1 de abril de 2017

MARÍA, FRUTO DEL ESPÍRITU SANTO

Podríamos decir que María es la esposa del Espíritu Santo. Esto lo dijo San Maximiliano Kolbe, "Padre Kolbe": Desde el primer instante de su existencia, el Dador de las gracias, el Espíritu Santo, estableció la propia morada en su alma, tomó absoluta posesión de Ella y la compenetró de tal modo, que el nombre de Esposa del Espíritu Santo no expresa sino una sombra lejana, pálida, imperfecta, de tal unión" (EK 1224).

María es concebida por el Espíritu Santo, es su Obra y su Fruto. Bien diría el Padre Kolbe que "María es fruto del Espíritu Santo. La Gracia del Padre, revertida por el Hijo y el Espíritu Santo en nosotros, vuelve al Padre desde el Espíritu, en María, y el Hijo - EK 634 -. Y es que una Madre como María nos es necesaria para resguardarnos en ella.

Es verdad que no podemos llegar al Padre sino por Cristo, pero no es menos verdad que para llegar a Cristo necesitamos a María. Es la Madre que nos lo presenta y nos lo enseña. Es la Madre que lo conoce, lo ha tenido bajo su techo y sus cuidados, junto a su esposo San José, y está llena de su Gracia. Es el mismo Espíritu Santo, quien acompaña a su Hijo al desierto, quien se configura con María y la hace participe y mediadora de todas sus Gracias - Ek 1229 -.

Nos resultará imposible acercarnos a Jesús sin María. ¡Cuántas gracias doy el Espíritu Santo que me lleva a conocer a María! Yo, que he vivido mucho tiempo alejado de Ella y casi, si no ignorándola, si dejándola un poco de lado. Y es ella la que me lleva y me adentra en el conocimiento de su Hijo. ¿Es qué alguien lo puede conocer mejor que su Madre? Y, ahora, sorprendentemente, me encuentro escribiendo, no por iniciativa propia sino por encargo, en la Asociación BceP. Me pregunto después de estar inmerso en el camino, ¿no es esto obra de María en el Espíritu Santo?

Madre, te pido intercedas en todos los blogueros de la Asociación, y en todos los que estén abierto a tu Gracia, avivando nuestros corazones y mostrándonos el Amor de tu Hijo Jesús, entregado a su Pasión y Muerte para salvarnos. Transforma por la Gracia del Espíritu nuestros corazones y llevarnos a la vivencia de cada día en la Voluntad del Padre. Amén.