Mostrando entradas con la etiqueta Verdad. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Verdad. Mostrar todas las entradas

12 de junio de 2015

Testigos de la fe

Los mártires son los testigos de la fe. Los cristianos -si no ando errado- descubrieron esta dimensión de la vida, la más importante de todas las lecciones: que más vale morir antes que pecar.

Ante las noticias de las persecuciones sufridas por los cristianos en tantos países del mundo, sorprende el silencio de las opulentas sociedades occidentales. Si existe en el mundo la libertad y se reconoce en Occidente como el bien por excelencia, eso se debe a que los cristianos han mirado al que traspasaron y han aprendido esa lección.

Es cierto que en ciertos momentos, a algunos se les haya olvidado esa lección al emplear la violencia al servicio del Evangelio. Estamos pagando las consecuencias de esta infidelidad al Mártir de la verdad, que es la peor de las infidelidades. Porque usar la violencia para defender la verdad es el antimartirio. Son paradojas de la vida que se repiten periódicamente: los defensores de la verdad que se erigen en Maestros y usan la violencia para ello son el anticristo.

Hoy, en la solemnidad del Sagrada Corazón de Jesús, miramos al que traspasaron... y no queremos apartar la mirada de cuantos están siendo también traspasados en su nombre.

Me gusta este vídeo porque no reclama venganza ni promueve una defensa de la fe basada en la ideología, sino que anima a contemplar directamente el testimonio de estos mártires de nuestros días y aprendamos como ellos esa lección.

Joan Carreras


18 de diciembre de 2012

Mensaje del Concilio Vaticano II a los intelectuales



Continúo comentando los siete mensajes finales del Concilio Vaticano II. Leerlos produce maravilla en el corazón del creyente. Se trata de palabras claras y sencillas dirigidas directamente al corazón de las personas y que constituyen un modo estupendo de anunciar el Evangelio.

El segundo de los mensajes finales, que podréis encontrar íntegramente en este enlace, está dirigido a los intelectuales y a los hombres de ciencia.
"Un saludo especial para vosotros, los buscadores de la verdad, a vosotros los hombres del pensamiento y de la ciencia, los exploradores del hombre, del universo y de la historia; a todos vosotros, los peregrinos en marcha hacia la luz, y a todos aquellos que se han parado en el camino, fatigados y decepcionados por una vana búsqueda".
En un mundo alejado de Dios, en donde la fe es tantas veces despreciada, los intelectuales y los hombres de ciencia tienen una particular responsabilidad. A ellos se dirigen los demás hombres para apagar su sed de verdad. Por ejemplo, ante el horror de la masacre de niños en la escuela de Newton, los medios de comunicación han acudido en seguida a los psiquiatras, queriendo entender las razones que expliquen lo inexplicable. Claro que caben otras interpretaciones, como la que fray Nelson Medina escribió en este blog unos días atrás en su teoría del volcán, pero si provienen de los hombres de fe no son valoradas. 

Pero no se trata sólo de una cuestión de oportunidad. La razón principal por la que el Concilio se dirige a ellos es porque en realidad: el camino de la Iglesia y el de ellos, los intelectuales, es el mismo. "Vuestro camino es el nuestro". ¡Estupenda afirmación! Si Cristo es el Camino, la verdad y la vida, entonces es evidente que seguir a Cristo y buscar sinceramente la verdad pueden identificarse. 

Tanto el camino de la fe como en el de la razón transcurre por zonas en las que predominan las penumbras. En el camino de la fe porque la luz sobrenatural deja tantas veces al alma en una cierta oscuridad, aunque le confiere una firme certeza que le permite caminar con esperanza y alegría. En el camino de la razón, porque la realidad nunca es plana y siempre es mayor lo que desconocemos que lo que realmente comprendemos, por muchos y grandes que hayan sido los avances y descubrimientos realizados en nuestros días. 

El mensaje que el Concilio dirige a los intelectuales es formulado tanto de modo positivo como negativo. 

En positivo: "continuad, continuad buscando sin desesperar jamás de la verdad".

Y en negativo: "Pero no olvidéis: si pensar es una gran cosa, pensar, ante todo, es un deber; desdichado aquel que cierra voluntariamente los ojos a la luz. pensar es también una responsabilidad: ¡Ay de aquellos que obscurecen el espíritu por miles de artificios que lo deprimen, lo enorgullecen, lo engañan, lo deforman! ¿Cuál es el principio básico para los hombres de ciencia sino esforzarse en pensar rectamente?"

El Evangelio es el anuncio gozoso dirigido a los hombres que Dios ama (cfr Lc 2, 12-14). ¿Quiénes son ellos? En primer lugar aquellos que caminan bajo la luz de la fe, envueltos en el don de la gracia divina. Pero también, aquellos que se esfuerzan en buscar la verdad y no hacen oídos sordos a los dictámenes de su conciencia (2). Quienes perseveran en la búsqueda de la verdad, se encontrarán con Jesucristo ineluctablemente. Por eso, el camino de los intelectuales es el de la Iglesia. Ella también los necesita. 

Benedicto XVI pasará quizá a la historia como el Papa del logos. Nadie como él ha criticado al mundo moderno, pero no porque los hombres hayan abandonado la fe, sino porque han dejado de pensar, de razonar seriamente. Eso es lo peor que le puede pasar a un hombre: dejar de pensar. Porque en definitiva quien dejase de hacerlo también perdería la fe. 

A los intelectuales creyentes el Concilio les dirige también un consejo muy oportuno: 

"Tened confianza en la fe, esa gran amiga de la inteligencia. Alumbraos en su luz para descubrir la verdad, toda la verdad. Tal es el saludo, el ánimo, la esperanza que os expresan, antes de separarse, los Padres del mundo entero, reunidos en Roma en Concilio".

Palabras magníficas para alentar a los intelectuales y hombres de ciencia en el Año de la Fe y de la nueva Evangelización.

__________

(2) Me he inspirado libremente en el comentario a Lc 2, 12-14 de Benedicto XVI en su reciente libro "La infancia de Jesús", Planeta, Madrid 2012, p. 83.

30 de enero de 2011

El compromiso de los blogueros con la verdad

En su reciente mensaje con ocasión de la XLV Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, Benedicto XVI ha querido compartir con todos algunas reflexiones acerca de la propagación de la comunicación a través de internet.


No cabe duda de que este fenómeno de nuestros días es valorado muy positivamente por el Pontífice romano. Sin embargo, es de agradecer que también se señalen los aspectos negativos. 


Hoy me querría fijar en un aspecto muy concreto. La comunicación en la red exige en los usuarios cristianos el compromiso de ser testigos del Evangelio también en este ámbito. Me parece a mí que se podría hablar de un compromiso de todo usuario con la verdad. La comunicación en la red debe de ser verdadera, con independencia de la religión que se profese. En el caso de los cristianos ese compromiso deriva también de su bautismo, en cuya virtud está obligado a ser testimonio vivo del Evangelio. 


Ya se ha dicho en otras ocasiones que Blogueros con el Papa pretende aunar a todos los blogueros que apoyan al Papa, con independencia de que sean católicos o no. La siguiente reflexión del Papa, que a continuación transcribo, puede aplicarse a todos en en el sentido anteriormente indicado, pero en ella el Papa alude principalmente al testimonio evangélico. 


"El compromiso de ser testigos del Evangelio en la era digital exige a todos el estar muy atentos con respecto a los aspectos de este mensaje que puedan contrastar con algunas lógicas típicas de la red. Hemos de tomar conciencia sobre todo de que el valor de la verdad que deseamos compartir no se basa en la 'popularidad' o la cantidad de atención que provoca. Debemos darla a conocer en su integridad, más que en hacerla aceptable, quizá desvirtuándola. Debe transformarse en alimento cotidiano y no en atracción de un momento".


¡Cuántas veces los blogueros comprometidos con la evangelización habrán experimentado el desánimo al comprobar que sus entradas pasan inadvertidas, bien porque no suscitan comentarios de los demás usuarios o bien porque las estadísticas muestran su escasa incidencia! En muchas ocasiones, en efecto, una entrada que ha costado horas de trabajo y de reflexión es engullida por la red, sin que haya sido leída por más de una decena de personas. Y, al revés, otras entradas más superficiales o incluso de contenido frívolo son las que han obtenido más éxito. 


Pues bien, el bloguero verdaderamente comprometido con el Evangelio debe escribir con la misma mentalidad con la que el sembrador de la parábola esparce la semilla, arrojándola generosamente al aire, para que el viento la lleve y la deposite en tierras fértiles, aun a sabiendas de que también puede caer entre espinos, en el camino o en terreno pedregoso. Esta debería de ser su principal satisfacción. La constancia en la labor de siembra dará siempre frutos, quizá absolutamente impredecibles.