
No sabemos cómo será, ni tampoco cuando. Pero sabemos que en la hora de nuestra muerte, que cierto que llegará, nos reuniremos con el Señor. Y eso esperamos porque Jesús nos lo ha prometido. Y su Palabra es Palabra de Vida Eterna. Por eso, rezamos por nuestros difuntos, esperanzados en que estén con el Padre. Por eso, también rezamos por nosotros, para que podamos, por la Palabra de nuestro Señor Jesús, podamos reunirnos con ellos.
Hermosa lección...