimo, en esta comunión de todos los santos que tenemos en el cielo y en la tierra: el Señor no nos abandona.


Concluida la catequesis el Santo Padre pronunció estas palabras:

Hemos oído, hace algunos minutos, a una persona que gritaba, gritaba, que tenía algún problema, no sé si físico, psíquico, espiritual: pero es un hermano nuestro con un problema. Yo quisiera terminar rezando por él, nuestro hermano que sufre, pobrecillo: si gritaba es porque sufre, tiene alguna necesidad. No debemos estar sordos a la necesidad de este hermano. Rezamos juntos a la Virgen por él: Dios te salve María…

 


Saludos:

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Pidamos la intercesión de san José, Patriarca Glorioso, para que venga en nuestro auxilio y tome bajo su protección las situaciones dolorosas de nuestra vida. Que Dios los bendiga.


 

LLAMAMIENTOS

Desde hace ya un año, asistimos con dolor a la violencia que ensangrienta Myanmar. Hago mío el llamamiento de los obispos birmanos para que la comunidad internacional trabaje por la reconciliación entre las partes interesadas. No podemos mirar hacia otro lado ante los sufrimientos de tantos hermanos y hermanas. Pidamos a Dios, en oración, el consuelo para esa población atormentada; a Él encomendamos los esfuerzos por la paz.

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Pasado mañana, 4 de febrero, se celebrará la Segunda Jornada Internacional de la Fraternidad Humana. Es motivo de satisfacción que las Naciones de mundo entero se unan en esta celebración, dirigida a promover el diálogo interreligioso e intercultural, como deseado también en el Documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común, firmado el 4 de febrero de 2019 en Abu Dabi por el Gran Imán de Al-Azhar, Ahmad Al-Tayyib y por mí. Fraternidad quiere decir tender la mano a los otros, respetarles y escucharlos con corazón abierto. Deseo que se cumplan pasos concretos, junto a los creyentes de otras religiones y a las personas de buena voluntad, para afirmar que hoy es tiempo de fraternidad, evitando alimentar enfrentamientos, divisiones y cierres. Recemos y trabajemos cada día para que todos puedan vivir en paz como hermanos y hermanas.

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Están a punto de inaugurarse en Pekín los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Invierno, respectivamente el 4 de febrero y el 4 de marzo. Dirijo de corazón mi saludo a todos los participantes; deseo a los organizadores el mejor éxito y a los atletas dar lo mejor de sí. El deporte, con su lenguaje universal, puede construir puentes de amistad y de solidaridad entre personas y pueblos de cualquier cultura y religión. He apreciado, por tanto, que al histórico lema olímpico Citius, Altius, Fortius —Más rápido, más alto, más fuerte— el Comité Olímpico Internacional haya añadido la palabra Communiter, es decir Juntos, para que los Juegos Olímpicos hagan crecer un mundo más fraterno.

Con un pensamiento particular abrazo a todo el mundo paralímpico. La medalla más importante la venceremos juntos si el ejemplo de los atletas con discapacidad ayudará a todos a superar prejuicios y temores y hacer que nuestras comunidades se vuelvan más acogedoras e inclusivas. ¡Esta es la verdadera medalla de oro! Además, sigo con atención y emoción las historias personales de atletas refugiados. Que sus testimonios contribuyan a animar a las sociedades civiles a abrirse cada vez con más confianza en todos, sin dejar a nadie atrás. A la gran familia olímpica y paralímpica deseo vivir una experiencia única de fraternidad humana y de paz. ¡Bienaventurados los que trabajan por la paz! (Mt 5,9).


 

Resumen leído por el Santo Padre en español

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy en la catequesis reflexionamos sobre la comunión de los santos. Esto nos evoca las veces en que les pedimos su ayuda en nuestras necesidades. Pero incluso cuando nos encomendamos a su intercesión, nuestra oración y nuestras devociones sólo encuentran valor si están unidas a Jesús. San Pablo nos ayuda a entender qué significa estar unidos los unos a los otros, unidos en comunión con la imagen del cuerpo: Cristo es la cabeza y nosotros los miembros. «La comunión de los santos es precisamente la Iglesia», que no es una comunidad de perfectos sino de pecadores salvados. Esta es nuestra definición.


Nuestra alegría y dolor tocan también la vida de los demás, y esto pasa no sólo con quienes coinciden con nosotros en este momento histórico, sino también con la comunidad de creyentes que ya está en el Cielo, con quienes entablamos una amistad que nos une a ellos a través de la “devoción”. Ellos nos acompañan, sobre todo en los momentos de dificultad y sufrimiento.

SIMPLEMENTE, UNA ORACIÓN

 

 *ORACION: Responder al mal con bien*

Señor, cuando me gritan, me apetece gritar. Ayúdame a hablar con serenidad y con argumentos.

Cuando me siento atacado, quiero atacar. Ayúdame a defenderme pacíficamente.

Cuando no me entienden, quiero condenar. Ayúdame a ver lo positivo de quien no me comprende.

Cuando todos abandonan, quiero desaparecer. Ayúdame a no dejarme llevar por la mayoría.

Cuando cada uno va a lo suyo, tiendo a aislarme. Ayúdame a luchar por los que más lo necesitan.

En fin, Señor, ayúdame a hacer lo que debo, lo que construye; aunque no me apetezca, aunque no esté de moda. Amén

1 de febrero de 2022

SIMPLEMENTE, UNA ORACIÓN


 *ORACION ESPÍRITU SANTO*

"Ven Espíritu Santo, y ayúdame a mirarme a mí mismo con cariño y paciencia. Enséñame a descubrir todo lo bueno que sembraste en mí, y ayúdame a reconocer que en mí también hay belleza, porque soy obra de un Padre divino que me ama y me ha dado su Espíritu.

Sabes que a veces me duelen los recuerdos de errores que he cometido. Ayúdame a mirarme como Jesús me mira, para que pueda comprenderme y perdonarme a mí mismo.

Ven, Espíritu Santo, derrama en mí toda tu fuerza, para que pueda comenzar de nuevo y no me desprecie a mí mismo. No permitas que me dominen los remordimientos, porque tu amor siempre me permite comenzar de nuevo.

Ven Espíritu Santo.

 
Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina