28 de febrero de 2019

AUDIENCIA DEL PAPA FRANCISCO

Hoy leemos lo que el Papa nos dice del Padrenuestro. Es la oración que Jesús nos enseña para estar en contacto con nuestro Padre y para reconocerle, santificarle y pedirle por todas nuestras necesidades. El Papa se para hoy en la primera de estas súplicas y nos anima a descubrir la grandeza y admiración al Padre que Jesús nos manifiesta y el deseo de dárnoslo a conocer.




PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL
Plaza de San Pedro
Miércoles, 27 de febrero de 2019




Queridos hermanos y hermanas:
La oración del Padrenuestro contiene siete peticiones. En las tres primeras, que se refieren al “Tú” de Dios, Jesús nos une a él y a sus más profundas aspiraciones, motivadas por su infinito amor hacia el Padre. En cambio, en las últimas cuatro, que indican el “nosotros” y nuestras necesidades humanas, es Jesús quien entra en nosotros y se hace intérprete ante el Padre de esas necesidades.

En su simplicidad y esencialidad, el Padrenuestro es modelo de toda oración porque contiene, a la vez, la contemplación de Dios, de su misterio, de su belleza y su bondad, como también una súplica atrevida de lo que necesitamos para vivir bien. Con esta oración Jesús nos enseña a confiar y a abandonarnos en Dios, que nos conoce, nos ama y sabe cuáles son nuestras necesidades.

Hoy consideramos la primera de estas súplicas, que dice así: «Santificado sea tu nombre». En ella expresamos toda la admiración de Jesús por la belleza y la grandeza del Padre, y su deseo de que todos lo conozcan y lo amen. Y presentamos también nuestro ruego de que su nombre sea santificado en nosotros, en nuestra familia, en nuestra sociedad y en el mundo entero. Es Dios quien nos santifica; es él quien nos transforma con su amor; mientras nosotros, con nuestro testimonio de vida, manifestamos su santidad en el mundo, y hacemos presente su santo nombre.


Saludos:
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española venidos de España y Latinoamérica. Pidamos al Señor que con la fuerza de su santidad destruya el mal que aflige a nuestro mundo, y nos conceda vivir con la convicción de que su amor redentor, que ha vencido al maligno, no nos abandona nunca.
Que Dios los bendiga. Muchas gracias.