31 de agosto de 2016

AUDIENCIA DEL PAPA FRANCISCO

A ti y, también a mí, nos sucede algo de eso. Posiblemente no sea la misma enfermedad, flujos de sangre, pero sí la misma búsqueda: "La Felicidad". Queremos sentirnos bien, satisfechos, alegres y en paz. Y en este mundo, que en apariencias nos promete mucho, no hay nada. Todo es superficial y vacío. Su oquedad es notoria y esconde el sin sentido y la nada.

En esa disyuntiva, salud o muerte. Es decir, vida, alegría y felicidad o enfermedad, tristeza y muerte, aquella mujer cananea se debatía en alcanzarla o resignarse al sufrimiento. Y encuentra en Jesús la respuesta a su búsqueda. ¿Por qué no intentarlo? Llena de fe y de voluntad se aventura a buscarlo y, por su condición de extranjera, simplemente a tocarlo. Y la Misericordia del Señor hace el resto.

El Papa Francisco nos pone el dedo en la llaga. ¿Buscamos nosotros a Jesús con el deseo de tener un encuentro personal con Él? ¿Creemos, como la cananea, que en Él está la solución y respuesta a nuestros interrogantes de felicidad y eternidad?





PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 31 de agosto de 2016


Queridos hermanos y hermanas:

Como hemos escuchado en el Evangelio, una mujer que sufría flujos de sangre se abrió paso entre la multitud para tocar el borde del manto de Jesús. Estaba convencida de que Jesús era el único que podía liberarla de su enfermedad y de la marginación que sufría desde hacía bastante tiempo.

Cuando la mujer tocó el manto, Jesús se volvió hacia ella y la miró con ternura y misericordia. Fue un encuentro personal, un encuentro de acogida, en el que Jesús alabó su fe sólida, capaz de superar cualquier obstáculo y adversidad.

Jesús no sólo la curó de su dolencia, sino que la libra de sus temores y complejos, le restituye su dignidad y la reintegra en la esfera del amor misericordioso de Dios. Jesús es la fuente de todo bien y de él nos viene la salvación; nosotros debemos acogerlo con fe viva y auténtica, como demostró tener esa mujer.

Saludos
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los venidos de España y Latinoamérica. Que el ejemplo de Jesús nos ayude a salir al encuentro de quien está solo y necesitado, para llevar su misericordia y ternura, que sana las heridas y restablece la dignidad de hijos de Dios. Muchas gracias.

30 de agosto de 2016

LAS OBRAS DE MISERICORDIA (Visitar al Enfermo)

Queremos transmitir, en estos cartelitos, la sencillez con la que el Papa Francisco nos invita a vivir las obras de misericordia en este Año Jubilar Extraordinario, Año Santo de la Misericordia. 
Y también recordar que en la Iglesia tenemos este manual dado por Cristo mismo a través de todo el Evangelio de como ser misericordiosos.


Muchas instituciones y voluntarios llevan a cabo esta gran labor, Cuidar, visitar, ayudar al enfermo. Nosotros a lo mejor nos sentimos algo alejados de esta posibilidad y se nos dificulta hacer esta obra de misericordia pero todos podemos hacer dentro de nuestro entorno algo, por ejemplo, visitar a los abuelos con achaques, o algún amigo o pariente. Y lo que siempre podremos hacer es elevar a Dios nuestra oración por todos los enfermos del mundo.

27 de agosto de 2016

LA VIDA ESTÁ LLENA DE PROBLEMAS




La vida no es un camino llano, tiene muchas curvas, pendientes, socavones y depresiones profundas que nos causan muchos problemas difíciles de salvar. Eso genera momentos de dudas, de incertidumbre y de conflictos dentro de uno mismo. Y también con todos aquellos que te rodean.

La vida de María, la Madre de Dios, no estuvo exenta de todo eso. Es más su “Sí”, respuesta a la llamada de Dios, le supuso muchos problemas como a ti te puede estar sucediendo ahora. Posiblemente más difíciles de resolver y extremos, que ponían su vida hasta en peligro. Por eso, mirar cómo se enfrentó María a esos problemas que les causaron responderle afirmativamente al Señor, puede convertirse en una ayuda y camino para nosotros encontrar también respuestas y camino en nuestra afirmativa respuesta a Jesús, su Hijo e Hijo de Dios Vivo.

María —hija de un israelita llamado Helí— pertenecía a la tribu de Judá. La primera ocasión en que se habla de ella en la Biblia fue con motivo de un suceso extraordinario. Estando en Nazaret, se le apareció un ángel y le dijo: “Buenos días, altamente favorecida, Jehová está contigo”. Las Escrituras explican que María, totalmente desconcertada, no podía dejar de preguntarse “qué suerte de saludo sería este”. Entonces, el ángel le anunció que había sido elegida para una misión única y trascendental: concebir, dar a luz y criar al mismísimo Hijo de Dios (Lucas 1:26-33).

¡¡Que contrariedad!! No era nada fácil responder al Ángel, ¿Cómo ignorar el compromiso con José? ¿Y cómo demostrarles a todos que era obra del Espíritu Santo? ¿Había alguna posibilidad de ser creída? ¿Y cuáles son tus problemas? ¿Mayores que los de María? 

María tomó la decisión de seguir la Voluntad de Dios porque tuvo fe en Él. Confió en que Dios le sacaría de todos esos peligros y problemas en los que se iba a meter. Posiblemente, es de sentido común y se supone  que confesó a José lo que le había sucedido, pues la evidencia no se podía ocultar. Y, también debemos suponer que tras dialogar decidió, José, repudiarla en secreto, pues no entendía nada. Pero la situación duró algunos días y tuvo que ser dolorosa, extraña y desconcertante. María tuvo que sufrir bastante, y también sus padres y familiares. ¿Dudarían de ella? Es lo más probable.

El momento de la revelación a José tuvo que saberle a ambos como la miel. Pero la respuesta de José fue ejemplar, con prontitud y alegría. Inmediatamente llevó a María a su casa para desposarse. Sin importar las posibles murmuraciones sino confiado en la revelación del Ángel de parte de Dios. Imaginarnos los problemas y dificultades que pasaron ambos nos fortalece y nos ayuda a hacer nosotros lo mismos con nuestros problemas y dificultades. Hay una actitud que debemos mirar con insistencia y confianza.

 El Señor no nos abandona. No sólo porque lo contemplamos en María y nos sirve de testimonio, sino porque nos lo revela y descubre su Hijo, el Señor. El Padre Dios es Infinitamente Misericordioso. Nuestro Papa Francisco ha proclamado este año el año de la Misericordia. Y es que Dios Padre nos quiere tanto que nunca nos va a dejar solos. Así lo hizo con María la elegida para ser la Madre de su Hijo, y también con José, el padre adoptivo. Y así lo hará también contigo y conmigo. Confiemos en el Señor y miremos a su Madre como creyó en su Palabra.

25 de agosto de 2016

MEMORIA, CORAJE, FUTURO Y ESPERANZA

La Jornada Mundial de la Juventud 2016 se lanza a la aventura, empieza el reto de nuevo, y el Papa da las pistas para seguir. Y hasta un nuevo encuentro las energías juveniles se ponen al servicio de Cristo y de la Iglesia.
El Papa se despidió de los voluntarios muy espontáneamente. Como en muchas otras ocasiones, Francisco sorprendió a los jóvenes dejando los papeles de su discurso y haciendo lo que mejor sabe: hablar con el corazón. La marea de voluntarios que se congregó para decirle adiós no perdió en ningún momento la alegría ni las ganas de seguir adelante con la fiesta, tras la clausura de la Jornada Mundial de la Juventud de Cracovia. En sus últimas palabras a los jóvenes les dio una tarea: “Memoria, coraje, futuro… esperanza”.
“Preparé un discurso un poco aburrido, cinco páginas, lo entrego”. A continuación, improvisando, en español, y en medio del aplauso general de los jóvenes, calificó la Jornada Mundial de la Juventud como una “aventura”, con “generosidad”, y agradeció a todos los que trabajaron para que fuera posible. 
El Papa animó de nuevo a los jóvenes a hablar con sus mayores y, emprendiendo un coloquio con los asistentes, los cuestionó: “¿Me prometen que para preparar Panamá van a hablar más con los abuelos? Y si los abuelos ya se fueron al cielo, ¿van a hablar con los mayores? Pregúntenles; son la sabiduría de un pueblo”. 
Además, les exigió para el presente: “¡Tener coraje, tener coraje, ser valiente! ¡no asustarse!”.
Concluyó: “Yo no sé si voy a estar en Panamá, pero les puedo asegurar una cosa: que Pedro va estar en Panamá”.  Y, a modo de propósito, tras bendecirlos, reiteró: “¡Ah! ¡Y me olvidaba! ¿Cómo era? ¡Memoria, coraje, futuro… esperanza!”.
Antes del encuentro en el Tauron Arena con miles de jóvenes, a las 4 de la tarde el Papa se había asomado a la tradicional Ventana Papal, como lo había hecho los días de su estancia en Cracovia, y, en un discurso muy breve, ante una pequeña multitud que aguardaba sin importarle lluvia que caía, dijo: "Gracias por la calurosa acogida estos días. Recen por mí. Do zobaczenia” (“hasta luego”, en polaco).
El Papa fue despedido en la escalerilla del avión por el presidente dela República de Polonia y su familia, y por diversas autoridades antes de emprender vuelo de regreso a Roma en un avión de Líneas Aéreas Polacas

Silvia Palomino Manzaneque
tomado de:
http://www.krakow2016.com/es/el-papa-improvisa-en-cracovia-y-les-pide-a-los-jovenes-memoria-coraje-futuro-esperanza

24 de agosto de 2016

DOLOR POR EL TERREMOTO

También nosotros, todos los blogueros, unidos al santo Padre Francisco, sufrimos esta terrible noticia que nos deja impotentes y apesadumbrados. Sin saber cómo responder y experimentando el sufrimientos de todas esas personas afectadas por la pérdida de familiares, amigos, hijos, hermanos, padres...etc. Por tanto niños que han visto sus vidas interrumpidas por la tragedia. ¿Qué decir y qué hacer?

Poner toda nuestra disponibilidad al servicio de ayudar y, sobre todo, unirnos en oración al santo Padre, para que el Señor nos consuele, sobre todo a los afectados personalmente y nos dé la fortaleza necesaria para soportar pacientemente esta tragedia que la vida nos ha presentado. 




PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 24 de agosto de 2016


Había preparado la catequesis de hoy, como para todos los miércoles de este Año de la Misericordia, sobre el tema de la cercanía de Jesús, pero ante la noticia del terremoto que ha golpeado el centro de Italia, devastando zonas enteras y dejando muertos y heridos, no puedo dejar de manifestar mi gran dolor y mi cercanía a todas las personas presentes en los lugares azotados por los temblores, a todas las personas que han perdido sus seres queridos y a aquellas que todavía están afectadas por el miedo y el terror. Oír lo que el Alcalde de Amatrice ha dicho: «el pueblo ya no existe», y saber que entre los muertos hay también niños, me conmueve mucho.

A todas estas personas en Accumoli, Amatrice y en otras partes, en la Diócesis de Rieti y de Ascoli Piceno y todo el Lazio, en Umbría y en Las Marcas, quiero asegurarles nuestra oración y decirles que confíen en la caricia y en el abrazo de toda la Iglesia, que en este momento desea estrecharse a ellos con su amor materno, también en el abrazo de los que estamos aquí en la plaza.

Agradecemos a todos los voluntarios y personal de protección civil que están socorriendo a estas poblaciones, y os pido que nos unamos en oración, para que, por la intercesión de la Bienaventurada Virgen María, el Señor Jesús, que siempre se ha conmovido ante el dolor humano, consuele a estos corazones afligidos y les dé la paz.

Dejémonos conmover con Jesús.

Por tanto, posponemos para la próxima semana la catequesis de este miércoles. Y los invito ahora a rezar conmigo una parte del Santo Rosario: “Los Misterios dolorosos”.
* * * * *

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los venidos de España y Latinoamérica. Los invito a salir al encuentro de las necesidades del prójimo, para que cada uno de nosotros pueda experimentar en su vida la mirada misericordiosa de Dios, y ser curado en el cuerpo y en el espíritu, recuperando la dignidad de ser hijos de un mismo Padre. Muchas gracias.

23 de agosto de 2016

AMORIS LAETITIA: ACUSE DE RECIBO

Cuando se envía una carta y se desea tener constancia de que ha sido recibida se contrata un sencillo servicio adicional llamado “acuse de recibo”. Pero para que realmente esa comunicación epistolar llegue a ser eficaz se han de cumplir premisas tan básicas como el que la compañía postal cree los cauces necesarios que garanticen que la misiva llegará a su destinatario, que el destinatario esté dispuesto a quedarse con la carta y firmar conforme la recibió y, por último, muy obvio pero no por ello menos importante, que abra y lea la carta.
¿A qué viene esta breve y, en apariencia, innecesaria introducción? Los que nos dedicamos a la difusión de la Biblia, a la animación pastoral con la Palabra de Dios, solemos repetir no sé si demasiadas veces que la Biblia es un conjunto de cartas que Dios nos ha escrito pero que requiere que la abramos y leamos. Esta nueva obviedad (que no lo debe ser tanto si tenemos en cuenta lo poco que se abre y lee) también se puede aplicar, por ejemplo, a las cartas que en forma de encíclica o exhortación nos escribe el Papa.
La última de ellas, una exhortación apóstolica postsinodal del Papa Francisco, lleva el título de Amoris Laetitia (La Alegría del Amor) y trata sobre la familia. De alguna manera podemos decir que esta propuesta toma el testigo que dejó Juan Pablo II con Familiaris Consortio. También aquella exhortación fue fruto de la reflexión postsinodal. Pero es evidente, y no podía ser de otra manera, que la diferencia de treintaycinco años nos deje como resultado que la realidad familiar de entonces y de ahora no sea la misma. Mucho, muchísimo ha cambiado desde entonces.
Pues bien, de primeras hemos de decir que no vale desdeñar la reflexión del Papa Francisco aduciendo que sobre ello ya escribió Juan Pablo II. Desde esa perspectiva reduccionista, ningún papa podría tratar un tema anteriormente tratado por otro papa. Simplemente es ridículo no aceptar, abrir y leer la carta Amoris Laetitia porque ya exista Familiaris Consortio.
Pero a lo que vamos… Para que la comunicación sea realmente efectiva se ha de evitar la confusión sobre a quién va dirigida la carta. Sí, ya sé que es evidente que una exhortación apostólica está escrita para todos. Pero también me doy cuenta que ha existido una cierta distorsión sobre los singulares destinatarios del famoso capítulo 8.
Muchos han pensado y opinado que el Papa pretendía tratar sobre las hasta ahora llamadas “familias irregulares”: Sobre quienes hacen mal, sobre qué es lo que hacen mal, sobre si porque hacen mal no pueden comulgar…

Eso es confundir el destinatario y hacer imposible la comunicación. Porque si leemos bien (incluso podríamos decir que bastaría simplemente con leer, ya que muchas opiniones se hacen a partir de rumores y titulares de prensa), pus bien si leemos ese capítulo 8 nos daremos cuenta que de lo que trata es de cómo ha de reaccionar la comunidad eclesial ante lo que el Papa, en lugar de “en situación irregular”, llama “fragilidad”.
Es decir, que ese “acompañar, discernir e integrar” del título del capítulo va por nosotros. Dejemos de fijarnos en cómo se comportan los que están sumidos en situación de fragilidad, muchas veces sobrevenida sin necesidad de que existan culpables, y pasemos a examinar cómo acompañamos e integramos a nuestros hermanos.

En fin, se trata de que hemos recibido una carta, una comunicación, que requiere aceptarla, leerla y, sobre todo, darle “acuse de recibo”. Reconocer que todo esto también va conmigo. Y el que esté de pie, mire no caiga. O mejor dicho, el que crea estar de pie mire si no está pisando a su hermano necesitado de comprensión, misericordia y perdón. 
Si hacemos memoria podremos recordar al típico niño repelente, sabelotodo, de la clase que no solo quería tener la mejor nota, sino que además necesitaba que a los demás no le diesen esas buenas notas. Vendría a ser como el famoso hijo mayor de la parábola, que más que muy bueno, pretendía parecerlo en el contraste con su hermano pequeño. O Jonás, que no aceptaba que Dios fuese compasivo con los habitantes arrepentidos de Nínive.

El Papa nos está llamando a no ser repelentes y darnos por enterados que mi falta de misericordia es peor que la fragilidad de mis hermanos. A buen entendedor…

22 de agosto de 2016

ABIERTA DE PAR EN PAR

El Papa Francisco en el Angelus del domingo nos invita a la reflexión, nos anima a seguir adelante, a no dejarnos vencer por las dificultades. A cruzar la puerta de la Misericordia para encontrarnos con Dios y para ser misericordiosos también nosotros.


«Queridos hermanos y hermanas, buenos días
La página del evangelio de hoy nos exhorta a meditar sobre el tema de la salvación. El evangelista Lucas cuenta que Jesús está en viaje hacia Jerusalén y durante el recorrido se le acerca un tal que le plantea esta pregunta: “¿Señor, son pocos los que se salvan?”.
Jesús no da una respuesta directa, pero desplaza el debate a otro plano, con un lenguaje sugestivo: “Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán”.
Con la imagen de la puerta, Èl quiere hacer entender a quienes le escuchan que no es cuestión de números, no importa saber cuantos se salvan. Lo importante es que todos sepan cuál es el camino que conduce a la salvación, a la puerta.
Y tal recorrido prevé que se cruce una puerta. ¿Pero dónde está la puerta, quién es la puerta? Jesús mismo es la puerta. Nos los dice Él en el evangelio de San Juan: ‘Yo soy la puerta’. Él nos conduce a la comunión con el Padre, donde encontramos amor, comprensión y protección. ¿Pero por qué esta puerta es angosta?, nos podemos preguntar.
Es una puerta angosta no porque sea opresora, sino porque pide restringir y contener nuestro orgullo y nuestro miedo, para abrirnos con corazón humilde y confiado a Él, reconociéndonos pecadores, necesitados de su perdón. Por esto es estrecha, para contener nuestro orgullo que nos hincha.

¡La puerta de la Misericordia es Dios, es estrecha pero está siempre y enteramente abierta para todos! Dios no tiene preferencias, sino que recibe siempre a todos sin distinciones. Una puerta estrecha para contener nuestro orgullo y nuestro miedo; una puerta amplia porque Dios recibe a todos sin distinción.

Y la salvación que Él nos da es un flujo incesante de misericordia que derrumba todas las barreras y abre sorprendentes perspectivas de luz y de paz. La puerta es estrecha pero siempre abierta, no se olviden de ésto.
Hoy Jesús nos dirige, una vez más, una invitación insistente para ir hacia Él, para atravesar la puerta de la vida plena, reconciliada y feliz. Él nos espera, a cada uno de nosotros, a pesar de cualquier pecado que hayamos cometido, para abrazarnos, para ofrecernos su perdón.
Solamente Él puede transformar mi corazón. Solamente Él puede dar sentido pleno a nuestra existencia, donándonos la verdadera alegría. Entrando por la puerta de Jesús, la puerta de la fe y del evangelio, nosotros podremos salir de las actitudes mundanas, de las malas costumbres, de los egoísmos y del cerrarnos en nosotros mismos.
Cuando hay un contacto con el amor y la misericordia de Dios hay un cambio auténtico. Y nuestra vida es iluminada por la luz del Espíritu Santo: ¡una luz inextinguible!
Quiero hacerles una propuesta: pensemos ahora en silencio y por algunos instantes en las cosas que tenemos dentro de nosotros y que nos impiden cruzar la puerta: mi orgullo, mi soberbia, mis pecados. Y después pensemos en otra puerta, esa abierta de la misericordia de Dios que del otro lado nos espera para darnos el perdón.
El Señor nos ofrece muchas ocasiones para salvarnos y entrar a través de la puerta de la salvación. Esta puerta es una ocasión que no debemos desperdiciar: no debemos hacer discursos académicos sobre la salvación, como el de aquel tal que se dirigió a Jesús, sino que debemos aferrar las ocasiones de salvación. Porque en un determinado momento “el patrón de la casa se levantará y cerrará la puerta”, como nos ha recordado el Evangelio.
Pero si Dios es bueno y nos ama, ¿por qué cierra la puerta? Porque nuestra vida no es un videojuego o una telenovela; nuestra vida es seria y el objetivo importante que debemos alcanzar es la salvación eterna.
A la Virgen María, Puerta del Cielo, le pedimos que nos ayude a no perder las ocasiones que el Señor nos ofrece para cruzar la puerta de la fe y así entrar en un camino ancho: es el camino de la salvación, capaz de recibir a todos quienes se dejan abrazar por el amor.
Es el amor que salva, el amor que ya en la tierra es fuente de la bienaventuranza de quienes, en la mansedumbre, en la paciencia y en la justicia se olvidan de sí mismos y se dan a los otros, especialmente a los más débiles.

20 de agosto de 2016

MARÍA, PRESENTE EN LA IGLESiA



María, la Madre, permanece presente en la historia de la Iglesia. María está presente con los apóstoles en el comienzo de la Iglesia, y es testigo presente de la presencia de su Hijo, Jesús, el Señor. Porque en Ella, todos recuerdan y mantienen vivo la figura y vivencias de Jesús junto a su Madre.

María, que guarda un papel discreto durante la infancia y vida de Jesús, ahora destaca su presencia en el comienzo de la peregrinación de la Iglesia como mediadora y animadora como Madre del Señor. María, que en algunos momentos puntuales de su vida fue cauce e impulso para que el Hijo actuara, bodas de Caná, ahora, juntos a los apóstoles, su presencia, actualiza el Espíritu del Hijo que está siempre en su Madre.

Porque Ella fue ensalzada por el Hijo: "Quien cumpla la voluntad de Dios, -había dicho Jesús-, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre" (Mc. 3, 34). Y nadie como María manifiesta ese testimonio de acatar, aceptar, acoger y cumplir la Voluntad del Padre como María. Ella es la primera que empuja la Iglesia con su presencia es sus primeros pasos. Ella es la Señora, la Madre del Señor Resucitado, que con su presencia irrumpe en la vida de la Iglesia como Madre y Patrona.

Hoy, todos los pueblos, la veneran y la recuerdan como Madre y Patrona. ¡¡Bendita la Madre de nuestro Señor Jesús!! Y desde su reinado como Madre, María cataliza la unidad entre los apóstoles, que en muchas circunstancias habían presentados disputas entre ellos. María unifica, los mantiene juntos, esperanzados y fortalecidos en la oración.

María, la Madre, derrama toda su maternidad de Madre sobre aquella primera comunidad de apóstoles a los que van formando en el auxilio  del Espíritu Santo y a mantenerse en contacto íntimo con su Hijo Jesús. Ella fue su Madre y de una Madre siempre se espera lo mejor. Más de la Madre de Dios, María, la Inmaculada Concepción.

19 de agosto de 2016

ORACIÓN INCESANTE POR EL SANTO PADRE FRANCISCO

No olvidemos nuestra oración ante Jesús Eucaristía por el Papa Francisco y la Iglesia, como siempre nos lo pide el mismo: " No se olviden de rezar por mi"... lo repite como un estribillo al terminar cualquier presentación que hace en público, consciente de esa gran necesidad de recurrir a la oración del pueblo y nosotros como buenos hijos de la Iglesia tampoco nos queremos olvidar que tenemos un Santo Padre que siempre está al pendiente de todos nosotros y nos unimos en esa oración "incesante" ante el Padre por medio de Jesús Eucaristía.




17 de agosto de 2016

AUDIENCIA DEL PAPA FRANCISCO

Hoy el Papa nos anuncia a Jesús, el Señor, como alimento que nos transforma en su Cuerpo y alimento para nuestros hermanos. La Eucaristía, anunciada en la bendición de los cinco panes y los dos peces, está destinada a todos los hombres y mujeres. Y se nos encomienda a todos los bautizados que lo hagamos llegar.

Las Palabras del Papa Francisco, sencillas y claras, nos advierten de nuestra responsabilidad como bautizados en ser fieles a nuestro compromiso de Bautismo, por el que quedamos consagrados como sacerdotes, profetas y reyes.




PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 17 de agosto de 2016


Queridos hermanos y hermanas

Jesús se conmovió al ver a la multitud que estaba extenuada y hambrienta, y salió a su encuentro para socorrerla. No solamente se preocupó de los que le seguían, sino que deseaba que sus discípulos se comprometieran en auxiliar al pueblo, mandándoles: «dadles vosotros de comer».

La bendición de Jesús sobre los cinco panes y los dos peces anuncia de antemano la Eucaristía, de la que el cristiano se alimenta y de la que saca fuerza para la vida. La Eucaristía nos va trasformando en Cuerpo de Cristo y en alimento para nuestros hermanos. Jesús desea que su alimento llegue a todos y que sus discípulos, que somos nosotros, sean los que lo entreguen a los demás.

Jesús nos ha enseñado el camino a seguir y nos manda que seamos nosotros quienes lo llevemos a los demás, a él, que es alimento que sacia y da vida, crea unidad y comunión.

* * * * *
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los venidos de España y Latinoamérica. Los invito a alimentarse constantemente de la Eucaristía para ser a su vez alimento para los demás e instrumento de comunión en la familia, en el trabajo, en el ámbito donde viven, siendo testigos de la misericordia y de la ternura de Dios. Muchas gracias.


16 de agosto de 2016

MISERICORDIA Y PERDÓN: SEGUNDAS OPORTUNIDADES


Moisés, el patriarca y liberador, no fue profeta en su tierra, o mejor dicho entre su pueblo. Acaba de liberar a su pueblo de la esclavitud de Egipto y el pueblo le echa en cara una y otra vez las dificultades del camino, un camino que es desierto. Tanto es el desagradecimiento del pueblo a Dios y a Moisés que llegan a decir:
"¡Ojalá hubiéramos muerto a manos de Yahveh en la tierra de Egipto cuando nos sentábamos junto a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta hartarnos! Vosotros nos habéis traído a este desierto para matar de hambre a toda esta asamblea." (Ex 16, 13)
Aún peor será la rebeldía e infidelidad a Dios ante la impaciencia por la tardanza de Moisés en el Sinaí. Se harán su propio “dios”, el becerro de oro, y darán vía libre a sus apetencias más egoístas.
Pero tanto en el desierto como en el Sinaí Dios va a mostrar que cuando dijo que liberaría a su pueblo, se refería tanto a la liberación del opresor externo como a la esclavitud del egoísmo. Y Dios va a tener mucha, mucha, mucha paciencia con un pueblo “quejica”, desagradecido, rebelde, infiel. Lo va a hacer con mucha paciencia y con mucha misericordia, otorgándoles una oportunidad detrás de otra.
Quizá el culmen de esta misericordia se visualiza en perdonar la idolatría del becerro de oro y volver a conceder por segunda vez sus “Diez palabras” de felicidad y salvación. Pensemos que el pecado del becerro de oro es mucho más de lo que se ve. El gran pecado no es otorgarle una importancia cultual desmedida al becerro. No, el pecado más grande no está en el becerro mismo. El pecado más grave es el abandono que se hace de Dios, el empujón que se le da para que salga de sus vidas. Así, lo más grave no será el desenfreno sino la desesperanza que lleva a la traición y la traición que lleva a la desesperanza. Y por tanto, el pecado más grave que Dios perdonará generoso desde su misericordia es un pecado contra el mismo Dios.
Este capítulo de la historia de la salvación me recuerda a otro muy conocido y proclamado hace bien poco. Al igual que con la liberación de Egipto, también en la entrada de Jesús a Jerusalén se desbordó la alegría. Una multitud clamando “Hosanna”. Pero de esa alegría, en pocos días, pasamos a momentos tristes y difíciles. Han prendido a Jesús, Pilato pregunta y muchos gritan “crucifícale”.
En algunas meditaciones se cuestiona como los que decían “Hosanna” pueden al poco decir “crucifícale”. Yo nunca he pensado que fuesen los mismos. En Jerusalén, en Pascua, había gente suficiente para lo uno y para lo otro. Lo que yo sí me pregunto es dónde estaban los primeros, los del “Hosanna” cuando los segundos gritaban “crucifícale”. ¿Dónde estaban? Seguramente les pasó lo mismo que en el desierto y el Sinaí. La desesperanza les llevó a la traición del abandono.
Y también en esta ocasión Dios va a perdonar lleno de misericordia ese abandono. Lo va a hacer por todo lo grande. Si en Sinaí volvió a regalar sus “Diez palabras”, aquí la segunda oportunidad será su Palabra resucitada. Jesús, el Hijo de Dios, que ha sido abandonado en el pretorio, vuelve a la vida y da una segunda oportunidad. Este es el acto más misericorde de Dios hacia nosotros. 
Dios nos lo perdona todo. Estos días de violencia salvaje contra los cristianos nos podemos preguntar ¿vamos a perdonar?

15 de agosto de 2016

MARÍA, ESPERANZA DE RESURRECCIÓN



Siguiendo la estela de María, pues es nuestra Madre, aprendemos y conocemos el camino para llegar, como Ella, a la aspiración más grande de toda criatura: “La Resurrección”, porque, hoy, quince de agosto, celebramos su Asunción a los Cielos. Y, tal y como Ella nos indica con su vida y su humildad, gozar de la presencia del Padre en plenitud y eternidad.

Aprender, como Ella nos testimonia, a acoger en la fe a su Hijo; no perder nunca la amistad con Él, ni alejarnos de su amor. Estar en constante intimidad y contacto con Él y seguirle a cada instante y a todas partes. Incluso en los momentos más inoportunos, sufridos, desconcertantes y oscuros de nuestra vida. No perder la fe ni la esperanza.

María, la Madre, es luz, camino y ejemplo para fortalecernos en estos menesteres y retos. Sí María es nuestra Madre, se supone, por lógica y sentido común, que quiere para sus hijos lo mejor. Y dará todo lo suyo por sus hijos. Si el Padre la ha llevado al Cielo, hará lo mismo con cada uno de sus hijos, por los méritos del Hijo, del enviado, de que ha pagado por nuestro rescate.

El Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica (#966) nos lo explica así, citando a Lumen Gentium 59, que a la vez cita la Bula de la Proclamación del Dogma: "Finalmente, la Virgen Inmaculada, preservada libre de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue llevada a la gloria del Cielo y elevada al Trono del Señor como Reina del Universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los señores y vencedor del pecado y de la muerte".

Y el Papa San Juan Pablo II, en una de sus Catequesis sobre la Asunción, explica esto mismo en los siguientes términos: "El dogma de la Asunción afirma que el cuerpo de María fue glorificado después de su muerte. En efecto, mientras para los demás hombres la resurrección de los cuerpos tendrá lugar al fin del mundo, para María la glorificación de su cuerpo se anticipó por singular privilegio" (San Juan Pablo II, 2-julio-97). 

María nos orienta hacia un horizonte de esperanza de Resurrección. María nos conforta y nos ilumina, porque, Ella, criatura humana como nosotros, es la primera, por y para Gloria de Dios, que anticipa la Gloria de la Resurrección, prometida a todos los que cumplen la Voluntad de Dios. Demos gracias al Padre por nuestra Madre, Madre que nos acompaña y nos acerca al Hijo, el Mesías, el Redentor.

13 de agosto de 2016

UN CORAZÓN JOVEN COMO MARÍA



María, la Madre de Dios, fue también niña. Y su corazón también pasó por la niñez, puro, sencillo, humilde y dócil. Pero María, dócil a la Voluntad de Dios, ha sabido mantenerse y perseverar en su Palabra y abrir su corazón a su Voluntad.

Diríamos, soltando nuestra imaginación, que, María, ha perseverado manteniéndose siempre como si de un corazón de niña se tratara. No ha dejado envejecer su corazón y lo ha sostenido siempre joven y fresco; tierno y suave; limpio y dispuesto a abrirse a la Voluntad del Creador. Así su Hijo, en una ocasión, lejos de menospreciarla, la ensalza por ser la primera que cumple la Voluntad del Padre.

María es la primera y por eso es la elegida para ser la Madre de Jesús, el Hijo de Dios. Inmaculada y limpia de todo pecado. María es también modelo, como los niños, para mantener nuestro corazón limpio y puro, lejos de toda contaminación y malas intenciones. Humilde y sencillo para aceptar la Voluntad de Dios.

Danos, Señor un corazón como María, a la que pedimos que interceda por nosotros y nos enseñe ese camino de sencillez y humildad que nos hace pequeños y dóciles como niños para, según la Voluntad de Dios, alcanzar el Reino de los Cielos. Amén.

11 de agosto de 2016

EL ARTE DE BRADI BARTH COMO EXPRESIÓN DE FE

Blogueros con el Papa quiere abarcar un área más, en la que tenga lugar el arte, que es la belleza de la que en muchas ocasiones nos habla el Papa Francisco: "Resaltar la belleza es poner los cimientos de una cultura de la solidaridad y de la amistad social”; y también nuestro venerado Papa Emérito Benedicto XVI que define la belleza como el "Arte para encontrar a Dios".
Como un exponente muy pleno encontramos a la pintora Bradi Barth con su mensaje:

"En octubre de 2000 Bradi Barth comenzó su fundación HERBRONNEN vzw ,claramente su misión y objetivos:
Evangelización en el sentido más amplio
El apoyo a las misiones
En unión con el Papa de Roma
En unión con Cristo
Bajo la protección de la Santa Virgen María
¿Quién es Bradi Barth?
"Bradi Barth (1922-2007) nació en Suiza, aunque vivió en Bélgica desde los 26 años hasta su muerte. Fue maestra de niños y pintora de gran sensibilidad. Su arte brota de la fe y de la oración, por lo que refleja su profunda vida interior. Ella sabía que la belleza que salvará al mundo es Jesucristo y casi toda su obra lo representa a Él: su vida y su obra. En el cuidado de los detalles refleja la influencia de los artistas flamencos del renacimiento, así como del beato Angélico. Pinta con mucha delicadeza las escenas del evangelio, reflejando al mismo tiempo la sencillez de la vida ordinaria y la grandeza de la salvación que se hace presente en cada momento de la vida de Cristo. Domina el uso de los colores y los reflejos de la luz en sus cuadros. No solo representa los acontecimientos, sino su significado, por lo que –si se me permite la expresión– diría que su pintura es poesía, capaz de sugerir por medio de símbolos y colores lo que las palabras y las imágenes ordinarias no son capaces de transmitir: la presencia del Infinito en la cotidianidad, de la Gracia en la vida ordinaria." (tomado del Blog del Padre Eduardo)
Aquí el enlace de la fundación para conocer más a fondo como participar:
fundación HERBRONNEN

10 de agosto de 2016

AUDIENCIA DEL PAPA FRANCISCO

Hoy, el Papa Francisco, nos habla del paso de la muerte a la vida. Nos llena de alegría que el Papa nos hable de esa máxima aspiración que tenemos todos los hombres y mujeres del planeta, porque esa aspiración es la que Dios nos presenta cumplida y realizada por su Infinita Misericordia.

Dios nos ha creado para Vivir, y Vida en abundancia y eterna y su compasión no tiene limites. Así nos dice el Papa Francisco relatándonos el pasaje de como Jesús se compadece por esa viuda de Naín y le entrega a su hijo resucitado. ¡Qué alegría y esperanza, porque nosotros, por su Infinita Misericordia, también seremos resucitados si creemos en Él.





PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 10 de agosto de 2016


El pasaje del Evangelio que acabamos de escuchar nos muestra a Jesús que, movido por la ternura ante el dolor de la madre viuda que lleva a enterrar a su único hijo, hace el milagro de resucitar al joven, restituyéndolo vivo a su madre. Jesús, en la puerta del pequeño poblado de Naín, no se queda indiferente frente a las lágrimas de la mujer sino que, lleno de misericordia por su sufrimiento, la consuela y actúa.

Durante este Jubileo, sería bueno recordar lo ocurrido en la puerta de Naín, porque sabemos que pasar por la Puerta Santa es dirigimos a la puerta del corazón misericordioso de Jesús que, como al joven difunto, nos invita a levantarnos y nos hace pasar de la muerte a la vida. Él, con su ternura y su gracia, quiere también encontrarse con nosotros y darnos vida abundante. Llegamos a la Puerta Santa para presentar a la misericordia del Señor la propia vida, con sus alegrías y sus sufrimientos, con sus proyectos y sus caídas, con sus dudas y sus miedos, porque sabemos que es la puerta del encuentro entre el dolor de la humanidad y la compasión de Dios.

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Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los provenientes de España, Latinoamérica y Guinea Ecuatorial. Que Jesús nos conceda el don de su gracia para que aprendamos a ser misericordiosos y atentos a las necesidades de nuestros hermanos, recordando que la misericordia es un camino que sale del corazón pero tiene que llegar a las manos, es decir, hacer obras de misericordia. Muchas gracias.

9 de agosto de 2016

EL DIOS DE LA MISERICORDIA: "HE VISTO SUFRIR A MI PUEBLO. VOY A LIBERARLO"




     El Pueblo de Israel había encontrado en Egipto una tabla de salvación para la hambruna que padecía en su tierra. No tuvo que resultar fácil abandonar esa tierra que formaba parte profunda de su identidad, pero al final tuvo que aceptar lo inevitable.
     En Egipto tuvo años de prosperidad. Los hijos del Pueblo de Israel se multiplicaron de tal forma que el faraón se asustó porque le estaban “hebraizando” su país. Y, a partir de ahí, empezó a oprimir y esclavizar a los israelitas, incluso matando a los hijos varones al nacer.
     Dios Padre que ama a sus hijos y, de una manera más especial a los más débiles, se encuentra con Moisés y le dice: “He visto sufrir a mi pueblo”.
     Una vez más, como también lo fue al evitar el sacrificio de Isaac, Dios en el Antiguo Testamento se presenta como el Dios de la Vida, de la Misericordia, cercano y preocupado por sus hijos.
     Y remata la frase con la clara y contundente expresión “voy a liberarlo”. Dios no se conforma con la lástima. En más de una ocasión he oído a personas decir, ante reportajes televisivos de niños muriendo de hambre, “pobrecitos estos niños, pero estos programas no deberían darlos a la hora de la comida (o cena)”. Dios no se queda en la lástima, Dios se compromete. Su misericordia no es tan solo un sustantivo, es un verbo que surge de un Amor que se dona a sí mismo.
     De este capítulo de la historia del Pueblo de Israel, prefiguración de lo que hoy es la Iglesia, el Pueblo de Dios que camina en la historia, debemos aprender.
     Si nos repele esa malévola actitud del faraón ante su miedo a la “hebraización” de Egipto, nos deberá repulsar igualmente cualquier comentario del tipo “nos están islamizando” o “primero para los de aquí” para excusar nuestra falta de misericordia.
     Como entonces, hay pueblos que han de abandonar su tierra, con el profundo dolor de quien lo deja todo, buscando una manera de sobrevivir. Lo que hicieron los israelitas y lo que haríamos cualquiera de nosotros para dar de comer a nuestros hijos.
     No cabe pues, ni elevar muros (o rejas) en lugar de tender puentes (tal como ha dicho el Papa Francisco) ni pretender que el origen de las personas les pueda convertir en ciudadanos de segunda.
     El “voy a liberarlo” está en la misma dinámica que las palabras de Jesús de Nazaret: “He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”.

QUIQUE FERNÁNDEZ

6 de agosto de 2016

MARÍA, REINA DE LOS SANTOS



María es la primera, la llena de Gracia y Santidad por excelencia. La primera criatura en cumplir la Voluntad del Padre a la perfección. La Santa por excelencia y modelo para todos los santos. María es la criatura que se abre a la acción del Espíritu Santo y guia al pueblo de Dios por el camino que Ella ha recorrido al lado de su Hijo. María, la sencillez humilde que nos descubre, paso a paso, la obra de Dios a través de su vida y su donación y entrega en su Hijo y a los demás.

María, silencio y sumisión, apoyada en una fe ciega y dócil que confía en la Palabra y Anuncio del Ángel Gabriel revelada y enviada por mandato del Padre. María, la que no desconfía, la que simplemente obedece y la que abandona todos sus proyectos para entregarse al que el Padre le propone. María, donación de libertad, de confianza, de disponibilidad, de humildad, de todo su ser para cumplimiento de la Voluntad del Padre.

No hay santo mayor que María. Ella es la Reina de los santos, porque todos se fijan en ella y todos caminan a su cobijo, a sus señales, a su testimonio y santidad. María, que cumple con la Voluntad del Padre, que su Hijo, Jesús, ensalza en aquella ocasión cuando le anuncian que su Madre y hermanos quieren verle. Y Él manifiesta que su Madre, hermanos y amigos son los que cumplen la Voluntad del Padre (Mt 12, 46-50). María es la primera, y por eso es la elegida, la llena de Gracia, la que el Señor está con ella. Bendita es entre todas las mujeres, y bendito es el Fruto de tu vientre, nuestro Señor Jesús.

María es la mujer más grande, la Inmaculada, la siempre Virgen, la Madre de Dios. La Antorcha que alumbra el camino de la santidad, como modelo y Madre, a todos los hombres, pero de manera especial a todos aquellos, que sintiéndose hijos, tienden sus manos para que, tomados de ella, les guíe por el camino de la santidad hacia su Hijo Jesús, nuestro Señor. El Hijo de Dios Vivo.

3 de agosto de 2016

AUDIENCIA DEL PAPA FRANCISCO

Hoy, el Papa Francisco ha vuelto la mirada hacia atrás. No con la actitud de queja nostálgica, sino con la mirada positiva del recuerdo que nos alienta y nos refuerza a seguir adelante confiados y apoyados en la Misericordia del Señor.

El silencio vivido en Auschwitz y elevado como oración por todos los sufrimientos, muertes y odios allí vivido nos ha devuelto a la miseria del hombre y a su pecado. Que ese tiempo recorrido nos sirva para, como nos dice el Papa Francisco, hacernos comprender el valor del recuerdo, como advertencia para que el odio y la violencia no triunfen y no se repitan.




PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 3 de agosto de 2016


Queridos hermanos y hermanas:

En esta catequesis me refiero al Viaje Apostólico en Polonia. Después de 25 años, la Jornada Mundial de la Juventud vuelve a ese país, con un signo de esperanza para los nuevos desafíos del mundo: la “fraternidad”.

Venidos de 180 países, los jóvenes han hecho ondear juntas todas sus banderas, incluso las de naciones en conflicto, en una fiesta de color, un mosaico de fraternidad. Han compartido la alegría de estar juntos, para derramarla por todas partes con las obras de misericordia. Gracias a todos los jóvenes que han venido y a todos los que se han unido a nosotros.

Aquí, en Polonia, la Virgen de Częstochowa, nos revela el sentido espiritual del camino de este pueblo, tan ligado al sufrimiento y a la cruz. Ciertamente los polacos tienen una historia de mucho sufrimiento. Nos hace ver que Europa no tiene futuro sin sus valores fundamentales, vinculados a la visión cristiana del hombre. Entre ellos la misericordia.

La JMJ Jornada Mundial de la Juventud es un llamado al mundo, que se ha hecho elocuente en el silencio de Auschwitz. En la oración, las almas de los que allí sufrieron, de los que allí dieron testimonio de la misericordia de Dios, me han hecho comprender el valor del recuerdo, como advertencia para que el odio y la violencia no triunfen y no se repitan.
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Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Saben hacer barullo, ¡muy bien! Agradezcamos al Señor y a la Virgen María este don de gracia, también a todos lo que lo han hecho posible, al Presidente de Polonia, a las Autoridades, al Cardenal Arzobispo de Cracovia y al episcopado polaco. Que Dios los bendiga.

2 de agosto de 2016

CUATRO LIBROS SOBRE LA MISERICORDIA


Como complemento al esquema de Retiro sobre la Misericordia os ofrezco una bibliografía básica para preparar algunos contenidos de las meditaciones y pláticas.
1) Título: EL NOMBRE DE DIOS ES MISERICORDIA
Autor: Papa Francisco
Editorial (en España): Planeta
El primer libro del Papa Francisco. La Iglesia no está en el mundo para condenar, sino para permitir el encuentro con ese amor visceral que es la misericordia de Dios. Para que eso suceda, es necesario salir. Salir de las iglesias y de las parroquias, salir e ir a buscar a las personas allí donde viven, donde sufren, donde esperan. 
«La misericordia es el primer atributo de Dios. Es el nombre de Dios. No hay situaciones de las que no podamos salir, no estamos condenados a hundirnos en arenas movedizas.» 
Con palabras sencillas y directas, el Papa Francisco se dirige a cada hombre y mujer del planeta entablando un diálogo íntimo y personal. En el centro, se halla el tema que más le interesa–la misericordia–, desde siempre eje fundamental de su testimonio y ahora de su pontificado. En cada página vibra el deseo de llegar a todas aquellas almas–dentro y fuera de la Iglesia–que buscan darle un sentido a la vida, un camino de paz y de reconciliación, una cura a las heridas físicas y espirituales. En primer lugar está esa humanidad inquieta y doliente que pide ser acogida y no rechazada: los pobres y los marginados, los presos y las prostitutas, pero también los desorientados y los que viven alejados de la fe.
2)Título: LA MISERICORDIA. Clave del Evangelio y de la vida cristiana
Autor: Walter Kasper
Editorial (en España): Sal Terrae
La reflexión teológica sobre la misericordia lleva a las preguntas fundamentales de la doctrina sobre Dios. La misericordia divina constituye el núcleo y la suma de la revelación bíblica de Dios. La presente obra anuda la reflexión teológica con las consideraciones espirituales, pastorales y sociales, pues el tema de la misericordia nos introduce en numerosos interrogantes de la praxis cristiana, eclesial y social. Anima también a examinar a fondo la doctrina cristiana de Dios y las consecuencias prácticas que de ella se derivan, a fin de perfilar con claridad a qué se alude cuando se habla del hoy absolutamente necesario giro teocéntrico en la teología y en la vida de la Iglesia. «El evangelio de la misericordia divina en Jesucristo es lo mejor que se nos puede decir y lo mejor que podemos escuchar y, al mismo tiempo, lo más bello que puede existir, porque es capaz de transformarnos a nosotros y transformar nuestro mundo a través de la gloria de Dios en su graciosa misericordia. Esta misericordia, en cuanto don divino, es simultáneamente tarea de todos los cristianos. Debemos practicar la misericordia. Debemos vivirla y atestiguarla de palabra y de obra. Así, por medio de un rayo de la misericordia, nuestro mundo, a menudo oscuro y frío, puede tornarse algo más cálido, algo más luminoso, algo más digno de ser vivido y amado. La misericordia es reflejo de la gloria de Dios en este mundo y quintaesencia del mensaje de Jesucristo que nos ha sido regalado y que nosotros, por nuestra parte, debemos regalar a otros. [...] Este mensaje de la misericordia divina tiene consecuencias para la vida de todo cristiano, para la praxis pastoral de la Iglesia y para la contribución que los cristianos deben realizar a la configuración de un orden social digno, justo y misericordioso»
3) Título: EL ROSTRO DE LA MISERICORDIA. Pequeño tratado sobre la misericordia divina y humana
Autor: Raniero Cantalamessa
Editorial (en España): Edicep
En la Biblia, el término "misericordia" aparece en dos contextos y con dos significados diferentes, aunque sean interdependientes. En su primera y original acepción, indica el sentimiento que Dios alberga por sus criaturas; en la segunda, muestra el sentimiento que las criaturas deben experimentar las unas para con las otras. Trataremos, por tanto, de la misericordia como don y de la misericordia como deber; más aún, como deuda.
Por consiguiente, la primera parte del libro reflexionará sobre la misericordia de Dios: sobre sus manifestaciones en la historia de la salvación y en Cristo; y sobre cómo recibimos el don de la misericordia mediante los sacramentos de la Iglesia. La segunda parte se centrará en el deber de ser misericordiosos y en las "obras" de misericordia y, de un modo particular, reflexionará sobre el deber de la Iglesia y de sus ministros de ser misericordiosos con los pecadores, como lo era Jesús.
La conclusión del autor es que la misericordia -de Dios hacia los hombres y de los hombres entre sí- es lo único que puede salvar al mundo. Lo importante, sin embargo, no es limitarse a hacer muchos discursos que giran en torno al misterio, razonando sobre él, sino ser capaz de penetrar en su interior, como aquellos que se lanzaban a la piscina de Betesda cuando sus aguas eran agitadas por un ángel y salían sanados del agua.
4)Título: ENTRAÑAS DE MISERICORDIA. Jesús, la ternura de Dios
Autor: Fraile Yécora, Pedro
Editorial (en España): PPC
Estas páginas tratan de indagar en la afirmación bíblica sobre la misericordia de Dios. La Biblia, leída como Escritura tanto por el pueblo judío en su primera parte como por el pueblo cristiano en su totalidad, afirma sin rubor y sin titubeos que la misericordia no es un atributo más de Dios, sino su fundamento, su forma de expresarse y de actuar en el mundo y con los hombres. ¿Cómo compaginar esta afirmación con el hecho de que en la Biblia también leemos cómo Dios manda castigar a pueblos enteros? Este libro está dirigido a aquellas personas que piensan que la teología no es «terreno particular» de nadie. Los que están buscando una imagen y una experiencia de Dios que sintonice con lo más profundo de ellos mismos, con la gran tradición de la Iglesia y con los retos que nos presenta el mundo moderno.

Quique Fernández