A veces la siento como un amanecer. Otras veces no tengo fuerza ni para mantenerla de pie. A veces me da alegría hablar a todos de tu amor. Otras veces me dan ganas de esconderme en algún rincón. Así soy. Así me pongo ante ti, Dios de mi vida. Señor, dame vida según tu promesa. Movido por el Espíritu, te diré una: Jesús, gracias por tu confianza. No pretendo grandezas que superen mi capacidad. Pero si quieres que mi vida sea reflejo de tu amor… ¡Hágase!, ¡aquí estoy! ¡Bendito seas por siempre! Amén.
Desde mi parroquia, por el párroco
D. Juan Carlos Medina Medina