
Vamos a la casa del Señor. Es Jesús, nuestro amigo, pero
también es nuestro Rey, nuestro Señor. La iglesia es su casa y entramos con
mucho respeto. Su presencia real en la Eucaristía es un misterio y no podemos
dejar de admirarnos.
Transmitamos a nuestros hijos este respeto. Con nuestras
ropas (¡no vamos a saludar al rey con un chandal o con ropa de playa!) Ya no
corremos, hablamos bajito, sólo si es necesario. Jesús nos habla bajito y si
nosotros...