10 de diciembre de 2016

MARÍA, MORADA DE DIOS

María fue la elegida. Indudablemente cumple con las condiciones que Dios exige, sencillez, pequeñez y, por lo tanto, humildad. y por esa razón, María es elegida morada de Dios.

María es tierra fértil donde Dios planta su semilla y da frutos. Su seno es elegido para que la Gracia de Dios se encarne en Naturaleza Humana, que hecho Hombre habita entre los hombres. En María Dios se hace presente y hace presente también el Reino de Dios entre los hombres.

También Dios tiene pensado un proyecto para ti y para mí, pero necesita tu respuesta. Posiblemente nos consulte y nos envíe su mensajero. ¿Estamos nosotros pendiente y atentos a recibirle? Será cuestión de poner toda nuestra atención y escucha. Sera cuestión de abonar nuestra tierra y prepararla para que el Señor la fecunde y la cultive. En María podemos aprender mucho de esto.

Pero, María tiene un proyecto. Un proyecto humano, desposada con José, un hombre de la casa de David, con el que va a casarse. Un proyecto como quizás tengas tú también ahora. Quizás, si eres joven, piensas formar una familia; un proyecto de trabajo, o, quizás, un proyecto de jubilado para pasar los últimos años de tu vida. A María le cambió Dios su proyecto, un proyecto de proporciones divinas, y María lo aceptó. 

¿Estás tú también dispuesto a abrirte a lo que Dios quiere de ti? ¿Quieres dejarte revestir de ese traje divino que Dios te propone? Esa es la cuestión. Mirar a María es también actuar como María. Quizás nos ocurra a nosotros también qué no conocemos cómo y qué hacer. Pero, quizás, también se nos responda que confiemos en la acción del Espíritu Santo. Dejémonos invadir por Él y que sea Él quien nos dirija como sucedió con María.

Pongamos nuestros proyectos en las Manos del Espíritu de Dios. Abramos nuestro corazón, como María, y respondamos al Señor que queremos dejarnos revestir de Espíritu Santo. Él sabrá qué y cómo hacer para que nuestra tierra sea, preñada del Espíritu, fértil y dé frutos según la Voluntad de Dios. 

Gracias María, Madre de Dios. Gracias por tu disponibilidad y tu respuesta decidida a ser la corredentora, por obra del Espíritu Santo, de la acción salvadora de tu Hijo, nuestro Señor Jesús, para todos los hombres. Alúmbranos para que, siguiéndote a ti, encontremos a tu Hijo, nuestro Señor, y, por su amor seamos liberados de la esclavitud del pecado.