25 de noviembre de 2017

MARÍA, MADRE DE LA SENCILLEZ

María, necesito fijarme en ti, porque de tu forma de vivir y de creer aprendo mucho. María, Madre de la sencillez, enséñame a ser sencillo y a buscar a tu Hijo, el Señor, en lo sencillo y humilde. Porque, no se trata de quemar el tronco, sino prender la brizna que, por contagio y cercanía irá prendiendo lo cercano y próximo hasta llegar al tronco y avivar fuertemente la hoguera de cada corazón.

María, tú prendisteis la llama de tu corazón en lo pequeño. Anunciada tu maternidad divina, concebido en tu seno al Hijo de Dios por obra del Espíritu Santo, marchaste rápidamente a casa de tu prima Isabel. Presta al servicio de lo más cercano y a lo que estabas vinculada. Prendiste esa pequeña brizna de tu fuego amoroso bañado ya por la Gracia de Dios. Sin grandes heroísmos ni pretensiones. Simplemente servicio humilde, silencioso y obediente.

Sí, María, tú sabías que servías en ese humilde servicio, valga la redundancia, a tu Dios, que prendió tu humilde corazón en ese fuego de amor que contagiaba y quemaba todo lo que tocaba. Y lo hacía con la llama del amor servicial, sencillo, dócil, disponible, callado, obediente, abierto, entregado, alegre y dispuesto a la fraternidad. Y, de esa manera, me evangelizabas, me dabas tu testimonio de Madre y me señalabas el camino a seguir. Un camino sencillo, humilde, silencioso, lleno de paz, confiado y esperanzado.

Porque, Dios no se encuentra en la heroicidad, ni en lo grandioso, ni tampoco en lo destacado y tormentoso. Menos en el ruido, en lo notable y lo exitoso. Dios se encuentra en la brisa suave de lo humilde, sencillo, disponible, entregado, servicial y amoroso. Y eso no está lejos, está a tu lado. Sólo tienes que mirarlo, tal y como hizo María. Se trata de descubrirlo y correr, con paso firme, sin prisa, pero sin pausas. Animado por el Espíritu Santo, y confiado en la presencia del Señor, que te acompaña, te fortalece y está a tu lado.

Gracias Madre por tus palabras. Quiero repetirlas ahora en alta voz para compartirlas con todos ustedes: "Anda, camina en donde Dios te ha puesto en este momento. Mira a tu derredor y abre tu corazón al que ves a tu lado. Sírvele, ayúdale, dadle alegría, háblale con tus obras de mi Hijo y confía y ten paciencia. Él está contigo, te cuida y protege. Y llénate de paz y sosiego, porque Dios no te pide otra cosa, sino que ames y ames y prendas el corazón que tienes a tu lado.

22 de noviembre de 2017

AUDIENCIA DEL PAPA FRANCISCO

La Eucaristía nos hace otro Cristo y nos asemeja a Él. El la gran oportunidad de nuestra vida, porque es un encuentro real con el Señor Jesús, que nos hace, como nos dice el Papa, participe de su Pasión, muerte, resurrección y ascensión. Vivamos todas las Eucaristías que podamos y de poder, diariamente. Pero, sobre todo el domingo. Es la gran cita de nuestra vida, el encuentro real y presente con Jesús, el Señor. El Hijo de Dios Vivo.



PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 22 de noviembre de 2017




Queridos hermanos y hermanas:

Continuando con la catequesis sobre la Santa Misa, podemos decir que es el memorial del Misterio Pascual de Cristo, que él llevó a cumplimiento con su pasión, muerte, resurrección y ascensión al cielo, y que nos hace partícipes de su victoria sobre el pecado y la muerte. Así, la Eucaristía hace presente el sacrificio que Cristo ofreció, una vez para siempre, en la cruz y que permanece perennemente actual, realizando la obra de nuestra redención.

En la Misa, el Señor Jesús, haciéndose «pan partido» por amor a nosotros, se nos da y nos comunica toda su misericordia y su amor, renovando nuestro corazón, nuestra vida y nuestras relaciones con él y con los hermanos. A través de la celebración eucarística, la acción del Espíritu Santo nos hace partícipes de la misma vida de Dios, que transforma todo nuestro ser mortal y nos llena de su eternidad.

Con la Eucaristía Jesús nos libra de la muerte física y del miedo a morir, como también de la muerte espiritual, que es el mal y el pecado. La participación en este sacramento, que nos llena de la plenitud de su vida, nos hace decir con san Pablo: «vivo, pero no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí» ( Ga 2,20). Por ello, para el cristiano es vital participar en la Eucaristía, especialmente el domingo, puesto que nos permite unirnos a Cristo, tomando parte de su victoria sobre la muerte y gozar de los bienes de la resurrección.


Saludos:
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los provenientes de España y Latinoamérica. El Señor Jesús nos quiere comunicar en la Eucaristía su amor pascual para que podamos amar a Dios y a nuestro prójimo como él nos ha amado, entregando su propia vida. Que la Virgen Santa interceda ante su Hijo por todos nosotros, y nos alcance la gracia de ser hombres y mujeres que encuentren en el sacrificio eucarístico el centro de la propia existencia y la fuerza para vivir en el amor.

18 de noviembre de 2017

MADRE BENDITA DEL CIELO

El cansancio hace mella. Se me viene a la cabeza este pensamiento porque, mañana, reflexionaremos sobre la parábola de la viuda y el juez injusto. Y eso, la falta de insistencia es una de las debilidades que más padecemos. A veces me pregunto, ¿para qué hago esto, si nadie lo lee o lo hace con cierta indiferencia? ¿Para qué gastar tanto tiempo inútil? El diablo aprovecha muy bien nuestras debilidades y sabe mucho de esto y del momento oportuno en el que tiene que actuar.

La Virgen, nuestra Madre, sabe mucho de esto, porque su vida ha sido una experiencia de contra tiempos, dificultades y obstáculos. Supongo que, María, nuestra Madre del Cielo, tuvo una y mil veces estas tentaciones de abandono y de aparcar su camino. Supongo que en más de una ocasión pensaría vivir una locura o utopía. Supongo que tuvo que pasar, como lo hizo su Hijo más tarde, por el desierto y ser tentada. Y, supongo, que también nosotros tendremos esas tentaciones.

¡Qué, bueno es mirar en estos momentos para María! Porque, es nuestra Madre, y una Madre siempre está preparada para actuar y no se cansa nunca. Y actúa aunque siempre sea el mismo problema y la misma situación. María, nuestra Madre del Cielo, supo, y eso ya no lo supongo, sino lo creo firmemente, soportar todas las adversidades. Supo, creer firmemente en Dios y creer en su Palabra y en su presencia en cada momento de su vida.

María, es ejemplo, no sólo de Madre, sino de insistencia y perseverancia. María, sola ante la Cruz soportó la adversidad más absoluta e insuperable. Sola se mantuvo firme sin saber que iba a ocurrir, sin esperanza humana que pudiera soportar, no sólo la muerte de su Hijo, sino qué ocurriría después. María creyó, esa es la concusión. María perseveró y gozo las mieles del triunfo de la Vida sobre la muerte.

María, Madre del Cielo, intercede por nosotros y acompañanos a ser perseverantes y a insistir, sin perder la fe, siguiendo tu ejemplo, a sostenernos en la lucha de caminar insistiendo y perseverando. Amén.

15 de noviembre de 2017

AUDIENCIA DEL PAPA FRANCISCO

Nacemos por la Gracia de Dios. Él nos ha creado, y alejados por el pecado, nuestro Padre Dios nos rescata en el Bautismo y nos salva por los méritos de su Hijo, nuestro Señor Jesús. La oración es el vínculo que nos une con nuestro Padre. En la oración dialogamos, nos dice el Papa Francisco, con Dios. Es Jesús, nuestro Señor, quien nos enseña a orar con el Padre, y nos enseña el Padrenuestro. Nos hace hermanos e hijos del Padre.

Somos verdaderamente hijos de Dios, y si hijos, pequeños y abandonados en sus Manos, confiados en que todo lo recibiremos de su providencia amorosa. Gracias, santo Padre, por recordarnos y adoctrinarnos en este hermoso criterio esperanzador de reconocernos hijos de nuestro Padre Dios.


PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 15 de noviembre de 2017


Queridos hermanos y hermanas:

En la catequesis de hoy, reflexionamos sobre otro aspecto de la Misa, que es la oración. Rezar es ante todo un diálogo, una relación personal. El hombre fue creado para este encuentro con Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, relación perfecta de amor y de unidad.

Jesús enseña a sus discípulos a rezar con la oración del “Padre nuestro” y con ella los introduce en el diálogo sincero y sencillo con Dios, animándolos a ir creando en ellos una conciencia filial, sabiendo decir “Padre”. También a nosotros nos invita a permanecer con Él, siendo la Eucaristía ese momento privilegiado de unión con Dios y los hermanos.

“Vivir” en esa presencia supone dialogar en silencio, y para ello debemos tener la humildad de reconocernos pequeños, como el niño en brazos de su padre, confiando que todo lo recibimos de sus manos amorosas. Además, se necesita esa capacidad de asombro, de dejarse sorprender, como la tienen los más pequeños, para reconocer la presencia de Dios en nuestras vidas, que nos llena de alegría y de esperanza para comenzar de nuevo: Dios nos ama a pesar de nuestras debilidades; nos invita al banquete nupcial en el que el Esposo encuentra nuestra fragilidad y la sana, para devolvernos a la unidad originaria de lo que somos: hijos de Dios.

Saludos:
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a la tripulación del Buque Cantabria que presta su servicio en el Mediterráneo en favor de los inmigrantes. Gracias, gracias por lo que hacen. Muchas gracias. Saludo también a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Los animo a acercarse a la Eucaristía para estar con el Señor, para sentarse a su lado y compartir con Él nuestra vida, escuchando su Palabra que hace arder nuestro corazón. Gracias.

11 de noviembre de 2017

MARÍA, MADRE DE LOS DESAMPARADOS


Madre de los desamparados
Hay momentos en los que uno no sabe qué decir. Son esos momentos tensos donde tus labios se paralizan y tus ideas no fluyen con la rapidez que necesitan tus labios para pronunciarlas y darle salida a tus respuestas. Son esos momentos donde necesitas el calor de una madre y la ternura de sus caricias y comprensión. Son esos momentos que siempre te busco, María, Madre de mi consuelo, que mitigas mi dolor y alivias mis problemas. Quizás no dándole soluciones, pero sí ayudándome a cargarlos con la misma humildad, esperanza y fe que tú hiciste en esos momento de la Pasión de tu Hijo.

María, Madre de Dios, eres la primera en cumplir su Voluntad. Has sido llena de Gracia y bendecida entre todas las mujeres, y en tu Sagrado vientre has encarnado la Naturaleza humana de tu Hijo, nuestro Señor. ¡Madre!, a quien mejor que a ti encomendarte mis inquietudes, mis problemas, mis angustias, dolores y sufrimientos. ¡Quien mejor que tú conoces y has experimentado el sufrimiento y el dolor! !Quien mejor que tú para presentarnos a tu Hijo e interceder por cada uno de nosotros!

Madre, danos la perseverancia de guardar con devoción en nuestros corazones el rezo del santo Rosario. Ese grito repetido, tras el Padrenuestro que nos enseñó tu Hijo, diez veces detrás de cada misterio de su vida. Danos la sabiduría de hacerlo vida en nuestras vidas y, junto a tí, pedir y rezar por la paz de este mundo; por la concordia y la fraternidad entre todos los pueblos; para que nunca se use el nombre Santo de Dios para justificar la violencia y la muerte; por los derechos a la vida de los inocentes que viven en el vientre de sus madres.

Madre del rosario, que tomo todos los días en mis manos e imploro confiado en tu maternidad espiritual entregada por tu Hijo en la Cruz, intercede por todos nosotros, para que sepamos discernir bien y elegir servir a Dios y no al dinero. Madre, alumbra nuestro camino y llévanos a vivir en la Palabra de tu Hijo. Amén.

8 de noviembre de 2017

AUDIENCIA DEL PAPA FRANCISCO

La promesa de Vida Eterna, tal y como nos recuerda el Papa Francisco en su audiencia de hoy, en cada Eucaristía nos alienta y nos invade de esperanza. A esas Palabras de Jesús: "El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna" correspondemos con la participación en ese banquete Eucarístico esperanzados en su promesa. Porque, el Señor cumple lo que dice, luego nuestra fe y confianza es plena.

Ahora, nuestras limitaciones por el pecado y las seducciones del mundo en que vivimos, son obstáculos que tratan de apartarnos de ese memorial real de la celebración Eucarística. El Papa nos cuestiona hoy sobre nuestra fe en la Eucaristía y nos sugiere acercarnos a ella y ahondar en su conocimiento.


PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 8 de noviembre de 2017




Queridos hermanos:

Comenzamos hoy una serie de catequesis sobre la Eucaristía. Intentaremos comprender mejor su importancia y su significado, y cómo el amor de Dios se refleja en este misterio de fe.

Inspirándose en las palabras de Cristo: «El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna», cristianos de todas las épocas no han dudado en entregar su vida por amor a la Eucaristía. El testimonio de los mártires nos cuestiona también a nosotros: ¿Qué importancia le damos al sacrificio de la Misa y a la comunión en la mesa del Señor? ¿Buscamos de verdad esa fuente de “agua viva”, que transforma nuestra vida en un sacrificio espiritual de alabanza y acción de gracias? La Eucaristía significa “acción de gracias”: acción de gracias a la Trinidad, que nos introduce en su comunión de amor.

El Concilio Vaticano II alentó la formación litúrgica de los fieles, porque la Iglesia vive siempre de la Liturgia y se renueva gracias a ella. Por eso, intentamos conocer mejor este gran don que Dios nos ha dado con la Eucaristía, en la que Cristo se hace presente para que participemos de su pasión y muerte redentora.

Saludos:
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en modo particular a los grupos provenientes de España y América Latina. Saludo a la delegación sindical argentina. Pidamos a la Virgen María que interceda por nosotros para que sintamos el deseo de conocer y amar más el misterio de la Eucaristía, sacramento del Cuerpo y la Sangre de su Hijo Jesús. Que el Señor los bendiga a todos. Muchas gracias.

4 de noviembre de 2017

MARIÁ, MADRE DEL CALVARIO

En repetidas ocasiones he escucha la frase: "Esta vida es un calvario". Y va cargada de razón, pues la vida tiene mucho de calvario y de sufrimiento. Para unos se presenta peor que para otros, pero todos, en mayor o menor medida sufren la amenaza del sufrimiento, la enfermedad y el calvario de la muerte.

Sin embargo, la subida al monte Calvario de Jesús para ser crucificado ha sido la salvación de muchos. Y digo muchos respecto a todos aquellos que creen en Él y perseveran en esa fe hasta compartir con Él también su propio calvario particular ofreciéndola a sus pies por todos los hombres. En este sentido, la muerte, nuestra muerte, tiene sentido y olor a gloria y eternidad.

María, nuestra Madre, estuvo en el Calvario. Ella también lo sufrió por el camino acompañando a su Hijo hasta el pie de la Cruz. Ella, de alguna manera, estaba también siendo crucificada en ese momento, y padeciendo su propio calvario. Ella ofreció, no sólo su vida, sino también su dolor y amargura, junto a su Hijo, por todos nosotros. Por esa es corredentora con su Hijo.

María, Madre de la humildad, enséñanos a ser humildes y a no perseguir los primeros puestos para ser ensalzados por los demás. Enséñanos a vivir en la humildad del servicio y a buscar nuestra humillación liberándonos de todo afán y vanidad. Experimentamos que se vive mejor cuando nuestro corazón descansa de tanta ambición, poder o riqueza. 

Madre, danos la fortaleza y el valor de saber entregar nuestra vida en el momento de nuestra propia muerte. De saber soportar y aceptar el dolor de terminar nuestro recorrido en este mundo y acompañanos para saber entregarlo con generosidad y abandono en Manos de tu Hijo. Enséñanos a poner en nuestros labios palabras de agradecimiento, de humildad y de servicio y de dejarnos acompañar por tu paciencia y sencillez confiando en el Amor y Misericordia de tu Hijo, nuestro Señor. Amén.