19 de septiembre de 2010

Anecdotario de un amigo (7)


Las falsas anécdotas de Benedicto XVI

Nuestro amigo Benedicto, como todo personaje público, también tiene un buen montón de anécdotas falsas. La más falsa y la peor intencionada es la de que el Papa fue nazi en su juventud. Ya hablamos al respecto en el anterior post y demostramos la intención anticristiana de los que difunden tal mentira.

Pero no todas las falsas anécdotas de Benedicto son malintencionadas. Las hay incluso simpaticas como las dos que voy a relatar a continuación.

La primera la cuenta el escritor y premio Nobel aleman Günter Grass de esta manera:

“Sólo es una suposición. Ese pensamiento no me vino hasta que no me puse a escribir. Lo cierto es que en Bad Aibling, ese campo masivo con unos 100 mil prisioneros de guerra a cielo abierto, pasé mucho tiempo en un agujero en la tierra con un chico de mi edad. Los dos teníamos 17 años. Él era de procedencia bávara, era intensamente católico, hasta el fanatismo, y a sus 17 años era capaz de meter en la conversación citas en latín. Teníamos mucho tiempo, hambre y tiempo. En el mercado negro, a cambio de insignias, conseguí una bolsa de dados y masticábamos grano. Con el bote lanzábamos los dados por nuestro futuro. Él quería subir en la jerarquía eclesiástica y yo quería ser artista y famoso”.

“Incluso nos peleamos acerca de si yo también podía ser papa. En la historia hay suficientes papas que no creían en Dios, argumentaba yo… Y mientras escribo el manuscrito de mi libro de memorias, un alemán se convierte en papa. Y entonces leo -sabía quién era el cardenal Ratzinger, su postura conservadora, su actuación silenciosa perseverante desde un segundo plano- que estuvo en Bad Aibling. Este Joseph me resultaba familiar, y también su forma de ser por lo tímido, perseverante y silencioso. Sólo puedo suponer que era él”.


(Entrevista a Günter Grass con motivo de la aparición de sus memorias de juventud, "Pelando la cebolla", en las que habla por primera vez de su pertenencia adolescente a las SS).

La historia tendría visos de veracidad si no fuera porque quien la cuenta es un consumado literato y lo que cuenta es un conocido tópico literario y cinematográfico. ¿Qué se jugaron en la celda de castigo los jóvenes Grass y Ratzinger? ¿La túnica de una pieza de Cristo? ¿Se jugaron quizás el Papado? ¿Se jugaron la vida como el caballero y la muerte en la película el Séptimo Sello del cineasta Ingmar Bergmann? ¿Jugaron a los dados como cada noche hace el Diablo con Falkenburg , el capitan del Flying Dutchman, el Barco Fantasma de la novela de Frederick Marryat? Günter Grass es un notorio ateo y lo que quiere trasmitir con esta fábula es la conocida tesis atea de que Dios, si existe, juega a los dados con nosotros.

La segunda anécdota falsa de Ratzinger es más inocente y la protagoniza dos hospitaleros del Camino de Santiago y se cuenta así:

Alfredo Álvarez tiene un albergue en Molinaseca, en, en León, que cada año es visitado por miles de peregrinos. Álvarez cuenta que en el 2000 recibió a un visitante con quien charló largo rato sobre el futuro de la Iglesia.

Alfredo Ávarez reveló, ante una televisión, que ese huésped fue nada más y nada menos que Joseph Ratzinger. Según el testimonio de Alfredo Álvarez, el amable peregrino le habló del futuro de la Iglesia y le envió desde Francia, pocos días después de su visita al albergue, una postal firmada de la siguiente manera: “Louis Joseph, futuro papa Benedicto XVI”.

Alfredo Álvarez, asegura tener una postal que le envió hace cinco años el actual Papa, desde Montpellier, Francia, en la que firmaba como «futuro Papa Benedicto XVI».

Resulta que nada más asomarse el nuevo Papa a la Plaza de San Pedro, al buen hospedero le sonó su cara en la memoria. Esa sintonía con el recuerdo quedó ratificada en cuanto conoció el nombre elegido por el nuevo pontífice. Benedicto XVI no sólo había visitado su hospedería hace cinco años, sino que el entonces cardenal peregrino había remitido al albergue, a la atención de su propietario, una amable postal.

A pesar de que ni el Obispado de Astorga, ni el Arzobispado de Santiago de Compostela, ni la Nunciatura Apostólica en Madrid les consta que Benedicto XVI haya realizado el Camino de Santiago, y mucho menos que escribiera dicha postal, la notoriedad alcanzada con la anécdota por el hospitalero de Molinaseca cundió ejemplo y otro hospitalero, en este caso de Galicia afirmó lo mismo:

Así, en Guitiriz, Lugo, Camino de Santiago, D. Romualdo contó la siguiente historia:

"Hace unos cinco años, paró en mi establecimiento, un albergue para peregrinos del camino, un señor con acento extranjero. Venía acompañado por tres jóvenes con aspecto de curas. Todos ellos eran muy amables, discretos y educados. El señor de más edad, de rostro bondadoso y una sonrisa casi permanente en los labios, descansó aquí dos días, reponiéndose de las pequeñas heridas sufridas a consecuencia de las largas caminatas por los senderos del país, al abrigo del tiempo infernal que en aquellos días azotó la provincia. Yo intuía que aquella era gente principal, todos tan finos, tan suaves en el trato, tan sociables en la urbanidad. Daba gusto servirles, de verdad".

"Dos semanas después de que los viajeros extranjeros se marcharan, recibí este sobre y esta carta, con matasellos estampado en una ciudad francesa. El texto de la carta decía así:

Carísimo amigo Romualdo. Cumplido nuestro deseo de rendir viaje ante la tumba del apóstol Santiago e instalados de nuevo en la vida cotidiana, no quiero dejar de escribir estas líneas para agradecer, desde lo más profundo de nuestros corazones, el cálido trato dispensado por usted y su familia, en esos días luminosos de fe y esperanza transcurridos por los caminos de España, compartiendo el gozo de tantos y tantos peregrinos en busca de la luz que emana de la Verdadera Instancia. Que el Señor, en su infinita bondad, ilumine sus corazones cristianos. Reciba usted y los suyos el testimonio de nuestro agradecimiento por los sencillos favores recibidos. Joseph Luis Futuro Papa Benedicto XVI ".

El dueño del hostal explicó a los periodistas que había guardado aquella carta por ser la más extraña que había recibido en su vida. La carta permaneció a buen recaudo en un armario de la vivienda de Romualdo, hasta que el martes, día 19 de abril de 2004, la fumata blanca anunciaba la noticia de que el nuevo Papa era el cardenal Ratzinger, Benedicto XVI.


Lo curioso de las dos anécdotas apócrifas de Benedicto XVI, la que cuenta Günter Grass y la que cuentan los hospitaleros del Camino, es que ambas coinciden en un punto, Joseph Ratzinger sabía con muchos años de antelación que sería Papa. ¿Os imagináis al Cardenal Prefecto para la Doctrina de la Fe delante de la bola de cristal ejerciendo de pitonisa?

Si mañana decimos que conocimos a Ratzinger tambien en 2000 en el Camino de Santiago y que le vimos resucitar un niño y hacer dos pajarillos de barro y darles vida, nos hacemos famosos y multiplicamos por 100 los lectores de nuestros respectivos Blogs. Pensadlo bien, Blogueros con el Papa...