25 de marzo de 2017

MARÍA Y JOSÉ, LOS ELEGIDOS

No resulta fácil comprender la elección de María. Desde el principio fue elegida y preparada para ser la Madre de Jesús. Y eso, desde nuestra limitada mente nos cuesta entenderlo. Nos parece como que limita la colaboración de María. Sin embargo, era libre, como tú y como yo, y podía negarse, porque no era fácil lo que se le venía encima.

¿Te presta tú a eso si Dios te elige? ¿Crees fácil averiguarlo? ¿Y fácil responder? ¿Te imaginas tener que cambiar tus planes y proyectos? ¿Entiendes la huida a Egipto? ¿Y si la entiendes, la asumes sin más? Todas esas preguntas, y más que podemos hacernos, nos responden a la dificultad de la tarea de José y María. y nos dejan claro que su cooperación fue libre y confiada. Una respuesta dura y peligrosa que exigía una madura y confiada fe.

Respuesta como la que tratas de dar tú y también yo. Respuesta cargada de dudas, de incertidumbre, de vacilaciones y de miedos. Respuesta pobre, humilde y confiada. Porque en el fondo nos fiamos del Señor. No sabemos cómo y por qué, pero nos fiamos de su Palabra. Palabra de Vida Eterna. 

Pero experimentamos miedo y debilidades. Necesitamos la Gracia y la Fuerza del Espíritu Santo que nos de ese impulso que quizás nos paraliza y no nos atrevemos a dar. María y José lo dieron, se fiaron del Señor hasta los últimos momentos de sus vidas. José antes, pero María hasta el último momento al pie de la Cruz. Se mantuvieron firmes, confiados y seguros. Y es que la fe crece y se fortalece.

Eso queremos pedirles hoy, María y José, que intercedan por nosotros y nos ayuden a sostenernos firmemente como ustedes. Que nos ayuden a defender la vida como José hizo con Jesús y con María. Eso queremos rogarles, que seamos fieles y firmes en confiar y esperar la asistencia y el auxilio del Espíritu Santo siguiendo la estela y el mismo camino que siguieron ustedes. Amén.