Concédeme la gracia, Señor, de que mi mirada sobre la realidad del mundo, sobre mi entorno y sobre los demás sea como la tuya llena de amor, bondad, sabiduría, paciencia y generosidad.
Señor, tu eres el Dios del amor, olvídate de mis abandonos, de mis peros y de mis resistencias interiores y concédeme la gracia de acoger siempre tu amor. Te entrego, Señor, todas mis cargas pero también mis actos personales, familiares, profesionales, comunitarios. Son todos tuyos, Señor. Llénales, Señor, de sabiduría y de luz. Te pongo, Señor, en tus manos a todos aquellos que te sienten lejos y los que no creen en Ti; te ruego los envuelvas con tu amor.
Señor, tu me sondeas y me conoces, sabes lo que anida en mi corazón que exclama confiado: renuévame, vivificase, transfórmame. Amén.