9 de septiembre de 2010

Las peregrinaciones y la JMJ

Estoy suscrito a una página web  -Historias de luz y sabiduría- que cada miércoles me envía una historia o cuento edificante. Ayer recibí ésta que transcribo a continuación:



Abd Mubarak iba hacia La Meca cuando, cierta noche, soñó que estaba en el cielo. Allí pudo escuchar la conversación entre dos ángeles.
-¿Cuántos peregrinos han venido este año a la ciudad sagrada?- preguntó uno de ellos.
-Seiscientos mil- respondió el otro.
-Y de todos estos, ¿a cuántos se les ha aceptado su peregrinación?
-A ninguno. No obstante, hay en Bagdad un zapatero llamado Ali Mufiq que no caminó, pero al que se le aceptó su peregrinación, y cuyas gracias beneficiaron a los seiscientos mil peregrinos.
Al despertar, Abd Mubarak fue a la zapatería de Mufiq, y le contó el sueño.
-A costa de grandes sacrificios, logré reunir 350 monedas- dijo, llorando, el zapatero-. Sin embargo, cuando estaba listo para ponerme en marcha hacia La Meca, descubrí que mis vecinos tenían hambre. Repartí el dinero entre ellos, sacrificando mi peregrinación.


No sé quiénes son los inventores de las peregrinaciones. Supongo que es algo que está en la estructura misma del ser humano, que desea realizar un viaje a lugares sagrados o significativos. Esos viajes son un trasunto de nuestra vida, que no encuentra sentido en esta tierra que habitamos, sino en la Vida eterna que Dios nos ofrece y para la que hemos sido creados. En todo caso, la historia me ha hecho pensar en las Jornadas Mundiales de la Juventud. ¡Cuántas personas quedarán sin poder ir a Madrid el próximo agosto! 


La moraleja de la historia tiene sus aspectos positivos y negativos. 


Tomada en sentido absoluto, podría incluso pensarse que todas las peregrinaciones son superfluas, puesto que siempre se debería aplicar el dinero para subvenir a las necesidades del prójimo. Ésta es una explicación insuficiente e infundada. Ya Jesucristo advirtió la posible hipocresía que puede celarse detrás de este tipo de argumentos. Cuando en Betania recibió la unción por parte de María, Judás criticó esa acción aduciendo que con el valor del frasco de perfume podría alimentarse a muchas personas. Jesús alabó la acción de María y explicó: "pobres los tendréis siempre entre vosotros". El dinero que se dedica al culto nunca está mal empleado, porque es demostración del primero de los mandamientos. ¿Cómo podríamos decir que amamos a Dios sobre todas las cosas si no dedicáramos a su culto lo mejor que tenemos?
Aunque también es verdad lo contrario: ¿Cómo podríamos tener la conciencia tranquila si junto a los templos cristianos abundara la miseria? Es evidente, que no se pueden sacar conclusiones generales y que aquí entra en juego siempre la virtud de la prudencia. 


El zapatero de la historia hizo algo muy bueno, un sacrificio que no pasó inadvertido en el cielo, pero de ahí no se debe generalizar ninguna norma vinculante y menos aún considerar superfluas e inútiles todas las peregrinaciones. 


En agosto de 2011 habrá muchas personas que no podrán estar en Madrid con el Papa. Muchas porque ya no se consideran jóvenes. Otras muchas porque estarán impedidas por las circunstancias: la enfermedad, la penuria económica u otras ocupaciones. Sin embargo, todas pueden realizar una peregrinación interior ofreciendo a Dios sus sacrificios y sus buenas obras.


El éxtito de la Jornada Mundial de la Juventud no se mide por el número de participantes, sino por los frutos de santidad que producirá con el concurso de todos: de los que concurrirán allí y de los que se quedarán en casa, apoyando con su oración y su sacrificio.