17 de octubre de 2011

HAY MOMENTOS...


Hay momentos que la carga se hace pesada. La rutina amenaza con vaciar tu vida y tu fe se diluye lentamente en un actuar que se desencarna de tu propia vida. Te sientes frágil, débil y tus flaquezas quieren pedirte una tregua. Miras cada día como una carga y tus, mal llamados deberes, empiezan a ser una carga. Son momentos de duda, de tribulaciones, de decaimiento, de pensamientos vanos y de intenciones de abandonar.

Es la hora de los apegos, de la inclinación a lo fácil, lo cómodo, del bienestar, del egoísmo, del individualismo, del mirar única y solamente para ti. Es la hora de las preguntas y del buscar un sentido que justifique tu huida, tu cansancio, tu indisciplina.

Te pesan tus oraciones; te pesan tus rezos; busca encontrar razones que justifiquen el dejarlo. Te dices que no tiene sentido, que te encuentras vacío, que la cruz es demasiado pesada, que te cansas y se te hace muy duro seguir. Realmente, ¿qué te ocurre?

No te pierdas en rezar; no te pierdas en disciplinarte; no te pierdas ni te busque en tus propias fuerzas. Sólo, simplemente sólo, agárrate a ÉL. No es un código de disciplina, de rezos u oraciones, es simplemente un Amigo. Un Amigo que nunca falla. Es eso lo que tienes que pensar y recordar desde el principio de tu vida. Siempre ha estado ahí, desde tus primeras escuchas, desde tus primeras palabras.

Siempre está dispuesto y presto a escucharte, a acompañarte, a responderte. Ahora, cuando estás en momentos de dudas, de cansancio, de fracasos, de incomprensiones, de soledades, de olvidos, de falta de afecto, de caricias, de baja economía, de inseguridades, de futuro incierto, sin techo, sin soluciones rápidas... Con sufrimientos, desesperado, sin saber qué camino tomar, desconcertado, angustiado... 

Descansa en ÉL. No te puedo decir como lo puedes hacer, pero ten confianza, descansa en ÉL. Abandona todo lo que te cuestiona, todo lo que te apunta... Mírale sólo a ÉL, y arrímate, acércate a ÉL. Son los momentos de visitarle, de hablarle. Vacíate y descárgate en ÉL. Desahógate, limpia todo tu interior, sigue sus consejos y confiésate en ÉL. Camina con los suyos, con los que como tú se agarran a ÉL. En y con ellos encontrarás formas de verle a ÉL también. No te quedes sólo.

Súmate en el camino bloguero con el Papa. Encontraremos apoyo, consuelo, fortaleza y el sentirnos cerca, alentándonos, confortándonos, animándonos... Participa, ábrete a tus reflexiones, colabora y arrímate al calor de vivir tu palabra desde La Palabra en el ESPÍRITU SANTO.

Y acude a visitarle, y a tomar su propio Alimento. Siempre lo más que puedas. Todos los días, si te es posible. Háblale, mira en su Palabra lo que te dice... Trátalo de entender, de discernir y escúchale. Los momentos seguirán ahí, no desaparecerán como por arte de magia, pero irá naciendo otra forma de ver, de mirar, de pensar, de sentir, de vivir.

Porque ÉL es la Vida, es el Camino, y es la Verdad. Y en ÉL todo se hace suave y ligero. ÉL es la Palabra, la Palabra que te habla y también que te escucha. Seguirle supone escucharle, siempre, pero sobre todo en los momentos de...

Muchos, lo sé, lo han experimentado, han recorrido esa ruta. Quizás en peores circunstancias que tú y que yo. Y han llegado a descubrir el oasis de paz y gozo que se encuentra en su amistad y cercanía. Ten confianza, eso afirmará tu fe.