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29 de marzo de 2011

"El Rey de la Gloria ha vuelto a ser crucificado por las manos de los hombres"

Queridos amigos: Como ya hemos visto en estos días por desgracia, no han parado de profanar Iglesias, capillas y Sagrarios. Comenzamos el pasado 11 de febrero de 2011 con el Sagrario de la Parroquia de Santa Catalina de Majadahonda (Madrid) con el Santísimo dentro, unos días antes habían intentado quemarla. También una de Carabanchel, lo siguiente que hicieron fue la profanación las capillas universitarias de Madrid, Barcelona y Valencia. Esto es un gran sufrimiento y dolor para el corazón de todos los católicos pues la Eucaristía es lo más grande que tenemos. Es el mismo Cuerpo de Cristo el que ha sido profanado y ultrajado. Se ha vuelto a realizar lo que aconteció hace 2011 años, se ha vuelto a crucificar al rey de la Gloria ¡Qué gran dolor!, nuestro Señor, el Rey de reyes y Señor de señores, vuelve a estar en manos de aquellos que le crucificaron en las afueras de Jerusalén.

Nosotros como cristianos, porque amamos a nuestro Señor, surge de nuestro corazón el deseo de reparar todas las injurias y menosprecios que recibe nuestro Señor cada día y en cada momento. Queremos reparar este gran dolor para el Corazón de Cristo. Por ello aquí os propongo dos nuevas oraciones para que podáis rezarlas a los pies del Sagrario, pidiendo por la conversión de los pecadores, de aquellos que han profanado el sagrarios y capillas, suplicando al Padre la gracia de serle enteramente fiel hasta él momento en el que decida llevarnos a la vida eterna.

ACTO DE DESAGRAVIO DE PÍO XI

¡Oh dulcísimo Jesús, cuyo inmenso amor a los hombres no ha recibido en pago, de los ingratos, más que olvido, negligencia y menosprecio! Vednos postrados ante vuestro altar, para reparar, con especiales homenajes de honor, la frialdad indigna de los hombres y las injurias con que, en todas partes, hieren vuestro amantísimo Corazón.

Mas recordando que también nosotros alguna vez nos manchamos con tal indignidad de la cual nos dolemos ahora vivamente, deseamos, ante todo, obtener para nuestras almas vuestra divina misericordia, dispuestos a reparar, con voluntaria expiación, no sólo nuestros propios pecados, sino también los de aquellos que, alejados del camino de la salvación y obstinados en su infidelidad, o no quieren seguiros como a Pastor y Guía, o, conculcando las promesas del Bautismo, han sacudido el suavísimo yugo de vuestra ley.

Nosotros queremos expiar tan abominables pecados, especialmente la inmodestia y la deshonestidad de la vida y de los vestidos, las innumerables asechanzas tendidas contra las almas inocentes, la profanación de los días festivos, las execrables injurias proferidas contra vos y contra vuestros Santos, los insultos dirigidos a vuestro Vicario y al Orden Sacerdotal, las negligencias y horribles sacrilegios con que es profanado el mismo Sacramento del amor y, en fin, los públicos pecados de las naciones que oponen resistencia a los derechos y al magisterio de la Iglesia por vos fundada.

¡Ojalá que nos fuese dado lavar tantos crímenes con nuestra propia sangre! Mas, entretanto, como reparación del honor divino conculcado, uniéndola con la expiación de la Virgen vuestra Madre, de los Santos y de las almas buenas, os ofrecemos la satisfacción que vos mismo ofrecisteis un día sobre la cruz al Eterno Padre y que diariamente se renueva en nuestros altares, prometiendo de todo corazón que, en cuanto nos sea posible y mediante el auxilio de vuestra gracia, repararemos los pecados propios y ajenos y la indiferencia de las almas hacia vuestro amor, oponiendo la firmeza en la fe, la inocencia de la vida y la observancia perfecta de la ley evangélica, sobre todo de la caridad, mientras nos esforzamos además por impedir que seáis injuriado y por atraer a cuantos podamos para que vayan en vuestro seguimiento.

¡Oh benignísimo Jesús! Por intercesión de la Santísima Virgen María Reparadora, os suplicamos que recibáis este voluntario acto de reparación; concedednos que seamos fieles a vuestros mandatos y a vuestro servicio hasta la muerte y otorgadnos el don de la perseverancia, con el cual lleguemos felizmente a la gloria, donde, en unión del Padre y del Espíritu Santo, vivís y reináis, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén.

LETANÍAS DE DESAGRAVIO

Bendito sea Dios.
Bendito sea su Santo Nombre.
Bendito sea Jesucristo verdadero Dios y verdadero Hombre.
Bendito sea el Nombre de Jesús.
Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
Bendito sea su Preciosísima Sangre.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
Bendito sea el Espíritu Santo Consolador.
Bendita sea la Incomparable Madre de Dios la Santísima Virgen María.
Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.
Bendita sea su gloriosa Asunción.
Bendito sea el Nombre de María Virgen y Madre.
Bendito sea San José su casto esposo.
Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.

28 de julio de 2010

La teología del borrico


Hace ya un par de años escribí un post titulándolo "La teología del borrico". En él recogía algunas anécdotas contadas por el Cardenal Herranz, quien trabajó durante muchos años en la Santa Sede y tuvo ocasión de conocer y tratar a varios Papas. Por eso, porque en estas anécdotas, también se trasluce la calidad humana de los Papas que Dios nos ha dado en el último siglo, vuelvo a publicar estas líneas en Blogueros con el Papa.

San Josemaría desarrolló toda una "teología del borrico".

En su profunda humildad, consideraba que a partir del día 2 de octubre de 1928 -fecha de fundación del Opus Dei- "el borrico sarnoso se dio cuenta de la hermosa y pesada carga que el Señor, en su bondad inexplicable, había puesto sobre sus espaldas. Ese día el Señor fundó su Obra" (Apuntes íntimos, n. 306).

Ante la belleza de la vocación recibida, crecía en él la humildad y -en la comparación- "se calificaba a sí mismo de 'burrito sarnoso', de 'trapo sucio', de 'instrumento inepto y sordo', de 'saco de miserias', de 'nada y menos que nada'. Se veía, en la presencia de Dios, como 'fundador sin fundamento', como 'fragilidad, más gracia de Dios', como 'un bobo muy grande'. Era, en suma, 'pobre fuente de miseria y amor', un 'pecador que ama con locura a Jesucristo'" (Vazquez de Prada, El fundador del Opus Dei, vol. I, Madrid, 2002, p. ).

La verdadera humildad no consiste en que nos despreciemos a nosotros mismos, sino en conocernos a nosotros mismos a la luz de Dios. Bajo esa iluminación aparecen nuestra miseria y nuestra grandeza. San Josemaría no encontró una imagen mejor que la del "burrito" para expresar esta realidad: "Puras matemáticas: José María = Borrico sarnoso" (Apuntes íntimos, n. 116).

Esta cariñosa autocalificación era sólo conocida por su confesor. Pertenecía a la esfera de su intimidad. Por esta razón, el suceso que experimentó en diciembre de 1931 le dio mucho que pensar. Así lo relata en sus apuntes íntimos:

"Octava de la Inmaculada Concepción, 1931: En la tarde de ayer, a las tres, cuando me dirigía al colegio de Santa Isabel a confesar las niñas, en Atocha por la acera de San Carlos, esquina casi a la calle de Santa Inés, tres hombres jóvenes, de más de treinta años, se cruzaron conmigo. Al estar cerca de mí, se adelantó uno de ellos gritando: "¡le voy a dar!", y alzaba el brazo, con tal ademán que yo tuve por recibido el golpe. Pero, antes de poner por obra esos propósitos de agresión, uno de los otros dos le dijo con imperio: "No, no le pegues". Y seguidamente, en tono de burla, inclinándose hacia mí, añadió: "¡Burrito, burrito!"
Crucé la esquina de Santa Isabel con paso tranquilo, y estoy seguro de que en nada manifesté al exterior mi trepidación interna. Al oírme llamar, por aquel defensor!, con el nombre —burrito, borrico— que tengo delante de Jesús, me impresioné. Recé en seguida tres avemarías a la Santísima Virgen, que presenció el pequeño suceso, desde su imagen puesta en la casa propiedad de la Congregación de San Felipe".

San Josemaría atribuyó el ataque a una acción diabólica, y la defensa a su Ángel Custodio. Sentirse llamar con ese mismo calificativo con el que el se ponía delante de Dios le reconfortaría y debió suponer un nuevo motivo para ahondar en la "teología del borrico".

En su reciente libro "En las afueras de Jericó", el cardenal Julián Herranz se muestra como un buen discípulo de san Josemaría. Varias anécdotas por él vividas y narradas nos lo confirman.

1. - El 4 de enero de 1961, el Papa Juan XXIII visitó la Congregación en la que trabajaba don Julián. Al entrar en su despacho, se fijó en una figurita de un burro que él tenía sobre la mesa. "- ¿Qué es esto?" -preguntó. "- Un burrito, Santidad. Me lo ha dado el fundador del Opus Dei, monseñor Escrivá, que les tiene gran aprecio. Al ver su cara de sorpresa , le expliqué que el Padre recordaba siempre que, mientras los hombres se negaron a dar posada a la Sagrada Familia, un borrico dio calor al Hijo de Dios en Belén, y que otro más lo llevó en su entrada triunfal por las calles de Jerusalén. Los borricos son animales de carga, le dije: humildes, recios, trabajadores, con las orejas tiesas hacia arriba, como antenas para captar las ondas divinas... Y concluí: - Nuestro Fundador nos anima a imitarlos para que trabajemos siempre con el alma mirando al Cielo, para escuchar bien las mociones de Dios. Juan XXIII tomó la figurilla entre las manos, la miró con cariño, tiró de las orejas hacia arriba, y me dijo, sonriendo: - Yo también quisiera ser un borriquito de Dios".

2. - Ese mismo burrito que tuvo entre sus manos Juan XXIII fue regalado por don Julián al Papa Juan Pablo II en la audiencia privada que éste le concedió el 2 de febrero de 1984.

- ¿Qué es eso?

- Santidad, considérelo un pequeño regalo. En sí no vale nada, pero es algo particularmente valioso y significativo para mí: un borriquillo que me dio el fundador del Opus Dei cuando entré al servicio de la Santa Sede en 1969, en los años de preparación del Concilio. Ahora es ya una reliquia (.../...) Me evoca la teología del borrico, que me hace mucho bien.

- ¿La teología del borrico? ¿Y en qué consiste esa teología? - Me preguntó con extrañeza el Papa.

- La aprendí de monseñor Escrivá hace muchos años. Él amaba mucho la figura del borrico por razones ascéticas: en su gran humildad, él se veía como un borrico sarnoso y, en su deseo de enseñarnos a santificar el trabajo ordinario, nos ponía el ejemplo del borrico de noria. Pero también lo amaba por razones claramente bíblicas: según la tradición, un borrico dio calor al Niño en la noche de Belén, junto a María y a José, cuando los hombres negaron posada a la Virgen que iba a traer al mundo a su Salvador; y fue igualmente un borrico el que llevó a Jesús encima durante su entrada triunfal en Jerusalén. Noté que la mirada del Papa pasaba de la extrañeza al interés, un intenso interés. Continué:

- El fundador del Opus Dei nos enseñaba a sus hijos que el Señor podía haber hecho esa entrada triunfal cabalgando sobre un caballo o, añadía a veces, en una cuadriga romana, pero prefirió hacerlo sobre un borriquito. Incluso cuando envió a dos de sus discípulos a la aldea de Betfagé para que desataran el jumento y se lo trajeran, añadió: y si alguien os pregunta por qué hacéis eso, responded que el Señor tiene necesidad de él. Se cumplía así la profecía de Zacarías y, al mismo tiempo, el Señor ensalzaba la figura mansa y sencilla del borriquillo: un animal de carga, humilde, obediente, duro en el trabajo, austero, que se contenta con poco y, a la vez, de trote decidido y alegre.

Me quedé callado, porque me pareció que ya había hablado mucho. Sin embargo, el Papa me animó: - Siga, siga.

-Santidad, si mira ese borriquillo, verá que tiene unas orejas finas y estiradas hacia arriba. Monseñor Escrivá comentaba que son como antenas levantadas al cielo para captar la voz de su amo, de Dios. Y es que, para ser Opus Dei, el trabajo ha de ser contemplativo: hecho en medio del mundo, pero en presencia de Dios.

Callé de nuevo, porque habíamos superado con creces el tiempo normal de las audiencias y acababa de entrar en el estudio el prelado de antecámara, para indicar discretamente que otras visitas esperaban.

Juan Pablo II se alzó con un gesto como de resignación y, mientras le besaba la mano y le pedía su bendición, añadió: - Tenemos que seguir hablando de esto" (Julián Herranz, En las afueras de Jericó, Rialp, Madrid 2007, pp. 319-20)

3. - Y hubo una ocasión para seguir hablando de ese argumento, aunque sucediera quince años más tarde. Don Julián había estado en Palestina y pensó regalarle al Santo Padre una figurita de un borriquillo que había comprado allí, en Jerusalén. Estaba próximo el Gran Jubileo de 2000.

- "Santo Padre, le traigo este borriquito de Palestina. Está hecho con madera del monte de los Olivos, de la zona concreta donde estaba Betfagé. Se lo traigo para que le lleve pronto a Jerusalén. Allí esperan al Vicario de Cristo, como hace dos mil años le esperaron a Él.

Juan Pablo II me escuchó sonriendo: noté claramente la sonrisa, a pesar de la rigidez facial que le producía su enfermedad de Parkinson. Y, a la vez que en su mirada se encendía la esperanza de poder cumplir ese vivísimo deseo durante el Gran Jubileo del año 2000 exclamó:

- ¡Qué bella idea"

(Julián Herranz, op. cit., p. 353)

Las anécdotas son suficientemente expresivas y condensan lo que se podría calificar de "teología del borrico".

17 de julio de 2010

ORAR ES HACER TU VOLUNTAD.

¡SEÑOR!, ¿cómo puedo escucharte
sin desapegarme de mi voluntad?
Voy a tu encuentro,
pero llevo conmigo
mis pensamientos y proyectos.

No podré, de esa manera,
abrirme a TÚ Palabra,
y menos estar dispuesto
a esforzarme en hacer
lo que TÚ quieres que yo haga.

Hablar contigo supone poner en TUS MANOS
mis asuntos y problemas,
pero, también, recoger y hacer míos
tus proyectos, sufrimientos y deseos.

Y, eso sí lo sé, SEÑOR,
TÚ quieres mi bien, mi felicidad
porque me has
creado por amor
y has puesto todo lo que necesito
para mi disfrute y bienestar.

Y tu VOLUNTAD
es hacer que todos los hombres
sean hermanos, vivan en paz
y se amen como JESÚS, tu HIJO,
nos enseñó.

Y te reconozcan como PADRE y Creador,
y sean uno para Gloria y Alabanza TUYA.

Y, sin embargo, DIOS mío,
a mí alrededor veo mucho dolor,
mucho sufrimientos y miserias.
Si todo lo creado ha sido para nuestro bien,
no parece que haya suficiente para todos.

Y es, SEÑOR, que nosotros, tus hijos,
te fallamos y no escuchamos tus consejos
y tus intenciones.
Sólo nos importa nuestro "yo",
y nuestros "planes".

Y lo estropeamos todo. El mundo que TÚ
nos diste, lo hemos mal usado
y lo estamos convirtiendo
en un lugar inhabitable y dañino.

Y todo, SEÑOR, porque no salimos
de nuestro ego personal, no nos disponemos
a morir a nuestras cosas,
y a preocuparnos por las TUYAS.

Y cuando estemos en tu presencia
podemos sorprendernos con tu desconocimiento
para con nosotros,
pues no por el hecho de decir:
¡SEÑOR, SEÑOR!, seremos reconocidos
por tus hijos,
sino, simplemente, por hacer tu VOLUNTAD.

15 de julio de 2010

NECESIDAD DE LA ORACIÓN


Cuando hablamos con alguien decimos que nos estamos relacionando, y para relacionarnos es necesario hablar, o mejor, dialogar. En nuestro camino de conversión se hace necesario crecer, porque si no crezco, menguo, y termino por, al quedar instalado, decrecer hasta el punto de desaparecer.

Y uno crece en la medida que muere, muere a muchas cosas que se lo impiden: apetencias, apegos, comodidades, razonamientos, intereses, poder, riquezas...etc. Dejar muchas cosas en el camino e ir haciendo mi equipaje ligero y suave es una lucha constante. Caminar exige libertad y ligereza. Hoy, donde todo se vuelve light, no hay voluntad de esfuerzo sino todo lo contrario, de aligerar el esfuerzo, y sin esfuerzo no se consigue nada. Tenemos un ejemplo reciente: "La selección de España".

Pedimos paz, fuerzas para superar nuestras limitaciones, nuestra soberbia, nuestra pereza, nuestras...etc., pero, posiblemente, no sabemos pedir, porque realmente no sabemos que es lo que más nos conviene. Si pedimos sanar, quizás esa cura nos hace olvidarnos de dar gracias, ejemplo de los diez leprosos, de los que sólo uno regresó a dar gracias. Si pedimos salir de ese apuro o problema, puede ser que caigamos en otros mayores que nos pierdan. Quizás esa enfermedad o problema era el limite que nos tenía a raya, en constante oración, en actitud de escucha, de crecimiento.

Por eso, saber que sólo acercarse al SEÑOR es ocasión de sentirnos aliviados, porque al seguir su mismo rastro y cargar con su Cruz, siendo humilde y manso, pronto, sin saber cómo, encontraremos descanso. Porque su yugo es llevadero y su carga ligera.

Y eso es orar, dejarnos caer y abandonar en sus Manos, consciente de saber que hablamos con Alguien, con DIOS, nuestro PADRE, por eso, modelo de oración es María, que sólo respondió: "He aquí la esclava de SEÑOR; hágase en mí según tu palabra". Y podríamos añadir que, sólo la Voluntad del SEÑOR, y no la nuestra...

Haz, SEÑOR, que sea capaz de ponerme en tu presencia,
y sólo pedirte que me hagas más libre
para ser capaz de aceptar tu Voluntad.

Haz que pueda encontrar razones
para servir y obedecer todo aquello que
nos encomienda nuestro Papa, tú Piedra,
donde has edificado tu Iglesia, a
pesar de nuestras sombras e incomprensiones.

Cierra mi boca y en el silencio de mi humilde presencia
haz que encuentre la fuerzas para agarrarme a tu Cruz.

APROVECHO LA OCASIÓN PARA RECORDAR
LA ORACIÓN DEL SÁBADO
"EL SANTO ROSARIO JUNTO AL PAPA"

NOTA: he colgado en la barra izquierda, debajo de "Rosario por los blogueros" el recordatorio que nos servirá para mantenernos unidos cada sábado en oración.

9 de julio de 2010

¡RECORDATORIO!

MAÑANA TODOS CON EL PAPA
EN EL SANTO ROSARIO.

SERÁ REZADO PORRADIO MÁRIA O INTERNET

A LAS 06, 30 HORAS EN LA PENINSULA
A LAS 05, 30 EN CANARIAS
Y EN LOS DEMÁS PAÍSES SEGÚN LAS DIFERNCIAS HORARIAS

SERÍA BUENO ESFORZARNOS EN HACERLO TODOS JUNTOS,
PERO DE NO PODER, QUÉ CADA UNO LO HAGA CUANDO PUEDA., PERO SÍ, MAÑANA SÁBADO.

PEDIMOS, DE LA MANO DE MARÍA, Y JUNTOS A NUESTRO PAPA, POR LAS JMJ, POR LA ABOLICIÓN DE LA LEY DEL ABORTO, POR NUESTRA UNIDAD Y POR LA PROCLAMACION DE LA BUENA NOTICIA:
"LA SALVACIÓN DE TODOS LOS SERES HUMANOS EN CRISTO JESÚS".
PROPAGUEMOS LA ORACIÓN COMUNITARIA

8 de julio de 2010

COMPARTIR ES ORAR.


Compartir se hace difícil, y tan difícil que, de forma inconsciente todos huimos del compartir. Y, ya no digamos, de hacerlo con extraños o con personas que no tenemos confianza. Desde el pecado original hemos quedados tocado por el pudor y la vergüenza y, nuestra intimidad, se nos hace muy difícil de darla o compartirla.

Creo que, eso es lo que, por el momento experimento, hablar con Alguien que no veo y que, si no me esfuerzo, lo convierto en un monólogo de preguntas y respuestas hechas a mi medidas que no tocan muy de lleno mi vida, y que no me comprometen ante nadie aunque mi fe me diga que estoy delante de DIOS, no es tan difícil de hacer. Por eso, rezar no es muy costoso y, a pesar de necesitar una dosis de voluntad y esfuerzo, no supone muchos cambios.

Sin embargo, el compartir con otras personas, ya sea en la comunidad, en tus grupos o cualquier otra modalidad, como es la Ultreya o Reunión de Grupo que propone Cursillos de Cristiandad, la cual yo conozco, presentan más dificultades, porque ahí si tienes a algunos delante y no podrás evitar oírlos, escucharlos (que cuesta mucho) y responderles. Y no va a ser lo que tu quieras sino lo que el ESPÍRITU, reunido entre ellos, te pueda indicar.

La oración se convierte en oración verdadera cuando interpela y empieza a cambiar tu vida. Porque tenemos mucho que cambiar, y para cambiar hay que saber escuchar, porque no es lo mismo oír que escuchar. Cuando se escucha se pasa por la conciencia lo que se ha oído y se conecta la mente y el corazón con los sentidos. sin embargo, oírlo no supone sino oírlo pero ahí queda, no entra en mi interior y no produce ningún efecto.

Hay que discernir entre decir y transmitir, y, al parecer, nuestro querido Papa transmite mucho sobre lo que dice. No son palabras dichas al vuelo ni lanzadas al aire, sino palabras llenas de sentido, de serena reflexión que transmiten vida y actitudes. Y que se reciben, porque tampoco es lo mismo entender que recibir.

Uno puede entender todo lo dicho, pero no estar dispuesto a recibir. Eso explica que todo lo que dice nuestro querido Papa ha sido entendido, pues la Verdad no se puede negar ni refutar, pero sin embargo, no todo se está dispuesto a recibir, y, esa es la consecuencia, por lo que está el mundo como está.

El ejemplo que nos puede servir para vernos y reflexionar, que es orar, es el del joven rico. Claro que entendió muy claramente lo que JESÚS le dijo, pero, bajando la cabeza, manifestó que no estaba, al menos por el momento, dispuesto a recibirlo. Porque no es lo mismo, tampoco, creer que amar. Podemos tener fe, pero nunca llegamoslo a creernoslo del todo, y no damos el paso de tomar conciencia qué ÉL está entre nosotros.

¿Es qué no dijo, ÉL mismo, que dónde dos o más estén reunidos en mi Nombre, allí estaré YO en medio de ellos? ¿Y eso me lo creo? ¿Cómo voy pues, entonces, a amar si no estoy seguro de Aquel que me ama hasta el extremo de morir por mí? Si creo debo amar y si no amo al estilo de JESÚS mi fe no está, todavía, madura ni responde a mi creencia. Por eso digo que creo, pero mis obras dicen que no amo. Hay algo que no está ajustado a la realidad.

Por eso, rehuir el compartir, el sacar fuera de mí mismo mis inquietudes y vivencias son las respuestas a mi deseo de amar y de entregarme en oración encarnada en la vida. Porque si no se vive, ¿cómo y qué se va a rezar? Es entonces cuando en la verdadera oración se produce un diálogo de ida y vuelta, y donde se escucha y se está dispuesto a recibir las señales, aunque duelan, como dice Madre Teresa de Calcuta, del camino nuevo a emprender.

Orar no es fácil, e implica un camino difícil de conversión, por eso, decíamos que es un combate, pero que no hacemos solos sino en y con el ESPÍRITU que nos va a acompañar, asistir y a completar todo lo que nos falta para poder llegar a la verdadera comunicación con el PADRE. Sólo tenemos que empezar y confiar.

Esta reflexión sobre la amistad, que debemos brindar y desear a nuestro querido Papa a su venida a nuestro país, nos puede servir para entrar en una dinámica de entregarnos, en el ESPÍRITU, a prepararnos para su venida y la de todos aquellos hombre y mujeres de buena voluntad.


Dichosos los que nos sois violentos
porque habéis renunciado a la agresividad,
porque no deseáis ni hacéis mal a nadie.

Feliz el que no responde a la ofensa
con otra ofensa,
a la bofetada con otra bofetada.
Dichosos ellos porque la paz
será siempre su compañera.

Felices los que cuando os piden, dais;
los que sabéis animar, ayudar, acompañar,
los que sabéis alegrar
a quienes viven a vuestro lado.

Felices vosotros los que amáis a la familia
haciendo de vuestra casa un hogar feliz.
Dichosos los que amáis a los amigos,
si aprendéis a devolver bien por mal.

Dichosos vosotros si os profesáis amigos
de todas las personas y de todos los pueblos.
Dichosos vosotros porque la Paloma de DIOS
se acurruca serena en vuestro corazón,
porque sois HIJOS DEL FUEGO Y DEL AMOR.

7 de julio de 2010

UN GRAN ENEMIGO ES NUESTRO TIEMPO.


Cuando nos proponen algo, oírlo y pensar sobre el tiempo que disponemos, es cosa de milésimas de segundos. Todo sucede a velocidad de relámpago y, en la mayoría de las ocasiones, la respuesta se ve condicionada por el factor tiempo, nuestro tiempo. Diríamos que el tiempo es oro y todas nuestras acciones y acontecimientos están regidos por el tiempo.

Pensar, pues, en el tiempo es algo muy importante, porque de ello va a depender muchas actitudes y acontecimientos que pueden marcar mi vida. Priorizar a que debo prestar más atención o dedicar mi tiempo va a ser vital en mi vida. Porque todo lo que lograré y seré estará en función de a qué dedique mi tiempo.

El punto 2710 del Catecismo de la Iglesia Católica dice: La elección del tiempo y de la duración de la oración contemplativa depende de una voluntad decidida, reveladora de los secretos del corazón. No se hace contemplación cuando se tiene tiempo, sino que se toma el tiempo de estar con el SEÑOR con la firme decisión de no dejarlo y volverlo a tomar, cualesquiera que sean las pruebas y la sequedad del encuentro. No se puede meditar en todo momento, pero si se puede entrar siempre en contemplación independiente de las condiciones de salud, trabajo o afectividad. El corazón es el lugar de la búsqueda y del encuentro en la pobreza y la fe.

Yo no tengo tiempo... si tuviese más tiempo haría más oración... DIOS ocupa en nuestra estima el lugar que ocupa en nuestro tiempo. Igual podríamos decir de las demás cosas: la familia, el trabajo, el ocio...etc. El tiempo que dedicamos a... descubre donde realmente está nuestro corazón.

Cuando nos enamoramos de algo... todo nuestro tiempo está en ese amor. Nunca hemos escuchado que alguien haya muerto porque no tenía tiempo para comer. Por el contrario, desafortunadamente, si hemos oído que muchos mueren por no tener que comer. Eso nunca debería ocurrir, porque el comer nos es necesario para vivir.

¿Y DIOS, mi PADRE, significa algo importante para mí hasta el punto de dedicarle todo mi tiempo?

Porque en mi familia, en mi trabajo, en mi soledad, en mis relaciones, en mi ocio, en mi...etc., está DIOS conmigo. Seguro que ÉL está, pero, ¿y yo o tú? ¿estamos? Seguro que ÉL quiere estar, pero ¿tú y yo, queremos estar? Es realmente en esos ambientes que cogen mi vida donde tengo la oportunidad de continuar mi oración individual, ahora comunitaria, junto a los demás. ¿Cómo? Haciendo lo que, sin lugar a dudas, hizo y haría JESÚS: acompañando, sonriendo, alumbrando, comprendiendo, escuchando, solidarizándote, disponiéndote... amando.

Porque eso es también orar... y oración de la buena: elevada y cumplida, hablada y testimoniada. Oración que proclama y testimonia, que dice y hace, que habla y obra. Oración que complace al PADRE porque te esfuerzas en hacer su Voluntad. Lo que te falte lo hará ÉL.

No podemos meditar en todo tiempo, pero sí podemos estar en contemplación en todo momento, en la cocina, en el trabajo...etc. La contemplación implica observación, atención, estar presto a aprender las actitudes de CRISTO en nuestras propias relaciones... caminando, fregando los cacharros, cocinando... podemos rezar el Santo Rosario. En todo momento estoy llamado a estar en el SEÑOR.

Cuando se tiene tiempo para DIOS, se tiene tiempo para todo. Posiblemente le falta tiempo a quienes no sabemos aprovecharlo. Donde está tu tesoro, allí empleas tu tiempo, porque allí estará tu corazón. Carlos de Faucal decía que orar es perder el tiempo con DIOS... quiere significar que lo normal es darle el tiempo a Quien lo ha Creado.

Porque el tiempo es un don que el SEÑOR nos ha dado y, como tal, se lo debemos devolver como lo hemos recibido. Todo gira en torno a ÉL y cuando nuestra vida gira en esa dirección todo se hace más suave y ligero, porque nos descubrimos más libres, más disponibles, y aunque nuestros compañeros se compadecen y se estremecen por vernos tan atareados y ocupados, nuestro corazón se llena de paz, de gozo y de libertad porque buscamos lo que realmente nos hace feliz y eterno. Son los secretos de tantos que han alcanzado esa cima: vivir en la presencia del PADRE, en JESÚS y guiados por el ESPÍRITU.

Paradógicamente, siempre ocurre que los que menos tiempo tienen son los que más tiempo dan. Y es que cuanto más amor se da, más amor se recibe, y dando y recibiendo nuestro deposito de amor reboza y se derrama, y llega a todos los lugares, y hay para todos. Es el milagro de la multiplicación de los panes y peces. También multiplicamos nuestro tiempo.

Hay una oración, sencilla, humilde y renovadora que cada día, al amanecer, nos predispone a comenzar la jornada con la actitud del hombre nuevo, regenerado por el Bautismo en el ESPÍRITU del SEÑOR:

En el silencio de este día que nace
vengo a pedirte, paz, sabiduría y fortaleza.

Quisiera ver el mundo,
al que me voy a enfrentar en breve momentos,
lleno de amor, para ser: paciente, comprensivo,
humilde, suave y bueno.

Ver a tus hijos como TÚ los ves,
para poder apreciar la bondad de cada uno.

Cierra mis oídos a toda murmuración,
guarda mi lengua de toda maledicencia, que
solo permanezcan en mí los pensamientos que bendigan.

Quisiera ser tan bien intencionado y justo,
para que todos aquellos que se acerquen a mí, o me lean,
sientan TÚ Presencia, y no la mía.

Y, revisteme de tu Bondad, para que todos
los actos que realice hoy
sean fiel reflejos de los Tuyos.
Amén.

6 de julio de 2010

UN RINCÓN PARA ORAR Y RESPIRAR VIDA


Decía santa Teresita de lisieux que la oración es la elevación del alma a DIOS, y elevar el alma es algo así como entregarla. Mi párroco le dijo a mi hija en el Bautismo de su hijo, mi nieto, que lo ofreciera a la Virgen, nuestra Madre, haciendo un gesto de dárselo, de elevarlo hacia Ella.

Hoy, al empezar a escribir estas primeras líneas, cuando se inaugura un nuevo blog, "Blogueros con el Papa", mi corazón siente lo mismo, "elevar mi alma al SEÑOR" y ofrecérsela desnuda para que ÉL la vista a su moda, a su estilo, el que nunca pasa, el que siempre es actual y bien visto aunque aparentemente no parezca así o no se entienda siempre.

Y mi regocijo es aun mayor porque me siento acompañado, ¡no voy sólo!, por todos los blogueros qué como Zacarías, sugerida por su esposa Isabel, proclamó que Juan sería su nombre, ellos han dicho Salvador es quien hará la oración. Siento la acción del ESPÍRITU que hace su obra y que se hace presente en medio de dos o más reunidos en el nombre de JESÚS.

Siento, una vez más, que el SEÑOR elige al más inepto, al más viejo, al menos adaptado para estos tiempos tan avanzados que ya le sobrepasan y para los que es estéril. Vuelve el SEÑOR, en el ESPÍRITU, a repetir sus prodigios, su mirada en el más débil. Y no busco falsa humildades, pues mi hermano en la fe, Ricardo, sabe mucho de lo que digo en cuanto a preparación técnica se refiere, y el ESPÍRITU sabe más al coordinar mis palabras y abrir mi corazón. A veces, tengo que repetir como María, las maravillas que el SEÑOR hace en cada uno de nosotros, y en mí personalmente, al regalarme la oportunidad y la Gracia de humillarme y darme fuerzas para ello.

Que nadie piense que orar es relajarse y sentirse bien (miremos a Getsemaní), sino todo lo contrario: "es un combate constante". La oración es un don de la Gracia y una respuesta decidida por nuestra parte (para eso nos ha hecho libres). Supone siempre un esfuerzo, una lucha, un combate... Los grandes orantes de la Antigua Alianza antes de CRISTO, así como la Madre de DIOS y los santos con ÉL (sudor de sangre) nos enseñan que la oración es un combate.

Pero, ¿contra quién? Contra nosotros mismos y contra la astucia del Tentador que hace todo lo posible por separar al hombre de la oración, de la unión con su DIOS. Nuestra vida será en función de nuestra oración, y nuestra oración será como lo es nuestra vida, porque se ora como se vive, y se vive como se hora. El que no quiere actuar habitualmente según el ESPÍRITU de CRISTO, tampoco podrá orar habitualmente en su Nombre. El "combate espiritual" de la vida nueva (hombre nuevo) del cristiano es inseparable del combate de la oración.

Por todo esto, y porque como la cierva busca corrientes de agua para mantener su vida, nosotros buscamos, todos juntos, la oración para mantenernos y sostenernos en el SEÑOR. Y nos unimos, junto a nuestro Papa, Benedicto XVI, a la Cabeza de la Iglesia, nuestro SEÑOR JESUCRISTO, para hacer oración por la JMJ, por la Vida, por la proclamación del Evangelio, para pedir paz, sabiduría y fortaleza en ser testimonios de amor y para la salvación de todos los hombres que, buscando la eterna salvación, se desvían por corrientes falsas, vacías y caducas.

Todas nuestras oraciones están en plural, y las que no lo están, el ESPÍRITU las transforma en plural. PADRE nuestro... no nos dejes... perdona nuestras... como nosotros perdonamos a quienes nos... María, Madre de DIOS, ruega por nosotros... Y es que somos todos en uno, y por eso nuestra oración en común tiene un valor incalculable.

No nos preocupemos tanto en concentrarnos o distraernos (eso no quita que tratemos de esforzarnos, hay que hacerlo, combatir y luchar), sino en hacer la Voluntad del SEÑOR, que es precisamente orar. Oremos a pesar de nuestra sequedad, de sentirnos vacío, sin tener conciencia de lo que hacemos... Porque la oración no está mal hecha por el mal o bien control que llevemos nosotros de ella, porque es realmente el SEÑOR quien lo lleva, es ÉL realmente quien quiere estar con nosotros.

El SEÑOR no nos pide el sentimiento, sino la voluntad, porque los sentimientos no podemos controlarlos, y no dependen de nosotros, sin embargo, la voluntad si está a nuestra disposición. El creyente, el justo, vivirá por la fe y no por los sentimientos. Y la clave no está en tener más fuerza de voluntad, sino en encontrar verdaderamente al SEÑOR (parábola del tesoro escondido). Y mientras eso no se dé no podremos avanzar en la fe.

Sentiremos miedo a que nos cambie la vida... quizás estemos cómodos en nuestra presunta piedad y nos fastidia que nos cambie todo... porque la verdadera oración cambia la vida... porque se está calentito en el montón... Esto influye mucho en nosotros. El Tentador está a la acecha y sabe por donde nos puede atacar a cada uno... y se preocupa de sembrar falsos criterios confundiendo la oración con cualquier cosa.

Yo sugiero, desde la libertad, a todos los blogueros, de forma especial a los "Blogueros con el Papa", continuar con el Santo Rosario( los sábados) que, un día, sugirió nuestro amigo Ángel Sánchez Toledano, a quien animo desde aquí a subirse a la barca, por la acción del ESPÍRITU, pero añado, cada uno desde sus propias circunstancias y libremente, unirnos junto a él (el Papa) a las 06,30 horas de la madrugada (Radio María). A mí, personalmente, me toca hacerlo a las 05,30 horas, por esto de una hora menos en Canarias. Así estaremos todos un poco más juntos.