4 de marzo de 2017

NUESTRAS ANSIAS DE ASCENDER

Todos queremos más, así reza la canción conocida por todos, pero también así nos empuja el corazón a querer progresar, tanto materialmente como espiritualmente. Todos queremos ser mejores, y lo descubrimos cuando iniciamos nuevas etapas en nuestras vidas. Experimentamos deseos de perfección y de hacer todas las cosas bien. ¿Quién no se ha propuesto, después de alguna experiencia espiritual ser mejor?

Somos el vivo ejemplo de la parábola del sembrador -Mt 13, 3-9- nos ilusionamos pronto, pero luego la poca profundidad de nuestra fe se seca rápidamente con las dificultades y tentaciones de nuestro mundo.

Nadie está más cerca de Dios que nuestra Madre la Virgen. Dios la ha llenado de Gracia y la ha hecho su Madre, durante su tiempo, bajo la Naturaleza Humana, por este mundo. Es la más alta entre todas las criaturas y también la más humilde y perseverante en vivir según la Voluntad de Dios. 

Vivamos aprendiendo y mirando hacia ella, porque como Madre nos enseña a persevera y sostenernos, siendo grande en el orden espiritual, humilde en el aspecto material. Enterada de tal dignidad, corrió a servir a su prima Isabel - Lc 1, 39-45 -.

Tratemos, aprovechando este camino cuaresmal, de esforzarnos en crecer y progresar en el orden espiritual tanto como hacemos y ponemos en el orden temporal, sabiendo que en lo primero atesoramos tesoros que no se corrompen y son eternos, mientras que los temporales su nombre ya los descubre.

Pidamos a nuestra Madre que nos acompañe e interceda en su Hijo, para que, caminando en torno y unida a ella sepamos distinguir el verdadero Tesoro que merece la pena alcanzar y llenar de él nuestro corazón. Amén.