11 de enero de 2014

VIDA EN EL INSTANTE DE LA FECUNDACIÓN



Hay debate a la hora de decidir si hay un ser humano o no lo hay en el momento de la concepción. Y concreto, entendiendo que el momento de la concepción se produce en el mismo instante que el óvulo es fecundado por el espermatozoide. Supongo que está claro, en ese mismo instante, en el mismo segundo, y que, por si queda alguna duda, la madre embarazada no lo advertirá hasta pasado quizas horas o días.

La ciencia dice, ver aquí, que hay un nuevo ser humano en el instante de la fecundación, no sólo al cuarto de hora, como al parecer defendía un señor ayer en el programa intereconomía defendiendo que en ese tiempo era discutible la existencia de un ser humano, sino en el mismo instante de la fecundación:

La ciencia no discute que —tanto en la especie humana como en otras especies animales— cada nuevo individuo se forma, naturalmente, por la unión de un espermatozoide con un ovocito (el óvulo), como se ha descrito. Esta unión se llama fecundación
Tanto el espermatozoide (gameto masculino) como el óvulo (gameto femenino) son células, ambas están vivas en el momento de unirse, y siempre lo estuvieron, ya que se formaron a partir de otras células vivas.
Al unirse dan origen a una célula única llamada cigoto, que también está viva. Si los gametos (espermatozoide y óvulo) que se unieron eran humanos, el cigoto resultante también lo es.
A la luz de esta verdad, se puede decir que la vida humana solo continúa. Pero, ¿en qué momento se puede decir que ya hay un nuevo individuo? La respuesta simple es que el nuevo individuo se inicia cuando ocurre la fecundación

El cigoto, resultado de la unión del espermatozoide (gameto masculino) y el óvulo (gameto femenino),  células vivas, será otra célula viva (cigoto). Si los primeros son humanos, el resultado, es decir, el cigoto, también es humano. Y que yo conozca no hay sino una raza de seres humanos cuyos derechos son defendidos en todas las Constituciones de los Gobiernos.

Ocurre que cuando hay interese nos vendemos y hasta en la misma Iglesia puede existir algo de eso. Pero se descubren cuando no obedecen la Voluntad de Dios y se arriman a la de los hombres.

Salvador Pérez Alayón