Señor, como Juan Bautista, también yo soy muy grande, porque he recibido muchos dones, y muy pequeño, porque mi vida y mi felicidad dependen de Ti, del cariño de muchas personas.
Gracias por todo lo que he podido aprender, por todo lo que sé; y dame humildad para que cada día busque tu sabiduría.
Gracias porque sé comprender al que se equivoca; y que tu perdón me ayude a perdonar al que me haga daño.
Gracias por la alegría de mi rostro y de mi corazón; y gracias por esa alegría que tú me das y que nada ni nadie me puede arrebatar.
Gracias porque me has dado un corazón que sabe amar. Haz que siempre esté abierto para recibir tu amor y, así, amar cada día más y mejor.
Gracias, Señor, por todo lo que sé, por todo lo que tengo, por todo lo que soy. No me dejes caer en las garras del orgullo y que siempre tenga alma de discípulo. Amén.