
Las diferencias se agrandan y, como siempre, los pobres son los más perjudicados y sobre los que recae la carga más pesada y la más sufrida. Mientras los ricos tienen más defensa y, pueden eludir las medidas más radicales y salir en sus magníficos coches, yates y otros medios de transportes, prohibidos a los pobres, y gozar de un tiempo de relajación, poder fumar, respirar aire puro, banquetear y demás, los pobres se sienten sometidos, esclavizados...