22 de noviembre de 2010

UNA ORACIÓN DESDE EL RINCÓN


Sé, SEÑOR, que TÚ me
has dado lo que necesito para 
conseguir lo que TU esperas de mí.

Sin embargo, los miedos, la inseguridad,
las malas intenciones, la desconfianza de
pensar que TÚ me puedes reprochar
me impulsa a inhibirme y a 
enterrar esos talentos.

Me siento más seguro teniéndolos
enterrados y vigilados por mí, y 
sin darme cuenta rechazo tus 
proyectos, declino mi responsabilidad.

Al final, me doy cuenta que no
tengo confianza en TÍ. No creo
tus promesas y palabras. Por 
falta de fe, me excluyo, y te dejo.

Sólo, SEÑOR, una cosa te pido:
"Aumenta mi fe y haz que desentierre
todo lo que TÚ me has dado para
ponerlo en la mesa común. 

Quiero
ser valiente, como tu fiel seguidor
Juan Pablo II nos dijo, y también
Benedicto VXI. No tener miedos
ni temores, sino la esperanza de
que TÚ, que eres mi PADRE
me recibes, me comprendes
y me perdonas. Amén