28 de noviembre de 2010

"En la Iglesia nadie es patrón" dice el papa a los nuevos cardenales

 CIUDAD DEL VATICANO. El papa Benedicto XVI recordó a los nuevos 24 cardenales que recibieron este sábado el título cardenalicio que en la Iglesia “nadie es patrón” y que la autoridad “no es dominio y poder sino servicio” , durante la solemne homilía pronunciada en la basílica de San Pedro.

El papa Benedicto, durante la ceremonia de los nuevos cardenales.
Fuente: AFP
“En la Iglesia nadie es patrón” , afirmó el Papa, quien recalcó que los nuevos “príncipes de la Iglesia” entran a formar parte del “coetus peculiaris” , el grupo selecto “que brinda su colaboración asidua e inmediata” al pontífice.
  
A los nuevos cardenales, entre ellos dos latinoamericanos, el Papa subrayó que en la Iglesia “no es la lógica del dominio ni del poder” la que reina, “sino la del servicio, la de arrodillarse para lavar los pies, la lógica de la Cruz, que es la base de todo ejercicio de autoridad” , dijo.
  
De los 24 nuevos cardenales, cuatro tienen más de 80 años de edad, entre ellos el español José Manuel Estepa Llaurens, arzobispo emérito de la Orden Militar.
  
Los dos latinoamericanos con derecho a voto que recibirán el título cardenalicio son el arzobispo emérito de Quito  (Ecuador) , Monseñor Raúl Vela Chiriboga y el brasileño Raymundo Damasceno Assis, arzobispo de Aparecida y presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano  (Celam) .
  
Los nuevos “ministros” recibieron el birrete rojo cardenalicio durante la celebración.
  
Con las nuevas designaciones, el número de cardenales con derecho a voto en un eventual cónclave por la muerte del Papa llega a 121 miembros, uno más del límite fijado por el Papa Pablo VI y pocas veces superado por Juan Pablo II.
  
La víspera, unos 150 cardenales del mundo entero se reunieron con el pontífice para hablar de la “respuesta de la Iglesia” a la pedofilia.
  
Durante la reunión fueron informados sobre el programa “eficaz y coordinado” que la Santa Sede prepara para combatir ese grave fenómeno que afecta a la Iglesia católica.
20 de Noviembre de 2010 08:14

27 de noviembre de 2010

Vigilia de oración por la vida naciente

Hoy los blogueros con el Papa podemos unirnos a la Vigilia de oración por la vida naciente, que celebrará el Papa Benedicto XVI en Roma.

Mons. Martínez Camino y el Papa

Algunos medios de comunicación se han rasgado las vestiduras ante las declaraciones del Portavoz de la Conferencia Episcopal Española. El episcopado español estaría enmendando la plana al Vicario de Cristo en la Tierra. Después del acierto pontificio, aquí en España volveríamos a las andadas. El Papa ha señalado que en algunos casos el uso del preservativo es un acto de responsabilidad. El portavoz, en cambio, ha sostenido que el uso del preservativo nunca está justificado ni puede ser aconsejado por nadie. Aparentemente hay ciertamente contradicción.

Sin embargo, no es así. El Papa ha dicho que la botella está medio llena. El episcopado español, por medio de su portavoz, insiste en verla medio vacía. No hay oposición.

Pongamos un ejemplo que se está difundiendo en la blogosfera. Imaginemos que una red internacional de atracadores de bancos hubieran hecha pública su intención de no usar balas de verdad en la ejecución de los atracos y de emplear, en cambio, proyectiles adormecedores que no producen la muerte.

Ante esta noticia, diversas instituciones aplauden la decisión de la cúpula mafiosa. Es loable que estén dispuestos a evitar muertes inútiles.

Sin embargo, las instituciones bancarias se aprestan a señalar su temor de que estas buenas intenciones de los delincuentes sean tomadas por buenas por otras personas. Habrá que señalar, en efecto, que el uso de proyectiles adormecedores inocuos no justifica de ninguna manera la comisión de esos delitos ni es aconsejable en general inducir a nadie a que cometa atracos a las instituciones bancarias.

Al episcopado español le preocupa el uso torticero y manipulador de las palabras del Papa: algunos medios de comunicación más que preocuparse por la salud parecen estar financiados por las empresas que confeccionan y distribuyen los preservativos. Promocionar la fornicación es realmente rediticio para ellas, pero tampoco sirve a la salud pública, sino que más bien la empeora.

26 de noviembre de 2010

ORACION POR EL PAPA

Oh Jesús, Rey y Señor de la Iglesia: renuevo en tu presencia mi adhesión incondicional a tu Vicario en la tierra, el Papa. En él tú has querido mostrarnos el camino seguro y cierto que debemos seguir en medio de la desorientación, la inquietud y el desasosiego. 

Creo firmemente que por medio de él tú nos gobiernas, enseñas y santificas, y bajo su cayado formamos la verdadera Iglesia: una, santa, católica y apostólica. Concédeme la gracia de amar, vivir y propagar como hijo fiel sus enseñanzas. 

Cuida su vida, ilumina su inteligencia, fortalece su espíritu, defiéndelo de las calumnias y de la maldad. Aplaca los vientos erosivos de la infidelidad y la desobediencia, y concédenos que, en torno a él, tu Iglesia se conserve unida, firme en el creer y en el obrar, y sea así el instrumento de tu redención. Así sea.

25 de noviembre de 2010

AUDIENCIA GENERAL DEL PAPA

 Benedicto XVI: Catalina de Siena, copatrona de Europa


Hoy en la Audiencia General

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 24 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la catequesis que el Papa Benedicto XVI pronunció hoy durante la Audiencia General celebrada en el Aula Pablo VI con peregrinos procedentes de todo el mundo.
* * * * *
Queridos hermanos y hermanas,
hoy quisiera hablaros de una mujer que ha tenido un papel eminente en la historia de la Iglesia. Se trata de santa Catalina de Siena. El siglo en que vivió – el decimocuarto – fue una época difícil para la vida de la Iglesia y para todo el tejido social en Italia y en Europa. Con todo, incluso en los momentos de mayor dificultad, el Señor no cesa de bendecir a su Pueblo, suscitando Santos y Santas que sacudan las mentes y los corazones provocando conversión y renovación. Catalina es una de estas y aún hoy nos habla y nos empuja a caminar con valor hacia la santidad para ser de forma cada vez más plena discípulos del Señor.

Nacida en Siena, en 1347, en una familia muy numerosa, murió en su ciudad natal en 1380. A la edad de 16 años, impulsada por una visión de santo Domingo, entró en la Orden Terciaria Dominica, en la rama femenina llamada Mantellate [llamadas así por llevar un manto negro, n.d.t.]. Permaneciendo con la familia, confirmó el voto de virginidad que había hecho de forma privada cuando era aún adolescente, se dedicó a la oración, a la penitencia, a las obras de caridad, sobre todo en beneficio de los enfermos.

Cuando la fama de su santidad se difundió, fue protagonista de una intensa actividad de consejo espiritual hacia toda categoría de personas: nobles y hombres políticos, artistas y gente del pueblo, personas consagradas, eclesiásticos, incluido el papa Gregorio XI, que en aquel periodo residía en Aviñón y a quien Catalina exhortó enérgica y eficazmente a volver a Roma. Viajó mucho para solicitar la reforma interior de la Iglesia y para favorecer la paz entre los Estados: también por este motivo el Venerable Juan Pablo II la quiso declarar Copatrona de Europa: para que el Viejo Continente no olvide nunca las raíces cristianas que están en la base de su camino y siga tomando del Evangelio los valores fundamentales que aseguran la justicia y la concordia.
Catalina sufrió mucho, como muchos Santos. Alguno pensó incluso que había que desconfiar de ella hasta el punto de que en 1374, seis años antes de su muerte, el capítulo general de los Dominicos la convocó a Florencia para interrogarla. Le pusieron al lado a un fraile docto y humilde, Raimundo de Capua, futuro Maestro General de la Orden. Convertido en su confesor y también en su “hijo espiritual”, escribió una primera biografía completa de la Santa. Fue canonizada en 1461.

La doctrina de Catalina, que aprendió a leer con dificultad y a escribir cuando era ya adulta, está contenida en el Diálogo de la Divina Providencia o bien Libro de la Divina Doctrina, una obra maestra de la literatura espiritual, en su Epistolario y en la colección de las Oraciones. Su enseñanza está dotada de una riqueza tal que el Siervo de Dios Pablo VI, en 1970, la declaró Doctora de la Iglesia, título que se añadía al de Copatrona de la Ciudad de Roma, por voluntad del Beato Pío IX, y de Patrona de Italia, por decisión del Venerable Pío XII.

En una visión que nunca se borró del corazón y de la mente de Catalina, la Virgen la presentó a Jesús, que le dio un espléndido anillo, diciéndole: "Yo, tu Creador y Salvador, te desposo en la fe, que conservarás siempre pura hasta cuando celebres conmigo en el cielo tus bodas eternas” (Raimundo de Capua, S. Catalina de Siena, Legenda maior, n. 115, Siena 1998). Ese anillo le era visible solo a ella. En este episodio extraordinario advertimos el centro vital de la religiosidad de Catalina y de toda auténtica espiritualidad: el cristocentrismo. Cristo es para ella como el esposo, con el que hay una relación de intimidad, de comunión y de fidelidad; es el bien amado sobre cualquier otro bien.

Esta unión profunda con el Señor está ilustrada por otro de la vida de esta insigne mística: el intercambio del corazón. Según Raimundo de Capua, que transmite las confidencias recibidas de Catalina, el Señor Jesús se le apareció con un corazón humano rojo resplandeciente en la mano, le abrió el pecho, se lo introdujo y dijo: “Queridísima hija, como el otro día tomé el corazón tuyo que me ofrecías, he aquí que ahora te doy el mío, y de ahora en adelante estará en el lugar que ocupaba el tuyo” (ibid.). Catalina vivió verdaderamente las palabras de san Pablo, “...no vivo yo, sino que Cristo vive en mi" (Gal 2,20).

Como la santa de Siena, todo creyente siente la necesidad de conformarse a los sentimientos del Corazón de Cristo para amar a Dios y al prójimo como el mismo Cristo ama. Y todos nosotros podemos dejarnos transformar el corazón y aprender a amar como Cristo, en una familiaridad con Él nutrida por la oración, por la meditación sobre la Palabra de Dios y por los Sacramentos, sobre todo recibiendo frecuentemente y con devoción la santa Comunión. También Catalina pertenece a este grupo de santos eucarísticos con la que quise concluir mi Exhortación Apostólica Sacramentum Caritatis (cfr n. 94). Queridos hermanos y hermanas, la Eucaristía es un extraordinario don de amor que Dios nos renueva continuamente para nutrir nuestro camino de fe, revigorizar nuestra esperanza, inflamar nuestra caridad, para hacernos cada vez más semejantes a Él.

Alrededor de una personalidad tan fuerte y auténtica se fue construyendo una verdadera y auténtica familia espiritual. Se trataba de personas fascinadas por la autoridad moral de esta joven mujer de elevadísimo nivel de vida, y quizás impresionadas también por los fenómenos místicos a los que asistían, como los frecuentes éxtasis. Muchos se pusieron a su servicio y sobre todo consideraron un privilegio ser guiados espiritualmente por Catalina.

La llamaban “mamá”, pues como hijos espirituales tomaban de ella la nutrición del espíritu.
También hoy la Iglesia recibe un gran beneficio del ejercicio de la maternidad espiritual de tantas mujeres, consagradas y laicas, que alimentan en las almas el pensamiento de Dios, refuerzan la fe de la gente y orientan la vida cristiana hacia cimas cada vez más elevadas. “Hijo os digo y os llamo – escribe Catalina dirigiéndose a uno de sus hijos espirituales, el cartujo Giovanni Sabatini -, en cuanto que os doy a luz a través de continuas oraciones y deseo en presencia de Dios, así como una madre da a luz a su hijo" (Epistolario, Carta n. 141: A don Giovanni de’ Sabbatini). Al fraile dominico Bartolomeo de Dominici solía dirigirse con estas palabras: "Dilectísimo y queridísimo hermano e hijo en el dulce Jesucristo".

Otro rasgo de la espiritualidad de Catalina está ligado al don de las lágrimas. Estas expresan una sensibilidad exquisita y profunda, capacidad de conmoción y de ternura. No pocos santos tuvieron el don de las lágrimas, renovando la emoción del mismo Jesús, que no reprimió ni escondió su llanto ante el sepulcro del amigo Lázaro y al dolor de María y de Marta, y a la vista de Jerusalén, en sus últimos días terrenos. Según Catalina, las lágrimas de los Santos se mezclan con la Sangre de Cristo, de la que ella habló con tonos vibrantes y con imágenes simbólicas muy eficaces: “Tened memoria de Cristo crucificado, Dios y hombre (…). Poneos por objetivo a Cristo crucificado, escondeos en las llagas de Cristo crucificado, ahogaos en la sangre de Cristo crucificado" (Epistolario, Carta n. 16: A uno cuyo nombre se calla).

Aquí podemos comprender por qué Catalina, aún consciente de las debilidades humanas de los sacerdotes, hubiese tenido siempre una grandísima reverencia por ellos: ellos dispensan, a través de los Sacramentos y la Palabra, la fuerza salvífica de la Sangre de Cristo. La Santa de Siena invitó siempre a los sagrados ministros, también al Papa, a quien llamaba “dulce Cristo en la tierra", a ser fieles a sus responsabilidades, movida siempre y solo por su amor profundo y constante por la Iglesia. Antes de morir dijo: “Partiendo del cuerpo yo, en verdad, he consumido y dado la vida en la Iglesia y por la Iglesia Santa, lo cual me es de singularísima gracia" (Raimundo de Capua, S. Caterina da Siena, Legenda maior, n. 363).
De santa Catalina, por tanto, aprendemos la ciencia más sublime: conocer y amar a Jesucristo y a su Iglesia. En el Diálogo de la Divina Providencia, ella, con una imagen singular, describe a Cristo como un puente lanzado entre el cielo y la tierra. Está formado por tres escalones constituidos por los pies, el costado y la boca de Jesús. Elevándose a través de estos escalones, el alma pasa a través de las tres etapas de todo camino de santificación: el desapego del pecado, la práctica de las virtudes y del amor, la unión dulce y afectuosa con Dios.

Queridos hermanos y hermanas, aprendamos de santa Catalina a amar con valor, de forma intensa y sincera, a Cristo y la Iglesia. Hagamos nuestras para ello las palabras de santa Catalina que leemos en el Diálogo de la Divina Providencia, en la conclusión del capítulo que habla de Cristo-puente: "Por misericordia nos has lavado en la Sangre, por misericordia quisiste conversar con las criaturas. ¡Oh Loco de amor! ¡No te bastó encarnarte, sino que quisiste también morir! (...) ¡Oh misericordia! El corazón se me ahoga al pensar en ti: a dondequiera que me vuelva a pensar, no encuentro sino misericordia" (cap. 30, pp. 79-80). Gracias.

[En español dijo]
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los venidos de Chile, España, México, República Dominicana y otros países latinoamericanos. Siguiendo el ejemplo y la enseñanza de Santa Catalina de Siena, os invito a todos a amar a Cristo y a la Iglesia con un amor cada vez más intenso y sincero. Muchas gracias.

24 de noviembre de 2010

El Papa y los preservativos

He estado durante bastante tiempo en un fuera de juego bloguero, y tampoco he tenido mucho tiempo para informarme más sobre este asunto. Pero hoy tengo un ratito y vale la pena que lo dedique a dar mi opinión sobre este tema.

¿Cuáles han sido las palabras del Papa?

"Concentrarse sólo en el preservativo quiere decir banalizar la sexualidad y esta banalización representa precisamente el motivo por el que muchas personas ya no ven en la sexualidad la expresión de su amor, sino sólo una especie de droga, que se suministran por su cuenta. Por este motivo, también la lucha contra la banalización de la sexualidad forma parte del gran esfuerzo para que la sexualidad sea valorada positivamente y pueda ejercer su efecto positivo en el ser humano en su totalidad. Puede haber casos justificados singulares, por ejemplo, cuando un prostituto utiliza un preservativo, y éste puede ser el primer paso hacia una moralización, un primer acto de responsabilidad para desarrollar de nuevo la conciencia sobre el hecho de que no todo está permitido y de que no se puede hacer todo lo que se quiere. Sin embargo, este no es el verdadero modo para vencer la infección del VIH. Es verdaderamente necesaria una humanización de la sexualidad”. (

¿Cuál es el contexto?

El Papa está hablando en el contexto de una amplia entrevista que será publicada justamente hoy en varios idiomas simultáneamente  y en la que responde a la cuestión de la lucha contra la epidemia del SIDA. Este es el contexto, como se desprende perfectamente de este artículo de referencia.

Estas palabras han sido tergiversadas y mal interpretadas por  los enemigos del Papa. Se trataría de un primer paso -tímido, pero importante- en la senda de la aceptación católica del preservativo: el Papa habría modificado la postura del magisterio eclesial sobre el tema. Así se ha presentado la noticia hace unos días.

Hace poco más de un mes escribí un post titulado "los preservativos: ¿ídolo o tabú? en el que se puede encontrar la razón que explica la desproporción que existe entre las palabras del Papa y el eco que recibe en los medios de comunicación. 

Para quienes el preservativo es un ídolo, todo lo que pueda ayudar a su exaltación es siempre bien venido.

Para quienes el preservativo es un tabú, incluso el Papa hará mal en tocar un tema tan obsceno. (Véase una reacción de este tipo en este otro enlace: el Papa Benedicto XVI y la justificación del preservativo.





22 de noviembre de 2010

UNA ORACIÓN DESDE EL RINCÓN


Sé, SEÑOR, que TÚ me
has dado lo que necesito para 
conseguir lo que TU esperas de mí.

Sin embargo, los miedos, la inseguridad,
las malas intenciones, la desconfianza de
pensar que TÚ me puedes reprochar
me impulsa a inhibirme y a 
enterrar esos talentos.

Me siento más seguro teniéndolos
enterrados y vigilados por mí, y 
sin darme cuenta rechazo tus 
proyectos, declino mi responsabilidad.

Al final, me doy cuenta que no
tengo confianza en TÍ. No creo
tus promesas y palabras. Por 
falta de fe, me excluyo, y te dejo.

Sólo, SEÑOR, una cosa te pido:
"Aumenta mi fe y haz que desentierre
todo lo que TÚ me has dado para
ponerlo en la mesa común. 

Quiero
ser valiente, como tu fiel seguidor
Juan Pablo II nos dijo, y también
Benedicto VXI. No tener miedos
ni temores, sino la esperanza de
que TÚ, que eres mi PADRE
me recibes, me comprendes
y me perdonas. Amén

19 de noviembre de 2010

NUNCA HAY QUE RESIGNARSE A LA FALTA DE PAZ, A PESAR DE LAS DIFICULTADES

La Asamblea sinodal “ha tenido presente siempre la imagen de la primera comunidad cristiana”

 

En la clausura del Sínodo de los obispos para Oriente Medio.

CIUDAD DEL VATICANO, domingo 24 de octubre de 2010 (ZENIT.org).-
 
Nunca hay que resignarse a la falta de paz, a pesar de las dificultades, es el mensaje que Benedicto XVI lanzó hoy durante la clausura del Sínodo de los obispos para Oriente Medio.
Esta Asamblea culminó hoy con la celebración de una Misa solemne en la Basílica de San Pedro, ante el Altar de la Confesión. El Papa concelebró con 177 Padres sinodales y 69 colaboradores.
Durante la homilía, el Pontífice quiso lanzar un ulterior mensaje de apoyo a los cristianos de Oriente Medio, “que se encuentran en situaciones difíciles, a veces muy duras, tanto por los problemas materiales como por el desánimo, el estado de tensión y, a veces, el miedo”.
Sin embargo, Benedicto XVI subrayó la importancia de que los cristianos de esta región asuman un papel protagonista en la búsqueda de la paz, superando el miedo y las dificultades.
Estos cristianos, subrayó, “aunque poco numerosos, ellos son portadores de la Buena Nueva del amor de Dios por el hombre, amor que se reveló precisamente en Tierra Santa en la persona de Jesucristo”.
“Esta Palabra de salvación, reforzada con la gracia de los Sacramentos, resuena con particular eficacia en los lugares en los que, por la divina Providencia, fue escrita, y es la única Palabra capaz de romper el círculo vicioso de la venganza, del odio, de la violencia”.
El Papa exhortó a los cristianos de Oriente Medio a “purificar el corazón”, en paz “con Dios y con el prójimo”, para que puedan “nacer propósitos e iniciativas de paz a nivel local, nacional e internacional”.
“A esta obra, a cuya realización está llamada toda la comunidad internacional, los cristianos, ciudadanos de pleno derecho, pueden y deben dar su contribución con el espíritu de las bienaventuranzas, convirtiéndose así en constructores de paz y en apóstoles de reconciliación para el beneficio de toda la sociedad”.
El Papa subrayó la importancia de tener esperanza en que el conflicto que afecta la región podrá resolverse, a pesar de que “desde hace demasiado tiempo en Oriente Medio perduran los conflictos, las guerras, la violencia, el terrorismo”.
“La paz, que es don de Dios, también es el resultado de los esfuerzos de los hombres de buena voluntad, de las instituciones nacionales e internacionales, y en particular de los Estados más implicados en la búsqueda de la solución de los conflictos”.
 
“Nunca debemos resignarnos a la falta de paz”, exclamó el Papa.
  “La paz es posible. La paz es urgente. La paz es la condición indispensable para una vida digna de la persona humana y de la sociedad. La paz es también el mejor remedio para evitar la emigración de Oriente Medio”, insistió.
Otra contribución que los cristianos pueden aportar a la sociedad “es la promoción de una auténtica libertad religiosa y de conciencia, uno de los derechos fundamentales de la persona humana que cada Estado debería respetar siempre”.
Actualmente, subrayó el Papa, “en numeroso países de Oriente Medio existe la libertad de culto, pero no pocas veces el espacio de la libertad religiosa es muy limitado”.
“Ampliar este espacio de libertad es una exigencia para garantizar a todos los que pertenecen a las distintas comunidades religiosas la verdadera libertad de vivir y profesar su fe”.
Ante esto, insistió en la importancia del diálogo con los musulmanes, diálogo “cuya urgencia y utilidad ha sido ratificada por los Padres sinodales”.
En este sentido, insistió en la importancia de rezar por la paz en Tierra Santa y en Oriente Medio, “esforzándonos para que este don de Dios ofrecido a los hombres de buena voluntad se difunda por el mundo entero”.
“La Palabra de Dios hoy nos ofrece también una luz de esperanza consoladora, allí donde presenta la oración, personificada, que no desiste hasta que el Altísimo le atiende, juzga a los justos y les hace justicia”.
El grito del pobre y del oprimido “encuentra inmediato eco en Dios, que quiere intervenir para abrir una vía de salida, para restituir un futuro de liberad, un horizonte de esperanza”, concluyó.

17 de noviembre de 2010

AUDIENCIA GENERAL DEL PAPA

Benedicto XVI: una mujer, en el origen del "Corpus Christi"


Hoy durante la Audiencia General

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 17 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la catequesis que el Papa realizó hoy durante la Audiencia General celebrada en la Plaza de San Pedro con peregrinos procedentes de todo el mundo.
* * * * *
Queridos hermanos y hermanas,
también esta mañana quisiera presentaros a una figura femenina, poco conocida, a la que la Iglesia sin embargo debe un gran reconocimiento, no sólo por su santidad de vida, sino también porque, con su gran fervor, ha contribuido a la institución de una de las solemnidades litúrgicas más importantes del año, la del Corpus Domini. [En español más conocida como “Corpus Christi”, n.d.t.]

Se trata de santa Juliana de Cornillón, conocida también como santa Juliana de Lieja. Poseemos algunos datos sobre su vida sobre todo a través de una biografía, escrita probablemente por un eclesiástico contemporáneo suyo, en el que se recogen varios testimonios de personas que conocieron directamente a la Santa.

Juliana nació entre 1191 o 1192 en las cercanías de Lieja, en Bélgica. Es importante subrayar este lugar, porque en aquel tiempo la diócesis de Lieja era, por así decirlo, un verdadero “cenáculo eucarístico”. Antes de Juliana, insignes teólogos habían ilustrado allí el valor supremo del Sacramento de la Eucaristía y, siempre en Lieja, había grupos femeninos generosamente dedicados al culto eucarístico y a la comunión ferviente. Guiados por sacerdotes ejemplares, estas vivían juntas, dedicándose a la oración y a las obras caritativas.

Huérfana a los 5 años de edad, Juliana, junto con su hermana Inés, fue confiada al cuidado de las monjas agustinas del convento-leprosería de Mont-Cornillon. Fue educada sobre todo por una monja, de nombre Sabiduría, que siguió su maduración espiritual, hasta cuando la propia Juliana recibió el hábito religioso y se convirtió también ella en monja agustina. Adquirió una notable cultura, hasta el punto de que leía las obras de los Padres de la Iglesia en lengua latina, en particular a san Agustín y san Bernardo. Además de una vivaz inteligencia, Juliana mostraba, desde el principio, una propensión particular por la contemplación; tenía un sentido profundo de la presencia de Cristo, que experimentaba viviendo de modo particularmente intenso el Sacramento de la Eucaristía y deteniéndose a menudo a meditar sobre las palabras de Jesús: “He aquí que yo estoy con vosotros, todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt 28,20).

A los dieciséis años tuvo una primera visión, que después se repitió muchas veces en sus adoraciones eucarísticas. La visión presentaba la luna en su pleno esplendor, con una franja oscura que la atravesaba diametralmente. El Señor le hizo comprender el significado de lo que se le había aparecido. La luna simbolizaba la vida de la Iglesia en la tierra, la línea opaca representaba en cambio la ausencia de una fiesta litúrgica, para cuya institución se pedía a Juliana que trabajase de modo eficaz: es decir, una fiesta en la que los creyentes habrían podido adorar la Eucaristía para aumentar su fe, avanzar en la práctica de las virtudes y reparar las ofensas al Santísimo Sacramento.

Durante unos veinte años Juliana, que mientras tanto se había convertido en la priora del convento, conservó en secreto esta revelación, que había llenado de alegría su corazón. Después se confió con otras dos fervientes adoradoras de la Eucaristía, la beata Eva, que llevaba una vida eremítica, e Isabel, que la había seguido al monasterio de Mont-Cornillon. Las tres mujeres establecieron una especie de “alianza espiritual”, con el propósito de glorificar al Santísimo Sacramento. Quisieron implicar también a un sacerdote muy estimado, Juan de Lausana, canónigo de la iglesia de San Martín de Lieja, pidiéndole que interpelara a teólogos y eclesiásticos sobre lo que ellas llevaban en el corazón. Las respuestas fueron positivas y alentadoras.

Lo que le sucedió a Juliana de Cornillón se repite frecuentemente en la vida de los Santos: para tener la confirmación de que una inspiración viene de Dios, es necesario siempre sumirse en la oración, saber esperar con paciencia, buscar la amistad y el acercamiento con otras almas buenas, y someter todo al juicio de los Pastores de la Iglesia. Fue precisamente el Obispo de Lieja, Roberto de Thourotte, quien, después de las dudas iniciales, acogió la propuesta de Juliana y de sus compañeras, e instituyó, por primera vez, la solemnidad del Corpus Domini en su diócesis. Más tarde, otros obispos le imitaron, estableciendo la misma fiesta en los territorios confiados a sus cuidados pastorales.

A los Santos, con todo, el Señor les pide a menudo superar pruebas, para que su fe se incremente. Sucedió también a Juliana, que tuvo que sufrir la dura oposición de algunos miembros del clero y del mismo superior del que dependía su monasterio. Entonces, por voluntad propia, Juliana dejó el convento de Mont-Cornillon con algunas compañeras, y durante diez año, entre 1248 y 1258, fue huésped de varios monasterios de monjas cistercienses. 

Edificaba a todos con su humildad, no tenía nunca palabras de crítica o de reproche para sus adversarios, sino que seguía difundiendo con celo el culto eucarístico. Falleció en 1258 en Fosses-La-Ville, en Bélgica. En la celda donde yacía se expuso el Santísimo Sacramento y, según las palabras de su biógrafo, Juliana murió contemplando con un último arrebato de amor a Jesús Eucaristía, a quien había siempre amado, honrado y adorado.

A la buena causa de la fiesta del Corpus Domini fue conquistado también Giacomo Pantaléon de Troyes, que había conocido a la Santa durante su ministerio de archidiácono en Lieja. Fue precisamente él quien, llegado a ser Papa con el nombre de Urbano IV, en 1264, quiso instituir la solemnidad del Corpus Domini como fiesta de precepto para la Iglesia universal, el jueves sucesivo a Pentecostés. 

En la Bula de institución, titulada Transiturus de hoc mundo (11 de agosto de 1264) el Papa Urbano reevoca con discreción también las experiencias místicas de Juliana, avalando su autenticidad, y escribe: “Aunque la Eucaristía cada día sea solemnemente celebrada, consideramos justo que, al menos una vez al año, se haga de ella más honrada y solemne memoria. Las demás cosas, de hecho, de las que hacemos memoria, las aferramos con el espíritu y con la mente, pero no obtenemos por ello su presencia real. En cambio, en esta conmemoración sacramental de Cristo, aunque bajo otra forma, Jesucristo está presente con nosotros en su propia sustancia. Mientras estaba de hecho a punto de ascender al cielo, dijo: 'He aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo' (Mt 28,20)”.

En Pontífice mismo quiso dar ejemplo, celebrando la solemnidad del Corpus Domini en Orvieto, ciudad en la que entonces vivía. Precisamente por orden suya en la catedral de la ciudad se conservaba – y se conserva aún ahora – el célebre corporal con las huellas del milagro eucarístico sucedido el año anterior, en 1263, en Bolsena. Un sacerdote, mientras consagraba el pan y el vino, había sido preso de fuertes dudas sobre la presencia real del Cuerpo y de la Sangre de Cristo en el Sacramento de la Eucaristía. Milagrosamente, algunas gotas de sangre comenzaron a brotar de la Hostia consagrada, confirmando de esa forma lo que nuestra fe profesa. Urbano IV pidió a uno de los más grandes teólogos de la historia, santo Tomás de Aquino – que en aquel tiempo acompañaba al Papa y se encontraba en Orvieto –, que compusiera los textos del oficio litúrgico de esta gran fiesta. 

Estos, aún hoy en uso en la Iglesia, son obras maestras, en las que se funden teología y poesía. Son textos que hacen vibrar las cuerdas del corazón para expresar alabanza y gratitud al Santísimo Sacramento, mientras la inteligencia, adentrándose con estupor en el misterio, reconoce en la Eucaristía la presencia viva y verdadera de Jesús, de su Sacrificio de amor que nos reconcilia con el Padre, y nos da la salvación.

Aunque tras la muerte de Urbano IV la celebración de la fiesta del Corpus Domini se limitó a algunas regiones de Francia, de Alemania, de Hungría y de Italia septentrional, fue después un Pontífice, Juan XXII, quien en 1317 la restauró para toda la Iglesia. Desde entonces en adelante, la fiesta conoció un desarrollo maravilloso, y aún es muy sentida por el pueblo cristiano.

Quisiera afirmar con alegría que hoy en la Iglesia hay una “primavera eucarística”: ¡cuántas personas se detienen silenciosas ante el Tabernáculo, para entretenerse en coloquio de amor con Jesús! Es consolador saber que no pocos grupos de jóvenes han redescubierto la belleza de rezar en adoración ante la Santísima Eucaristía.

Rezo para que esta “primavera” eucarística se difunda cada vez más en todas las parroquias, en particular en Bélgica, la patria de santa Juliana. El Venerable Juan Pablo II, en la Encíclica Ecclesia de Eucharistia, constataba que “En muchos lugares [...] la adoración del Santísimo Sacramento tiene cotidianamente una importancia destacada y se convierte en fuente inagotable de santidad. La participación devota de los fieles en la procesión eucarística en la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo es una gracia de Dios, que cada año llena de gozo a quienes toman parte en ella. Y se podrían mencionar otros signos positivos de fe y amor eucarístico”, dice el Papa (n. 10).

Recordando a santa Juliana de Cornillon renovemos también nosotros la fe en la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Como nos enseña el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, “Jesucristo está presente en la Eucaristía de modo único e incomparable. Está presente, en efecto, de modo verdadero, real y sustancial: con su Cuerpo y con su Sangre, con su Alma y su Divinidad. Cristo, todo entero, Dios y hombre” (Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, 282).

Queridísimos amigos, la fidelidad al encuentro con el Cristo Eucarístico en la Santa Misa dominical es esencial para el camino de fe, pero intentemos también ir frecuentemente a visitar al Señor presente en el Tabernáculo! Mirando en adoración la Hostia consagrada, encontramos el don del amor de Dios, encontramos la Pasión y la Cruz de Jesús, como también su Resurrección. Precisamente a través de nuestra mirada en adoración, el Señor nos atrae hacia sí, dentro de su misterio, para transformarnos como transforma el pan y el vino (cfr BENEDICTO XVI, Homilía en la Solemnidad del Corpus Domini, 15 de junio de 2006). Los Santos siempre han encontrado fuerza, consuelo u alegría en el encuentro eucarístico. Con las palabras del Himno eucarístico Adoro te devote repitamos ante el Señor, presente en el Santísimo Sacramento: “¡Hazme crecer cada vez más en Ti, que en Ti yo tenga esperanza, que yo Te ame!”. Gracias.

[En español dijo]
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los miembros de la Federación Mundial de las Obras Eucarísticas de la Iglesia, a los misioneros del Verbo Divino, así como a los demás grupos provenientes de España, El Salvador, Venezuela y otros países latinoamericanos. Siguiendo el ejemplo y enseñanza de Santa Juliana de Cornillón, os invito a ser fieles al encuentro con Cristo en la Misa dominical y a la adoración del Santísimo Sacramento, para experimentar el don de su amor. Muchas gracias.

[Al final hizo este llamamiento]
En estos días la comunidad internacional sigue con gran preocupación la difícil situación de los cristianos en Paquistán, que a menudo son víctimas d violencias o de discriminación. De modo particular hoy expreso mi cercanía espiritual a la señora Asia Bibi y a sus familiares, pidiendo que, lo antes posible, le sea restituida la plena libertad. Además rezo por cuantos se encuentran en situaciones análogas, para que su dignidad humana y sus derechos fundamentales sean plenamente respetados.

16 de noviembre de 2010

PEQUEÑOS DETALLES

Aunque estuve en Barcelona, la visita del Papa a la Sagrada Familia me cogió con una indigestión, así que no pude ir a verle ni a vitorearle como el resto de mis amigos y familiares. En casos como estos, agradezco con toda mi alma la invención de la televisión y la radio.
La visita del Papa comenzó con algo totalmente inesperado, que demuestra el cariño que nos tiene a todos. Hacia las nueve de la noche del sábado, el exterior del palacio arzobispal estaba lleno de fieles que, con velas encendidas, esperaban a que el Papa llegara del aeropuerto. Simplemente querían demostrarle su apoyo, pero consiguieron enternecerle, como siempre, y él hizo de nuevo algo que no esperaban. Así es como lo describió una amiga mía: "estábamos todos con las velas en la mano, a oscuras, y de pronto se oyó decir "¡es él!" y nos giramos, y vimos en el balcón a un hombre vestido de blanco..." Con esta simple evocación consiguió que sintiera ganas de retroceder en el tiempo e ir con ella, aunque me lo impidiera la peor fiebre del universo...
Fue aquel pequeño detalle el que salió en todos los periódicos de la mañana siguiente, porque son cosas como ésta las que hacen que una persona demuestre su afecto... ¿quién imaginaba que la máxima autoridad de la Iglesia, de 83 años, llegaría cansado y con solo ganas de irse a la cama, y al ver que habían salido a recibirle haría un último esfuerzo por ellos, gente a la que no conocía de nada? ¿Por qué? Eso es lo que demuestra que nos quiere, que se preocupa por nosotros, que reza cada día por cada una de las personas que hay en el mundo.
El Papa jamás despertó tanto afecto en Barcelona como aquella noche. Los que le vieron en el balcón, sencillo, humano, a su alcance, no creo que lo olviden nunca. Fue el pequeño detalle más grande que he visto hacer jamás a alguien.

(Publicado por Marta Araquistain)

15 de noviembre de 2010

«La Iglesia está viva»


Con motivo del reciente viaje del Papa a España, me ha parecido interesante traer aquí este artículo, publicado por primera vez en 2005, cuya autora es Jutta Burggraf, profesora de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra, fallecida el pasado 5 de Noviembre. Sirva esto como pequeño homenaje a esta gran teóloga alemana, doctora en Psicopedagogía por la Universidad de Colonia (1979), doctora en Teología por la Universidad de Navarra (1984), y gran admiradora de Benedicto XVI, que una vez declaró: «la transmisión de la fe en la sociedad actual es posible si los cristianos vivimos como testigos antes que como maestros, o bien como maestros-testigos. Esto requiere utilizar un lenguaje personal, más persuasivo. Se trata de interiorizar esa gran verdad que nos está repitiendo constantemente Benedicto XVI: ‘Dios es amor’».

Cuando Joseph Ratzinger fue ordenado sacerdote, en el lejano 1951, una alondra perdida en la catedral de Freising voló trinando hacia lo alto del presbiterio. Cuando Benedicto XVI celebró la solemne inauguración de su pontificado, el domingo 24 de abril, se podía notar una excepcional presencia de la Paloma -símbolo del Espíritu Santo- que descendió al nuevo Papa para asistirle en su gran misión de ser el representante de Cristo en la Tierra, y para hacerle pronunciar serenamente una gran verdad: "La Iglesia está viva".

Entonces, ¿es Dios quien ayuda desde ahora en adelante de un modo singular al antiguo Cardenal Ratzinger? Ciertamente, la fe católica lo afirma así. Sin embargo, Benedicto XVI considera el fenómeno de la "cooperación" desde la perspectiva opuesta: se ha entregado en cuerpo y alma a su Señor para ser un "instrumento" suyo. Su único "programa" consiste en poner su brillante inteligencia, su fuerte voluntad y su gran corazón al servicio de quien se fijó en él desde toda la eternidad para "ayudarle" a Él a que se realicen sus designios amorosos sobre nuestra generación.

La contribución será poderosa y valiente. El nuevo Papa actuará en plena armonía con su querido antecesor, el gran Juan Pablo II, como lo ha mostrado en la homilía durante la ceremonia de "entronización". Pero, como cada persona es original y tiene su vocación única e incomparable en este mundo, Benedicto XVI pondrá sus propios acentos y buscará nuevas soluciones para los problemas apremiantes, en diálogo con sus hermanos los obispos y todos los católicos, con los otros cristianos y el pueblo judío, con los seguidores de las otras religiones y, no en último lugar, con el mundo secularizado. Tendrá presente a toda la gran familia humana, a las personas de todas las razas y colores a las que ha invitado a salir de las tinieblas y dejarse encantar y conquistar por la figura luminosa de Jesucristo.

Podemos tener confianza en este Pontífice ya que es un hombre de Dios. Sabe dar una nueva frescura y atracción al anuncio del Evangelio, precisamente cuando éste es signo de contradicción. Busca la gloria de su Señor, no la suya propia. Es más humilde que sus críticos. ¿Quién de los famosos de este mundo habría confesado, en una entrevista pública, que sufría cuando era alumno por ser el último de su curso en el deporte, en vez de destacar -según la verdad- que siempre ha sido el primero en todas las demás asignaturas? ¿Quién de los "importantes" de este mundo utiliza normalmente el autobús? El nuevo Papa ha hecho ambas cosas. Comprende a los pequeños y a los pobres. Afirma que cada hombre es amado e importante. Y cuenta con el apoyo del amor de todos nosotros.

14 de noviembre de 2010

EXHORTACIÓN APOSTÓLICA

 El Papa publica un documento acerca de la Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia: Verbum Domini
Exhortación apostólica postsinodal Verbum Domini del Santo Padre Benedicto XVI sobre la Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia
Autor: Lucrecia Rego de Planas | Fuente: Catholic.net
Queridos visitantes de Catholic.net:

Todos ustedes recordarán que hace dos años, del 5 al 26 de octubre del 2008, los obispos de todo el mundo se reunieron, convocados por el Santo Padre, para dialogar acerca de la Palabra de Dios en la vida y misión de la Iglesia.

Hoy, 11 de noviembre del 2010, el Papa ha publicado la Exhortación apostólica Verbum Domini, en la cual nos da a conocer las conclusiones de aquella reunión.

Es un documento hermoso que ningún católico puede dejar de leer, en el que el Papa nos exhorta en cada párrafo a tener cada vez más familiaridad con la Sagrada Escritura y tomarla siempre en cuenta en nuestra vida ordinaria de hombres y cristianos.

La exhortación consta de tres partes:

PRIMERA PARTE

La primera parte se titula Verbum Dei y en ella el Papa nos habla del papel fundamental de Dios Padre como fuente y origen de la Palabra.

Está dividida en tres capítulos:

1."El Dios que habla" Trata de "la voluntad de Dios de abrir y mantener un diálogo con el ser humano, en el que Dios toma la iniciativa y se revela de diversas maneras".

2. "La respuesta del hombre al Dios que habla" Trata de cómo "el hombre está llamado a entrar en la Alianza con su Dios que lo escucha y responde a sus preguntas. A Dios que habla, el hombre responde con la fe".

3. "La hermenéutica de la Sagrada Escritura en la Iglesia". Trata de la recta interpretación de la Sagrada Escritura (hermenéutica)que exige la complementariedad del sentido literal y espiritual, una armonía entre fe y razón.

SEGUNDA PARTE

La segunda parte se titula "Verbum in Ecclesia" y consta de tres capítulos:

1. "La Palabra de Dios y la Iglesia", habla de que "gracias a la Palabra de Dios y a la acción sacramental, Jesucristo es contemporáneo a los hombres en la vida de la Iglesia".

2. "La Liturgia, lugar privilegiado de la Palabra de Dios" habla del "nexo vital entre la Sagrada Escritura y los sacramentos, en particular, la Eucaristía".La importancia del leccionario, del lectorado y de la homilía.

3. "La Palabra de Dios en la vida de la Iglesia", auqí es donde el Papa nos habla de "la importancia de la formación bíblica de los cristianos, la Sagrada Escritura en la pastoral, en la catequesis, en los grandes encuentros eclesiales, y en relación con las vocaciones".

TERCERA PARTE

La tercera parte, titulada "Verbum mundo", nos habla del deber que tenemos todos los cristianos de anunciar la Palabra de Dios en el mundo en el que vivimos y trabajamos. Tiene cuatro capítulos:

1. "La misión de la Iglesia: anunciar la Palabra de Dios al mundo", habla de cómo la Iglesia está orientada a anunciar el Evangelio a los que todavía no conocen a Jesucristo, pero también a aquellos que han sido bautizados pero que necesitan una nueva evangelización.

2. "Palabra de Dios y compromiso en el mundo", el Papa nos recuerda que los cristianos estamos llamados a servir a Dios en los hermanos más pequeños.

3. "La Palabra de Dios y las culturas". El Papa nos manifiesta su deseo de que la Biblia sea más conocida en las escuelas y universidades y que los medios de comunicación social usen todas las posibilidades técnicas para su divulgación.

4. "Palabra de Dios y diálogo interreligioso" El Papa nos ofrece algunas indicaciones útiles sobre el diálogo entre cristianos y personas que profesan otras religiones no cristianas.

En el documento no faltan indicaciones y sugerencias muy prácticas como por ejemplo, que todas las familias tengamos una Biblia en casa y que la leamos y recemos con ella.

No se lo pueden perder.

Pueden descargar el archivo completo, en:
http://es.catholic.net/catholic_db/archivosWord_db/verbum_domini.pdf

Que Dios los llene de bendiciones

Lucrecia Rego de Planas
Dirección
Catholic.net

13 de noviembre de 2010

ORACION POR EL PAPA BENEDICTO XVI


Llenos de alegría porque Dios nos ha regalado un nuevo Pastor, el Papa Benedicto XVI, elevamos nuestra oración para pedirle que Él, dador de todo bien, siga velando con amor y solicitud por su Iglesia, de manera que sea instrumento de Salvación para todos los hombres.

Oremos por la Santa Iglesia Católica, para su unidad en torno a nuestro Pastor, el Papa Benedicto XVI, sea un testimonio vivo ante el mundo de la presencia de Dios entre nosotros.

Oremos por el Santo Padre, Benedicto XVI, vicario de Cristo en la tierra, para que Dios le conceda fortaleza, prudencia y caridad en el servicio a la
Iglesia universal.

Oremos por todos los pastores de la Iglesia: obispos, presbíteros y diáconos, para que sean ejemplo de adhesión incondicional a la Sede de Pedro y su ministerio sea un servicio desinteresado a nuestra Santa Madre la Iglesia.

Oremos también por todos los católicos, para que acojamos SIEMPRE con actitud de fe y amor sobrenatural al PAPA  Benedicto XVI, y él pueda contar con la adhesión y fidelidad de todos sus hijos.
 Con María, oremos al Señor. AMEN

12 de noviembre de 2010

En la plaza de la Catedral el Papa se sintió acogido



Me hubiera gustado haber podido colgar un vídeo hecho por mí, pero no vivo ni en Santiago ni en Barcelona y tampoco pude estar allí para acoger al Papa, como hubiese sido mi deseo. Sin embargo, la red nos da la oportunidad de tener acceso a estos vídeos testimoniales hechos por jóvenes y con estilo juvenil. Es emocionante y nos ayuda a pregustar lo que será la JMJ Madrid 2011.

11 de noviembre de 2010

ENTREVISTA DE DESPEDIDA


El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ha mantenido un encuentro breve y cordial con el Papa en el aeropuerto de El Prat, en Barcelona, antes de que el Pontífice regresara al Vaticano. Benedicto XVI finaliza así su viaje de dos días por España, en los que ha visitado Santiago de Compostela y la capital catalana. 

El jefe del Ejecutivo ha comentado con el Papa la relación fluida del Estado español con el Vaticano, fruto de lo que expresa la Constitución española como Estado aconfesional que reconoce el peso de la Iglesia Católica en España, pero que garantiza la libertad de todos.

El presidente del Gobierno también ha transmitido al Papa el trascendental momento en el que se encuentra el orden económico internacional. Rodríguez Zapatero ha señalado a Benedicto XVI que, en la cumbre del G-20, que se va a celebrar la próxima semana en Corea del Sur, se debatirá la necesidad de regular el sistema financiero internacional para conseguir un equilibrio más justo, poniendo la prioridad en los países más pobres de la Tierra.

Además, el jefe del Ejecutivo ha asegurado al Papa la colaboración del Gobierno para su visita a Madrid, con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud, el próximo mes de agosto, de la misma manera que ha colaborado en el viaje que ahora finaliza.

10 de noviembre de 2010

AUDIENCIA GENERAL DEL PAPA

 Benedicto XVI: “He podido experimentar el afecto de los españoles”


Hoy en la audiencia general

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 10 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la intervención del Papa Benedicto XVI esta mañana durante la Audiencia General, que tuvo dos momentos: un primer saludo, en la Basílica de San Pedro, a los peregrinos procedentes de Carpineto Romano y de la República Checa, y una segunda parte, en el Aula Pablo VI.
* * * * *
[Dentro de la basílica vaticana]
Estoy contento de acogeros y de dirigir a cada uno de vosotros mi cordial bienvenida. En particular os saludo a vosotros, los fieles de Carpineto Romano, llegados aquí con vuestro pastor monseñor Lorenzo Loppa, para devolverme la visita, breve pero intensa, que tuve la alegría de realizar en vuestra tierra, el pasado mes de septiembre, con ocasión del bicentenario del nacimiento del papa León XIII.

Queridos amigos, deseo renovaros a todos mi vivo agradecimiento por la calurosa acogida que me reservasteis en aquella circunstancia. Pienso en la disponibilidad de las Autoridades civiles, especialmente del alcalde y del Concejo, como también en el diligente empeño de vuestro obispo, del párroco y de sus colaboradores, especialmente en la preparación de la Celebración eucarística, tan bien cuidada y participada. El recuerdo de aquel evento, lleno de significado eclesial y espiritual, reavive en cada uno el deseo de profundizar cada vez más la vida de fe, en el surco de las enseñanzas de vuestro ilustre conciudadano el papa León XIII, cuya valiente acción pastoral suscitó una renovación providencial del compromiso de los católicos en la sociedad.

Queridos amigos, no os canséis de confiaros a Cristo y de anunciarlo con vuestra vida, en la familia y en cada ambiente. Esto es lo que los hombres, también hoy, esperan de la Iglesia. Con estos sentimientos os imparto de corazón a todos mi bendición, que de buen grado extiendo a vuestras familias y a todos vuestros seres queridos.

[En checo dijo]
Os saludo cordialmente a vosotros los peregrinos procedentes de la República Checa, llegados aquí en gran número para devolverme la visita que tuve la alegría de realizar en vuestro país el año pasado. Queridos amigos, ¡sed bienvenidos! Conservo un querido y grato recuerdo de aquel agradable viaje mío a vuestra hermosa tierra. Pienso en particular en la deferente cortesía de las distinguidas autoridades; en la calurosa acogida que recibí de los venerados Hermanos en el Episcopado, de los sacerdotes, de las personas consagradas y de todos los fieles, que quisieron expresarme con entusiasmo su fe, en torno al sucesor de Pedro. Me impresionó también la atenta consideración que me reservaron también cuantos, aun estando alejados de la Iglesia, están con todo en búsqueda de valores humanos espirituales auténticos, de los que la misma comunidad católica quiere ser testigo gozoso. Rezo para que el Señor haga fructificar las gracias de aquel viaje, y auguro que el pueblo cristiano de la República Checa prosiga, con renovado empuje, dando por todas partes un valiente testimonio evangélico. A todos os imparto de corazón una especial Bendición Apostólica, extensible a vuestras familias y a toda vuestra patria.

[Posteriormente, en el Aula Pablo VI]
¡Queridos hermanos y hermanas!
Hoy quisiera recordar con vosotros el Viaje Apostólico a Santiago de Compostela y Barcelona, que tuve la alegría de realizar el sábado y el domingo pasados. Me dirigí allí para confirmar en la fe a mis hermanos (cfr Lc 22,32); lo hice como testigo de Cristo resucitado, como sembrador de la esperanza que no desilusiona y no engaña, porque tiene su origen en el amor infinito de Dios por todos los hombres.

La primera etapa fue Santiago. Desde la ceremonia de bienvenida, pude experimentar el afecto que las gentes de España nutren hacia el Sucesor de Pedro. Fui acogido verdaderamente con gran entusiasmo y calor. En este Año Santo Compostelano, he querido hacerme peregrino junto con cuantos, numerosísimos, se han dirigido a ese célebre Santuario. Pude visitar la "Casa del Apóstol Santiago el Mayor", el cual sigue repitiendo, a quien llega allí necesitado de gracia, que en Cristo, Dios vino al mundo para reconciliarlo consigo, no imputando a los hombres sus culpas.

En la imponente catedral de Compostela, dando, con emoción, el tradicional abrazo al Santo, pensaba en cómo este gesto de acogida y amistad es también un modo de expresar la adhesión a su palabra y la participación en su misión. Un signo fuerte de la voluntad de conformarse al mensaje apostólico, el cual por un lado, nos compromete a ser fieles custodios de la Buena Noticia que los Apóstoles transmitieron, sin ceder a la tentación de alterarla, disminuirla o plegarla a otros intereses, y por otro, nos transforma a cada uno de nosotros en anunciadores incansables de la fe en Cristo, con la palabra y el testimonio de la vida en todos los campos de la sociedad.

Viendo el número de peregrinos presentes en la Santa Misa solemne que tuve la gran alegría de presidir en Santiago, meditaba que lo que empuja a tanta gente a dejar las ocupaciones cotidianas y emprender el camino penitencial hacia Compostela, un camino a veces largo y fatigoso: es el deseo de llegar a la luz de Cristo, a quien anhelan en lo profundo de su corazón, aunque a menudo no sepan expresarlo bien con las palabras. En los momentos de extravío, de búsqueda, de dificultad, como también en la aspiración a reforzar la fe y a vivir de una forma más coherente, los peregrinos en Compostela emprenden un profundo itinerario de conversión a Cristo, que asumió en sí la debilidad, el pecado de la humanidad, las miserias del mundo, llevándolas donde el mal ya no tiene poder, donde la luz del bien lo ilumina todo. Se trata de un pueblo de caminantes silenciosos, procedentes de cada parte del mundo, que redescubren la antigua tradición medieval y cristiana de la peregrinación, atravesando pueblos y ciudades permeados de catolicismo.

En esa solemne Eucaristía, vivida por tantísimos fieles presentes con intensa participación y devoción, pedí con fervor que cuantos se dirigen en peregrinación a Santiago puedan recibir el don de llegar a ser verdaderos testigos de Cristo, a quien han redescubierto en las encrucijadas de los sugerentes caminos hacia Compostela. Recé también para que los peregrinos, siguiendo las huellas de numerosos santos que en el transcurso de los siglos han hecho el "Camino de Santiago", sigan manteniendo vivo su genuino significado religioso, espiritual y penitencial, sin ceder a la banalidad, a la distracción, a la modas. Ese camino, entretejido de vías que surcan vastas tierras formando una red a través de la Península Ibérica y Europa, fue y sigue siendo lugar de encuentro de hombres y mujeres de las más diversas procedencias, unidos por la búsqueda de la fe y de la verdad sobre sí mismos, y suscita experiencias profundas de compartir, de fraternidad y de solidaridad.

Es precisamente la fe en Cristo la que da sentido a Compostela, un lugar espiritualmente extraordinario, que sigue siendo punto de referencia para la Europa de hoy en sus nuevas configuraciones y perspectivas. Conservar y reforzar la apertura a lo trascendente, así como un diálogo fecundo entre fe y razón, entre política y religión, entre economía y ética, permitirá construir una Europa que, fiel a sus imprescindibles raíces cristianas, pueda responder plenamente a su propia vocación y misión en el mundo. Por ello, seguro de las inmensas posibilidades del continente europeo y confiado en un futuro de esperanza para él, invité a Europa a abrirse cada vez más a Dios, favoreciendo así las perspectivas de un auténtico encuentro, respetuoso y solidario, con las poblaciones y las civilizaciones de los demás Continentes.

El domingo, después, tuve la alegría verdaderamente grande de presidir, en Barcelona, la Dedicación de la iglesia de la Sagrada Familia, que declaré Basílica Menor. Al contemplar la grandiosidad y la belleza de ese edificio, que invita a elevar la mirada y el alma hacia lo Alto, hacia Dios, recordaba las grandes construcciones religiosas, como las catedrales del Medioevo, que marcaron profundamente la historia y la fisionomía de las principales ciudades de Europa. Esa obra espléndida opera – riquísima en simbología religiosa, preciosa en el entretejido de las formas, fascinante en el juego de luces y colores – casi una inmensa escultura en piedra, fruto de la profunda fe, de la sensibilidad espiritual y del talento artístico de Antoni Gaudí, remite al verdadero santuario, el lugar del culto real, el Cielo, donde Cristo entró para aparecer ante Dios en nuestro favor (cfr Hb 9,24). El genial arquitecto, en ese magnífico templo, supo representar admirablemente el misterio de la Iglesia, a la que los fieles son incorporados con el Bautismo como piedras vivas para la construcción de un edificio espiritual (cfr 1Pe 2,5).
La iglesia de la Sagrada Familia fe concebida y proyectada por Gaudí como una gran catequesis sobre Jesucristo, como un cántico de alabanza al Creador. En ese edificio tan imponente, él puso su propia genialidad al servicio de lo bello. De hecho, la extraordinaria capacidad expresiva y simbólica de las formas y de los motivos artísticos, como también las innovadoras técnicas arquitectónicas y esculturales, evocan la Fuente suprema de toda belleza. El famoso arquitecto consideró este trabajo como una misión en la que estaba implicada toda su persona. Desde el momento en que aceptó el encargo de construcción de esa iglesia, su vida fue marcada por un cambio profundo. Emprendió así una intensa práctica de oración, ayuno y pobreza, advirtiendo la necesidad de prepararse espiritualmente para lograr expresar en la realidad material el misterio insondable de Dios. Se puede decir que, mientras Gaudí trabajaba en la construcción del templo, Dios construía en él el edificio espiritual (cfr Ef 2,22), reforzándolo en la fe y acercándolo cada vez más a la intimidad de Cristo. Inspirándose continuamente en la naturaleza, obra del Creador, y dedicándose con pasión a conocer la Sagrada Escritura y la liturgia, supo realizar en el corazón de la Ciudad un edificio digno de Dios y, por ello mismo, digno del hombre.

En Barcelona, visité también la Obra del "Nen Déu", una iniciativa ultracentenaria, muy ligada a esa archidiócesis, donde se cuida, con profesionalidad y amor, a niños y jóvenes discapacitados. Sus vidas son preciosas a los ojos de Dios y nos invitan constantemente a salir de nuestro egoísmo. En esa casa, fui partícipe de la alegría y de la caridad profunda e incondicionada de las Hermanas Franciscanas de los Sagrados Corazones, del generoso trabajo de médicos, educadores y de tantos otros profesionales y voluntarios, que trabajan con dedicación encomiable en esa Institución. También bendije la primera piedra de una nueva Residencia que formará parte de esta Obra, donde todo habla de caridad, de respeto de la persona y de su dignidad, de alegría profunda, porque el ser humano vale por lo que es, y no solo por lo que hace.

Mientras estaba en Barcelona, recé intensamente por las familias, células vitales y esperanza de la sociedad y de la Iglesia. Recordé también a aquellos que sufren, en particular en estos momentos de serias dificultades económicas. Tuve presente, al mismo tiempo, a los jóvenes – que me acompañaron en toda la visita a Santiago y Barcelona con su entusiasmo y su alegría – para que descubran la belleza, el valor y el compromiso del Matrimonio, en el que un hombre y una mujer forman una familia, que con generosidad acoge la vida y la acompaña desde su concepción hasta su término natural. Todo lo que se haga para apoyar el matrimonio y la familia, para ayudar a las personas más necesitadas, todo lo que acrecienta la grandeza del hombre y su dignidad inviolable, contribuye al perfeccionamiento de la sociedad. Ningún esfuerzo es vano en este sentido.

Queridos amigos, doy gracias a Dios por las jornadas intensas que he transcurrido en Santiago de Compostela y en Barcelona. Renuevo mi agradecimiento al Rey y a la Reina de España, a los Príncipes de Asturias y a todas las Autoridades. Dirijo una vez más mi pensamiento con reconocimiento y afecto a los queridos hermanos arzobispos de esas dos Iglesias particulares y a sus colaboradores, como también a cuantos se han prodigado generosamente para que mi visita a esas dos maravillosas ciudades fuese fructífera. ¡Han sido días inolvidables, que quedarán impresos en mi corazón! En particular, las dos Celebraciones eucarísticas, cuidadosamente preparadas e intensamente vividas por todos los fieles, también a través de los cantos, tomados tanto de la gran tradición de la Iglesia, como de la genialidad de autores modernos, fueron momentos de verdadera alegría interior. Que Dios recompense a todos, como sólo Él sabe hacer; que la Santísima Madre de Dios y el Apóstol Santiago sigan acompañando con su protección su camino. El año que viene, si Dios quiere, me dirigiré de nuevo a España, a Madrid, para la Jornada Mundial de la Juventud. Confío desde ahora a vuestra oración esta iniciativa providencial para que sea ocasión de crecimiento en la fe para tantos jóvenes.

[En español dijo]
Saludo a los peregrinos de lengua española, invitándolos a dar gracias a Dios por el Viaje Apostólico a Santiago de Compostela y Barcelona. Conservo un inolvidable recuerdo de la amabilidad con la que me acogieron en Compostela Sus Altezas Reales los Príncipes de Asturias y con la que Sus Majestades los Reyes de España me despidieron en Barcelona. Deseo también agradecer vivamente a las Autoridades y a las Fuerzas de Seguridad todo el trabajo llevado a cabo con eficacia para que mi estancia en esos lugares se desarrollara felizmente. Reitero mi afectuoso agradecimiento a los Arzobispos de esas dos Iglesias particulares, así como a quienes numerosos me han acompañado con suma cordialidad en los actos celebrados en esas dos emblemáticas ciudades. Pido al Señor que bendiga copiosamente a los Pastores y fieles de esas nobles tierras, para que aviven su fe y la transmitan con valentía, siendo cristianos como ciudadanos y ciudadanos como cristianos. Volveré a España para la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud. De nuevo, muchas gracias a todos los españoles.

[En italiano dijo]
Mi pensamiento se dirige ahora a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. En la liturgia de ayer celebramos la fiesta de la Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán, caput et mater omnium ecclesiarum. Junto con ella recordamos también las iglesias en las que se reúnen vuestras comunidades y también aquellas que esperan aún ser construidas en Roma y en el mundo. Queridos jóvenes, enfermos y esposos cristianos, os exhorto a colaborar con todo el pueblo d Dios y con todos los hombres de buena voluntad a realizar la Casa del Señor. Sed siempre “piedras vivas” del edificio espiritual que es la Iglesia, caminando juntos en el servicio al Evangelio, en el ofrecimiento de la oración y en la participación en la caridad.