30 de enero de 2011

El compromiso de los blogueros con la verdad

En su reciente mensaje con ocasión de la XLV Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, Benedicto XVI ha querido compartir con todos algunas reflexiones acerca de la propagación de la comunicación a través de internet.


No cabe duda de que este fenómeno de nuestros días es valorado muy positivamente por el Pontífice romano. Sin embargo, es de agradecer que también se señalen los aspectos negativos. 


Hoy me querría fijar en un aspecto muy concreto. La comunicación en la red exige en los usuarios cristianos el compromiso de ser testigos del Evangelio también en este ámbito. Me parece a mí que se podría hablar de un compromiso de todo usuario con la verdad. La comunicación en la red debe de ser verdadera, con independencia de la religión que se profese. En el caso de los cristianos ese compromiso deriva también de su bautismo, en cuya virtud está obligado a ser testimonio vivo del Evangelio. 


Ya se ha dicho en otras ocasiones que Blogueros con el Papa pretende aunar a todos los blogueros que apoyan al Papa, con independencia de que sean católicos o no. La siguiente reflexión del Papa, que a continuación transcribo, puede aplicarse a todos en en el sentido anteriormente indicado, pero en ella el Papa alude principalmente al testimonio evangélico. 


"El compromiso de ser testigos del Evangelio en la era digital exige a todos el estar muy atentos con respecto a los aspectos de este mensaje que puedan contrastar con algunas lógicas típicas de la red. Hemos de tomar conciencia sobre todo de que el valor de la verdad que deseamos compartir no se basa en la 'popularidad' o la cantidad de atención que provoca. Debemos darla a conocer en su integridad, más que en hacerla aceptable, quizá desvirtuándola. Debe transformarse en alimento cotidiano y no en atracción de un momento".


¡Cuántas veces los blogueros comprometidos con la evangelización habrán experimentado el desánimo al comprobar que sus entradas pasan inadvertidas, bien porque no suscitan comentarios de los demás usuarios o bien porque las estadísticas muestran su escasa incidencia! En muchas ocasiones, en efecto, una entrada que ha costado horas de trabajo y de reflexión es engullida por la red, sin que haya sido leída por más de una decena de personas. Y, al revés, otras entradas más superficiales o incluso de contenido frívolo son las que han obtenido más éxito. 


Pues bien, el bloguero verdaderamente comprometido con el Evangelio debe escribir con la misma mentalidad con la que el sembrador de la parábola esparce la semilla, arrojándola generosamente al aire, para que el viento la lleve y la deposite en tierras fértiles, aun a sabiendas de que también puede caer entre espinos, en el camino o en terreno pedregoso. Esta debería de ser su principal satisfacción. La constancia en la labor de siembra dará siempre frutos, quizá absolutamente impredecibles. 

28 de enero de 2011

NO SÓLO DE PAN VIVE EL HOMBRE

Es obvio considerar la necesidad que tenemos de alimentarnos cada día. Necesitamos el alimento para nuestro cuerpo como el aire para respirar y, durante el día, disponemos de varios momentos para ingerir gustosamente esos ricos alimentos que necesitamos. Es tan vital para nuestra vida que nunca podemos olvidarnos de comerlos porque, en tal caso, nuestro cuerpo nos avisa y nos dispone a hacerlo obligatoriamente. Sin ellos moriríamos.

Sin embargo, hay una necesidad mucho más fuerte y necesaria, porque en ella nos jugamos la vida, ¡y la vida para siempre!, porque en esta estamos de paso y nuestra muerte es solo un billete de partida para la auténtica y verdadera. Estoy hablando de la necesidad que tenemos también, con mucho más empeño y cuidado, de alimentar nuestro espíritu con el alimento de la oración, del ayuno, del sacrificio, de la Penitencia y, sobre todo, de la Eucaristía.

Igual que disponemos de varios momentos para cuidar y alimentar nuestro cuerpo, también necesitamos de dedicar y disponer de espacios y momentos para alimentar y madurar mi espíritu que, como no lo veo materialmente parece escondido y hasta difícil de sentirlo y experimentarlo. Se me escapa de mi conciencia y lo dejo en un segundo plano, o al menos me cuesta más atenderlo y cuidarlo.

Nuestro espíritu no nos avisa como nuestro cuerpo, nos deja actuar libremente y acepta las tentaciones de nuestra humanidad fortalecida por el Maligno que se interesa porque nos alejemos de él. Así, la batalla está señalada y para sostenernos necesitamos alimentarnos espiritualmente cada momento, cada segundo, cada minuto, cada hora, cada día (ver aquí). Nuestra oración es constante pues, estemos donde estemos el peligro siempre acecha, y necesitamos tomar conciencia de estar en la presencia de DIOS, injertado en su ESPÍRITU SANTO.

Sólo,cuando hemos fallado y nos hemos dejado llevar por esa aparente felicidad que el mundo nos ofrece alentado y presentando por el Maligno, el vacío, la insatisfacción y el sin sentido que toma nuestra vida, nos advierte del tremendo error que hemos cometido, y del rumbo equivocado que llevamos.

Es, entonces, el momento de recuperarnos, de levantarnos, sin miedos, sin temores. Nuestro Papa nos lo dice: "No tengan miedos", nuestro PADRE siempre nos esperas para perdonarnos y comprendernos, y volver a la dieta espiritual de la oración, la Penitencia y la Eucaristía que nos alimentan, nos sostienen y purifican.

Rápidamente los resultado empiezan a notarse y experimentarse: "La sabiduría que viene de arriba ante todo es pura y, además, es amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante, sincera. Los que procuran la paz están sembrando la paz, y su fruto es la justicia (St 3, 17-18).

Se nota enseguida y todos lo hemos experimentado alguna o muchas veces. No dejemos, pues, el alimento del espíritu olvidado. Busquemos la brisa suave que acaricia el rostro  (1Re 19.9.11-13).

26 de enero de 2011

AUDIENCIA GENERAL DEL PAPA

Benedicto XVI: Juana de Arco y el “dulce nombre” de Jesús


Hoy en la Audiencia General

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 26 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el texto de la catequesis que el Papa Benedicto XVI pronunció hoy durante la Audiencia General celebrada en el Aula Pablo VI, con peregrinos procedentes de todo el mundo.
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Queridos hermanos y hermanas
hoy quisiera hablaros de Juan de Arco, una joven santa de finales de la Edad Media, muerta a los 19 años, en 1431. Esta santa francesa, citada muchas veces en el Catecismo de la Iglesia Católica, es particularmente cercana a santa Catalina de Siena, patrona de Italia y de Europa, de la que hablé en una reciente catequesis. Son de hecho dos jóvenes mujeres del pueblo, laicas y consagradas en la virginidad, dos místicas comprometidas, no en el claustro, sino en medio de las realidades más dramáticas de la Iglesia y del mundo de su tiempo. Son quizás las figuras más características de esas “mujeres fuertes” que, a finales de la Edad Media, llevaron sin miedo la gran luz del Evangelio en las complejas vicisitudes de la historia. Podríamos colocarla junto a las santas mujeres que permanecieron en el Calvario, cerca de Jesús crucificado y de María, su Madre, mientras que los Apóstoles habían huído y el propio Pedro había renegado tres veces de él. La Iglesia, en ese periodo, vivía la profunda crisis del gran cisma de Occidente, que duró casi 40 años. Cuando Catalina de Siena murió, en 1380, hay un Papa y un Antipapa; cuando Juana nace, en 1412, hay un Papa y dos Antipapas. Junto a esta laceración dentro de la Iglesia, había continuas guerras fratricidas entre los pueblos cristianos de Europa, la más dramática de las cuales fue la interminable “Guerra de los cien años” entre Francia e Inglaterra.

Juana de Arco no sabía ni leer ni escribir, pero puede ser conocida en lo más profundo de su alma gracias a dos fuentes de excepcional valor histórico: los dos Procesos que se le hicieron. El primero, el Proceso de Condena (PCon), contiene la transcripción de los largos y numerosos interrogatorios de Juana durante los últimos meses de su vida (febrero-mayo de 1431), y recoge las propias palabras de la Santa. El segundo, el Proceso de Nulidad de la Condena, o de "rehabilitación" (PNul), contiene los testimonios de cerca de 120 testigos oculares de todos los periodos de su vida (cfr Procès de Condamnation de Jeanne d'Arc, 3 vol. y Procès en Nullité de la Condamnation de Jeanne d'Arc, 5 vol., ed. Klincksieck, París l960-1989).

Juana nació en Domremy, un pequeño pueblo situado en la frontera entre Francia y Lorena. Sus padres eran campesinos acomodados, conocidos por todos como muy buenos cristianos. De ellos recibió una buena educación religiosa, con una notable influencia de la espiritualidad del Nombre de Jesús, enseñada por san Bernardino de Siena y difundida en Europa por los franciscanos. Al Nombre de Jesús se une siempre el Nombre de María y así, en el marco de la religiosidad popular, la espiritualidad de Juana es profundamente cristocéntrica y mariana. Desde la infancia, ella demuestra una gran caridad y compasión hacia los más pobres, los enfermos y todos los que sufren, en el contexto dramático de la guerra.

De sus propias palabras, sabemos que la vida religiosa de Juana madura como experiencia a partir de la edad de 13 años (PCon, I, p. 47-48). A través de la “voz” del arcángel san Miguel, Juana se siente llamada por el Señor a intensificar su vida cristiana y también a comprometerse en primera persona por la liberación de su pueblo. Su inmediata respuesta, su “sí”, es el voto de virginidad, con un nuevo empeño en la vida sacramental y en la oración: participación diaria en la Misa, Confesión y Comunión frecuentes, largos momentos de oración silenciosa ante el Crucificado o ante la imagen de la Virgen. La compasión y el compromiso de la joven campesina francesa ante el sufrimiento de su pueblo se hicieron más intensos por su relación mística con Dios. Uno de los aspectos más originales de la santidad de esta joven es precisamente este vínculo entre experiencia mística y misión política. Tras los años de vida oculta y de maduración interior sigue el bienio breve, pero intenso, de su vida pública: un año de acción y un año de pasión. 

Al inicio del año 1429, Juana comienza su obra de liberación. Los numerosos testimonios nos muestran a esta joven mujer con sólo 17 años como una persona muy fuerte y decidida, capaz de convencer a hombres inseguros y desanimados. Superando todos los obstáculos, encuentra al Delfín de Francia, el futuro Rey Carlos VII, que en Poitiers la somete a un examen por parte de algunos teólogos de la Universidad. Su juicio es positivo: no ven en ella nada de malo, sólo una buena cristiana. 

El 22 de marzo de 1429, Juana dicta una importante carta al Rey de Inglaterra y a sus hombres que asedian la ciudad de Orléans (Ibid., p. 221-222). La suya es una propuesta de verdadera paz en la justicia entre los dos pueblos cristianos, a la luz de los nombres de Jesús y de María, pero es rechazada esta propuesta, y Juana debe empeñarse en la lucha por la liberación de la ciudad, que tiene lugar el 8 de mayo. El otro momento culminante de su acción política es la coronación del Rey Carlos VII en Reims, el 17 de julio de 1429. Durante un año entero, Juana vive con los soldados, realizando entre ellos una verdadera misión de evangelización. Son numerosos sus testimonios sobre su bondad, su valor y su extraordinaria pureza. Es llamada por todos y ella misma se define “la doncella”, es decir, la virgen.

La pasión de Juana comienza el 23 de mayo de 1430, cuando cae prisionera en las manos de sus enemigos. El 23 de diciembre es conducida a la ciudad de Ruán. Allí se lleva a cabo el largo y dramático Proceso de Condena, que comienza en febrero de 1431 y acaba el 30 de mayo con la hoguera. Es un proceso grande y solemne, presidido por dos jueces eclesiásticos, el obispo Pierre Cauchon y el inquisidor Jean le Maistre, pero en realidad enteramente conducido por un nutrido grupo de teólogos de la célebre Universidad de París, que participan en el proceso como asesores. Son eclesiásticos franceses, que habiendo tomado la decisión política opuesta a la de Juana, tienen a priori un juicio negativo sobre su persona y sobre su misión. Este proceso es una página conmovedora de la historia de la santidad y también una página iluminadora sobre el misterio de la Iglesia, que, según las palabras del Concilio Vaticano II, es “al mismo tiempo santa y siempre necesitada de purificación” (LG, 8). Es el encuentro dramático entre esta Santa y sus jueces, que son eclesiásticos. Juana es acusada y juzgada por estos, hasta ser condenada como hereje y mandada a la muerte terrible de la hoguera. A diferencia de los santos teólogos que habían iluminado la Universidad de París, como san Buenaventura, santo Tomás de Aquino y el beato Duns Scoto, de quienes he hablado en algunas catequesis, estos jueces son teólogos a los que faltan la caridad y la humildad de ver en esta joven la acción de Dios. Vienen a la mente las palabras de Jesús según las cuales los misterios de Dios se revelan a quien tiene el corazón de los pequeños, mientras que permanecen escondidos a los doctos y sabios que no tienen humildad (cfr Lc 10,21).  Así, los jueces de Juana son radicalmente incapaces de comprenderla, de ver la belleza de su alma: no sabían que condenaban a una Santa. 

La apelación de Juana a la decisión del Papa, el 24 de mayo, fue rechazada por el tribunal. La mañana del 30 de mayo recibe por última vez la santa comunión en la cárcel, y justo después fue llevada al suplicio en la plaza del mercado viejo. Pidió a uno de los sacerdotes que le pusiera delante de la hoguera una cruz de la procesión. Así muere mirando a Jesús Crucificado y pronunciando muchas veces y en voz alta el Nombre de Jesús (PNul, I, p. 457; cfr Catecismo de la Iglesia Católica, 435). Casi 25 años más tarde, el Processo di Nullità, abierto bajo la autoridad del Papa Calixto III, concluye con una solemne sentencia que declara nula la condena (7 de julio de 1456; PNul, II, p 604-610). Este largo proceso, que recoge la declaración de testigos y juicios de muchos teólogos, todos favorables a Juana, pone de relieve su inocencia y su perfecta fidelidad a la Iglesia. Juana de Arco fue canonizada en 1920 por Benedicto XV.

Queridos hermanos y hermanas, el Nombre de Jesús, invocado por nuestra santa hasta los últimos instantes de su vida terrena, fue como la respiración de su alma, como el latido de su corazón, el centro de toda su vida. El “Misterio de la caridad de Juana de Arco”, que tanto fascinó al poeta Charles Péguy, es este total amor a Jesús, y al prójimo en Jesús y por Jesús. Esta santa comprendió que el Amor abraza toda la realidad de Dios y del hombre, del cielo y de la tierra, de la Iglesia y del mundo. Jesús siempre estuvo en primer lugar durante toda su vida, según su bella afirmación: “Nuestro Señor es servido el primero”(PCon, I, p. 288; cfr Catecismo de la Iglesia Católica, 223).

Amarlo significa obedecer siempre a su voluntad. Ella afirmó con total confianza y abandono: “Me confío a mi Dios Creador, lo amo con todo mi corazón” (ibid., p. 337). Con el voto de virginidad, Juana consagra de forma exclusiva toda su persona al único Amor de Jesús: es “su promesa hecha a nuestro Señor de custodiar bien su virginidad de cuerpo y de alma” (ibid., p. 149-150). La virginidad del alma es el estado de gracia, valor supremo, para ella más precioso que la vida: es un don de Dios que ha recibido y custodiado con humildad y confianza. Uno de los textos más conocidos del primer Proceso tiene que ver con esto: “Interrogada sobre si creía estar en la gracia de Dios, responde: Si no lo estoy, quiera Dios ponerme; si estoy, quiera Dios mantenerme en ella” (ibid., p. 62; cfr Catecismo de la Iglesia Católica, 2005). 

Nuestra santa vivió la oración como una forma de diálogo continuo con el Señor, que ilumina también su diálogo con los jueces y dándole paz y seguridad. Ella pidió con fe: “Dulcísimo Dios, en honor a vuestra santa Pasión, os pido, si me amáis, de de revelarme como debo responder a estos hombres de la Iglesia”(ibid., p. 252). Juana ve a Jesús como el “Rey del Cielo y de la Tierra”. De esta manera, en su estandarte Juana hizo pintar la imagen de “Nuestro Señor que sostiene el mundo” (ibid., p. 172), icono de su misión política. La liberación de su pueblo es una obra de justicia humana, que Juana cumple en la caridad, por amor a Jesús. El suyo es un bello ejemplo de santidad para los laicos que trabajan en la vida política, sobre todo en las situaciones más difíciles. La fe es la luz que guía ante cada elección, como testificará un siglo más tarde, otro gran santo, el inglés Tomás Moro. En Jesús, Juana contempla también la realidad de la Iglesia, la “Iglesia triunfante” del Cielo, y la “Iglesia militante” de la tierra. Según sus palabras “es un todo Nuestro Señor y la Iglesia” (ibid., p. 166). Esta afirmación citada en el Catecismo de la Iglesia Católica (n. 795), tiene un carácter verdaderamente heroico en el contexto del Proceso de Condena, frente a sus jueces, hombres de la Iglesia, que la persiguieron y la condenaron. En el amor de Jesús, Juana encontró la fuerza para amar a la Iglesia hasta el fin, incluso en el momento de la condena.

Me complace recordar como santa Juana de Arco tuvo una profunda influencia sobre una joven santa de la época moderna: Teresa del Niño Jesús. En una vida completamente distinta, transcurrida en la clausura, la carmelitana de Lisieux se sintió muy cercana a Juana, viviendo en el corazón de la Iglesia y participando en los sufrimientos de Jesús para la salvación del mundo. La Iglesia las ha reunido como Patronas de Francia, después de la Virgen María. Santa Teresa expresó su deseo de morir como Juana, pronunciando el Nombre de Jesús (Manoscritto B, 3r), la animaba el mismo amor hacia Jesús y hacia el prójimo, vivido en la virginidad consagrada.

Queridos hermanos y hermanas, con su testimonio luminoso, santa Juana de Arco nos invita a un alto nivel de la vida cristiana: hacer de la oración el hilo conductor de nuestros días; tener plena confianza en el cumplir la voluntad de Dios, cualquiera que esta sea; vivir en la caridad sin favoritismos, sin límites y teniendo, como ella, en el Amor de Jesús, un profundo amor a la Iglesia. Gracias.

[En español dijo]
Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los fieles de la Parroquia de Santa Fe, a los Hermanos de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de la Fuensanta, de Morón de la Frontera, a los profesores venidos de Chile, así como a los demás grupos procedentes de España, Méjico y otros países latinoamericanos. Que a ejemplo de Santa Juana de Arco encontréis en el amor a Jesucristo la fuerza para amar y servir a la Iglesia de todo corazón. Muchas gracias.

25 de enero de 2011

TAMBIÉN LOS BLOGUEROS SOMOS MEDIOS


Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales

Internet debe estar al servicio de la persona

CIUDAD DEL VATICANO, lunes 24 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el Mensaje del Papa Benedicto XVI para la XLV Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, que ha sido hecho público hoy por el Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, con motivo de la fiesta de san Francisco de Sales, patrón de los escritores y periodistas católicos.
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Verdad, anuncio y autenticidad de vida en la era digital
Queridos hermanos y hermanas
Con ocasión de la XLV Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, deseo compartir algunas reflexiones, motivadas por un fenómeno característico de nuestro tiempo: la propagación de la comunicación a través de internet. Se extiende cada vez más la opinión de que, así como la revolución industrial produjo un cambio profundo en la sociedad, por las novedades introducidas en el ciclo productivo y en la vida de los trabajadores, la amplia transformación en el campo de las comunicaciones dirige las grandes mutaciones culturales y sociales de hoy. Las nuevas tecnologías no modifican sólo el modo de comunicar, sino la comunicación en sí misma, por lo que se puede afirmar que nos encontramos ante una vasta transformación cultural. Junto a ese modo de difundir información y conocimientos, nace un nuevo modo de aprender y de pensar, así como nuevas oportunidades para establecer relaciones y construir lazos de comunión.

Se presentan a nuestro alcance objetivos hasta ahora impensables, que asombran por las posibilidades de los nuevos medios, y que a la vez exigen con creciente urgencia una seria reflexión sobre el sentido de la comunicación en la era digital. Esto se ve más claramente aún cuando nos confrontamos con las extraordinarias potencialidades de internet y la complejidad de sus aplicaciones. Como todo fruto del ingenio humano, las nuevas tecnologías de comunicación deben ponerse al servicio del bien integral de la persona y de la humanidad entera. Si se usan con sabiduría, pueden contribuir a satisfacer el deseo de sentido, de verdad y de unidad que sigue siendo la aspiración más profunda del ser humano.

Transmitir información en el mundo digital significa cada vez más introducirla en una red social, en la que el conocimiento se comparte en el ámbito de intercambios personales. Se relativiza la distinción entre el productor y el consumidor de información, y la comunicación ya no se reduce a un intercambio de datos, sino que se desea compartir. Esta dinámica ha contribuido a una renovada valoración del acto de comunicar, considerado sobre todo como diálogo, intercambio, solidaridad y creación de relaciones positivas. Por otro lado, todo ello tropieza con algunos límites típicos de la comunicación digital: una interacción parcial, la tendencia a comunicar sólo algunas partes del propio mundo interior, el riesgo de construir una cierta imagen de sí mismos que suele llevar a la autocomplacencia.

De modo especial, los jóvenes están viviendo este cambio en la comunicación con todas las aspiraciones, las contradicciones y la creatividad propias de quienes se abren con entusiasmo y curiosidad a las nuevas experiencias de la vida. Cuanto más se participa en el espacio público digital, creado por las llamadas redes sociales, se establecen nuevas formas de relación interpersonal que inciden en la imagen que se tiene de uno mismo. Es inevitable que ello haga plantearse no sólo la pregunta sobre la calidad del propio actuar, sino también sobre la autenticidad del propio ser. La presencia en estos espacios virtuales puede ser expresión de una búsqueda sincera de un encuentro personal con el otro, si se evitan ciertos riesgos, como buscar refugio en una especie de mundo paralelo, o una excesiva exposición al mundo virtual. El anhelo de compartir, de establecer "amistades", implica el desafío de ser auténticos, fieles a sí mismos, sin ceder a la ilusión de construir artificialmente el propio "perfil" público.

Las nuevas tecnologías permiten a las personas encontrarse más allá de las fronteras del espacio y de las propias culturas, inaugurando así un mundo nuevo de amistades potenciales. Ésta es una gran oportunidad, pero supone también prestar una mayor atención y una toma de conciencia sobre los posibles riesgos. ¿Quién es mi "prójimo" en este nuevo mundo? ¿Existe el peligro de estar menos presentes con quien encontramos en nuestra vida cotidiana ordinaria? ¿Tenemos el peligro de caer en la dispersión, dado que nuestra atención está fragmentada y absorta en un mundo "diferente" al que vivimos? ¿Dedicamos tiempo a reflexionar críticamente sobre nuestras decisiones y a alimentar relaciones humanas que sean realmente profundas y duraderas? Es importante recordar siempre que el contacto virtual no puede y no debe sustituir el contacto humano directo, en todos los aspectos de nuestra vida.

También en la era digital, cada uno siente la necesidad de ser una persona auténtica y reflexiva. Además, las redes sociales muestran que uno está siempre implicado en aquello que comunica. Cuando se intercambian informaciones, las personas se comparten a sí mismas, su visión del mundo, sus esperanzas, sus ideales. Por eso, puede decirse que existe un estilo cristiano de presencia también en el mundo digital, caracterizado por una comunicación franca y abierta, responsable y respetuosa del otro. Comunicar el Evangelio a través de los nuevos medios significa no sólo poner contenidos abiertamente religiosos en las plataformas de los diversos medios, sino también dar testimonio coherente en el propio perfil digital y en el modo de comunicar preferencias, opciones y juicios que sean profundamente concordes con el Evangelio, incluso cuando no se hable explícitamente de él. Asimismo, tampoco se puede anunciar un mensaje en el mundo digital sin el testimonio coherente de quien lo anuncia. En los nuevos contextos y con las nuevas formas de expresión, el cristiano está llamado de nuevo a responder a quien le pida razón de su esperanza (cf. 1 P 3,15).

El compromiso de ser testigos del Evangelio en la era digital exige a todos el estar muy atentos con respecto a los aspectos de ese mensaje que puedan contrastar con algunas lógicas típicas de la red. Hemos de tomar conciencia sobre todo de que el valor de la verdad que deseamos compartir no se basa en la "popularidad" o la cantidad de atención que provoca. Debemos darla a conocer en su integridad, más que intentar hacerla aceptable, quizá desvirtuándola. Debe transformarse en alimento cotidiano y no en atracción de un momento.

La verdad del Evangelio no puede ser objeto de consumo ni de disfrute superficial, sino un don que pide una respuesta libre. Esa verdad, incluso cuando se proclama en el espacio virtual de la red, está llamada siempre a encarnarse en el mundo real y en relación con los rostros concretos de los hermanos y hermanas con quienes compartimos la vida cotidiana. Por eso, siguen siendo fundamentales las relaciones humanas directas en la transmisión de la fe.

Con todo, deseo invitar a los cristianos a unirse con confianza y creatividad responsable a la red de relaciones que la era digital ha hecho posible, no simplemente para satisfacer el deseo de estar presentes, sino porque esta red es parte integrante de la vida humana. La red está contribuyendo al desarrollo de nuevas y más complejas formas de conciencia intelectual y espiritual, de comprensión común. También en este campo estamos llamados a anunciar nuestra fe en Cristo, que es Dios, el Salvador del hombre y de la historia, Aquél en quien todas las cosas alcanzan su plenitud (cf. Ef 1, 10). La proclamación del Evangelio supone una forma de comunicación respetuosa y discreta, que incita el corazón y mueve la conciencia; una forma que evoca el estilo de Jesús resucitado cuando se hizo compañero de camino de los discípulos de Emaús (cf. Lc 24, 13-35), a quienes mediante su cercanía condujo gradualmente a la comprensión del misterio, dialogando con ellos, tratando con delicadeza que manifestaran lo que tenían en el corazón.

La Verdad, que es Cristo, es en definitiva la respuesta plena y auténtica a ese deseo humano de relación, de comunión y de sentido, que se manifiesta también en la participación masiva en las diversas redes sociales. Los creyentes, dando testimonio de sus más profundas convicciones, ofrecen una valiosa aportación, para que la red no sea un instrumento que reduce las personas a categorías, que intenta manipularlas emotivamente o que permite a los poderosos monopolizar las opiniones de los demás. Por el contrario, los creyentes animan a todos a mantener vivas las cuestiones eternas sobre el hombre, que atestiguan su deseo de trascendencia y la nostalgia por formas de vida auténticas, dignas de ser vividas. Esta tensión espiritual típicamente humana es precisamente la que fundamenta nuestra sed de verdad y de comunión, que nos empuja a comunicarnos con integridad y honradez.

Invito sobre todo a los jóvenes a hacer buen uso de su presencia en el espacio digital. Les reitero nuestra cita en la próxima Jornada Mundial de la Juventud, en Madrid, cuya preparación debe mucho a las ventajas de las nuevas tecnologías. Para quienes trabajan en la comunicación, pido a Dios, por intercesión de su Patrón, san Francisco de Sales, la capacidad de ejercer su labor conscientemente y con escrupulosa profesionalidad, a la vez que imparto a todos la Bendición Apostólica.

Vaticano, 24 de enero 2011, fiesta de san Francisco de Sales.

BENEDICTUS PP. XVI

23 de enero de 2011

EN EL CAMINO DE MI VIDA, ¿QUÉ BUSCO?


A la luz de la Palabra de estos días observo y medito que JESÚS vino a cumplir una misión. Un misión que el PADRE le encomendó: "Salvar a los hombres", y para ello proclama su Mensaje y demuestra su poder: "Hace sanaciones de todo tipo". Con ello, JESÚS, quiere demostrarnos que tiene poder para hacer lo que nos dice con su Palabra, y que ha sido enviado por el PADRE para redimir a los hombres.

Y, sabiendo de su regreso junto al PADRE, elige a doce personas a las que les va a encargar continuar su labor redentora, y les da poderes para ello. Es ese Colegio Apostólico el que recibe el poder y la promesa de estar asistidos por el ESPÍRITU SANTO, para transmitirnos y darnos la salvación, que todos buscamos, por la Gracia de los méritos, con su Muerte y Resurrección, de nuestro SEÑOR JESUCRISTO.

Ese Colegio Apostólico que es la Iglesia, presidida por Simón, Pedro: "Tú eres Pedro, piedra, y sobre esta Piedra edificaré mi Iglesia". Y desde ese día hasta hoy, la Iglesia ha sido fiel a su fundador, y se han sucedido ininterrumpidamente hasta nuestros días, hoy Benedicto XVI, los sucesores de Pedro. La Iglesia continua su labor de forma firme y segura, a pesar de las desuniones, a pesar de las contradicciones, de las debilidades, de la corrupción, del pecado.

Porque tiene la promesa de estar guiada y asistida por el ESPÍRITU SANTO, que la irá astiendo, que le irá revelando los pasos a dar, que la irá fortaleciendo en sus tribulaciones, debilidades y momentos de confusión. Pero la Barca de Pedro sigue navegando con rumbo decidido y claro.

En ese camino, muchos, entre ellos quizás tú y yo, hemos sido también llamados a subirnos (ver aquí), y subidos vamos navegando también. Pobremente, al menos en mi caso, pero navegando por la acción del ESPÍRITU. Porque todo es Gracia del SEÑOR, y por Ella seremos fortalecidos e iluminados para encontrar el rumbo, la fuerzas, la sabiduría y la paz para llegar al puerto de la Casa del PADRE.

Nuestra elección de seguirle debe ser sin condiciones, dispuestos a entregarnos y a darle la vuelta a nuestra vida. Difícil tarea, pero sabedores de que no vamos solos, estamos en su Barca, y ÉL es el Patrón. Por lo tanto, en paz, serenos, pacientes, que ÉL nos irá guiando y dándonos las pautas a seguir en cada momento. No tengamos miedo como nos han dicho nuestros Pedros contemporaneos. El SEÑOR nos protege y nos cuida. Nosotros a la escucha, al esfuerzo de vaciarnos de nosotros mismos y dejarnos guiar. Pronto todo se irá haciendo luz y el camino se volverá más claro.

20 de enero de 2011

AUDIENCIA GENERAL DEL PAPA

Benedicto XVI: La unidad en la primera comunidad cristiana

Hoy en la Audiencia General

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 19 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la catequesis pronunciada hoy por el Papa Benedicto XVI durante la Audiencia General, celebrada en el Aula Pablo VI, con peregrinos procedentes de todo el mundo.
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Queridos hermanos y hermanas,
estamos celebrando la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, en la que todos los creyentes en Cristo están invitados a unirse en oración para dar testimonio del profundo vínculo que existe entre ellos y para invocar el don de la comunión plena. Es providencial el hecho de que, en el camino para construir la unidad, se ponga en el centro la oración: esto nos recuerda, una vez más, que la unidad no puede ser un simple producto del actuar humano; es ante todo un don de Dios, que conlleva un crecimiento en la comunión con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. El Concilio Vaticano II dice “Estas oraciones en comunión son, sin duda, un medio muy eficaz para impetrar la gracia de la unidad y constituyen una manifestación auténtica de los vínculos con los cuales los católicos permanecen unidos con los hermanos separados: ' Porque donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos' (Mt 18,20)” (Decr. Unitatis Redintegratio, 8). El camino hacia la unidad visible entre todos los cristianos habita en la oración, porque fundamentalmente la unidad no la “construimos” nosotros, sino que la “construye” Dios, viene de Él, del Misterio trinitario, de la unidad del Padre con el Hijo en el diálogo de amor que es el Espíritu Santo y nuestro esfuerzo ecuménico debe abrirse a la acción divina, debe ser invocación cotidiana de la ayuda de Dios. La Iglesia es suya y no nuestra.

El tema elegido este año para la Semana de Oración hace referencia a la experiencia de la primera comunidad cristiana de Jerusalén, tal como es descrita por los Hechos de los Apóstoles (hemos escuchado el texto): “Todos se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los Apóstoles y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones” (Hch 2,42). Debemos considerar que ya en el momento de Pentecostés el Espíritu Santo desciende sobre personas de diversa lengua y cultura: esto significa que la Iglesia abraza desde el principio a gente de diversa procedencia y, sin embargo, precisamente a partir de esas diferencias, el Espíritu crea un único cuerpo. Pentecostés como inicio de la Iglesia marca la ampliación de la Alianza de Dios a todas las criaturas, a todos los pueblos y a todos los tiempos, para que toda la creación camine hacia su verdadero objetivo: ser lugar de unidad y de amor.

En el pasaje citado de los Hechos de los Apóstoles, cuatro características definen a la primera comunidad cristiana de Jerusalén como lugar de unidad y de amor, y san Lucas no sólo quiere describir una evento del pasado. Nos lo ofrece como modelo, como norma para la Iglesia presente, porque estas cuatro características deben constituir siempre la vida de la Iglesia. La primera característica es estar unida en la escucha de las enseñanzas de los Apóstoles, en la comunión fraterna, en la fracción del pan y en la oración. Como ya he mencionado estos cuatro elementos son todavía hoy, los pilares de la vida de toda comunidad cristiana y constituyen un único y sólido cimiento sobre el cual basar nuestra búsqueda de la unidad visible de la Iglesia.

Ante todo tenemos la escucha de la enseñanza de los Apóstoles, o sea, la escucha del testimonio que estos dan de la misión, la vida, la muerte y la resurrección del Señor Jesús. Es lo que Pablo llama sencillamente el “Evangelio”. Los primeros cristianos recibían el Evangelio de la boca de los Apóstoles, estaban unidos para su escucha y para su proclamación, pues el Evangelio, como afirma san Pablo, “es el poder de Dios para la salvación de todos los que creen” (Rm 1,16). Todavía hoy, la comunidad de los creyentes reconoce en la referencia a la enseñanza de los Apóstoles la propia norma de fe: cada esfuerzo realizado para la construcción de la unidad entre los cristianos pasa a través de la profundización de la fidelidad al depositum fidei que nos transmitieron los Apóstoles. La firmeza en la fe es la base de nuestra comunión, es la base de la unidad cristiana.

El segundo elemento es la comunión fraterna. En los tiempos de la primera comunidad cristiana, como también en nuestros días, ésta es la expresión más tangible, sobre todo para el mundo exterior, de la unidad entre los discípulos del Señor. Leemos en los Hechos de los Apóstoles – lo hemos escuchado – que los primeros cristianos tenían todo en común, y que quien tenía propiedades y bienes los vendía para distribuirlos a los necesitados (cfr Hch 2,44-45). Esta comunión de los propios bienes ha encontrado, en la historia de la Iglesia, nuevas formas de expresión. Una de estas, en particular, es la de la relación fraternal y de amistad construida entre cristianos de distintas confesiones. La historia del movimiento ecuménico está marcada por dificultades e incertidumbres, pero es también una historia de fraternidad, de cooperación y de comunión humana y espiritual, que ha cambiado de manera significativa las relaciones entre los creyentes en el Señor Jesús: todos estamos comprometidos a continuar en este camino. El segundo elemento es, por tanto, la comunión, que ante todo es comunión con Dios a través de la fe, pero la comunión con Dios crea comunión entre nosotros y se traduce necesariamente en la comunión concreta de la que hablan los Hechos de los Apóstoles, o sea la comunión plena. Nadie en la comunidad cristiana debe pasar hambre, nadie debe ser pobre: es una obligación fundamental. La comunión con Dios, hecha carne en la comunión fraterna, se traduce, en concreto, en el esfuerzo social, en la caridad cristiana, en la justicia.

Tercer elemento. En la vida de la primera comunidad de Jerusalén era esencial también el momento de la fracción del pan, en el que el Señor mismo se hace presente con el único sacrificio de la Cruz en su entregarse completamente por la vida de sus amigos: “Éste es mi cuerpo ofrecido en sacrificio por vosotros… éste es el cáliz de mi Sangre... derramada por vosotros”. “La Iglesia vive de la Eucaristía. Esta verdad no expresa solamente una experiencia cotidiana de fe, sino que encierra en síntesis el núcleo del misterio de la Iglesia” (Enc. Ecclesia de Eucharistia, 1). La comunión en el sacrificio de Cristo es el culmen de nuestra unión con Dios y representa por tanto también la plenitud de la unidad de los discípulos de Cristo, la comunión plena. Durante esta semana de oración por la unidad está particularmente vivo el lamento por la imposibilidad de compartir la misma mesa eucarística, signo de que estamos aún lejos de la realización de esa unidad por la que Cristo oró. Esta experiencia dolorosa, que confiere una dimensión penitencial a nuestra oración, debe convertirse en motivo de un esfuerzo más generoso todavía, por parte de todos; con el fin de que, eliminados todos los obstáculos para la plena comunión, llegue el día en que sea posible reunirse en torno a la mesa del Señor, partir juntos el pan eucarístico y beber todos del mismo cáliz.

Finalmente, la oración, o como dice san Lucas, “las oraciones”, es la cuarta característica de la Iglesia primitiva de Jerusalén descrita en el libro de los Hechos de los Apóstoles. La oración es desde siempre la actitud constante de los discípulos de Cristo, lo que acompaña sus vidas cotidianas en obediencia a la voluntad de Dios, como nos lo atestiguan también las palabras del apóstol Pablo, que escribe a los Tesalonicenses en su primera carta ”Estad siempre alegres. Orad sin cesar. Dad gracias a Dios en toda ocasión: esto es lo que Dios quiere de todos vosotros, en Cristo Jesús” (1 Tes 5, 16-18; cfr. Ef 6,18). La oración cristiana, participación en la oración de Jesús, es por excelencia una experiencia filial, como nos lo atestiguan las palabras del Padre Nuestro, oración de la familia -el “nosotros” de los Hijos de Dios, de los hermanos y hermanas- que habla a un Padre común. Estar en actitud de oración implica por tanto abrirse a la fraternidad. Sólo en el “nosotros” podemos decir Padre Nuestro. Abrámonos a la fraternidad que deriva de ser hijos del único Padre celeste, y por tanto a estar dispuestos al perdón y a la reconciliación.

Queridos hermanos y hermanas, como discípulos del Señor tenemos una responsabilidad común hacia el mundo, debemos hacer un servicio común: como la primera comunidad cristiana de Jerusalén, partiendo de lo que ya compartimos, debemos ofrecer un testimonio fuerte, fundado espiritualmente y apoyado por la razón, del único Dios que se ha revelado y que nos habla en Cristo, para ser portadores de un mensaje que oriente e ilumine el camino del hombre de nuestro tiempo, a menudo privado de puntos de referencia claros y válidos. Es importante, entonces, crecer cada día en el amor mutuo, empeñándonos en superar esas barreras que aún existen entre los cristianos; sentir que existe una verdadera unidad interior entre todos aquellos que siguen al Señor; colaborar lo más posible, trabajando juntos sobre las cuestiones aún abiertas; y sobre todo ser conscientes de que en este itinerario el Señor debe asistirnos, tiene que ayudarnos aún mucho, porque sin Él, solos, sin “permanecer en Él” no podemos hacer nada (cfr Jn 15,5).

Queridos amigos, una vez más es en la oración donde nos encontramos reunidos – particularmente en esta semana – junto a todos aquellos que confiesan su fe en Jesucristo, Hijo de Dios: perseveremos en ella, seamos hombres de oración, implorando de Dios el don de la unidad, para que se cumpla en el mundo entero su designio de salvación y de reconciliación. ¡Gracias!

15 de enero de 2011

Al II Encuentro, compartiendo coche ¿Por qué no?



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Jornada mundial de la Juventud. Río 2012



El 28 de agosto se abrió el plazo de inscripciones para la JMJ Rio 2013, a través de la web oficial www.rio2013.com. No hay que dejar pasar el tiempo e inscribirse, ya que si se hace antes del 31 de enero de 2013, hay un 5% de descuento. Existen diferentes paquetes de inscripción para los peregrinos.

Si vas a acudir a la JMJ con un grupo (la opción más recomendable), deberá inscribirse primero el responsable principal del grupo después, el segundo responsable y el resto de miembros del grupo. Habrá que elegir entre las tres modalidades disponibles: semana completa, fin de semana o vigilia. Todas incluyen el kit del peregrino y un seguro.

Según el paquete elegido se dispondrán de más días y más servicios como transporte, alimentación y hospedaje. Hasta que no se haya hecho el pago no se habrá finalizado el proceso de inscripción en la JMJ Rio 2013. Los grupos deben tener un máximo de 50 miembros. Si se supera este número, hay que dividirse en varios subgrupos a la hora de inscribirse. Para las inscripciones individuales, el proceso es el mismo que para grupos, incluyendo los mismos datos personales en el apartado de responsable principal y segundo responsable.

No lo dejéis para el último día

14 de enero de 2011

BENEDICTO XVI BEATIFICARA A JUAN PABLO II EL PROXIMO 1 DE MAYO



CIUDAD DEL VATICANO, 14 ENE 2011 (VIS).-Benedicto XVI presidirá el próximo 1 de mayo, en el Vaticano, II Domingo de Pascua de la Divina Misericordia, el rito de beatificación de Juan Pablo II

En una nota informativa de la Congregación para las Causas de los Santos se afirma que "hoy, 14 de enero, durante la audiencia concedida al cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el Papa ha autorizado a este dicasterio a promulgar el Decreto sobre el milagro atribuido a la intercesión del Venerable Siervo de Dios Juan Pablo II (Karol Wojtyla). Este acto pone fin al proceso que precede al rito de beatificación.

"Como se sabe, la Causa, por dispensa pontificia, comenzó antes de que transcurrieran los cinco años desde la muerte del Siervo de Dios, exigidos por la normativa vigente. Esta medida fue solicitada por la imponente fama de santidad de la que gozó Juan Pablo II en su vida, en la muerte y después de la muerte. Por lo demás, se observaron en su totalidad las disposiciones canónicas comunes acerca de las causas de beatificación y canonización.

"De junio de 2005 a abril de 2007 tuvieron lugar la investigación diocesana principal romana y las rogatoriales en diferentes diócesis, sobre la vida, las virtudes y la fama de santidad y de milagros. La validez jurídica de los procesos canónicos fue reconocida por la Congregación para las Causas de los Santos con el Decreto del 4 de mayo de 2007. En junio de 2009, examinada la "Positio", nueve consultores teólogos de la Congregación dieron su parecer positivo sobre la heroicidad de las virtudes del Siervo de Dios. En noviembre, siguiendo el procedimiento habitual, la misma "Positio" fue sometida al juicio de los cardenales y obispos de la Congregación para las Causas de los Santos, que se expresaron con sentencia afirmativa.

"El 19 de diciembre de 2009, el Sumo Pontífice Benedicto XVI autorizó la promulgación del decreto sobre la heroicidad de las virtudes.

"En vista de la beatificación del Venerable Siervo de Dios, la postulación de la causa presentó al examen de la Congregación para las Causas de los Santos la curación de la "enfermedad de Parkinson" de la hermana Marie Simon Pierre Normand, religiosa del Institut des Petites Soeurs des Maternités Catholiques.

"Como es habitual, las numerosas actas de la investigación canónica, regularmente instruida, junto con los detallados exámenes médico-legales, se sometieron al examen científico de la Consulta Médica de la Congregación para las Causas de los Santos, el 21 de octubre de 2010. Sus expertos, tras haber estudiado con la habitual minuciosidad los testimonios procesales y toda la documentación, se expresaron a favor de que la curación era científicamente inexplicable. Los consultores teólogos, tras haber revisado las conclusiones médicas, el 14 de diciembre de 2010 procedieron a la valoración teológica del caso y reconocieron por unanimidad la unicidad, la antecedencia y la invocación coral dirigida al Siervo de Dios Juan Pablo II, cuya intercesión había sido eficaz para la curación milagrosa.

Por último, el 11 de enero de 2011, se celebró la Sesión Ordinaria de cardenales y obispos de la Congregación para las Causas de los Santos, que emitió un fallo unánime y afirmativo, considerando milagrosa la curación de la hermana Marie Simon Pierre, en cuanto realizada por Dios de modo científicamente inexplicable, después de interceder al Papa Juan Pablo II, invocado con confianza tanto por la misma persona curada como por muchos otros fieles".

¿Nos vemos en Roma?

Acabo de recibir la noticia maravillosa. El Papa Juan Pablo II será beatificado en Roma el próximo 1 de mayo.

No podía ser de otra forma. Ése día corresponde al Segundo Domingo de Pascua, Domingo de la Divina Misericordia, fiesta que él mismo instituyó en vida y en cuya víspera murió.

Quiero compartir con vosotros mi alegría. Desde luego, yo intentaré ir a Roma. Ya estuve en su funeral y no quiero perderme esta celebración.

Cuando digo: "¿Nos vemos en Roma? no quiero convertirme en una agencia de viajes para ir juntos a Roma, sino más bien sugiero la posibilidad de que una vez allí, podamos encontrarnos en algún lugar céntrico para conocernos personalmente. Supongo que será una buena ocasión. Ya veremos cómo se puede organizar eso, siempre que haya blogueros que quieran conocerse, ¡claro!.

13 de enero de 2011

AUDIENCIA GENERAL DEL PAPA

Benedicto XVI: Santa Catalina de Génova y el purgatorio


Hoy en la Audiencia General

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 12 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la catequesis que el Papa Benedicto XVI dirigió, durante la Audiencia General celebrada en el Aula Pablo VI, a un grupo de fieles y peregrinos provenientes de Italia y de todo el mundo.

* * * * *

Queridos hermanos y hermanas,

hoy querría hablar de otra santa que como Catalina de Siena y Catalina de Bolonia, también lleva el nombre de Catalina; hablo de Catalina de Génova, que destaca sobre todo por sus visiones del purgatorio.


El texto que nos cuenta su vida y su pensamiento, viene publicado en la ciudad ligure en el 1551; está dividido en tres partes: la Vita, propiamente dicha, la Dimostratione et dechiaratione del purgatorio – más conocida como Trattato- y el Dialogo tra l'anima e il corpo . El compilador de la obra de Catalina fue su confesor, el sacerdote Cattaneo Marabotto.

Catalina nació en Génova, en 1447; última de cinco hijos, perdió a su padre, Giacomo Fieschi, a su más tierna infancia. La madre, Francesca di Negro, les educó cristianamente, tanto es así que la mayor de las dos hijas se hizo religiosa.. a los dieciséis años, Catalina fue casada con Giuliano Adorno, un hombre que, tras varias experiencias en el ramo del comercio y en el mundo militar en Medio Oriente, había vuelto a Génova para casarse. La vida conyugal no fue fácil, sobre todo por el carácter del marido, quien gustaba de los juegos de azar. Catalina misma fue inducida, al principio, a llevar un tipo de vida mundana, en la cual no consiguió encontrar serenidad. Después de diez años, en su corazón había una sensación profunda de vacío y de amargura.


La conversión se inició el 20 de marzo de 1473, gracias a una insólita experiencia. Catalina fue a la iglesia de San Benito y al monasterio de Nuestra Señora de las Gracias, para confesarse, y arrodillándose ante el sacerdote, “recibí”, como escribe ella misma, “una herida en el corazón del inmenso amor de Dios”, y tal clara visión de sus miserias y defectos, y a la vez, de la bondad de Dios, que casi se desmaya. Fue herida en el corazón con el conocimiento de sí misma, de la vida que llevaba y de la bondad de Dios. De esta experiencia nació la decisión que orientó toda su vida, que expresada en palabras fue: “No más mundo, no más pecado” (cfr Vita mirabile, 3rv). Catalina entonces, se fue dejando interrumpida la confesión. Cuando volvió a casa, fue a la habitación más apartada y pensó durante mucho tiempo. En ese momento fue instruida interiormente sobre la oración y tuvo conciencia del amor de Dios hacia ella que era pecadora, una experiencia espiritual que no conseguía expresar en palabras (cfr Vita mirabile, 4r). Es en esta ocasión que se le apareció Jesús sufriente, cargado con la cruz, como a menudo se representa en la iconografía de la Santa. Pocos días después, volvió donde el sacerdote para realizar, finalmente, una buena confesión. Inició aquí la “vida de purificación” que, durante tanto tiempo, le hizo sufrir un dolor constante por los pecados cometidos y la empujó a imponerse penitencias y sacrificios para mostrar su amor a Dios.


En este camino, Catalina se iba acercando cada vez más al Señor, hasta entrar en la que se conoce como “vida unitiva”, es decir, una relación de unión profunda con Dios. En la  Vita  está escrito que su alma era guiada y amaestrada sólo por el dulce amor de Dios, que le daba todo lo que necesitaba. Catalina se abandonó de tal modo en las manos del Señor que vivió, casi veinticinco años, como ella escribió, “sin necesidad de criatura alguna, sólo instruida y gobernada por Dios”(Vita, 117r-118r), nutrida sobre todo, de la oración constante y de la Santa Comunión recibida todos los días, algo no común en esa época. Sólo años más tarde, el Señor le dio un sacerdote que cuidase su alma.

Catalina fue siempre reacia a confiar y manifestar su experiencia de comunión mística con Dios, sobre todo por la profunda humildad que sentía frente a las gracias del Señor. Sólo desde la perspectiva de darle gloria y poder ayudar a otros en su camino espiritual, se animó a contar lo que le había sucedido en el momento de su conversión, que es su experiencia original y fundamental.


El lugar de su ascensión a las cumbres místicas fue el hospital de Pammatone, el complejo hospitalario más grande de Génova, del que fue directora y animadora. Por tanto Catalina vivió una existencia totalmente activa, no obstante la profundidad de su vida interior. En Pammatone se formó en torno a ella un grupo de seguidores, discípulos y colaboradores, fascinados por su vida de fe y su caridad. Consiguió que su mismo marido, Giuliano Adorno, dejara la vida disipada, se hiciera terciario franciscano y se transfiriera al hospital para ayudar a su mujer. La participación de Catalina en el cuidado de los enfermos se prolongó hasta los últimos días de su camino terreno, el 15 de septiembre de 1510. Desde su conversión hasta su muerte, no hubo sucesos extraordinarios, sólo dos elementos caracterizaron su existencia entera: por una parte la experiencia mística, es decir, la profunda unión con Dios, vivida como una unión esponsal, y por la otra las asistencia a los enfermos, la organización del hospital, el servicio al prójimo, especialmente a los más abandonados y necesitados. Estos dos polos- Dios y el prójimo- colmaron toda su vida, transcurrida prácticamente dentro de los muros del hospital.


Queridos amigos, no debemos olvidar que cuanto más amamos a Dios y somos constantes en la oración, tanto más amaremos verdaderamente a quien está alrededor nuestro, a quien está cerca de nosotros, porque seremos capaces de ver en cada persona el rostro del Señor, que ama sin límites ni distinciones. La mística no crea distancias con el otro, no crea una vida abstracta, sino que acerca al otro porque se comienza a ver y a actuar con los ojos, con el corazón de Dios.


El pensamiento de Catalina sobre el purgatorio, por el que es particularmente conocida, está condensado en las últimas dos partes del libro citado al inicio: el Tratado sobre el purgatorio y el Diálogo entre el alma y el cuerpo. Es importante observar que Catalina, en su experiencia mística, nunca tuvo revelaciones específicas sobre el purgatorio o sobre las almas que se están purificando en él. Con todo, en los escritos inspirados por nuestra Santa es un elemento central, y la manera de describirlo tiene características originales respecto a su época. El primer rasgo original se refiere al “lugar” de la purificación de las almas. En su tiempo se representaba principalmente con el recurso a imágenes ligadas al espacio: se pensaba en un cierto espacio, donde se encontraría el purgatorio. En Catalina, en cambio, el purgatorio no está presentado como un elemento del paisaje de las entrañas de la tierra: es un fuego no exterior, sino interior. Esto es el purgatorio, un fuego interior. La Santa habla del camino de purificación del alma hacia la comunión plena con Dios, partiendo de su propia experiencia de profundo dolor por los pecados cometidos, en contraste con el infinito amor de Dios (cfr Vita mirabile, 171v). Hemos escuchado sobre el momento de la conversión, donde Catalina siente de repente la bondad de Dios, la distancia infinita de su propia vida de esta bondad y un fuego abrasador dentro de ella. Y este es el fuego que purifica, es el fuego interior del purgatorio. También aquí hay un rasgo original respecto al pensamiento de la época. No se parte, de hecho, del más allá para narrar los tormentos del purgatorio – como era habitual en ese tiempo y quizás también hoy – y después indicar el camino para la purificación o la conversión, sino que nuestra Santa parte de la experiencia propia interior de su vida en camino hacia la eternidad. El alma – dice Catalina – se presenta a Dios aún ligada a los deseos y a la pena que derivan del pecado, y esto le hace imposible gozar de la visión beatífica de Dios. Catalina afirma que Dios es tan puro y santo que el alma con las manchas del pecado no puede encontrarse en presencia de la divina majestad (cfr Vita mirabile, 177r). Y también nosotros nos damos cuenta de cuán alejados estamos, cómo estamos llenos de tantas cosas, de manera que no podemos ver a Dios. El alma es consciente del inmenso amor y de la perfecta justicia de Dios y, en consecuencia, sufre por no haber respondido de modo correcto y perfecto a ese amor, y por ello el amor mismo a Dios se convierte en llama, el amor mismo la purifica de sus escorias de pecado.


En Catalina se percibe la presencia de fuentes teológicas y místicas a las que era normal recurrir en su época. En particular se encuentra una imagen de Dionisio el Areopagita, la del hilo de oro que une el corazón humano con Dios mismo. Cuando Dios ha purificado al hombre, lo ata con un hilo finísimo de oro, que es su amor, y lo atrae hacia sí con un afecto tan fuerte, que el hombre se queda como “superado y vencido y todo fuera de sí”. Así el corazón humano es invadido por el amor de Dios, que se convierte en la única guía, el único motor de su existencia (cfr Vita mirabile, 246rv). Esta situación de elevación hacia Dios y de abandono a su voluntad, expresada en la imagen del hilo, es utilizada por Catalina para expresar la acción de la luz divina sobre las almas del purgatorio, luz que las purifica y las eleva hacia los esplendores de los rayos resplandecientes de Dios (cfr Vita mirabile, 179r).


Queridos amigos, los santos, en su experiencia de unión con Dios, alcanzan un “saber” tan profundo de los misterios divinos, en el que amor y conocimiento se compenetran, que son de ayuda a los mismos teólogos en su tarea de estudio, de intelligentia fidei, de intelligentia de los misterios de la fe, de profundización real de los misterios, por ejemplo de qué es el purgatorio.

Con su vida, santa Catalina nos enseña que cuanto más amamos a Dios y entramos en intimidad con Él en la oración, tanto más Él se deja conocer y enciende nuestro corazón con su amor. Escribiendo sobre el purgatorio, la Santa nos recuerda una verdad fundamental de la fe que se convierte para nosotros en invitación a rezar por los difuntos para que puedan llegar a la visión bendita de Dios en la comunión de los santos (cfr Catecismo de la Iglesia Católica, 1032). El servicio humilde, fiel y generoso, que la Santa prestó durante toda su vida en el hospital de Pammatone, además, es un luminoso ejemplo de caridad para todos y un aliento especial para las mujeres que dan una contribución fundamental a la sociedad y a la Iglesia con su preciosa obra, enriquecida por su sensibilidad y por la atención hacia los más pobres y necesitados. Gracias.

10 de enero de 2011

Audiencia a los miembros de la Curia romana y de la Gobernación para lo presentación de las felicitaciones navideñas.


La Iglesia debe hacer resplandecer la fe en el amor de Dios, destacó Benedicto XVI en la tradicional audiencia a los miembros de la Curia romana y de la Gobernación para la presentación de las felicitaciones navideñas.

Autor: SS Benedicto XVI | Fuente: Vatican. va Es una parte del discurso de Benedicto XVI a la Curia romana para la presentación de las felicitaciones navideñas. 

La Iglesia debe hacer resplandecer la fe. El Papa recordó después que “la fuerza motriz que le empujaba en el camino de la conversión, en Newman, era la conciencia”, pero no en su concepción moderna, para la cual “en materia de moral y de religión, la dimensión subjetiva, el individuo, constituye la última instancia de la decisión”. 

Según esta línea de pensamiento, “a lo objetivo pertenecen las cosas que se pueden calcular y comprobar mediante el experimento”. “La religión y la moral se sustraen a estos métodos y por ello se consideran en el ámbito de lo subjetivo”, y en este campo podría decidir “sólo el individuo con sus intuiciones y experiencias”. 

Según el Pontífice, la concepción que Newman tenía de la conciencia es totalmente opuesta. Para él, de hecho, “´conciencia´ significa la capacidad de verdad del hombre: la capacidad de reconocer precisamente en los ámbitos decisivos de su existencia - religión y moral - una verdad, la verdad”. “La conciencia, la capacidad del hombre de reconocer la verdad, le impone con ello, al mismo tiempo, el deber de encaminarse hacia la verdad, de buscarla y de someterse a ella allí donde la encuentra”, continuó. 

“Conciencia y capacidad de verdad y de obediencia a la verdad, que se muestra al hombre que busca con corazón abierto”. El de Newman es, por tanto, “un camino de la conciencia - un camino no de la subjetividad que se afirma, sino, precisamente al contrario, de la obediencia a la verdad que paso a paso se abría a él”. 

La conversión de Newman al catolicismo, prosiguió el Obispo de Roma, “exigía de él abandonar casi todo lo que le era precioso: sus bienes y su profesión, su grado académico, los vínculos familiares y muchos amigos”. “Newman había sido siempre consciente de tener una misión hacia Inglaterra”, añadió, “pero en la teología católica de su tiempo, su voz apenas podía oírse” porque “era demasiado extraña respecto a la forma dominante del pensamiento teológico y también de la piedad”. “En la humildad y en la oscuridad de la obediencia, tuvo que esperar hasta que su mensaje fuera utilizado y comprendido”.

8 de enero de 2011

Feliz año nuevo 2011

Hola!
Sólo me paso para desearos a todos los blogueros un feliz año nuevo 2011, que os vaya igual de bien o, en el caso de muchos, mejor que este año 2010. Sobre todo porque nos trae la JMJ de Madrid...
En fin, feliz año nuevo a todos-la entrada la escribo el 31 de diciembre, aunque posiblemente salga en una semana por eso de la programación de entradas-.
Un saludo,
Marta

5 de enero de 2011

AUDIENCIA GENERAL DEL PAPA


Audiencia del Papa a los “Pueri Cantores”


CIUDAD DEL VATICANO, sábado 1 de enero de 2011 (ZENIT.org).- A continuación ofrecemos el discurso que el Papa Benedicto XVI dirigió a la Federación Internacional “Pueri Cantores” en el Aula Pablo VI, al recibirles en audiencia con motivo de su XXXVI Congreso Internacional.

* * * * *

Queridos jóvenes miembros de la Federación Pueri Cantores,

Queridos amigos,

estoy encantado de recibiros hoy, día en que vosotros celebráis vuestro 36 Congreso Internacional aquí en Roma, y os agradezco por vuestro compromiso con el apostolado del canto litúrgico. En palabras de san Agustín: "cantar es expresión de alegría y … amor” (Sermo 34:1). Contando las alabanzas de Dios, vosotros dais voz al deseo natural de cada ser humano de glorificarlo con cantos de amor. Es difícil encontrar las palabras para transmitir la alegría del alma en su encuentro amoroso con Dios, sin embargo la buena música es capaz de expresar algo del misterio de su amor por nosotros y del nuestro por Él , como se nos recuerda por el tema elegido para este Congreso: Deus Caritas Est.


Recordad siempre que vuestro canto es un servicio. Es un servicio a Dios, ofreciéndole la alabanza que le es debida.. Es un servicio para otros fieles, ayudándolos a elevar sus corazones y mentes en oración. Y es un servicio para la iglesia entera, un anticipo de la liturgia celestial en la que los coros de los ángeles y santos se unen en una infinita canción de amor y alabanza.


Saludo especialmente a los grupos hoy presentes, que vienen de los Estados Unidos, Suecia, Irlanda, Latvia y Corea del Sur. Os animo a perseverar en vuestra buena obra. Os aseguro mis oraciones, y con alegría os doy mi bendición apostólica.


[En italiano dijo]

¡Un afectuoso saludo a los Pueri Cantores de lengua italiana!

Queridos y jóvenes amigos, os agradezco a vosotros y a aquellos que os instruyen en el canto sacro, por el precioso servicio que realizáis en la Liturgia. Os animo a todos a perseverar y os invito a sentiros siempre partícipes de la vida de las comunidades cristianas a las que pertenecéis. Custodiad la alegría que la venida de Cristo lleva consigo y descubrid siempre cuanto os ama Él. ¡Os bendigo a todos!


[En francés dijo]

Estoy contento de saludar muy cordialmente a los Pueri Cantores de lengua francesa, procedentes de Bélgica, de la República Democratica del Congo y de Francia. Con la belleza de vuestros cantos manifestáis a Dios vuestro gozo y vuestr amor y ayudáis al pueblo cristiano a entrar más en profundidad en los misterois celebrados en el transcurso de la Liturgia. Os doy las gracias vivamente por esto. ¡Que el canto liturgico, a través del cual expresáis la grandeza y el amor de Dios, os permita crecer en santidad! ¡Que Dios os bendiga!


[En alemán dijo]

Saludo de todo corazón a los Pueri Cantores de los países de lengua alemana. El Evangelio de la Noche Santa narra la alabanza de los ángeles, que los pastores de Belén escucharon. Desde siempre los cristianos consideran estas palabras de los ángeles como un canto y son entusiastas de honrar a Dios con la música. También vosotros, con vuestro canto tomáis parte en esta hermosa tarea de forma que Dios sea honrado y los hombres sientan gozo. Os doy las gracias por vuetsro compromiso, queridos jóvenes, y os auguro la paz de la Navidad y la gracia de Jesucristo.


[En español dijo]

Saludo con afecto a los Pueri Cantores de lengua española. Con vuestro canto contribuís a que el pueblo cristiano contemple con más profundidad el misterio de Cristo, celebrado en la liturgia. Que el amor de Jesús recién nacido llene vuestros corazones de alegría y de paz. Que Dios os bendiga a vosotros y a vuestras familias.

[En portugués dijo]

Un muy afectuoso saludo también a los “pequeños Cantores” venidos de Portugal. Os agradezco el precioso servicio que realizais, animando con los cantos las celebraciones litúrgicas.


[En polaco dijo]

Un cariñoso saludo a los Pueri Cantores venidos de Polonia. ¡Gracias por el precioso servicio que realizais animando con los cantos las celebraciones litúrgicas y ayudando de esta manera a alabar y dar fracias al Señor!


[En ruso dijo]

Un afectuoso saludo a los Pueri Cantores venidos de Ucrania. ¡Os agradezco el precioso servicio que realizais animando con el canto las celebraciones litúrgicas!

2 de enero de 2011

HA LLEGADO EL MOMENTO

No sé si es algo tarde, pero seguro que ya debemos prepararnos, si no lo están haciendo ya, para organizar el viaje a las J.M.J. de "Blogueros con el Papa", en Madrid.

Se me ocurren, e invito a reflexionar en este sentido, varias ideas que puedan facilitarnos el vivir esta experiencia, junto al Papa, y toda la Iglesia, en las J.M.J.:

a) pienso que deberíamos estar concentrados en una misma zona, si es posible, y a mi modo de ver, en un mismo hotel o apartamentos. Estar juntos facilitaría nuestra comunicación, nuestros actos y convocatorias y nuestras oraciones y actos litúrgicos...etc.

b) sería bueno que el grupo de blogueros de Madrid lo organizara o encargasen a alguien o grupo que lo organice. Conseguir precios, estancia y billetes juntos sería una forma de abaratar los precios y facilitar la convocatoria.

c) también, pienso que sería bueno tener una guía de las actividades y actos a celebrar, así como espacios de convivencia, intercambios y fraternidad entre nosotros.

Habrá muchas más cosas que hacer o programar, o hacerlo de otra forma, pero hay que empezar a prepararlo. El debate está abierto.