31 de enero de 2014

Ayuno y limosna

En cuaresma hay una serie de práctica que si no las quedamos en el olvido, las cumplimos por ser algo tradicional, pero que tienen un gran sentido cristiano, éstas son la oración, la limosna y el ayuno. No son exclusiva del cristianismo, la encontramos ya en el Antiguo Testamento y en las demás tradiciones religiosas, como es el caso del Islam, para el que éstas prácticas forman parte de las cinco grandes obligaciones de todo creyente.

“La oración, la limosna y el ayuno son las tres obras fundamentales de la vida religiosa y personal. Quien no ora a Dios no ayuda a los hombres y no reprime su naturaleza por la abstinencia. Este es ajeno a toda religión, aunque halla meditado toda su vida sobre temas religiosos, aunque haya hablado o escritos sobre ellos toda su vida... Cuando la oración, la caridad y la abstinencia se hallan unidas es cuando actúa la gracia divina que es una sola: ésta no se limita a unirnos a Dios, en la oración, nos asemeja a la divinidad llena de clemencia, en la caridad, y a la divinidad exenta de toda necesidad, en la abstinencia. (Vladimir Soloviev)

El problema que tenemos con el ayuno y la limosna es cómo vivirlos, pues suponen algo más que echar unos céntimos en la bandeja los domingos o comer menos o no comer ciertos alimentos en determinados días de la Semana. El ayuno nos enseña que para ser dueños de los bienes de la tierra, los cuales deben ser disfrutados por todos los seres humanos, debemos renunciar a algunos de ellos. Ya San Ambrosio, a finales del siglo IV, decía que “no son tus bienes los que das al necesitado, sino que les devuelves un bien, porque se trata de un bien común dado para uso de todos y que tú retienes para ti solo. La tierra es de todos, no de los ricos. 

Estas dos realidades, el ayuno y la limosna, nos ayudan a vivir una afirmación fundamental del cristianismo que el mundo que construimos debe ser un mundo fraterno, donde ser capaces de compartir con los demás lo que tenemos. Lo importante no es tener o no tener, sino el uso que damos a los bienes, a las cosas, y sobre todo el ser insensible frente aquel que tiene necesidades. El ayuno y la limosna, formas de vivir la caridad, deben abrirnos el corazón a aquellos que poseemos algo para compartir con los que carecen de todo, como recordaba, allá a mediados del siglo V, San León Magno a sus feligreses de Roma: “Que todos sopesen las cuantías de sus fortunas, y que quienes hayan recogido una mayor cosecha den más. Que las privación de los fieles se convierta en alimento de los pobres”. Para un cristiano estas realidades encuentras su sentido en la imitación de Cristo que ha venido a compartir nuestra vida.

El Papa Pablo VI en una intervención que dirigió a los miembros de Caritas internacional, recordaba el deber de cada uno a contribuir a la justicia y a la solidaridad: “es indispensables que los fieles pongan recursos financieros más amplios al servicio de los pobres. Esta exigencia es una llamada apremiante al espíritu de pobreza, a la mortificación, al ayuno, a la voluntad de restringir sus necesidades para ayudar con el fruto de las economías así realizadas a nuestros hermanos humanos en la necesidad”.

El ayuno cristiano o la limosna no es un mero ejercicio ascético, no nos privamos por privarnos. Se ayuna y se da limosna por amor, que se hizo pobre, y no debemos olvidar que en cristiano el amor a los hermanos es inseparable del amor a Dios. Tanto el ayuno, como la limosna son formas de vivir el sentido cristiano de la vida, que se caracteriza por la sobriedad y la moderación en todas las cosas, y el espíritu de pobreza.

Javier de la Cruz

28 de enero de 2014

¿San José Padre Adoptivo de Jesús?

La paternidad de José sobre Jesús es única en la historia de la humanidad y no se la puede encuadrar en ninguna de las leyes jurídicas de las legislaciones humanas, como no se puede encuadrar el matrimonio de José y María, del que nace esa paternidad. De ahí los apelativos más variados que se da a esa paternidad, y ninguno es adecuado para expresarla en su totalidad: padre virginal, matrimonial, putativo, nutricio, legal, adoptivo, propio…Yo le llamaría padre evangelical, es decir, tal como aparece en los evangelios.

De estos apelativos hay una que no responde a la realidad de la paternidad de San José, el de padre adoptivo de Jesús, aunque se haga con la mejor buena intención. Dice Santo Tomás: Ni el nacido de adulterio ni el hijo adoptivo educado en el matrimonio son bienes del matrimonio, porqués matrimonio no está destinado a su educación, como fue destinado especialmente este matrimonio para acoger en sí mismo aquella prole y para educarla.

Por el matrimonio con María José es verdadero padre de Jesús, reconocido por el Espíritu Santo en el Evangelio, particularmente en las palabras de María: Tu padre y yo muy angustiados te buscábamos (Lc 2,48). Jesús lo sabe y le honra como tal durante su vida terrena obedeciéndole: estaba sujeto a sus padres (Lc 2.51), y ha sido honrada esta paternidad por San José de una manera ejemplar al hacer “de su vida un sacrificio al misterio de la Encarnación y a la misión redentora a ella unida, y al haber usado de la autoridad legal que le competía sobre la Sagrada Familia, al hacerle donación total de sí mismo, de su vida, de su trabajo”. (Pablo VI).

Y de esta manera, con este comportamiento en el ejercicio de su paternidad San José es un reclamo luminoso para toda paternidad y maternidad humana. Él nos enseña que la paternidad es una autoridad-servicio. Todo hijo tiene ya un padre supremo y la paternidad terrena que deriva de de la de Dios, es un servicio pleno, todo destinado a ayudar al hijo a realizarse según el proyecto fijado para él por el Padre del cielo directamente.

Recordando el episodio de la quedada del Niño en el templo de Jerusalén, el B. Juan Pablo II lo cometa así: “Esta respuesta la oyó José, a quien María se había referido poco antes llamándole `tu padre`. Y así es lo que se decía y pensaba: `Jesús era según se creía, hijo de José (Lc 3,21). No obstante, la respuesta de Jesús en el templo habría reafirmado en el conciencia del `presunto padre´ lo que este había oído una noche doce años antes: José... no temas tomar contigo a María, tu mujer, porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo (Mt 1.20). Ya desde entonces, él sabía que era depositario del misterio de Dios y Jesús en el templo evocó exactamente este misterio: Debo ocuparme en las cosas de mi Padre”. (RC 15).

Encontramos también aquí la respuesta por qué la Carta del Papa Juan Pablo II comienza con Custodio del Redentor. ¿Por qué Custodio, pudiendo llamarle (a San José) Padre del Verbo o Padre de Dios? Con la palabra Custodio el Papa ha querido destacar el servicio prestado por él a la Redención. Ministro de la salvación es el papel asignado por Dios a él con relación al Salvador, ministerio llevado a cabo mediante el ejercicio de la paternidad. De ahí su ejemplaridad para toda la Iglesia que debe tener siempre presente su humilde y maduro modo de servir y participar en la economía de la salvación (RC 1) .

El Papa Francisco, citando estas palabras del Papa Juan Pablo II en su homilía del 19de marzo de 2013, remacho lo de San José Custodio aplicándolo a la Iglesia. Es uno de los puntos destacados de la homilía. Se detiene en el modo cómo ejerce esta misión con discreción y humildad, en silencio pero con una presencia constante y una fidelidad total, aun cuando no comprende... En la niñez, en la juventud de Jesús, les acompaña a él y a María en todo momento con esmero y amor. Está junto a María, su esposa, en los momentos serenos de la vida y en los momentos difíciles: viaje a Belén para el censo, horas temblorosa y gozosas del parto, momentos dramáticos de la huida a Egipto, en la afanosa y dolorosa búsqueda del Niño perdido, luego en la vida cotidiana en la casa y el taller de Nazaret. .



El Papa Francisco ve la custodia de San José sobre José y María y sobre la Iglesia juntamente, inseparables y ¿Cómo es esa custodia?. Con la atención constante a Dios, abierto a los signos de los tiempos, disponible al proyecto del Señor y no al suyo propio. Y es `custodio´ porque sabe escuchar a Dios, se deja guiar por su voluntad y precisamente por eso, es más sensible a las personas que se le han confiado, sabe cómo leer con realismo los acontecimientos y sabe tomar las decisiones más sensatas.. Su custodia está llena de bondad y de ternura...

P Román Llamas

23 de enero de 2014

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San José Modelo de los que Trabajan en la Curia Vaticana

A pocos días del tiempo de Navidad quiero recoger y comentar esta perla josefina del Papa Francisco. En la audiencia del santo Padre por la fiesta de Navidad, a sus colaboradores más cercanos, el 21 de diciembre de 2013 les dijo que profesionalidad y servicio, santidad y objeción de conciencia a las habladurías son las características del oficial de la Curia y más aún del superior, en el trabajo cotidiano por la Iglesia y la Sede apostólica.

A estas dos cualidades la profesionalidad y el servicio quisiera añadir una tercera cosa que es la santidad de vida. La santidad de vida es lo más importante en una jerarquía de valores. Y explica qué significa santidad de vida: vida inmersa en el Espíritu, apertura del corazón a Dios, oración constante, humildad profunda, caridad fraterna con los colegas. Buen programa de vida cristiana y consagrada a Dios. También significa apostolado, servicio pastoral directo, fiel, ejercido con celo en contacto directo con el pueblote Dios. Esto es indispensable para un sacerdote. Y refiriéndose a la Curia añade: la santidad en la Curia significa también hacer objeción de conciencia, sí, objeción de conciencia a las habladurías… objeción de conciencia que tal vez deberíamos ejercerla para oponernos a una ley no escrita de nuestros ambientes que, por desgracia, es la de las chácharas….y no lo digo solo desde el punto de vista moral, porque las chácharas, las habladurías dañan la calidad de las personas, dañan la calidad del trabajo y del ambiente.

Y remata su intervención proponiendo a san José como modelo de la vida y trabajo de los curiales. Que vuelvan y fijen sus ojos en san José “en este último tramo de camino a Belén. Nos puede venir bien meditar sobre el papel de san José, tan callado y tan necesario al lado de la Virgen María. Pensemos en él, pensemos en su preocupación por su esposa y por el Niño. Esto nos dice mucho sobre nuestro servicio a la Iglesia. Por tanto vivamos esta Navidad muy unidos espiritualmente a san José. Esto nos hará bien a todos “.

Y es que san José es realmente un modelo cabal de santidad de vida. Es el santísimo José, unido íntimamente a Jesús y María con quienes forma la Trinidad Santísima de la tierra. Es un hombre inmerso totalmente en el Espíritu Santo. San José es la sombra del Espíritu Santo, como le llamó Lope de Vega, por el oficio de Padre en el que suplió en lo humano al Espíritu de Dios.. El Espíritu Santo le llena y posee enteramente. Como a María, su esposa, sólo le movía el Espíritu Santo, por eso sus obras eran todas divinas. San José tenía siempre su corazón a abierto a Dios Padre. Acoge todas y cada una de las llamadas que le llegan de parte de Dios. No le falla nunca.“La atención constante a Dos, abierto a sus signos, disponible a su proyecto… José es ´custodio` porque sabe escuchar a Dios, se deja guiar por su voluntad…sabe cómo leer con realismo los acontecimientos, está atento a lo que le rodea y sabe tomar decisiones sensatas. En él, queridos amigos, vemos cómo se responde a la llamada de Dios con disponibilidad, con prontitud” (Homilías del Papa del 19 de marzo de 2013). 

San José es el hombre de oración constante. Es el que mejor ha llevado a cabo lo que luego enseñará Jesús en el Evangelio: Orad sin interrupción (Lc 18,1). ¿Qué es orar? La oración, dice Santa Teresa, no consiste en pensar ni discurrir, sino en amar, la oración constante es estar amando siempre. José esta amando siempre a Dios y a Jesús y esta mirando siempre a Jesús, que el mirar es amar, convive con él. Y por este amor y convivencia continua con Jesús, amándole y mirándole constantemente, no solo es hombre de oración, es maestro acabado de oración a quien tenemos que acudir para ser hombres de oración constante.  

San José es un hombre de humildad profunda. Como María se confiesa esclavo del señor no con palabras sino con su actitud constante y su hacer. Tiene plena conciencia de que todo lo que tiene lo ha recibido del Señor, que el Padre del cielo ha hecho en él cosas grandes. Humildad es andar en la verdad y San José anda plenamente en la verdad de su esclavitud para con Dios y en la verdad de todo lo ha hecho en él el Todopoderoso. Ni atisbos de vanagloria pasaron por él.

San José es un alma de caridad fraterna. Viviendo con el Salvador del mundo, del que le ha anunciado el ángel que salvaría a su pueblo de sus pecados, no puede no estar pendiente de esta realidad y ofrecía su vida con la de su Hijo por la salvación de todos los pecadores. Si San Buenaventura declaró que consentiría gustoso en morir tantas veces como pecadores hay en el mundo a fin de salvarlos a todos ¿qué no haría San José? En el hogar de Nazaret reinaba la caridad más exquisita. San José es ejemplo admirable de caridad fraterna. Y sin duda que hizo muchas caridades en su oficio de carpintero. El conoce por las Escrituras la preferencia de Dios por los huérfanos y las viudas y por los más pobres y desvalidos, y amando tantísimo a Dios, como él le amaba, ¿cómo viviría la caridad para con ellos?.

Santisimo como era San José no sabía de habladurías y chácharas, que es propio de gente mezquina y baja, de rufianes y comadreros, de ánimos insinceros y no verdaderos, de hombres rastreros y plebeyos. San José era grande, ganadísimo de espíritu muy noble y magnánimo y no consentía que en su taller corriesen habladurías y chácharas.

San José no es solo modelo acabado para los que trabajan en la Curia vaticana sino para todo fiel cristiano, ya que todos estamos llamados a la santidad y el Señor nos ha dado en el santo Patriarca, después de Jesús y María y en unión con ellos, el modelo perfecto de santidad en las mil variaciones de la misma.


P. Román Llamas,ocd

20 de enero de 2014

CUANDO SE DESCUBRE EL VALOR DE LA VIDA

Kirsten Breedlove
Esta es la realidad de lo que sucede en muchos lugares a cada instante. La historia de Kirsten Breedlove es una prueba palpable de que los rescatadores que, a las puertas de los abortorios, rezan y ofrecen información a las madres para que no maten a sus hijos, no sólo consiguen salvar a algunos de ellos. También cambian el alma de quienes participan o incluso dirigen esos negocios.

Tenía 22 años y era enfermera. Feminista radical, tenía una amante lesbiana y trabajaba en un abortorio de Dallas (Texas) donde también se hacían abortos a fetos de más de 24 semanas. Pero si algo la sacaba de quicio, era la presencia a las puertas del centro de un grupo de personas que permanentemente protestaban contra las atrocidades que sucedían dentro y ofrecían a las mujeres que entraban allí información sobre lo que es el aborto. En alguna ocasión les denunció ante las cámaras de televisión, y en particular a uno de ellos particularmente insistente, Mark Gabriel, consiguió que lo encarcelasen. Cada vez que llamaba a la policía se repetía la conversación: "Hola, Kirsten, ¿Mark otra vez? Vamos por él". Leer más

La perseverancia da sus frutos cuando los corazones se abren. La Gracia del Señor se derrama cuando nuestros esfuerzos son entregados desde la libertad y en integra gratuidad, pero sobre todo, por amor. Ese amor que el Espíritu Santo nos infunde y nos libera. No desfallezcamos, sigamos perseverando, en la oración, en nuestros testimonios, en nuestra lucha diaria... Cada cual desde donde está y pueda. La vida es un don que está por encima del hombre y que no tiene derecho a evitar.
Salvador Pérez Alayón


17 de enero de 2014

EL ABORTO: ¿EN MANOS DE QUIÉN ESTAMOS?

La vida o la muerte de un ser humano, de una criatura de Dios, está en las manos de los diputados y senadores que con sus votos decidirán sobre la cuestión del aborto en España.

Es un auténtico contrasentido que la vida, que es el mayor bien que estamos obligados a proteger, se haya convertido en una cuestión política, de intereses y estrategias de partidos donde algunos son contrarios a cualquier reforma porque defienden el aborto libre que es, no lo olvidemos, parte de la denominada, y casi instaurada, cultura de la muerte así como los defensores de reformar la vergonzosa y asesina Ley Aído que han llegado a presentar un anteproyecto de ley y este delicado tema está causando gran controversia en sus propias filas.

Los unos, los otros y los de más allá difieren de todo lo que tenga que ver con el derecho a la vida. Algunos dicen que el derecho de la mujer no es tal derecho, otros que no tiene por qué serlo y otros más si creen en el mismo. Toda esta ambigüedad en el mensaje, en las decisiones adoptadas y por adoptar no son nada buena porque no garantiza que se vaya a reformar la ley del aborto sino, que entre trámite parlamentario y trámite parlamentario, al final el resultado será un poco más o menos lo mismo.

Luego vendrán los estudios, estadísticas de que España es un país cada vez más envejecido y que existe muy poca juventud para tirar del carro donde las pensiones y el sistema que la garantizan quedará tocado a medio y largo plazo.

Observo todos los días con estupor lo que “nuestros” representantes dicen y hacen en muchos de los sentidos aunque creía que las cosas estarían más claras con lo que en verdad importa y es necesario como es la Vida. Si no son capaces de defender la Vida de los no nacidos tampoco nos prestarán mucha cuenta a los que ya poblamos, con más o menos años, esta bendita Nación.

Una vez más el sentir del pueblo difiere al ciento por ciento de los representantes de las distintas fuerzas políticas. Que pregunten a la inmensa mayoría de los votantes del partido en el Gobierno como se sienten si cuando apoyan un determinado programa electoral y después ven y siente en sus carnes el famoso dicho de “donde dije digo digo Diego” y más concretamente en la defensa de los valores humanistas que se le presuponían.

Si en términos de la Ley Natural el aborto es una perversidad en el sentido de la fe es una auténtica atrocidad, un crimen en todos los sentidos de la expresión. 

La defensa de la Vida es un tema que nos afecta a todos sin distinción seamos o no creyentes porque estamos hablando de asesinar, de cortar de raíz, la vida de un ser humano que está gestándose en el vientre materno y que tiene derecho a nacer. Todos los hombres y mujeres de buena voluntad son muy sensibles en esta cuestión tan molesta para algunos y tan importante, porque es vital, para tantos.

Sigue siendo la Santa Madre Iglesia la defensora a ultranza de la Vida y me refiero de forma explícita a las declaraciones del Papa Francisco hace tan solo unos días y que, por su claridad, lo dice todo:

“Es horroroso incluso pensar que hay niños, víctimas del aborto, que nunca verán la luz del día”.

Cada día que pasa son muchos los niños que no verán la luz del día, como dice el el Santo Padre, ni disfrutarán de los pueblos, ciudades, del mar o de la montaña. Muchos son los que nunca recibirán el abrazo y el cariño de una madre. Cada día que pasa son más las mujeres que se sienten profundamente frustradas por abortar, muchas de las cuales son encaminadas a esa vil práctica porque no se le ofrecen otras alternativas, no se les abren las ventanas que pongan soluciones a su situación o problemas que puedan acarrear.

A ti mujer, te digo que vale la pena seguir adelante con el embarazo, que las alegrías y satisfacciones de tener a tu hijo en brazos no es comparable a cualquier situación que puedas estar viviendo en estos momentos de dudas y malos consejos. Preguntate una sola cosa: ¿Qué será de mi vida si mi hijo no nace por haber permitido el aborto?

Esta misma pregunta se la traslado a todos los dirigentes políticos que tienen en sus manos el defender la vida y acabar con el aborto: ¿Qué será de mi vida y la vida de mis hijos si permito con mis votos que en España se aborte libremente como hasta ahora?

Y lo digo yo que no estoy de acuerdo con ninguna reforma del aborto porque como cristiano, católico, como defensor de la Vida a ultranza mi planteamiento, aunque sé que es difícil de conseguir, es el del aborto cero, es decir, la supresión absoluta y fulminante de la Ley del Aborto. 

La Vida es más sagrada de lo que nos podemos pensar.

Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios te bendiga.

Jesús Rodríguez Arias

15 de enero de 2014

El matrimonio de María. y José

El matrimonio de María y de José es una verdad clara y repetidamente enseñada en el Evangelio. En una primera etapa se celebraba el matrimonio legal (verdadero matrimonio hasta tal punto que si a la mujer se la sorprendía en adulterio se la podía lapidar) y después de un tiempo, un año más o menos, el esposo la llevaba solemnemente a su casa. Antes, pues, de convivir con María, José es el esposo de María. Por eso el ángel de parte de Dios le dice que no tema tomar a María, su mujer, en su casa.

Pues bien, “el hecho de ser ella la esposa prometida de José está contenido en el designio mismo de Dios”(RC 1), lo que significa que San José pertenece al orden hipostático. Cuando Dios se dirige a él lo hace en calidad de esposo de María, y lo que ha sucedido en ella por obra del Espíritu Santo es una afirmación del vinculo esponsal, existente ya entre María y José Y este vínculo esponsal se había realizado por voluntad de Dios y, consiguientemente, hay que conservarlo. En su maternidad divina María tiene que continuar viviendo como una virgen desposada con un hombre llamado José. De ahí que intervenga de nuevo el Señor por medio del ángel y le diga a José que tiene que tomar a María, su mujer en su casa para ratificar y culminar este matrimonio. “En estas palabras de la ´anunciación nocturna` José escuchó no solo la verdad divina acerca de la inefable vocación de su esposa, sino que también vuelve a escuchar la verdad sobre su propia vocación. Este hombre justo que en el espíritu de las más nobles tradiciones del pueblo elegido amaba a la Virgen de Nazaret y se había unida a ella con amo esponsal, es llamado de nuevo por Dios a este amor”(RC 19).

El matrimonio de José y María es un matrimonio que se realiza por voluntad de Dios, especialmente en la segunda etapa. Es un matrimonio llevado a cabo por el Espíritu Santo, en el que prima el más sublime y más puro amor. Como dice le Abad Ruperto de Deutz: “Oh matrimonio verdadero y santo, matrimonio celeste y no terreno, pues ¿cómo o en qué estuvieron maritados? Ciertamente en que entre ellos no había más que un espíritu, una sola fe; sólo no existió allí la corrupción de la carne…en que la vida de los esposos y su unión era totalmente celeste, del Espíritu Santo era el amor conyugal de ambos, cuyo trato era en los cielos y en ambos tenía la primacía. Dios había encomendado a la mujer a la fe de este marido, y formando la humanidad (de Jesús) de la carne de la Virgen había infundido radicalmente, totalmente en este varón paterno el amor a aquel niño que de ella nacía” (Commentarium in Matheum, l.I, PL 170,3919). “Su amor, como hombre, ha sido regenerado por el Espíritu Santo… José, obediente al Espíritu Santo, encontró justamente en él la fuente del amor, de su amor esponsal de hombre y este amor fue más grande que el que de aquel varón justo podía esperarse, según la medida del propio corazón humano”(RC 19)

María, unida a José, el hombre justo, por un estrechísimo vínculo de amor y José, mediante el sacrificio total de sí mismo, expresa su amor generoso hacia la Madre de Dios haciéndole don esponsal de sí (RC 20); se aman con abismos de amor que hay en sus corazones; estos abismo de amor son la grandeza de María, en sentir de Santa Teresita.

Y como el matrimonio es el máximo consorcio y amistad, -al que de por sí va unida la comunión de bienes- se sigue que si Dios ha dado a José como esposo a la Virgen María se lo ha dado no solo como compañero de vida, testigo de la virginidad y tutor de la honestidad, sino también para que participase por medio el pacto conyugal de su excelsa grandeza”.(RC 20).

Este amor es la vida de la Sagrada Familia, la Trinidad de la tierra, para dar a entender que si el amor es la esencia de la Trinidad del cielo –el amor que su esencia se decía- lo es también de la Trinidad de la tierra. No se comprende que María pertenezca al orden hipostático y que no pertenezca san José, que por el matrimonio es carne de María. Es el matrimonio de José y María el que es ordenado por voluntad de Dios desde toda la eternidad a la realización del misterio de la Encarnación.

“La familia de Nazaret, inserta directamente en el misterio de la Encarnación constituye un misterio especial. Y –al igual que en la Encarnación- a este misterio pertenece también una verdadera paternidad: la forma humana de la familia del Hijo de Dios, verdadera familia humana formada por el misterio divino. En esta familia José es el Padre.”(RC 21).

Este matrimonio de José y María, contenido en el designio eterno de Dios, inspirado y llevado a cabo por el Espíritu Santo y realizado por voluntad expresa de Dios en su segunda etapa, está totalmente ordenado y únicamente a acoger el misterio de la Salvación, al Salvador del mundo, que tenía que nacer por disposición de Dios desde la eternidad de una virgen María, desposada con un hombre llamado José.
                                              

P. Román Llamas, ocd

11 de enero de 2014

VIDA EN EL INSTANTE DE LA FECUNDACIÓN



Hay debate a la hora de decidir si hay un ser humano o no lo hay en el momento de la concepción. Y concreto, entendiendo que el momento de la concepción se produce en el mismo instante que el óvulo es fecundado por el espermatozoide. Supongo que está claro, en ese mismo instante, en el mismo segundo, y que, por si queda alguna duda, la madre embarazada no lo advertirá hasta pasado quizas horas o días.

La ciencia dice, ver aquí, que hay un nuevo ser humano en el instante de la fecundación, no sólo al cuarto de hora, como al parecer defendía un señor ayer en el programa intereconomía defendiendo que en ese tiempo era discutible la existencia de un ser humano, sino en el mismo instante de la fecundación:

La ciencia no discute que —tanto en la especie humana como en otras especies animales— cada nuevo individuo se forma, naturalmente, por la unión de un espermatozoide con un ovocito (el óvulo), como se ha descrito. Esta unión se llama fecundación
Tanto el espermatozoide (gameto masculino) como el óvulo (gameto femenino) son células, ambas están vivas en el momento de unirse, y siempre lo estuvieron, ya que se formaron a partir de otras células vivas.
Al unirse dan origen a una célula única llamada cigoto, que también está viva. Si los gametos (espermatozoide y óvulo) que se unieron eran humanos, el cigoto resultante también lo es.
A la luz de esta verdad, se puede decir que la vida humana solo continúa. Pero, ¿en qué momento se puede decir que ya hay un nuevo individuo? La respuesta simple es que el nuevo individuo se inicia cuando ocurre la fecundación

El cigoto, resultado de la unión del espermatozoide (gameto masculino) y el óvulo (gameto femenino),  células vivas, será otra célula viva (cigoto). Si los primeros son humanos, el resultado, es decir, el cigoto, también es humano. Y que yo conozca no hay sino una raza de seres humanos cuyos derechos son defendidos en todas las Constituciones de los Gobiernos.

Ocurre que cuando hay interese nos vendemos y hasta en la misma Iglesia puede existir algo de eso. Pero se descubren cuando no obedecen la Voluntad de Dios y se arriman a la de los hombres.

Salvador Pérez Alayón

10 de enero de 2014

Pasada la Navidad y las fiestas que la rodean empezamos un nuevo año aunque llevemos caminado unos días desde que finalizara el anterior.

Pienso que el día 7 de enero se ajusta más a realidad de percepción de nuevo año que el 1 en el que todo es fiesta y cierta algarabía.

Ahora nos queda por delante un nuevo año lleno de expectativas, de trabajo, de ilusiones y también, si Dios así lo quiere, de decepciones y algunas tristezas. Todo forma parte de la vida y es bueno que así suceda.

Hace muchos años me interesé por un tema que para mí era primordial: “La espiritualidad en el trabajo”. Leí varios documentos, libros que trataban y desgranaban este tema y todos venían a decir que es bueno llevar esa espiritualidad a los círculos más íntimos, cercanos y el trabajo así está considerado.

Es ejercer tu misión apostólica y evangelizadora en un medio no siempre afín y cercano para las cosas de Dios. No olvidemos que en tu medio laboral pueden haber ateos, agnósticos o creyentes de otras religiones e incluso filosofías.

Por mi trabajo en el sector público, es decir, la Administración me aconsejaban algunos compañeros que fuera muy cuidadoso a la hora de exponer claramente mi fe y mis creencias a lo que siempre respondía que si lo hacía con respeto ninguna clase de mal estaría haciendo.

En mi mesa la adornan una pequeña cruz con una hoja de los olivos milenarios del Huerto de Getsemaní, una foto de mi mujer y otra de mi ingreso en la Real y Benemérita Institución de los Caballeros Hospitalarios, un pisapapeles con el escudo de la Asociación Católica de Propagandistas que me regalara su anterior presidente y mejor amigo, Alfredo Dagnino Guerra y encima del ordenador una sencilla cruz de madera. Preside mi despacho una foto de la Esperanza Macarena de Sevilla como un pequeño cuadro de los Titulares de mi Hermandad de los Afligidos de San Fernando. En mi lugar de trabajo Dios está presente siempre en signos visibles e invisibles y con ello ya estoy colaborando a crear un espiritu envolvente de lo que es la espiritualidad en el trabajo.

Os voy hacer partícipes de una idea que se convirtió en una feliz realidad y que lleva más de catorce años haciéndose todos los días laborables.

Pensé, hace tantos años ya, que podría enviar un mensaje, una meditación, unas palabras reflexivas a un grupo determinado de compañeros para así de esa forma ejercer mi particular evangelización en mi ámbito laboral. Estas meditaciones, cientos ya, están recogidas de libros, documentos, algunas que vienen a mi poder de la manera más insospechada así como algunas propias. 

Es el hermano mayor, el precedente más íntimo donde la difusión es más limitada de las reflexiones diarias que realizo todas las mañanas en facebook, que son al cien por cien de mi autoría, y que se encuadran más tarde en reflexionesdesdeeltren.blogspot.com.

Las envío por medio correo electrónico interno al grupo que tengo preestablecido, y que cada vez son más los que me piden el recibirlas, con el nombre de “Para meditar”. De lunes a viernes ciento y pico compañeros reciben una meditación que tiene como misión principal el reflexionar hasta cuestionarse cosas en sus vidas para que les pueda ayudar. Todas son diferentes e incluso se cambia el tipo de fuente, el tamaño o el color. Siempre es una pequeña meditación y siempre es diferente.

Así de esta manera Dios está presente en mi vida laboral y debo decir que son también muchos los compañeros los que me cuentan y desahogan conmigo en muchos aspectos prevaleciendo lo personal e íntimo a lo eminentemente profesional. Dios utiliza sus resortes para hacer felices y dar tranquilidad a los demás e incluso a los que dicen no creer en Él.

La espiritualidad en el trabajo, si se quiere, se puede hacer y es una forma de llevar a Dios a todos, es una inmejorable fórmula para seguir evangelizando en un ámbito más cercano, íntimo, comprometedor. Y tú, ¿Te atreves? ¡Hazlo y no te arrepentirás!

Día a día durante más de 14 años ciento cincuenta compañeros reciben a diario un correo que les hace pensar y que les sirve “Para meditar”.

Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios te bendiga.

Jesús Rodríguez Arias

9 de enero de 2014

Revista X, una propuesta de reflexión cultural cristiana

Es un espacio de reflexión cultural, basado en los valores del cristianismo y en la tradición de su cultura y su pensamiento, pero abierto al diálogo con las confrontaciones y desafíos de la sociedad actual.

Es también un lugar para la difusión de las iniciativas de la Iglesia Católica y su vocación de construir una sociedad mejor; y, también, para todas aquellas iniciativas que, aún no siendo estrictamente religiosas, dignifiquen al hombre.  No se busca la mera difusión de eventos y actividades, sino que ellos sean una invitación a comprometerse y participar en un cambio verdadero y positivo para la sociedad y el hombre actual.
Es una publicación de edición mensual.  Cuenta con autores estables, y con el correr de los números contará también con autores invitados, según el tema y la ocasión.  La idea es que cada número tenga un hilo conductor en torno a una idea que nuclee las temáticas principales de los artículos.  En el primero fue la luz, y en en el próximo será la paz.  Cuenta también con una sección de humor gráfico, y con otras secciones que se irán agregando de a poco a medida que el proyecto se consolide.

La producción de la revista está a cargo del grupo Filocalia: una comunidad de artistas católicos que, desde hace 20 años, viene desarrollando una tarea apostólica ininterrumpida en el campo del teatro y la música (www.facebook.com/filocalia), y que ha participado en las recientes Jornadas Mundiales de la Juventud poniendo en escena cuatro obras musicales originales, y animando musicalmente distintos eventos, por ejemplo el encuentro del Santo Padre con los jóvenes argentinos en la Catedral de Río de Janeiro.

La revista surge como un espacio de diálogo y reflexión sobre temas de interés común para la Fe y las disciplinas y sectores culturales que conviven en la sociedad que nos toca vivir.

Pueden consultarla en la siguiente dirección web: http://revista-x.blogspot.com.ar/

Enviado por Daniel Rojas Delgado

8 de enero de 2014

San José, padre de Jesús

San José es ministro de la salvación, además de por esposo de María, por ser padre de Jesús, que lo es precisamente por su matrimonio con María. El matrimonio de María con José está predestinado desde la eternidad por Dios, esta en el decreto eterno de la redención y salvación, para acoger en él, en la familia, al Hijote Dios, cuando se encarnase en la tierra, Esa es toda la razón de ser de este matrimonio: acoger al Verbo de Dios, criarle, educarle, defenderlo, hacerle vivir una vida entre los hombres, en todo semejante a la de ellos menos en el pecado. “Es para asegurar la protección paterna a Jesús por la que Dios elige a San José como esposo de María. Se sigue de esto que la paternidad de San José –una relación que lo sitúas en lo más cerca posible de Jesús, término de toda elección y predestinación (Rom 8,28s) - pase a través del matrimonio con María, es decir, a través de la familia” (RC 7).

No importa que San José no sea el padre natural de Jesús, pues tenía que nacer de usan virgen, eso sí desposada con un hombre llamado José. Ha nacido en el matrimonio de José y María, y San Francisco de Sales -y otros muchos autores - explica esta paternidad con esta comparación: “Jesús, después de a la Santísima Virgen, pertenece a él (a San José) más que a nadie. Siendo como es familiar suyo e hijo natural de su esposa. Si un pajarillo o una paloma (por usar una comparación más adecuada con la pureza de los santos de quienes estamos hablando) llevasen en el pico un dátil y le dejase caer sobre un jardín, no se diría que la palmera nacida de tal semilla pertenece a la paloma sino al amo del jardín. Y ¿quien osaría dudar que el Espíritu Santo, divina paloma,  dejó caer ese dátil en el jardín cerrado de la Virgen María, defendido en torno suyo por las setas vivas del voto de virginidad y pureza inmaculada, que pertenece al glorioso San José, como la esposa al esposo y que tan divina palmera, rica en frutos de inmortalidad, no pertenece también a nuestro Santo, el cual no se asombra ni se vanagloria sino que se hace cada día más humilde? (Sermón el la fiesta de San José, n.4).

Una paternidad, sin más calificativos, como le llama la Virgen María cuando encuentran al Niño en el templo en medio de los doctores de la Ley: Tu padre y yo muy angustiados te buscábamos (Lc 2,48). Una paternidad entendida tal como aparece en el Evangelio.

Sencillamente “a raíz de aquel matrimonio ambos merecieron ser llamados padres de Cristo, no solo ella madre, sino también él su padre, del mismo modo que era esposo de su madre, ambos por medio de la mente, no de la carne” (RC 7)...

San José ha sido llamado por Dios a servir directamente a la persona y a la misión de Jesús mediante el ejercicio de la paternidad, de ese modo coopera en la plenitud de los tiempos al gran misterio de la redención y es verdaderamente ministro de la salvación (RC 8). San José “ha hecho de su vida un servicio, un sacrificio al misterio de la Encarnación y a la misión redentora que le va unida…ha hecho donación total de sí, de su vida, de su trabajo, al haber convertido su vocación humana al amor doméstico en la sobrehumana oblación de sí, de su corazón, y de toda capacidad en el amor puesto al servicio del Mesías, germinado en su casa” (RC 8).

Y Dios Padre le dotó de unas disposiciones y de unas virtudes singulares para llevar a cabo esta sublime misión. “como no es concebible que a una misión tan sublime no correspondan las cualidades exigidas para desarrollarla adecuadamente, en necesario reconocer que José tuvo para con Jesús, por especial don del cielo, todo aquel amor natural, toda aquella afectuosa solicitud que el corazón de un padre pueda conocer” (RC 8).

Alguien pudiera pensar que si San José no estuvo presente en la pasión y muerte de Cristo en la cruz, si no participó en ellas, ¿cómo se puede afirmar que cooperó a la salvación de los hombres, cuando esta se realiza precisamente por la pasión y muerte de Jesús en cruz, pues San José para entonces ya había muerto? El B. Juan Pablo II, previendo esta dificultad, escribe: “La vida propia de José, su peregrinación de la fe se concluirá antes, es decir,  antes de que María se detenga ante la cruz en el Gólgota…sin embargo, la vía de San José sigue la misma dirección, queda totalmente determinada  por el mismo misterio del que él, junto con María, se había convertido en el primer depositario”, porque””la encarnación y la redención constituyen una unidad orgánica e indivisible, donde el plan de la revelación se realiza con palabras y obras intrínsecamente conexas entre sí. Precisamente por esta unidad, el Papa Juan XXIII, que tenía una gran devoción a San José, estableció que en el canon romano de la misa,  memorial perpetuo de la redención, se incluyera su nombre junto al de María, y antes de los apóstoles, de los Sumos Pontífices y de los mártires” (RC 6).

Por esta unidad orgánica e indivisible todas las acciones de Cristo son salvíficas y redentoras. “De hecho la salvación, que pasa a través de la humanidad de Jesús, se realiza en los gestos que entran en la cotidianidad de la vida familiar, respetando aquella ´condescendencia´ inherente a la economía de la encarnación” (Rc 8). Y toda la vida escondida de Jesús fue confiada a la custodia de San José (RC 8), que tuvo la alta misión de acogerle, darle el nombre, criarle, alimentarle, vestirlo, defenderlo e instruirlo en la ley yen un oficio como corresponde  a los deberes propios del padre (Rc 16).


                                                           P. Román Llamas, ocd

7 de enero de 2014

Entre la Espiritualidad del Pesebre y la Espiritualidad de la Cruz



Durante el período comprendido entre Adviento, Navidad y a Epifanía, parece que no tenemos otra imagen que ocupe nuestras mentes que el pesebre de Belén. El mismo carácter gozoso de las fiestas navideñas ha influido enormemente en nuestra mentalidad de tal manera que reduce el misterio de Dios concretamente a esta temporada del año, para olvidarnos el resto del año de los misterios de la infancia de Jesús.

No obstante nuestra incoherencia, la imagen de la cueva de Belén debiera seguir anclada en nuestras mentes a lo largo del año, incluso durante la Semana Santa, cuando la imagen que prevalece es la de la cruz y el Calvario de Jerusalén.

                Las dos imágenes coinciden en las mismas lecciones sobre la vida de Cristo: Una vida vivida con humildad, pobreza, sacrificio y renuncia. La cueva de Belén nos lo ilustra con sonrisas, mientras que la cruz, nos repite la totalidad de esta lección con lágrimas.

                Para conocer mejor a Cristo y unirnos a El, hay que vivir una espiritualidad en donde acudamos espiritualmente tanto al pesebre como a la cruz en todas las épocas del año. No importa que ya no seamos niños. La vida cristiana no se vive apegada a la cronología; más bien debemos vivir la Palabra de Dios en todas las etapas. Las alegrías, tristezas y los diversos acontecimientos de la vida se pueden manifestar en cualquier momento y las lecciones de la vida de Cristo pueden hacerse presentes, siempre y cuando vivamos unidos al mismísimo Cristo que encarnó, murió crucificado y resucitó.

                La espiritualidad del pesebre va mucho más allá del pesebre decorado en los nacimientos navideños. El pesebre es ininteligible. Reflexionemos sobre las circunstancias en que nació Jesús, sobre las cuales es imposible fantasear porque rebasan cualquier imaginación, por más creativa que sea. La humanidad de Jesús desconcierta tanto como su divinidad a los sabios.

                Hay interrogantes, cuya respuesta debemos interiorizar para poder apropiar estas lecciones en nuestras vidas:

1.       ¿Qué tendrá la humildad para que el Hijo de Dios se abrace a ella?
2.       ¿Qué tendrá la pobreza, para que el Hijo de Dios haya preferido vivirla?
3.       ¿Qué tendrá el sacrificio para que el Hijo de Dios haya renunciado a los privilegios?

El testimonio de vida de Cristo nos hace callar y pensar, para quedarnos con una respuesta que no comprendemos. Lo que es incomprensible para nosotros, algo debe esconder que va más allá de nuestro mundano entorno, ya que Dios ha preferido lo que el mundo desprecia. No podemos comprender porqué María ha dado a luz en una cueva de Belén, como si se tratara de un refugio exclusivo. El evangelista San Lucas se limita a expresar con su característica fineza que se refugiaron en una gruta porque no había lugar para ellos en el mesón público. María quería reservarse para sí en esos benditos momentos.  

Dios quiso reservar para su Hijo el pudor: una Madre con delicadeza y pureza, cuyo testimonio llegaría a ser el sermón lleno de elocuencia que el mismo Jesús Niño expresaría sin abrir sus labios. El mundo necesita del pudor para vivir ciertos mandamientos de la Ley y el niño recostado en el pesebre lo estaba predicando en un tono al que no estamos acostumbrados. Esta predicación tan exquisita y silenciosa es necesaria en todas las etapas de nuestras vidas.

¿Qué lecciones nos imparte el bendito pesebre? Al niño Jesús le falta todo, menos el Amor.  En el pesebre se conjugan el Amor y la felicidad que alcanzan su máxima expresión. María ha dado a luz virginalmente, envuelve a su bebé en pañales y lo recuesta, según nos relata el evangelio. Es difícil medir el amor que desborda del corazón de tan tierna Madre y la feliz sonrisa de San José. Es incomprensible también la felicidad de los humildes pastores que se regocijan con el nacimiento de un niño amigo que viene a colmar sus esperanzas y agregan más pobreza y más felicidad a este escenario. El Amor y la pobreza se encuentran con mayor facilidad que el dinero y el amor.

El pesebre y la cruz son para todos los días. Las lecciones para la vida Cristiana las imparten con la misma elocuencia y eficacia.  Se puede elegir entre pesebre y cruz, aunque esta última enseñe llorando con sangre mientras que el pesebre nos brinde sonrisas y caricias. Hasta en eso nos desconcierta la aparición de Nuestro Salvador. Es el hombre más grande que ha existido en la Historia, pero también es Dios. Su grandeza es insuperable, sobretodo en el Amor. No nos quedemos sólo con una dimensión en nuestra fe. Necesitamos una espiritualidad equilibrada y al mismo tiempo madura. Si nos quedamos con la espiritualidad del pesebre, no llegaremos a cumplir con la misión que Dios nos ha confiado.  Debemos crecer en la fe.



Santa Edith Stein (Teresa Benedicta de la Cruz) nos habla de la ‘Ciencia de la Cruz’. Estamos llamados a la perfecta unión con nuestro Creador. Partiendo de Santa Teresa de la Cruz, nos explica que en este camino, el alma parte de la periferia hacia el centro de sí misma, lugar de la unión con Dios, como lo describe San Juan de la Cruz. En este crecimiento espiritual actúan dos fuerzas: el amor de Dios al alma y el amor del alma a Dios.  En su obra, que fue dedicada a San Juan de la Cruz a los 400 años de su muerte, explora la “noche oscura”.  Si bien muchos de nosotros no somos místicos, sí debemos profundizar en esta ‘Ciencia de a Cruz’. Escribe Santa Edith Stein: tenemos que aprender a ver y a oír, etc., como si no viéramos ni oyéramos. La actitud fundamental ante el mundo que cae bajo los sentidos tiene que ser otra. Con la instauración de la “noche oscura” comienza algo completamente nuevo: toda la cómoda familiaridad con el mundo, el sentirse colmado de los placeres que ofrece, el deseo de estos placeres y la consecuente adhesión a este deseo…, todo esto es a los ojos de Dios tiniebla e incompatible con la luz divina. Tienen que ser arrancados tosas sus raíces, si se ha de dejar sitio en el alma para Dios”.

La noche no aniquila las potencias, sino que mortifica el apetito, ya que cuando los apetitos dominan sobre el alma, ésta se halla en tinieblas y le es arrebatado el espíritu de Dios. Con tantos apetitos y apegos, hay mucho camino que recorrer para nosotros desde la periferia al centro del alma.  Santa Edith Stein concluye su obra comentando que  “las percepciones sensibles son una etapa necesaria en este camino de crecimiento espiritual, pero, para poder seguir adelante en el mismo, el alma ha de adentrarse activamente en la noche oscura y preparar así el terreno de su alma para la unión con Dios en fe, ya que “la fe es el sólo y proporcionado medio para que el alma se una con Dios”.

¿Qué tanto anhelamos unirnos con Dios en la fe? ¿Estamos preparados para emprender este camino? La espiritualidad del pesebre nos puede ayudar a lo largo del camino a comprender la Ciencia de la Cruz, pero no nos quedemos sólo con el pesebre. Este trabajo implica, según esta obra, que enumera algunos de los consejos que Juan de la Cruz da a sus hijos espirituales: Lo principal es mortificar y vaciar los sentidos de todo gusto que no sea para la pura honra y gloria de Dios. Para mortificar las pasiones (gozo, esperanza, temor y dolor) el santo recomienda “inclinarse siempre a lo más desabrido, a lo más dificultoso, a lo más trabajoso; a no querer nada, sino a estar desnudos y vacíos a todo lo que no es Cristo”.

La espiritualidad de la cruz no es un camino fácil, por eso necesitamos ayuda de la espiritualidad del pesebre. Ambas implican renuncias y conducen al gozo del Amor de Dios. Cristo resucitó y nos brindó la Pascua. Como bien lo explica San Bernardo de Clairvaux: “Todos nosotros hemos sido llamados a estas bodas espirituales en que Jesucristo es el esposo y la esposa nuestra misma alma.”

-Yvette Camou-


Bibliografía:

Houselander, Caryl. 'Wood of the Craddle, Wood of the Cross' -The Little Way of Infant Jesus- Sophia Institute.  2008.  Pages 38, 152, 171.

Stein, Edith. 'The Science of the Cross'. Collected Works of Edith Stein. Vol. 6. ICS Publications. Pages 2o2, 205-207



6 de enero de 2014

ACTA del CONCURSO de DISEÑO de LOGOTIPO para la iniciativa “Yo estoy de mudanza”

El jurado para el CONCURSO de DISEÑO de LOGOTIPO “Yo estoy de mudanza”,  integrado por:

- Presidente: D. Néstor Mora. Presidente de la Asociación de Blogueros con el Papa.
- Secretario: D. Mauricio Traeger. Director del proyecto “Yo estoy de mudanza”
- Vocales:
1 - Dª Mayra Novelo. Catholic.net
2 - D. Mauricio Artieda. Catholik-link
3 - Dª Marta Jiménez. Aciprensa.com y Ewtn.com
4.- D. Juan Carlos Velarde. Radio Vaticano
5.- D. Jesús García Gañán. Director del programa "Caminantes en la noche" en Radio Maria
6.- D. Santiago Casanova Miralles. iMision.com

Previa deliberación y votación ha acordado lo siguiente:

Primero: Expresar el agradecimiento a todos los concursantes por su participación, desde la Asociación de Blogueros con el Papa y, especialmente desde el equipo de trabajo de “Yo estoy de mudanza”.

Segundo: Tras evaluar cada uno de los diseños y dibujos presentados, ha acordado declarar desierto el Concurso de diseño de logotipos para la iniciativa “yo estoy de mudanza” debido a que los logos presentados, o bien no cumplen con los requisitos técnicos indicados en las bases del concurso, o bien no expresan adecuadamente el mensaje que se pretende comunicar mediante el logo.

No habiendo más asuntos que tratar, cuando son las diecinueve horas del día seis de enero de 2014, como Secretario, doy fe. Y, para que conste, se levanta la presente acta, comunico a la organización del Concurso el presente acuerdo y autorizo para que se haga pública, según bases, a las 20 h, del día de hoy.
A seis de enero de 2014

Mauricio Traeger
Secretario



ANEXO de los ORGANIZADORES del CONCURSO al ACTA del JURADO:

Los organizadores del Concurso de diseño de logotipos para la iniciativa “yo estoy de mudanza” (Asociación de Blogueros con el Papa - Yo estoy de mudanza),

Tras la comunicación de la decisión del jurado, de dejar desierto el mismo, consideran que no procede hacer públicos los diseños preseleccionados.

Y, por ello, firman el presente comunicado a las diecinueve horas, treinta minutos, del día seis de enero de 2014, que se hará público, junto al acta del jurado, a las 20 h.


Néstor Mora                         Mauricio Traeger     Joan Carreras del Rincón
Presidente Asociación       Director Proyecto     Subdirector Proyecto


2 de enero de 2014

José en el Misterio navideño

La vida y la misión de San José se desarrolla en estrecha e íntima unión con María y Jesús Es el esposo de María y el padre de Jesús por su matrimonio con María. “El Hijo de María es también en hijo de José en virtud del vínculo matrimonial que les une; a raíz de aquel matrimonio fiel ambos merecieron ser llamado padres de Cristo; no sólo ella su madre sino también él su padre” (RC 17). Los meses inmediatos precedentes al nacimiento de Jesús, San José vive en su casa, y, cuando descubrió que su esposa esperaba un hijo sin parte suya, entró en una densa noche oscura santificadora. Y cuando el ángel, en medio de la oscuridad de esta noche, le dice que no tema tomar a María en su casa, - este hombre justo que en el espíritu de las más nobles tradiciones del pueblo elegido amaba a la Virgen de Nazaret y de había unido a ella con amor esponsal, es llamado nuevamente por Dios a este amor (RC 19)-  el Santo no dice nada pero hace. Inmediatamente la tomó en su casa con el niño que llevaba en su vientre, y ya acompaña constantemente a la Virgen y al hijo que nació de ella. Se convierte en su sombra protectora y amparadora. Y ¡qué bien les ayudó en los trabajos y penalidades de la vida!

Hace que la Virgen le acompañe en el viaje que tiene que emprender a Belén para empadronarse, conforme  a la orden del Emperador de Roma. No quiso, ni pudo en su corazón, dejarla sola en Nazaret. Ya en Belén, al no encontrar lugar donde albergarse, busca y encuentra una cueva en los alrededores del pueblo. La limpia, la prepara y acomoda, era carpintero,  para poder vivir en ella con holgura y , sobre todo,  la prepara para que el hijo que va a nacer de María, su mujer, de un momento para otro, encuentre una  casa limpia y amorosa, pues el ángel les ha revelado que es el Salvador del mundo.

La casa de su corazón ya la tenía preparado desde hacía  mucho tiempo, bajo la guía del Espíritu Santo. Por eso, lo primero que encuentra el Niño, cuando nace en la cueva, es los corazones y los brazos de María y de José.¡Qué a gusto se debió sentir en aquellas dos casas,  encerrado Él, el  Inabarcable e Inmenso, en el albergue de una pobre cueva !Qué sintió San José en el profundo silencio que envolvió siempre su vida, cuando por primera vez le recibió en su brazos, cuando le dio .los primeros besos y  descubrió su primea sonrisa! Tendríamos que tener su propio corazón para saberlo. Fueron momentos gloria, de paz, de alegría.  Un poeta del siglo XVI, devotísimo de San José nos pinta al glorioso Patriarca recibiendo de manos de María, su esposa, al recién nacido, alzándole de la cuna de pajas, diciéndolo mil requiebros, expresando los mejores sentimientos de alegría y dignificación que resume en estas palabras: “Adora, reverencia, abraza, besa,/ grajea requiebra, alegra y enamora/ al Niño pobre que por Dios confiesa,/ y al rico Dios que entre pañales mora./ Gózase la bellísima Princesa, / viendo a José que de contento llora,/ y tomando al Infante soberano/ volvió a las pajas al gracioso Grano” (José de Valdivieso).


José, ante el recién nacido, cae en un hondo silencio adorante, un éxtasis de amor ante la Belleza, Grandeza y Fuerza de aquel nacido pobre y necesitado en todo de sus pobre, pero que él sabe que es el Salvador del mundo, como le había  dicho el ángel y en lo íntimo de su corazón le llama ya Jesús

1 de enero de 2014

Feliz 2014 de la Circuncisión de nuestro Señor Jesucristo



Hoy, mientras el cielo de Santander estaba siendo iluminado por innumerables fuegos de artificio, yo comenzaba el nuevo año subiendo al altar para celebrar la solemnidad litúrgica de la Maternidad divina de la Virgen María. Este hecho se repite todos los años.

¿Son dos modos de celebrar lo mismo? ¿Estoy unido en el mismo espíritu celebrativo de los que comen las doce uvas al son de las campanas y se aprestan a lanzar sus cohetes y "guasapean" (dicen que ésta ha sido la palabra clave del año 2013) sus felicitaciones a todos sus contactos?

Es lógico que me haga esta pregunta. No dejo de ser un "bicho raro", cuando me separo de los usos sociales imperantes y parece que me aparto de la fiesta y de la alegría de los demás.

No es fácil responder a esas preguntas. Pero la mejor manera de hacerlo es redireccionándolas a cuantos reciben festivamente cada nuevo año cósmico. ¿Qué es lo que celebran ellos? ¿Realmente es éste un acontecimiento que valga la pena celebrar?

El Papa Francisco parece responder a estas preguntas formulando un importante principio que ha desarrollado en su reciente exhortación apostólica Evangelii Gaudium: El tiempo es superior al espacio.
Todos reciben al nuevo Año porque están convencidos de que el tiempo es superior al espacio, aunque la gran mayoría no sean conscientes de ello.

Si el espacio fuese superior al tiempo, entonces realmente no celebraríamos nada. Estaríamos en nuestra cárcel vital, llevando una existencia de esclavos o errando por las periferias.
"Hay una tensión bipolar entre la plenitud y el límite -explica el Papa en el nº 22 de su exhortación-. La plenitud provoca la voluntad de poseerlo todo, y el límite es la pared que se nos pone delante. El «tiempo», ampliamente considerado, hace referencia a la plenitud como expresión del horizonte que se nos abre, y el momento es expresión del límite que se vive en un espacio acotado. Los ciudadanos viven en tensión entre la coyuntura del momento y la luz del tiempo, del horizonte mayor, de la utopía que nos abre al futuro como causa final que atrae. De aquí surge un primer principio para avanzar en la construcción de un pueblo: el tiempo es superior al espacio".
Hay celebración porque hay esperanza

Hay celebración porque existe la esperanza, porque esa tensión vital nos dice que, más allá de los límites que pretenden encerrarnos en un espacio, existe una plenitud anhelada. Eso es lo que celebran sin ser conscientes de ello quienes lanzan sus cohetes y toman sus uvas al ritmo de las campanadas. 

Sin embargo, eso es muy discutible. 

¿Es razonable esperar en una plenitud anhelada por el espíritu pero que contrasta con la realidad del límite de nuestro cuerpo? ¿Qué esperamos? ¿Qué celebramos? Las dos preguntas últimas se identifican. Celebramos aquello que esperamos. Si no esperamos nada, nada celebramos o por lo menos sería estupido e irracional hacerlo. Es comprensible que haya muchas personas que se apartan de esas celebraciones multitudinarias y ruidosas y optan sencillamente por mantener una actitud digna y resignada. Si el espacio es superior al tiempo, entonces la vida es una cárcel sin esperanza. Volveremos al polvo del que hemos venido. El suicidio, el aborto, la eutanasia, sería algo deseable... un modo de escapar de una vida miserable.

Me parece que a quienes piensan así no se les debe responder de manera equivocada. No se trata de recordarles únicamente que existe el quinto mandamiento de la Ley de Dios y que en consecuencia esas conductas son pecaminosas. Esas personas necesitan esperanza, pero una esperanza fundada. 

¿Qué celebramos hoy, 1 de enero de 2014? ¿Un nuevo Año cósmico? No, celebramos el años 2014 de la circuncisión de nuestro Señor Jesucristo. Ese día en que el niño Dios fue llevado por sus padres al Templo para que lo circuncidaran y le pusieran el nombre de Jesús, "el que le dio el ángel antes de ser concebido en el seno" (Lc 2, 21). Ese día el nombre de Jesús -que significa Dios salva- comenzó a dar esperanza a todos cuantos están convencidos de que el tiempo es superior al espacio. 

Lo curioso del caso es que cuantos se atrevan a formular la felicitación con las palabras con que titulamos este post comprenderán por qué razón este niño sería un signo de contradicción. Muchos que celebran el nuevo Año no querrán de ninguna manera reconocer que es la circuncisión de Jesucristo la razón última de su alegría y de su esperanza. 


Joan Carreras