15 de marzo de 2017

AUDIENCIA DEL PAPA FRANCISCO

Cada día es una prueba de amor. Una prueba donde experimentamos nuestras dificultades, nuestras tentaciones y bajezas y nuestras caídas. Y, realmente, si no fuera, como nos dice el Papa Francisco en su audiencia de hoy, el amor de Dios, quedaríamos sin esperanzas y vencidos por la muerte. Es la Esperanza del Amor de Dios la que nos levanta, nos vigoriza y nos fortalece para continuar la lucha y para enmendarnos a su Misericordia con la esperanza de ser perdonados.

Nos reconocemos pecadores y desmerecedores del perdón. Sin embargo, el Amor de Dios, nuestro Padre, nos salva y por su Misericordia recuperamos el ánimo para seguir la lucha. Gracias, Santo Padre, por compartir estos criterios que nos animan y fortalecen para el camino.







PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 15 de marzo de 2017


Queridos hermanos y hermanas:

En la Catequesis de hoy, san Pablo nos recuerda que el secreto para mantenernos alegres en la esperanza es reavivar en nuestros corazones el amor de Dios.

Todos somos pecadores, pero el Señor, que es rico en misericordia, abre ante nosotros una vía de libertad y de salvación, que es la posibilidad de vivir el mandamiento del amor, dejándonos guiar por el corazón de Jesús Resucitado.

Vivir y actuar el mandamiento del amor es un don de la gracia de Dios; por eso, cuando amamos, hay que evitar caer en la hipocresía de buscar nuestros propios intereses, y también en la idea falsa de pensar que si amamos es sólo mérito nuestro.

La auténtica caridad nace del encuentro personal con el rostro misericordioso de Jesús, y nos lleva al encuentro sincero con los hermanos. Sólo de esta forma podremos mantenernos alegres en la esperanza, pues sabemos que a pesar de nuestras debilidades y fallos, y hasta en los momentos más difíciles, el amor de Dios nunca nos abandona, y nos impulsa a compartir con nuestros hermanos todo lo que cada día recibimos de él.


Saludos:
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. En este tiempo de cuaresma, los invito a que, alegres en la esperanza, reaviven en sus corazones el amor que han recibido de Dios y lo compartan con todos los hombres con obras de caridad sincera. Que Dios los bendiga.