
La relación se fundamenta en la verdad, y la verdad excluye la mentira. Un amor vivido en la mentira no es amor. Será pasión, interés, satisfacción, gusto o conveniencia, pero nunca verdadero amor, pues el verdadero vive de y en la verdad.
Y cuando la unión está apoyada en otros intereses que no sean la verdad, la lealtad y fidelidad, se desmorona y busca, como nos dice el Papa Francisco, sucedáneos, componendas y mediocridades que no terminan...