Es Navidad. Por eso no quiero dejar de soñar con un mundo mejor del que hoy tengo entre mis manos. Con una vida más plena y sagrada. Con un corazón más puro y grande del que tengo. Con una sonrisa amplia que ilumine las noches más oscuras. Con un corazón capaz de asombrarse cada día. Capaz de creer en lo imposible.
Es Navidad y llevo prendido en el pecho un canto que se repite, una y otra vez. Jesús viene. Se hace carne entre los hombres. José y María lo guardan como el regalo más grande. Recorren con calma el camino entre Nazaret y Belén, y yo camino con ellos. No quiero hoy que los miedos me impidan acercarme. Me arrodillaré como un niño, con las manos vacías y el corazón algo roto. Y cantaré despacio una canción que despierta sueños dormidos. Jesús sonríe al oírme. Acaricia mi pesebre que es el suyo. Y siento que en su abrazo se contienen todos mis sueños hechos realidad. Voy vertiendo a mi paso lento semillas de vida y llanto. De alegría y paz eterna. De soledad y de viento. Dejo que sobre el camino nazca una esperanza nueva porque es Navidad. Amén.